Disclaimer: "Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir", su trama y sus personajes pertenecen a Thomas Astruc.


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Héroe

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Todos los noticieros matutinos, o al menos los que aún podían ser sintonizados, hablaban de una sola cuestión: La ciudad de París podía quedarse atrapada en una era de hielo.

Los únicos que seguían combatiendo contra el causante de ello eran los queridos héroes locales. En algún punto de la ciudad, se estaban jugando la vida para derrotarlo y salvar a la ciudad una vez más de una inminente tragedia.

―¡Ladybug!

―¡No te acerques!

Chat Noir corría a toda velocidad pero cada superficie estaba cubierta de una gruesa capa de hielo que dificultaba sus movimientos. Ni el bastón ni las garras aferrándose con desesperación eran de mucha ayuda. Ladybug estaba en peligro.

―¡Maldita sea!

Esta no era una situación normal. Claro que nunca era normal que aparecieran villanos manipulados que intentaran robar sus miraculous y llevar a cabo sus planes, fueran los que fueran, pero en esa ocasión particular, el "malo de la película" era diferente. Se sentía una tétrica aura de maldad pura a su alrededor, como si su único propósito fuera dañar a las personas por el simple placer de escuchar sus gritos llenos de miedo y dolor.

Y por alguna maldita razón estaba atacando solo a Ladybug. La perseguía lanzándole pesadas y afiladas estacas de hielo sin parar; si ella encontraba un sitio donde resguardarse, de inmediato el hielo a su alrededor comenzaba a trepar por su cuerpo como si estuviera vivo, amenazando con congelarla viva en un instante, así que tampoco podía quedarse quieta y a salvo el tiempo suficiente para usar su Lucky Charm.

Chat Noir intentaba desesperadamente distraer los ataques hacia Ladybug pero no lo conseguía. Lo único que lograba era ser lanzado por los aires una y otra vez, envuelto en remolinos de nieve y astillas de hielo, y eso no era suficiente distracción para que ese infeliz dejara de atacar a su compañera. Ladybug estaba cada vez más cansada y herida, si él no hacía algo pronto, ella seguramente…

―¡No lo permitiré!

Una fiera determinación recorrió su cuerpo como un escalofrío, erizando su piel, aguzando sus sentidos. Necesitaba comprarle tiempo. Si de alguna manera pudiera acercarse lo suficiente podría usar su as bajo la manga, pero el enemigo en turno controlaba la situación montado en una extraña nube de tormenta que lo mantenía a una distancia segura.

―¡Eso es!

Podían lograrlo aún teniendo solo unos segundos. Él no podía lanzar esas mortíferas ráfagas en dos direcciones al mismo tiempo. Esperarían a estar en extremos opuestos con Glacevalier en medio de ambos, y el que tuviera las manos libres atacaría. Ladybug podía usar el cable de su yo-yo y Chat Noir su bastón; lo derribarían de su nube en el sentido más literal. Ahora solo era cuestión de tiempo.

Intentó acercase un poco más a ella para tratar de comunicarle su plan, haciendo mímica si era necesario pero tenía que decirlo. La adrenalina corría por sus venas, dándole fuerza y aliento para acercarse lo más posible a ella. No faltaba mucho para que todo terminara, ya casi podía saborear el alivio que supondría derrotar a ese malnacido. Entonces sucedió.

El cansancio finalmente hizo mella en una agotada Ladybug. Ella resbaló en el hielo y en su hasta entonces perfecto escudo luminoso se creó una abertura. En el mismo instante él vio la aprehensión en su rostro. Ella no recuperaría el ritmo a tiempo.

Era una abertura muy estrecha y solo habían pasado dos segundos pero fue suficiente. Una delgada y larga estaca de hielo penetró su defensa e hirió a la joven heroína. Chat Noir escuchó su gemido ahogado y temió lo peor. Jamás imaginaría que lo peor estaba a punto de pasar.

La delgada lanza congelada había alcanzado a Ladybug en el costado, haciéndole un corte limpio. La herida sangraba y punzaba pero eso en realidad no le preocupaba a ella: seguía siendo una herida superficial. Lo preocupante era que, con el impacto, había perdido el equilibrio y ahora estaba medio tendida en el suelo, luchando para que sus temblorosas piernas se pusieran en acción de nuevo. No lo logró, no lo suficientemente rápido. Estaba muy, muy cansada.

En cuestión de segundos el hielo, cual hiedra venenosa, comenzó a cubrir sus piernas y sus brazos que aún la sostenían. Sus dientes comenzaron a castañetear por el frío que había cubierto ya la mitad de su cuerpo y seguía ascendiendo. Al mismo tiempo, Glacevalier descendió al suelo y se acercó a ella, caminando con garbo y seguro de su victoria; sus ojos grises brillaban llenos de maldad.

