Hola a todos! Aquí Adrienne, con otra viñeta de Sirius y Remus. ¡Los adoro! (por si no os habíais dado cuenta ya, cosa que dudo... xD)
Le dedico esto a mi preciosa Beta, Eis Black, que ha sido la primera a leer esto, y la primera a criticarlo. Sin ti, todos esos errores que notaste estarían aquí! :S
Advertencias: Slash y yaoi, es decir, relación chico - chico. Nada explícito. Si crees que no te gustará, abstente.
DISCLAIMER: NINGÚN PERSONAJE, ESCENARIO O MOTE ME PERTENECE. TODO PERTENECE A LA MEJOR ESCRITORA DEL MUNDO, JOANNE KATHLEEN ROWLING.
31 DE JULIO DE 1980
Una calurosa tarde de finales de julio, los mejores amigos Remus Lupin y Lily Potter combatían el calor sentados en el sofá de una bonita casa en el Valle de Godric, con un gran cuenco de helado de chocolate cada uno, mientras sus respectivas parejas habían ido a comprar. Lily, con una barriga enorme, estaba hablando en ese momento.
- Pues Remus, ¿te has enterado de lo último? - le preguntó la pelirroja - Ayer, Alice Longbottom tuvo a su hijo, llamaron Neville.
- ¿Alice y Frank, los de la orden? Pues no lo sabía... ¡La verdad, Lily, no sé como te enteras de todo! - los dos amigos rieron, por enésima vez en esa agradable tarde que estaban pasando - Ahora vuelvo, voy al lavabo - dijo Remus, levantándose y yendo hacia el pasillo de la derecha.
Mientras el licántropo estaba en el lavabo se oyó un pequeño grito de Lily y un golpe seco, como si algo cayera al suelo. Remus volvió corriendo al comedor, preocupado, aún subiéndose la bragueta.
- ¿Lily, qué te pasa? - al llegar a la sala, Remus vio todo el bol de helado por el suelo, y como Lily miraba asustada un creciente charco de líquido, que iba mojando el sofá por momentos.
Inmediatamente, el licántropo la ayudó a levantarse, y con la varita conjuró un patronus para enviarle un mensaje a James y Sirius. Luego la llevó hacia la chimenea, y usaron la red flu para llegar al Hospital de San Mungo.
A unos pocos kilómetros de allí, dos merodeadores entraban en el desierto aparcamiento de un hipermercado muggle, montados en una gran moto negra.
- ¿Tienes la lista de lo que hay que comprar, Padfoot? - le preguntó a su acompañante el que había ido atrás, mientras se quitaba el casco y se volvía a poner sus gafas.
- La tenías que coger tú, Prongs. - dijo el de pelo largo tranquilamente, con una media sonrisa en los labios, a la vez que disimuladamente sacaba su varita y le ponía un hechizo antirrobo a su preciosidad.
- Mierda, mierda, mierda. - se escandalizó James, mientras se pasaba una mano por el pelo, nervioso - ¡Por Merlín, dime que no nos la hemos dejado! Lily me mata si la pierdo...
- Claro, que no, Prongs. Tranquilízate. - le dijo Sirius a su amigo, riendo, mientras cogía un trozo de papel doblado del bolsillo interior de su chaqueta de cuero - ¡Deberías haber visto tu cara! Esa mujer te controla demasiado.
- Pues a mi no me hace ninguna gracia, Black - le replicó su amigo, cruzándose de brazos - ¡En pocos días va a nacer mi hijo, tu ahijado, y tu estás haciendo bromas!- Vale, vale. Pero deberías relajarte un poco, tío. - Sirius le pasó el brazo por los hombros, y juntos empezaron a ir hacia la entrada de la tienda - Venga, Bambi, va...
En ese momento, un destello plateado entró volando, se materializó en forma de lobo enfrente de los dos, y empezó a hablar con la voz de Remus
- ¡James, Sirius, venid rápido! Lily acaba de romper aguas, vamos hacia San Mungo. ¡Ni se os ocurra entreteneros!
Cuando el patronus se volatilizó, los dos merodeadores se miraron alarmados, y a James le volvió el viejo tic de revolverse el pelo. En cambio, Sirius empezó a hablar muy rápido.
- Joder, la maldita pelirroja tenía que ponerse a parir justo ahora, ¿no? ¡Mierda, James! ¿Qué hacemos?
- ¡Relájate, Padfoot, relájate! - le gritó James, aunque él mismo no estaba siguiendo su propio consejo - Ahora vamos, cogemos tu moto, y vamos hacia el hospital. Sí, eso haremos, volaremos hacia San Mungo. - decidió por sí solo el de gafas, que ya había empezado a andar hacia el mágico vehículo.
- Eso sí que no, Potter A la mierda la moto, vamos ahora mismo a ver a tu jodido hijo - Sirius llegó hacia su hermano, le puso una mano en el hombro, y juntos desaparecieron en dirección al hospital de los magos.
Sirius y James aparecieron en la zona habilitada para ello en San Mungo, y empezaron a correr hacia la recepción de la planta baja, sorteando un montón de magos y brujas con todo tipo de afectaciones raras. Para cuando llegaron al mostrador, los dos estaban jadeando e intentando recuperar la respiración.
- Perdone, perdone, lo siento... - decía James mientras iba avanzando con los codos en la larga cola de personas que esperaba para preguntarle cosas a la joven chica de detrás del mostrador. Si se oyeron protestas por su acción, él las ignoró - ¿Dónde está Lily? - le gritó a medio metro de su cara - ¡Quiero saber dónde está mi esposa!
- Señor, debe volver a la cola. - le chica apenas le dedicó una mirada - Hay gente esperando. Cuando llegue su turno, le atenderé encantada.
- Perdone a mi amigo, señorita. - Sirius se colocó al lado de James, produciendo aún más protestas en la gente de la cola, y pestañeó hacia la recepcionista mientras sonreía - Su esposa se ha puesto de parto, y nos gustaría saber dónde está. Y la vimos a usted, y pensamos: Seguro que esta chica tan guapa nos puede ayudar...
- Sí, sí, por supuesto. - accedió la recepcionista, deslumbrada por Sirius - Quinta planta, materno infantil. Vayan al ala oeste, y pregunten allí.
- Gracias, guapa. - la volvió a halagar el animago, guiñándole un ojo, mientras cogía por un codo a James y se lo llevaba - Hasta pronto.
Los dos animagos empezaron a andar a paso rápido, y no pararon hasta haber subido los cinco pisos por las interminables escaleras.
- Por cierto, Prongs. - lo avisó Sirius cuando llegaron al quinto piso, justo antes de hablar con la recepcionista de allí - De lo de abajo, ni una palabra a Moony, ¿entendido? - cuando el otro animago asintió, sonrió - Vale. Ahora, vamos a ver al imbécil de mi ahijado.
