El público explotaba de emoción con, lo que fácilmente se podría llamar, una de las mejores exhibiciones de la temporada. No sólo sorprendía que uno de los participantes estuviese empleando un pokémon que la mayoría consideraba una "horrible molestia de primavera" de manera tan magistral, casi mágica; también el entusiasmo que denotaba su rival, dándolo todo para no perder. La mirada atónita de la muchedumbre se encontraba fija en el marcador, donde la diferencia de puntos era bastante notoria, hasta que la voz del curioso coordinador robó toda su atención.

—¡Cariño, hora del gran final! ¡Termina esto con 'giga impacto'!

Mothim voló al techo del estadio para poder ganar impulso. Frente a los reflectores, se podía observar su tenebrosa silueta oscura, presagiando un trágico final a su oponente[1]. Sin miedo a nada, comenzó a girar como la hélice de una turbina; a la par que, de sus alas, se desprendía un polvillo rojo que hacían de su aleteo una danza mortal. Aquella aterradora demostración de poder le restó una significativa cantidad a su ya precaria barra de puntos. Su contrincante tenía todas las de perder. El pokémon, un fino Glaceon de aterciopeladas patitas, se encontraba herido y envenenado sobre el escenario; no había modo de que pudiese escapar de un ataque tan poderoso.

Ella lo sabía.

Ella tenía sobre sus hombros todo el peso del mundo, pero también tenía el de la experiencia de sus victorias y derrotas pasadas. Tenía la confianza de sus viejos y nuevos amigos. Tenía en su mente grabadas frases como: "¡Nunca te rindas!" o "¡Una batalla no se acaba hasta el final!". Fiel a esos principios de su viejo mentor, dejó el temor de lado y se plantó con todo para dar una orden a su compañero.

—¡Glaceon, usa 'ventisca' a toda potencia! ¡Yo sé que tú puedes hacerlo!

El pokémon azulado lazó una poderosa ráfaga helada dándole de lleno, pero venía con tanta fuerza que el ataque no logró detenerlo. Su entrenadora seguía animándole a seguir atacando a todo pulmón. Al instante, comenzó a formarse escarcha sobre las alas de Mothim ya que su forma de girar empeoraba el frío del ataque. La capa de hielo comenzó a crecer y crecer hasta que, a unos escasos centímetros del hocico de Glaceon, el pokémon bicho había quedado transformado en un bloque de hielo que cayó de golpe al piso.

—¡Mothim ya no puede continuar! ¡La ganadora de este combate no es otra más que la asombrosa May!

El agudo grito que lanzó Harley, acompañado de un par de palabras altisonantes y patadas al piso, fue opacado por completo por las ovaciones del público. Estaba furioso, le importaba un sembradío de bayas que aquella exhibición sólo fuese de demostración para un evento público de la ciudad y que ambos tuviesen ya sus cinco listones, lo mataba el hecho de haber perdido de esa manera estando tan cerca de ganar. Encima, era su tercera derrota consecutiva; comenzaba a pensar su vida transcurría en una especie de show televisivo donde May era la protagonista y, por ello, los productores le daban el poder de ganar siempre por más ridícula o increíble que fuese la situación. Y claro está… él, como el villano principal, nunca podía quedarse con el crédito que le correspondía.

Asqueado por el ambiente festivo, salió del recinto sin dirigirle la palabra a nadie. De haberse encontrado en una gran ciudad, hubiese podido desahogar sus penas en un antro de mala muerte, pero Pastoria era más un pueblo grande donde la diversión era ir a cazar Croagunk al pantano. Maldijo todo lo que su vocabulario le permitió mientras caminaba a las afueras de la ciudad hasta toparse con un frondoso árbol. No estaba de humor para lidiar con gente y prefirió echarse a su sombra antes de buscar algún hotel decente. Ya casi había conciliado el sueño cuando un ruido lo sacó de su ensoñación: se trataba de una pareja entrenando con sus pokémon.