―Tienes algo que yo quiero, mademoiselle.

El miraculous, obviamente. Sentía rabia de solo pensar en que se lo arrebataran sin oponer la menor resistencia, pero ya no podía hacer nada, no tenía manera de romper la increíblemente dura capa de hielo que la cubría ya hasta el cuello. Sus ojos se llenaron de lágrimas

"¡Tikki, perdóname!"

―Oh, no te preocupes ma chérie ―dijo el villano con una suave voz acaramelada―. No te dolerá… no por mucho tiempo, al menos.

Su risa despreocupada era lo más frío y atemorizante en ese ambiente lleno de viento, nieve y hielo. Estaba a solo unos metros y le apuntaba directamente con el largo cetro que disparaba las estacas. Había llegado su fin.

Extrañamente no sentía miedo, pero sí pesar. Pesar por todas las personas que amaba y que perdería y por todos los maravillosos recuerdos que nunca llegaría a crear junto a ellas. Y también dolor… Ella estaba fuera de la jugada pero dejaría atrás a un gato negro que seguiría en peligro después de que la mataran. Le dolía dejarlo solo en ese momento, le dolía no haber sido más fuerte para seguir luchando junto a él… le dolía que no volvería a escuchar sus tontas pero lindas bromas, le dolía pensar en no volver a ver el vívido color de sus ojos…

"Chat…"

Finalmente llegó frente a ella. Su mano no temblaba, sus ojos no dudaban. Era el fin.

- Au revoir, ma chérie.

El cetro brilló de un intenso color azul neón y disparó una sola vez. Todo se volvió negro.

Ladybug no cerró los ojos ni un instante; aún así no lograba comprender lo que estaba viendo. Chat Noir estaba abrazado a ella y del centro de su espalda salía un largo y grueso trozo de hielo.

Por un segundo pensó que el villano se había desviado un poco de su corazón y estaba teniendo una alucinación en el umbral de la muerte. El tiempo parecía haberse ralentizado y todos los sonidos se apagaron; lo único que escuchaba eran los pesados latidos de su corazón retumbando en sus oídos. Vio en cámara lenta cómo Chat Noir sacaba su bastón de detrás de él y lo utilizaba para lanzar a un estupefacto Glacevalier lo más lejos que le daban las fuerzas. Acto seguido se volvió hacia ella y colocó la mano envuelta en ese característico humo negro sobre el hielo que la cubría. Todo el hielo que había en veinte metros a la redonda se deshizo instantáneamente

Ladybug quedó liberada de su helada prisión y al mismo tiempo Chat Noir se derrumbó delante de ella. Reaccionó a tiempo para sostenerlo y ambos quedaron de rodillas en el suelo. Por su mente pasó un recuerdo lejano: ella lo sostenía en esa misma posición después de que él la salvara del fatídico toque de Timebreaker, interponiéndose entre ella y la atacante, sacrificándose de la misma manera. Las lágrimas se derramaron.

―¡Chat… Noir… !

―Ladybug… hazlo ahora…

―¡No! ¡No quiero dejarte!

―Es... tu oportunidad, hazlo… estaré bien…

A excepción de su identidad, Chat Noir nunca le había mentido u ocultado nada. Tenía que ser precisamente ese el momento en que lo hiciera por primera vez.

Con cuidado dejó a su compañero en el suelo y se volvió para enfrentarse con el culpable de todo. La descarga de adrenalina tensó cada músculo y nervio de su cuerpo, lanzándola contra él a toda velocidad. Nunca le perdonaría el haber dañado a su amigo.

Glacevalier se sintió vulnerable al verse derribado en el suelo y habiendo soltado su cetro de poder; intentó con desesperación volver a montar su nube, pero una muy enojada y al parecer recuperada Ladybug corría hacía él como una bala. Un agudo y vergonzoso chillido escapó de su garganta y gateó por el suelo tratando de huir; sin embargo, el cable de la heroína se enredó en su tobillo y en un segundo estaba siendo arrastrado hacia donde ella estaba.

―Parece que sin tu cobarde ventaja eres igual de patético que una vil cucaracha, aunque eso es un insulto para los insectos.

Ella notó que el cetro de su enemigo estaba al alcance. Liberó el cable de su yo-yo y lo colocó en su cadera. No planeaba usar su Lucky Charm. No necesitaba suerte para lo que estaba a punto de hacer.

Con rapidez tomó el cetro y lo apuntó directamente a la cara del supervillano, cuyos ojos se abrieron desmesuradamente y brillaron con lágrimas de pánico. A pesar de su apariencia sobrenatural, Ladybug notó que este artefacto no era más que un arma cubierta de hielo, incluso tenía una especie de gatillo. Una sonrisa vacía se dibujo en su rostro.

