Alessandra

"¿Te gustaría convertirte en tributo?"

Es una pregunta que leí una vez en un foro de fans de Los Juegos del Hambre.

Mi respuesta era obvia: "¡Claro que me gustaría!"

Y no fue la única. Todos quienes respondían, lo hacían afirmativamente, con tanto entusiasmo y agregando detalles acerca de sus estrategias, sus armas predilectas, su manera de conseguir el apoyo de los patrocinadores e incluso la ropa que les encantaría vestir en la noche del desfile por el Capitolio.

A todos nos encantaría ser tributos. Pero…

¿No es irónico, que dentro del mundo de los Juegos del Hambre, la mayor desgracia de la vida de alguien sería precisamente esa, mientras que nosotros, que no tenemos que sufrirla, morimos por ser parte de ella?

Quiero contarles mi historia. Mía, de mis amigos y mi novio. Es la historia de cómo nos convertimos en tributos.

Es una historia triste que aun me duele al recordar, pero que espero que al poder externarla, este dolor, si no deja de sentirse, cuando menos pueda sentirse de manera diferente.

Mi nombre es Alessandra Gihoro y tengo 19 años. Lo se. Soy un poco grande para ser elegida como tributo, pero, hey, conozco chicos de veintitantos que siguen soñando con estudiar en Hogwarts, así que no creo estar demasiado vieja para imaginar mis viajes al Capitolio.

Soy estudiante. Vivo con mis padres y no tengo hermanos, pero apuesto a que no vinieron a saber que o quien soy en este mundo, sino como me convertí en tributo.

Lamentablemente, no puedo decírselos, porque ni yo misma entiendo del todo como pasó, y aun cuando supiera, no se los diría. La carga de saber que ayude a otros a sufrir las perdidas que yo tuve que enfrentar sería devastador. Es una carga con la que no quiero cargar.

Solo les diré que me hice, a través de internet de 3 buenos amigos.

Gisella, Yordi y Hanna son mis mejores amigos de todo el mundo. No solo porque comparten conmigo mi afición por los Juegos del Hambre. Son chicos geniales y es sorprendente el vinculo que uno puede lograr con personas a las que jamás en la vida ha visto a la cara.

Durante ya casi dos años, ellos y yo hemos mantenido una linda y muy fuerte amistad por internet. Quedamos de acuerdo para hacer largas videollamadas, como pijamadas y hablar de cosas, y reír y jugar, incluso ver películas juntos. Cada quien la mira en su PC, pero la empezamos todos al mismo tiempo para reírnos o asustarnos juntos.

Yo siempre supe que Yordi estaba enamorado de Hanna, pero ella insistía en que era Gisella quien le gustaba a él, mientras que Gisella le gustaba decirme que yo era el amor secreto de nuestro amigo mutuo.

"¡Eso no puede ser!" Yo le digo siempre. "¡Tengo novio!"

Mi novio se llama Joseph. Es un par de años mayor que yo y es del tipo de chico que no le gustan los Juegos del Hambre y se sorprende de que me pase horas hablando con mis amigos en internet. Pero es muy lindo y comprensivo y aunque no entiende muchas cosas sobre mi, aun me quiere.

Un día, Gisella y yo, descubrimos que somos capaces de convertirnos en tributos con solo quererlo. No me pregunten como (no se, y no se los diría) pero tiene que ver, creo yo, en parte con las computadoras y con los sueños.

¿Como decírtelo…?

Imagina que de pronto, te encuentras en medio de la Arena de los Juegos del Hambre, y ves frente a ti la Cornucopia, toda llena de armas y comida y herramientas, y miras el lago y el bosque, pero en otras veces es una selva, y en otras un desierto y en otras es un paisaje nevado. ¿Lo imaginas? Pues es así, tal cual.

De pronto, Gisella y yo lo imaginamos y estábamos ahí. ¡Que emoción! ¡Incluso llevamos puesta la ropa de los tributos!

Corrimos por el lugar, escalamos y exploramos y nos dimos cuenta que éramos las únicas. No había mas tributos en la arena.

Entonces, emocionadas, regresamos a nuestras casas y les contamos por internet a nuestros amigos, a Yordi y a Hanna lo que habíamos descubierto.

Ellos al principio no nos creen, pero cuando les pedimos que tuvieran un poco de fe y lo imaginaran y ¡bingo! De pronto estaban con nosotros en la Arena. Yo estaba muy emocionada, porque de estar a miles de kilómetros de distancia en nuestras casas, estábamos los cuatro juntos en la Arena.

Ahí estaba Hanna, con su lindo cabello castaño sonriéndonos y Yordi, delgado y de cabello oscuro. En persona se ve mucho mas bajito que por webcam. Y Gisella, de piel muy blanca, es la mayor de nosotros y a veces nos trata como si fuera nuestra madre.

Nos quedamos en la Arena esa noche, incluso hicimos una fogata porque estábamos en un bosque muy frio y contábamos historias de lo que nos imaginábamos pudiéramos hacer si estuviéramos con otros tributos en los Juegos del Hambre.

Yordi quería aprender a usar la lanza. Yo por supuesto, llevaría un arco igual que Katniss y nadie más que yo podía usar el arco. Hanna nos veía emocionada e indecisa mientras Gisella se reía de nuestros sueños de grandeza.

Entonces, nos dimos cuenta de algo. En ese lugar, todo lo que imaginamos, podía volverse realidad. Lo supimos porque cuando Yordi comenzó a decir que le encantaría tener una lucha con otro tributo y entonces comenzara a llover, una gran tormenta se formó en el cielo y comenzaron a caer gruesas gotas de lluvia sobre nosotros. ¡Casi apagan nuestra fogata!

Nos refugiamos bajo un árbol asombrados, pensando que debía ser una coincidencia. Pero no lo era, pues pronto, Yordi deseo que fuera una lluvia de sangre, como la que cae durante los Juegos del segundo libro, ¡y el agua se convirtió en sangre!

Todos quedamos empapados de sangre muy roja y pegajosa, y Gisella, que para entonces había captado el método, dijo que prefería que dejara de llover y que sobre nosotros viniera una niebla, no venenosa, sino de jabón y shampoo para limpiarnos y a nuestros trajes. ¡Y así pasó!

De pronto todos estábamos cubiertos de espuma de jabón como en un autolavado y quedamos completamente limpios.

Era grandioso, era espectacular, y podíamos desear lo que quisiéramos, y se hacia realidad. Comida, armas, animales incluso y algunos aparecían cerca de nosotros, o bajaban en paracaídas plateados del cielo como si nos lo mandara un patrocinador. ¿Era eso? ¿Teníamos patrocinadores que nos mandaban todo lo que queríamos o era que los Creadores del Juego estaban de nuestra parte?

Lo único que no podíamos hacer aparecer era a mas gente, a otros tributos. Por mas que deseáramos, no sucedía, y entendimos que si queríamos a mas gente jugando con nosotros debíamos invitarla a compartir con nosotros esta Arena secreta donde todo lo que queríamos se volvía realidad.

Aun ahora deseo que jamás hubiéramos invitado a nadie más a compartir el juego.