N/A: Hola queridos lectores. Como han pasado varios años desde que había empezado esta historia, he decidido actualizar los antiguos capítulos. No hice ningún cambio en los acontecimientos, pero reescribí algunas partes que creí que necesitaban ajustes.
A los nuevitos que están empezando a leer este ff, les cuento que es la primera vez que decido escribir una historia de Avatar La Leyenda de Aang y creo que será la última. Da para largo, pues pretendo terminar la historia de la forma en que me hubiera gustado que terminase la serie. Está ambientado desde el capítulo 12 del Libro Fuego, cuando Zuko se les une en el Templo Aire del Oeste. Quizá algunos notarán que Haru, El Duque y Teo no están con el equipo Avatar, y eso tiene una explicación más adelante en los próximos capítulos.
Debo reconocer que antes me gustaba Katara & Aang, pero desde que vi el capítulo "La Encrucijada del Destino" cuando Zuko y Katara estaban en las Catacumbas de Cristal… ¡simplemente los amé! ¡Me encantó cómo se veían juntos! Lástima que los creadores no piensen lo mismo. ¡En fin! Para eso están los fanfics.
No olviden dejar sus comentarios, estaré encantada de leer sus opiniones :)
Capítulo I: Latidos
Hacían ya varios días desde la llegada de Zuko y no se explicaba cómo demonios había podido unirse a ellos sin presentar un gran problema; de alguna forma él se había ido ganando la confianza de cada uno de sus amigos, claro que menos la de ella. Por más amable, bondadoso y atento que se hubiese vuelto, ella no le creía nada y estaba dispuesta a desenmascararlo apenas se le presentase la ocasión adecuada. Ya una vez había confiado en él y la había traicionado vilmente, incluso ¡había estado a punto de curarle aquella cicatriz del rostro con el Agua de los Espíritus…!
Suspiró con gran resignación mientras salía del cuarto de baño cubierta por una mullida toalla blanca. Debía dejar de recordar esas cosas, solamente lograba hacerse más daño al pensar que si hubiese curado la cicatriz de Zuko no habría podido salvar la vida de Aang… ¡Demonios! ¡Cómo lamentaba haberle creído! Pero no. Ya no volvería a pasar. Ahora sabía qué tan buen actor podía ser Zuko y no cedería ante sus engaños.
Unos golpes en la puerta llamaron su atención.
-Katara, soy yo ¿puedo pasar? –Se escuchó la voz de una jovencita al otro lado de la puerta de roble.
-Claro, adelante Toph –Dijo, mientras se aferraba la toalla que cubría su humanidad. Al instante recordó que su amiga era ciega y que no vería nada en caso de que se le cayera. Le dio la espalda y comenzó a buscar ropa limpia en el armario. Primera vez en semanas que dormía tan bien. Solía ser la primera en levantarse y la última en irse a la cama y eso ya le estaba pasando la cuenta. Gracias al cielo que Aang había notado su cansancio y había propuesto que debían dividirse las tareas domésticas para que ella pudiera descansar más. Y tenía que admitirlo, eso le había venido muy bien.
Al escuchar que la puerta se abría, comentó alegre:
-¿Sabes Toph? Hacía tiempo que no me sentía tan descansada. ¡Cómo necesitaba dormir tranquilamente! Me siento como nueva.
-Se te escucha en la voz Princesita –respondió Toph-. Efectivamente te escucho más relajada.
Katara rió aún dándole la espalda, mientras se ponía en puntillas para sacar unas prendas que estaban en la parte más arriba del armario.
-¿Y para qué querías verme? ¿Sucedió algo en la cocina? -Preguntó mientras estiraba el brazo y alcanzaba una prenda de vestir para luego cerrar las puertas del armario.
