Nota: Katekyo Hitman Reborn! no me pertenece, hago esto sin fines de lucro y por placer.

Parejas: Principal 1827, leve 6927.

Advertencias: Posible Lime, o incluso lemon. Muerte de personaje? Y tal vez Ooc.


Capitulo

-1-

¿Soy hermosa Tsu-kun?

Sudó frío. Oh, por su amada madre, mentiría si dijera que estaba siempre preparado cada que ella peguntaba. Ciertamente ensayaba diariamente, se repetía una y otra vez la frase y el cómo debía de responderla. Pero nunca era suficiente a la hora de la verdad.

"E-Eres la más he-hermosa de todo el re-reino Ky-Kyoko-chan" lograba decir siempre con la mirada en el suelo, un interminable temblor en sus manos y su voz entrecortada, segundos después se esforzaba en levantar su vista y hacer una pequeña mueca tratando de sonreír. Porque pese a todo, a él le encantaba lo que venia a cambio.

Kyoko dio una vuelta aun frente al espejo en el que segundos antes se miraba, el fino vestido ondeo pareciendo una flor, deteniéndose frente a Tsunayoshi. El elaborado vestido color rosa pastel, su cabello castaño claro, tan reluciente, y esa sonrisa tan alegre. En ese instante Tsuna estaba convencido que lo que decía era cierto.

Sasawaga Kyoko era la "legitima" heredera al trono, ya que era la única hija del viejo rey, pese a que su madre había sido una simple sirvienta: Sawada Nana, quien a su vez era la madre de Tsunayoshi. Claro que todo esto se mantenía en secreto. Sería un verdadero escándalo si alguien se llegara a enterar de tal barbaridad. Tsuna por otro lado había sido hijo de uno de los guardias del rey, con quien Nana estaba oficialmente casada, y de quien quedó viuda poco después de dar a luz a Tsunayoshi, pasando a ser la concubina del rey. Cosa que nadie sabía, más que la propia Nana y el rey, ambos ya en la frialdad de la tierra.

Kyoko tomo de las manos a Tsuna y comenzó a danzar con él. "Siempre seré la más bonita, ¿Verdad Tsu-kun?". Y Tsuna, cegado tanto por el cariño que le tenia a su menor, así como el miedo que le infundaba la misma, le daba una vuelta y decía en un suave susurro "Kyoko-chan es la más hermosa para mí." Quedando entonces satisfecha la ojimiel y el tema olvidado, por el momento.


Pasaba más de medio día y Tsuna estaba cercano a terminar sus deberes, tenia que ir al pueblo a comprar suficiente alimento para los próximos tres días, hacer de comer para "ellas" y finalmente arreglar uno que otro asunto por Kyoko. Así, poco antes de que comenzara el atardecer podría descansar, para la "jornada nocturna" que tenia que hacer.

Compró arroz, lenteja, trigo, pan y un poco de carne junto con unas cuantas verduras, todo con cuidado al ser seleccionado, tratando de pasar desapercibido con una gruesa y sofocante capa. No soportaba las miradas de resentimiento que solían darle a aquellos que trabajaban para su majestad, pero no los culpaba, se lo merecía, y lo sabía.

Para cuando regresó al castillo eran alrededor de las dos de la tarde, se dirigió hacia las cocinas y empezó su labor, cocinar era una de las pocas cosas que hacia bien y que le gustaba hacer, le recordaba cuando su madre aún vivía. Terminó y empezó a servir la comida en diversos platos una vez hecho acomodó los platos que más aguantara un pequeño cochecillo, probablemente tendría que dar demasiadas vueltas, pero eso no importaba. Dirigió su andar hacia los múltiples y solitarios pasillos del castillo, yendo cada vez un nivel más bajo, cada vez más frío. Se posiciono frente a una gran y vieja puerta de hierro, que al empujarla soltaba un rechinar horrible, debido a lo vieja, oxidada y casi olvidada que estaba. Se aproximo a la primera celda dejando seis platos cerca de ella y dos piezas de pan, no se atrevía a echar un vistazo alo que había dentro de esta, aun que ya lo sabía. Ignoraba los quejidos, o eso trataba, siguió y la próxima celda dejó 7 platos más, hasta que termino los 24 platos que llevaba en ese carrito.

Así continuó su tarea, yendo y regresando a la cocina al menos 9 veces más.

