Disclaimer:
Los personajes y el maravilloso mundo en el que se desarrolla esta historia es propiedad de J.R.R. Tolkien. No hago esto con fines de lucro, solo es por diversión y porque no me gusta ver solito y triste a Thranduil. Aunque creo que el final de la historia le romperá el corazón al pobre. Bueno, ya estoy divagando, la idea es esa.
Summary:
Thranduil e Ithiel luchan lado a lado en las fronteras septentrionales de Doriath. Han crecido juntos, pues son primos. Pero al regresar a Menegroth, los sentimientos que han mantenido sepultados en sus corazones aflorarán. Su amor no está permitido, según las leyes de los Eldar, y sus caminos se distancian cada vez más. ¿Podrá su amor triunfar o el deber se impondrá sobre sus corazones?
[Thranduil x Ithiel (OC)]
Notas del fic:
Quería crear una historia basada en la juventud de Thranduil que mostrara lo cálido que puede ser su corazón con la persona a la que ama (claro que sin dejar de lado su característica personalidad) y creo que no todo OC es Mary Sue si se le da la profundidad adecuada al personaje. Espero no haber fallado, pero eso lo juzgarán ustedes. Situé la historia en Doriath por ciertas teorías que indican que pasó su juventud en aquel lugar. Y como vuelvo a repetir, ruego a los Valar no haber creado a una Mary Sue. Pero no puedo juzgarlo yo misma, por lo que también espero sus opiniones.
Tambien debo mencionar que uso muchas referencias a lugares, así que para entender a cabalidad la historia les será útil un mapa de Beleriand (se lo encuentra rápidamente en Google). Si han leído el Silmarillion entenderán el contexto histórico a la perfección, pero si no lo han hecho, de todas formas los hechos narrados son suficientemente independientes de aquella magnífica obra como para comprender la historia.
Sobre la categoría, la coloqué en LOTR porque aunque se basa en la primera edad los personajes principales no están incluidos en el Silmarillion. Y además planeaba crear una segunda parte desarrollada en la tercera edad, dependiendo de si les agradaba la historia o no.
Bueno, sin más preámbulos, les dejo la historia.
Perdiéndote
Capítulo 01: En las fronteras.
Año 487, Primera Edad del Sol
Las compañías se reunían alrededor de las fogatas, en las fronteras septentrionales de Doriath. Los guardianes de las fronteras celebraban con júbilo su éxito en la campaña y su regreso a Menegroth. Hasta hace unos pocos meses Dimbar había sido invadida por orcos y el terror regía en las fronteras. Pero gracias a la llegada de Beleg Arco Firme en el momento oportuno, la invasión fue detenida y la amenaza eliminada. Ahora con la llegada del invierno la tranquilidad llegaba a las fronteras y los hombres de Bretil podían sentirse a salvo.
Sin embargo, durante las batallas, cuando el peligro había pasado, Beleg se retiró de las compañías de la frontera sin decir palabra alguna a sus compañeros, desconcertando a la mayoría. Llegó imprevistamente en medio de la campaña y se fue de igual manera, como si de un fantasma se tratara.
Alrededor de una de las fogatas se habían sentado un grupo de amigos cercanos de Beleg, y alzaban sus copas en honor al héroe. Ithiel, compañera de batallas de Beleg, se puso de pie y alzó la voz, dirigiéndose a los grupos cercanos:
— Levanten sus copas, hermanos míos. Brindemos por el triunfo del bien sobre el mal. Hoy hemos batido nuestras espadas y hemos enfrentado a la muerte. Hemos arruinado los planes del Enemigo. Pero nuestro triunfo se lo debemos a aquel que no se encuentra ahora entre nosotros. Los veré en 2 semanas, hermanos míos. Disfruten de este breve respiro y renueven sus energías, pues al regresar el campo de batalla estará sediento de la sangre de nuestros enemigos y será nuestro deber saciar su sed. Ahora brindemos por Beleg, nuestro capitán y amigo, por una batalla bien librada y por el regreso pacífico a nuestros hogares.