-Pues… algo así. Ya sabes, es Sokka, jura que tiene cualidades para cocinar y… bueno, quemó todo el arroz…
-Pídanle al principito que los ayude, tengo entendido que sabe cocinar muy bien, ¿no? –soltó la muchacha en tono seco-, a lo mejor así tiene oportunidad de envenenarnos a todos y…
-No tengo intención alguna de envenenarlos. He cambiado -Pronunció una voz masculina a espaldas de Katara. Ésta dando un fuerte respingo, se volteó y lo miró con rabia y recelo contenidos. Segundos después, cayó en la cuenta de su condición y nerviosa, se apretó la toalla hasta ceñírsela al cuerpo para evitar cualquier accidente.
-¿Qué haces acá? –soltó exasperada- ¡Toph! ¿Por qué no me dijiste que venías con él? ¡Estoy…!
-No exageres tanto princesita, vinimos los dos a pedirte ayuda. No sabemos cómo decirle a Sokka que deje de creerse un buen cocinero y…
-Zuko, ¿podrías irte? –inquirió sin importar interrumpir a su amiga y sonando muy maleducada-, por favor -Agregó en último instante.
-¡Hey! ¿Por qué tiene que irse? –saltó al instante la chica ciega- es tan parte del grupo como yo, no es muy amable de tu parte, Katara, que lo corras así del cuarto.
La aludida alzó una ceja en señal de incredulidad, lo miró fijamente a los ojos tratando de intimidarlo pero lo único que logró fue sonrojarse al percatarse cómo él la recorría con la mirada.
Atrevido, pervertido, pensó ella, mientras las piernas le temblaban ante tal escrutinio. Sintió que algo en su estómago se agitaba. Furiosa por su propia reacción ante aquellos ojos color ámbar, caminó hacia él, lo tomó con firmeza del brazo y trató de sacarlo a la fuerza. Sin embargo, Zuko no se movió ni un ápice aunque la toalla que ella llevaba puesta sí. Gracias a sus rápidos reflejos la sujetó a tiempo y con un fuerte rubor en las mejillas se la amarró al cuerpo fuertemente.
-¿Es que no piensas moverte? ¡Sal de mi habitación! -Le gritó, desesperándose.
-Ejem… -Toph se aclaró la garganta ruidosamente para llamar su atención-, creo que te estás poniendo muy histérica, princesa, ¿qué tienes en contra de Zuko? Él ha cambiado, lo sabemos todos pero tú te esfuerzas en tratarlo mal y tus modales ahora dejan mucho que desear. Deberías disculparte con él por tal ataque de histeria y empezar desde cero.
La joven maestra agua reprimió un bufido. Se cruzó de brazos ignorante al hecho de que con ese movimiento la toalla dejaba a la vista una generosa panorámica del nacimiento de sus atributos.
-Yo no me disculparé ante un pervertido por muy príncipe que sea -Replicó.
-¿QUÉ? ¿PERVERTIDO YO? –Atinó a repetir el aludido, sorprendido, con los ojos abiertos de par en par.
-¿Por qué lo llamas pervertido? –preguntó entre risitas la bandida ciega- Que yo sepa, Zuko nunca ha tenido un comportamiento poco caballeroso ni ha…
-¡Por Dios, Toph! –exclamó Katara- ¡Estoy sólo con una toalla y él ni siquiera me avisó que había entrado! –ahora se dirigió a él, con el sonrojo aún presente en su rostro- ¡Mínimo me hubieras saludado al entrar al notar que yo no me había dado cuenta de tu presencia! Pero... ¡Argh! ¿Cuándo tú te ibas a comportar como un caballero? Sólo eres un…
-Espera, espera, espera… -la atajó Zuko, recobrando la compostura-. Primero que todo, yo no me había dado cuenta que estabas sólo con una toalla porque llegué al rato después que Toph había entrado justo para rebatir tu tonta teoría del envenenamiento, y no tuve tiempo para decir nada más porque estallaste en gritos como una loca. Y segundo, no eres una chica tan atractiva como para que me den deseos de espiarte o algo parecido -Acto seguido, se dio la media vuelta y salió del cuarto sin agregar nada más.
Por su parte, Katara se quedó ahí, estupefacta y viéndolo marcharse.
-¡Vaya! Creo que se molestó -Dijo Toph acercándose a la cama y recostándose sobre ella.
