Pareja: Ron/Hermione.
En el tiempo: séptimo año.
Nota de autora: mi idea es que después de la segunda guerra todos vuelven a Hogwarts a terminar con su educación.
Epílogo 1. Deberes de un delegado.
- ¡¿Qué quién soy yo?! Para tu información, soy Delegado. Lo cual me permite castigarte siempre que me venga en gana y si no…
- ¡Ron!
- Este enano no sabe quien soy –se defendió indignado.
- No tiene por qué saberlo, Ron. Es su primer año en Hogwarts y nuestro deber es que se sientan bien recibidos su primer día y no maltratarles.
- Hermione, no le he maltratado, solo le he gritado un poquito –dijo Ron juntando dos dedos y dejando un espacio escaso de un milímetro entre ellos.
- Perdónale. Vuelve a tu compartimento con tus amigos –dijo Hermione al asustado alumno de primer año.
El niño echó un último vistazo a Ron antes de hacerle caso a Hermione. Ella sonrió hasta que la puerta se cerró y se giró hacia el Delegado con el ceño fruncido.
- No debemos aprovecharnos de nuestro cargo –le dijo por quinta vez en media hora.
- Relájate, Hermione.
El expreso de Hogwarts giró a la izquierda en una curva. Hermione perdió el equilibrio y se abalanzó sobre Ron. Él chocó contra la pared y la sujetó por los antebrazos mientras ella apoyó las manos en los hombros de él.
- No estaba pensando en eso, pero definitivamente me ayudará a relajarme –sugirió Ron con una sonrisa traviesa y enarcando una ceja.
Hermione rodó los ojos y se soltó de él con brusquedad. Se colocó bien la túnica y miró a ambos lados asegurándose de que nadie les había visto en esa situación. Miró a Ron y levantó el dedo índice señalándole en el centro de la cara.
- Ronald Weasley, si piensas que voy a besarte en este tren mientras estamos ejerciendo nuestro deber como delegados, estás muy equivocado.
- Yo lo encuentro interesante.
- Es arriesgado.
- Por eso.
Él seguía con esa media sonrisa en la cara, la misma que tenía desde hacia meses cuando se besaron por primera vez en medio de la batalla que estaba teniendo lugar en Hogwarts. La misma sonrisa maliciosa y condenadamente seductora que la hacía dudar. Hermione se ajustó las mangas de su túnica y frunció los labios. La idea de que un profesor o algún alumno les pillasen besándose en el pasillo le ponía nerviosa.
Ron la cogió por la cintura y le acercó hasta él. Torció la cabeza e hizo un puchero con los labios para que ella acabase cediendo.
- No hagas eso, Ron.
- ¿El qué? –preguntó juguetonamente.
- No pongas esa cara. Parece que tienes cinco años, y no voy a besar a un niño de cinco años.
Él intentó poner su cara más sería posible, lo cual era complicado cuando solo le apetecía sonreír como un tonto. Seguramente lo estaba haciendo. Ella puso los ojos en blanco y suspiró profundamente antes de poner sus manos sobre el pecho de él y jugar con la banda de Delegado que tenía puesta a su izquierda.
- No sé en qué pensaba McGonagall al hacerte Delegado.
- Le chantajeé para que lo hiciese.
- ¿Qué? –preguntó ella alarmada.
- Lo hubiese hecho. No pensarías que dejaría que mi novia recorriese los oscuros pasillos de Hogwarts con cualquier estúpido de séptimo.
- No, pero ha dejado que recorra los pasillos de este tren con un estúpido de séptimo curso.
- Tienes suerte de que me curase de mi spattergroit.
Ron no esperó a que ella contestase para besarla. Hermione le cogió de las solapas de la túnica y le atrajo hacia ella aún más. A veces tenía la sensación de que cada beso que se daban era una venganza por los tres años que habían estado jugando el uno con el otro sin dar ningún paso. Le encantaba vengarse con él. Vengarse de ella misma por haber andado en círculos tanto tiempo. Nunca pensó que el dicho de "más vale tarde que nunca" fuese tan acertado.
Hermione se relajó un momento y dejó que sus manos subiesen hasta el pelo de Ron y jugueteó con él mientras Ron se reía suavemente y seguía besándola.
- ¡Oi¿Queréis dejar de hacer eso delante de mí?
Los dos se separaron un poco y miraron hacia el fondo del vagón. En la puerta estaba Harry. Tenía un gesto de disgusto pero sonreía de oreja a oreja.
- ¿Forma parte de vuestras tareas como delegados? –preguntó alzando las cejas.- Ahora entiendo por qué te emocionaste tanto el día que llegó la carta, Hermione.
Ella se puso roja como un tomate. Ron miraba hacia el suelo y luchaba por contener la risa. Harry les guiñó un ojo y cerró la puerta de su compartimento. Hermione notó que Ron temblaba de risa. Le golpeó en el hombro abochornada y molesta y echó a caminar hacia el otro lado del vagón para seguir con su ronda de Delegada.
- ¡Vamos, Hermione¡Harry solo estaba bromeando!
Ron corrió y la cogió de la mano. Ella no dijo nada sobre el asunto durante todo el viaje y él no dejó de sonreír como un tonto mientras la seguía por los pasillos del tren a sus espaldas.
Fin.