Todos frente a la fogata alzaron sus copas y brindaron por el ausente héroe. Thranduil, hijo de Oropher, estaba entre ellos. Lucía una reluciente armadura plateada que reflejaba la luz de la fogata. Llevaba el cabello dorado suelto sobre la espalda y sonreía a sus compañeros. Alzó su copa junto a los demás y bebió de ella. Vio a Ithiel salir del ruedo, por lo que silenciosamente la siguió. Cuando Ithiel recorrió cierta distancia, Thranduil le habló desde atrás, sacándola de su ensimismamiento:
— Pensé que incluirías palabras de elogio para mí también, Ithiel.
— ¿No te basta con todos los elogios y cartas de admiración que te haces a ti mismo, querido primo? —Contestó Ithiel con un tono neutral, mientras se giraba lentamente hacia él. Sus ojos tropezaron con los ojos azules de Thranduil.
— Vamos, si no fuera por mí, estarías rebanada cual pan en el campo de batalla —Thranduil usaba un tono burlón, como un niño que quiere enfurecer a su amigo—. Estas perdiendo tus habilidades, Ithiel.
— Me distraje un maldito segundo, ya te lo agradecí —Ithiel respondió rompiendo su tono neutral y cambiándolo por uno levemente iracundo—. Si me lo vas a repetir por el resto de mis días preferiría yacer rebanada cual pan entre los orcos.
Thranduil dejó escapar una risita, contento, sabiendo que ha logrado provocarla y añade, esta vez con un tono natural:
— Basta de dramatismos. ¿Y por qué estas incluso más malhumorada que de costumbre? —Preguntó mientras examinaba con la mirada el rostro de Ithiel—. Juraría que hasta pareces triste.
— No tiene nada que ver contigo.
— Dímelo de una buena vez, Ithiel. O al menos cambia de ánimos.
Ithiel suspiró. Sabía que si no le decía algo seguiría preguntándole hasta hacerle perder la paciencia. Le respondió:
— Déjame aclarar que no es tristeza, es enojo. Tú y yo sabemos muy bien que Beleg ha partido en búsqueda de Túrin, no puede haber otro motivo.
— ¿Y eso te preocupa? —Thranduil preguntó desconcertado, restándole importancia al hecho.
— ¿Y a ti no? ¡Thranduil, nuestro capitán está buscando a un autoexiliado! —Ithiel elevó la voz a la vez que se acercaba a Thranduil, para dar más énfasis en lo que decía—. Necesitamos su ayuda en la frontera, pero él está muy ocupado intentando convencer a Turin de que lo más razonable es volver a Doriath. ¡Pero a Túrin no le interesa lo razonable! ¡Es impulsivo e imprudente! ¡Y su única brújula para distinguir lo razonable ha sido influenciada por su irascible y monumental orgullo! —El enojo era palpable en las últimas palabras de Ithiel.
Thranduil no sabía si reír o abofetearla para que se tranquilice. No podía evitarlo y una suave sonrisa se formó sobre sus labios.
— ¿Te oyes a ti misma? ¿Tú hablas de orgullo? Es más, ahora que lo pienso ambos tienen mucho en común. Un temperamento terrible y un orgullo desmedido.
— Pero no soy impulsiva. Me enfado, pero prefiero callar lo que pienso o siento. Solo lo digo ahora porque hablo a solas contigo —Ithiel se tranquilizaba, parecía recuperar la cordura tras un instante de locura. Luego añadió, tratando de suprimir la tensión anterior—. Además, tú tampoco me puedes juzgar. Tu ego es tan grande que ni Ungoliat podría devorarlo.
Thranduil rió. Tomándola por el brazo, le dijo con tono suave y risueño:
— Vamos, es hora de descansar, comienzas a decir incoherencias.
— No necesito que me digas qué hacer —Ithiel intentaba sonar alegre, pero su rostro mostraba un extraño abatimiento—. Voy a dar unas vueltas por el arroyo, regreso pronto —se dio vuelta y comenzó a andar—. Solo necesito un poco de paz.
Thranduil la miraba avanzar, sabía que al margen de que la partida de Beleg le molestaba, había algo más. Algo que Ithiel no se atrevía a confesar.
Regresó al campamento, pensando en la causa de la sombra que cubría el ánimo de Ithiel, el cual por lo general era más estoico y animado. Analizando la situación, de lo único de lo que podría sospechar era del regreso a Menegroth. Si bien la casa de Oropher, en Menegroth, era el hogar de Ithiel desde que ella era una niña cuando sus padres fallecieron, Thranduil estaba seguro de que a Ithiel jamás le agradó aquel lugar.