La chica precisamente tenía a una de esas ranas mientras que su pareja portaba a un Glameow. Croagunk lanzaba un par de puñetazos mientras el gato esquivaba, nada digno de ver. Estaba a punto de volverse a dormir cuando un particular detalle llamó su atención. El joven ordenó a su pokémon lanzar 'cola de acero'; instintivamente, el otro pokémon ya había cargado una 'puya nociva' y sólo faltaba la orden de su entrenadora para asestar el golpe y terminar con el combate. Esa orden nunca llegó. El pokémon se dejó recibir el golpe haciéndolo retroceder. A continuación, fue la chica quien interrumpió el combate.

—Blank, amor, no cabe duda que has mejorado muchísimo —exclamó cordialmente.

—D…¿¡De verdad lo crees, Trickie!?

—¡Claro que sí! Si sigues así, un día serás un gran entrenador, bomboncito.

Y mientras los entrenadores procedieron con su ritual de amor, Harley sólo se tapó el rostro con su gorro para que no se fuese a morir de diabetes viendo tanta cursilería.

—¡Váyanse a un hotel, maldita sea! —Alcanzó a gritar, aunque para su fortuna ya se encontraban muy lejos como para ser oído.

De un segundo a otro, comenzó a reírse como loco.

—¡Claro, es obvio que la tonta se dejó ganar! Tenía tiempo de sobra para esquivar el ataque. ¿Y por qué? Por… ¿Amor? —Su carcajada debió oírse a tres pueblos de distancia—. ¡Pero qué soberana estupidez! ¿¡Es que acaso no saben que eso del amor es sólo un invento para venderle libros mediocres a los adolescentes!?

Comenzó a recordar frases como: "Te amo para amarte y no para ser amado", "el amor no conoce fronteras" o "el amor es la cura de todos los males" y cada una de ellas le parecía más ridícula que la anterior. También, de lo mucho que había escuchado que la gente cambiaba "por amor", como si tal cosa fuese posible.

—¡Ni siquiera May es tan tonta como para creerse esas tarugadas!

Y estando a punto de caer presa del sueño, espabiló y pegó un salto.

—¡Momento! ¡Sí lo es!

La idea le había venido como una epifanía y no pudo contener el sonreír diabólicamente. Sabía de sobra que aquella mocosa que tanto odiaba era de las que se dejaba llevar más por el corazón que por la cabeza. Sabía también que en ese corazón tenía un nombre grabado desde hace mucho, por más que ella quisiera negarlo.

Pero, ¿qué pasaría si ese nombre fuese sustituido por el suyo?

¿Qué pasaría si lograba que May se "enamorase" de él?

No sería una tarea fácil, le había mentido lo suficiente como para que ya no le creyese a la primera (o la segunda, o la tercera…) y que harían falta más que un par de palabras bonitas para poderla tener en sus garras y posteriormente hacerla polvo.

Pero también sabía que podía usar ese incidente a su favor para poder hacerla suya si hacía falta.

Posiblemente era el plan más estúpido que se le había ocurrido. Por eso mismo, podía llegar a funcionar. Y si lo hacía, si en verdad lo lograba…

—Voy a hacer que yo sea en lo único que pienses, cariño. Y cuando te tenga… —su voz comenzaba a sonar más grave y siniestra—, voy a destrozarte tanto que no querrás saber nada del mundo de la coordinación ni de tus tonterías del amor y la amistad.

Entonces comenzó a reírse como diva en pasarela más que como villano tratando de conquistar el mundo. Un niño que paseaba cerca se espantó tanto de verlo que comenzó a llorar mientras que su madre sólo le decía "no mires y sigue caminando".

Y con una mano puesta en la cintura, moviendo las caderas y tarareando una alegre canción se retiró a diseñar su plan maestro.


[1] En algunas culturas, las polillas son un símbolo de muerte.