―Es hora de que digas "Adieu", Glacevalier.

Él no lo dijo, únicamente emitió un sollozo agudo mientras cerraba los ojos con fuerza, esperando el impacto. Pero éste nunca llegó.

Se arriesgó a abrir un poco los ojos y entonces vio a Ladybug aun apuntándole, pero con una mano temblorosa, los dientes apretados y los ojos brillando con lágrimas de rabia. ¡Ah! ¡Era tan dulce! Y tan tonta.

―No tiene caso, mon ange. No estás hecha para esto ―Su voz era tierna y persuasiva ―. Acéptalo, se ha salido de tu control. Incluso por tu culpa, Chat No-

Sus palabras quedaron pegadas a su lengua cuando la vio levantar el pesado cetro sobre su cabeza para después jalarlo hacia adelante con toda su fuerza.

Ladybug estrelló el artefacto en el pavimento congelado, a tan solo un par de centímetros de la cabeza de su enemigo, quien no por eso resultó ileso. Las agudas púas de hielo habían herido la mitad de su cara y ahora la sangre chorreaba sin pausa desde los profundos cortes. El maldito gritaba ahogadamente mientras sus manos hechas garras tocaban su rostro malherido.

El cetro se había hecho pedazos con el impacto pero de él no había salido ninguna pequeña mariposa ennegrecida. Tan solo un extraño y pesado humo negro que se desvaneció en el frío aire del ambiente. La ventisca cesó de inmediato y todo el hielo antinatural que había sido creado comenzó a derretirse con la misma velocidad con la que antes había aparecido, dejando en su lugar solo la nieve acumulada y la que caía con suavidad en una típica nevada invernal.

No había un akuma que purificar. Realmente esto había ido mucho más allá de la simple manipulación de Le Papillion. Este sujeto representaba un nuevo peligro, probablemente mucho más letal y despiadado.

Una gutural risa sardónica interrumpió su tren de pensamiento. Volteó a tiempo de ver a un maltrecho Glacevalier que aun cubriéndose la mitad del rostro ensangrentado, le lanzaba una mirada furiosa y condescendiente.

―À bientôt, Ladybug…

Entonces desapareció, envuelto en un pequeño remolino de hielo y humo negro. En apenas un segundo se fue sin dejar rastro, como si nunca hubiera estado ahí.

Ladybug sentía el pulso acelerado. Sabía que tenia mucho que pensar y resolver, pero un único pensamiento se impuso ante todo lo demás con una fuera aplastante.

"Chat Noir"

Sin siquiera pensarlo su cuerpo comenzó a moverse, corriendo con todas sus fuerzas hacia el sitio donde lo había dejado. Desde que él se había interpuesto para protegerla hasta ese instante no podían haber pasado más que un par de minutos pero a ella le parecía una eternidad.

Llegó junto a su figura inmóvil tendida en el suelo. Se agachó junto a él y con cuidado lo tomó en brazos para acunarlo contra ella. Chat Noir abrió los ojos y le dedicó una ligera y trémula sonrisa mientras respiraba con mucha dificultad.

―Hey…

Ella no podía hablar. Tenía en la garganta un nudo gigantesco que simplemente no podía tragar. Su compañero se moría.

La gran estaca de hielo que lo había atravesado se había derretido casi por completo y la presión que había ejercido en la herida de Chat desapareció, permitiendo que el flujo de sangre continuara su camino libremente a través de la herida abierta.

Sentada en el suelo helado y con la nieve cayendo alrededor debería sentir frío. Ella anhelaba sentir al menos un poco de frío, porque eso significaría que la hemorragia se había detenido. En vez de eso, seguía sintiendo la dolorosa y tétrica calidez de la sangre de Chat derramándose en sus piernas. Las lágrimas se agolparon en sus ojos y un sollozo falto de aliento se abrió paso desde su pecho.

―Chat… no… puedes ―Ella luchaba con las palabras, sabiendo que nada de lo que dijera podría remediar la situación―. No puedes dejarme… ¡No puedes!

Se aferró a él, enterrando la cara en el brillante y suave, suave cabello dorado del superhéroe. Las lágrimas se derramaban sin pausa, lágrimas de desesperación e impotencia.

Nunca en toda su vida se había sentido tan inútil, tan indefensa, tan aterrada. Aun si corriera a toda velocidad con su amigo en brazos, el hospital más cercano se encontraba a unos eternos diez minutos de donde estaban. Y hacer eso significaría causarle un horrible dolor a él, sin mencionar que entonces no habría nada que ejerciera un poco de presión sobre su herida y con el movimiento brusco se desangraría en segundos. No podría lograrlo. Estaba atada, condenada a dejar que él simplemente muriera en sus brazos.