-¡Es un cínico! ¡Yo debería ser la molesta! ¡Acaba de decirme fea y... y es él el que termina molesto! -Expresó la muchacha mientras cerraba la puerta con un movimiento fuertísimo. Se sentía colérica.
Estúpido principito, ¿quién se creía para decirle tal cosa?
-Yo no creo que él piense que seas fea…
-¡Prácticamente me lo acaba de decir!
-Aún así, no creo que piense eso en realidad de ti. Además, no te dijo "eres fea".
-No, pero dijo "no eres una chica tan atractiva…" y eso fue una manera indirecta de llamarme fea –hizo una pausa, pensando-. En fin, ¡me da igual lo que piense de mi! –Katara hizo un gesto con la mano como si tratara de ahuyentar las palabras que le había dicho el príncipe.
-¿Segura?
-¡Por supuesto! –Reafirmó ella, tratando de conferir un tono de mucha seguridad a su voz.
-Tu corazón se agitó cuando oíste la voz de Zuko…
Katara la miró y trató de tranquilizarse. Se había olvidado de ese punto. Su amiga podía sentir los latidos de su corazón y no era una buena idea que se percatara de lo acelerado que se ponía su pulso cuando se encontraba cerca del príncipe desterrado. ¡Pero es que él la desesperaba...!
-Toph –habló la muchacha en tono más calmado-, me puse así porque me asustó. Me pilló de sorpresa. No esperaba que él entrase después de ti. Si hubiera sabido que ese tonto también iba a entrar, créeme, no lo dejo pasar hasta estar más presentable. ¿Te imaginas qué hubiera ocurrido si se me hubiera caído la toalla o si…?
-El pulso de Zuko se habría acelerado aún más, sólo eso. Así que no te preocupes, estoy segura que él no te haría nada malo… -se interrumpió, pensando- Nada sin tu consentimiento, claro –Agregó, riendo sonoramente.
-¡Muy graciosa, Toph! –dijo con sarcasmo la muchacha mientras dejaba caer la toalla y comenzaba a vestirse. A cada instante se miraba en el gran espejo de la habitación observándose por completo, y pensando cuán fea la consideraba él.- ¿Tan fea soy? -Sin darse cuenta, había formulado esa pregunta en voz alta mientras se atisbaba de pies a cabeza.
-¡Ay, princesita! –suspiró la niña aún recostada cómodamente en la cama- ¿por qué no reconoces que te dolió su comentario?
Ella, sin embargo, no respondió y se vistió en silencio. Claro que le había dolido, pero jamás lo reconocería en voz alta. Sabía que no era una completa hermosura, pero tampoco creía ser alguien fea y desagradable a la vista. Suspiró con desánimo. Era obvio que él no pensaba igual.
"No eres una chica tan atractiva como para que me den deseos de espiarte o algo parecido"
Aquellas palabras se le habían quedado grabadas como fuego en la cabeza. ¿Pero por qué le preocupaba? ¡Mejor para ella que él pensara que era fea! Así se le acercaría menos y tendría que tratar menos veces con su estupidez.
-Katara –la voz de la bandida ciega la sacó de sus pensamientos-, créeme que Zuko no piensa que eres fea. Supongo que hirió tu ego o eso que tienen las mujeres… Orgullo creo que le llaman…
-No me interesa, Toph.
-Sé cuándo estás mintiendo, pero mejor me callo -la joven niña se puso de pie y se acercó a la puerta-. Te espero en la cocina para que hables con Sokka y lo pongas en su lugar. No quiero perdérmelo por nada del mundo -abrió la puerta y antes de cerrarla agregó-. A Zuko también le late fuertemente el corazón cuando está contigo. Piensa en eso.
Apenas vio cómo se cerraba la puerta de su habitación, Katara se dejó caer sobre la cama media vestida. No tenía que pensar en eso, había miles de motivos por los que el corazón de ese principito arrogante podía latir apresurado. Era imposible que ella fuese uno de ellos. Y tampoco le importaba.
Rió amargamente. Toph era pésima como celestina.