El dolor insoportable ante la idea de perder a su mejor amigo y compañero tenía su estómago dando vuelcos una y otra vez. Cada centímetro de su cuerpo se sentía desgarrado ante el miedo y la desesperación.

―Ladybug…

La dulzura que la invadía cada vez que escuchaba su voz, en ese momento se mezcló con la asfixiante y dolorosa sensación de pérdida. Con esfuerzo se separó un poco para mirarlo a los ojos.

Para Chat Noir era cada vez más difícil respirar, el lacerante dolor de la herida se había atenuado un poco pero seguía pulsando con cada lento latido de su corazón. Sabía que no le quedaba mucho tiempo, y lo odiaba. Quería más, mucho más tiempo.

Quería tiempo para seguir estando a lado de ella. Para enamorarla; para escuchar sus sueños y hablarle de los suyos. Para salir al cine en una cita normal, sin tener que usar máscaras. Necesitaba más tiempo para decirle lo importante y esencial que se había vuelto en su vida; para seguir coleccionando sus muecas y gestos extraños que no siempre hacía.

Necesitaba decirle que la amaba. Necesitaba decirle que cuando había descubierto su verdadera identidad había tenido miedo de que su amistad en la vida real no sobreviviera, y de que el gran equipo que formaban luchando contra los chicos malos se disolvería. Quería decirle lo aliviado que se sintió cuando no fue así. Lo feliz que fue cuando se dio cuenta de que estaba cada vez más apegado a ella.

Necesitaba contarle cómo se había enamorado de Marinette, mucho más allá de la admiración que sentía por Ladybug. Quería describirle la maravillosa sensación que había experimentado cuando un chico normal como él se había vuelto loco por una chica normal como ella. Quería decirle que el traje no era decisivo porque solo era una pequeña parte de lo que ambos eran.

"¡Oh, Dios! ¡Necesito más tiempo!"

Cerró los ojos, intentando contener las lágrimas que estaban a punto de derramarse. El ardor detrás de los ojos era demasiado incómodo para ignorarlo pero no quería hacerla sentir peor. Y sobre todo no quería desperdiciar sus últimos momentos sin poder ver su rostro con claridad.

―Ladybug… yo…

―¡No hables, por favor! ¡Conserva toda la energía que puedas!

―Debo decirlo…

―¡Chat!

―Escúchame... no es fácil hablar así que solo escucha…

Ella iba a replicar de nuevo pero en vez de eso se mordió los temblorosos labios; su cara surcada por las lágrimas.

―Esto no es tu culpa… ―Eso era lo más importante que debía decirle en ese momento. Sabía que lo primero que ella haría sería culparse por su muerte y no quería que ella viviera con eso. Él quería que fuera feliz, así que haría lo que pudiera para intentar quitarle ese peso de los hombros. En ese momento no importaría nada de lo que él dijera pero esperaba que, después de un tiempo, ella recordara sus palabras y fuera capaz de creerlo. Era lo último que podría hacer por ella.

―Gracias... ―Ella seguía llorando mientras estrechaba su abrazo―. Por todo. Sé que no es… muy específico pero, en verdad… agradezco cada momento que pasamos juntos… fueron los años más felices de mi vida…

Él sonreía. La ansiedad por llorar había pasado y ahora simplemente aceptaba lo que estuviera por venir. A pesar de todo, era un buen final. Mucho más tranquilo de lo que pudo haber sido considerando su estilo de vida; casi indoloro y además estaba en los brazos de la mujer que amaba. ¿Quién había dicho que tenía mala suerte?

―Ma lady, ya es hora…

―¡No! ¡Por favor, no, no, no! ¡Aún no!

―Está bien, no te… preocupes… no tengo miedo… ―Alzó una mano para acariciar su mejilla húmeda.

Ella se inclinó sobre su mano, sintiendo el suave y elástico material que la cubría. Su corazón se contrajo lleno de pesar. Lo miraba directamente a los ojos, casi sin parpadear. Tenía miedo de verlo cerrar los ojos y que no los volviera abrir. La mano de Chat dejó su mejilla y formo un puño hacia ella. Una sonrisa deslumbrante.

―Bien jugado.

Con el alma hecha pedazos, ella formó un puño también y lo presionó suavemente contra el de él.

―Bien jugado…

Chat Noir soltó una risita. Entonces las esquinas de sus labios se suavizaron y cerró los ojos.

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NA: Me suele pasar que quiero hacer un one-shot y al final me queda un poco largo para lo que yo considero que sería una lectura agradable. Me pasó de nuevo con este pequeño escrito así que esta es solo la 1a parte. Si les gustó, por favor esperen la 2a parte. No tardaré mucho en subirla

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