En el décimo y último viaje solo llevaba 3 platos, se había dedicado a ponerle más ración a esos últimos, incluso llevaba una pieza de más extra. Sabía que eso no compensaba ni por asomo todo lo que ellas habían pasado. Era una forma estúpida de tratar de redimirse. Pero no sabía que más podía hacer, y liberarlas no era una opción que el pudiera hacer, no que no quisiera.

" ¿Tsuna-san…?"

No, por favor. No podía escucharlas, no debía. Tomo los dos platillos y los dejo rápidamente frente a la celda, volteó para tomar el último plato junto a los cubiertos.

"Tsu-Tsuna…-sama…"

Se mordió el labio y apretó sus parpados. Podía sentir como un inmenso nudo en la garganta se formaba junto a un doloroso hueco en su corazón.

Dejó torpemente el plato y los cubiertos, solo le quedaban las tres piezas de pan para cada una.

"He…Hermanito"

Su cordura se fue al traste. "Lo siento" Agacho la mirada cobardemente, como si esa frase resolviera todo. "Yo…lo…lo siento mucho…"

El largo pasillo del calabozo estaba en silencio, y frío, un frío que sentía ahora más que cuando empezó su labor. Tres platos, tres cucharas, tres panes. Y el aun no se dignaba a mirar.

"Por favor…sácanos… Tsuna-san" Escucho una voz muy suave y algo rasposa, que en otros tiempos estaría llena de energía.

"Tsuna-sama…esto…esto está mal, por-por favor" suplico la otra voz, si no fuera por el silencio absoluto posiblemente jamás hubiera sido escuchada. Pero ese no era el caso, ahora e incluso años atrás, el la hubiera escuchado perfectamente. Igual que la voz anterior sonaba rasposa, débil…enferma. Se estremeció. "No Puedo."

Cuando sintió un frío toque en su mejilla por fin se digno a levantar la mirada, no se había dado cuenta que había empezado a llorar y que una pequeña mano trataba de limpiar sus lagrimas. "Hermano, no llores…"

Tomo entre sus manos aquella que le había limpiado. "Perdóname I-pin… Perdóname Haru… oh Dios, Perdóname Chrome"

Ni siquiera sintió cuando quedo de rodillas en el suelo. "Es la única forma de que puedo mantenerlas a "salvo", ¡perdón!, soy un inútil" Gimoteo tratando de redimirse, tratando de excusarse.

Hace casi 5 años que Kyoko había subido elegida como sucesora, hacia tres que por alguna razón su actuar cambió. Que su obsesión nació. Hacia año y medio que se había vuelto reina… hacia un año que mando a encerrar a todas las mujeres el reino. Aquellas que habían tratado de huir habían sido asesinadas de formas horribles… y solo aquellas que ya no eran "útiles" volvían a el pueblo. Aquellas que ya no eran "hermosas". Porque solo Kyoko lo "era". Hacia un año el "perdió" a su hermanita de 7 años para poder salvarla, perdió a sus mejores amigas.

Las tres chicas no volvieron a decir una palabra, Tsuna tomo devuelta el carrito y volvió sobre sus pasos. Iría de nuevo en la noche, para la cena, para dejarles más mantas…para desearles buenas noches.


Eran las seis de la tarde y ya había acabado sus deberes, y los de Kyoko. Ahora solo le cepillaba el cabello suavemente después de que ella hubiera tomado un baño.

Kyoko le miraba fijamente a través del espejo, él seguía en su labor. "Tsu-kun…" Le llamo risueña. " ¿Si, Kyoko-chan?" Contesto cariñosamente a su llamado.

"Te amo"

Kyoko no dejaba de sonreír, Tsuna no respiraba.

La castaña mantenía un ligero rubor en sus mejillas, un brillo en sus ojos y la sonrisa seguía resplandeciente. " ¿Tu me amas también Tsu-kun?" Y más que pregunta, Tsunayoshi lo sintió como una afirmación, como algo a lo que solo le estaban solicitando que inútilmente confirmara algo que así era por ley. "…Por supuesto, Kyoko-chan. Te adoro". Ella reboso en felicidad. Si eso la hacía feliz, Tsuna sangraría las veces que fuera su boca.

Porque tanto como era verdad, como era una total mentira, o eso sentía. La quería, realmente la quería… la Adoraba, como un creyente adora a su Dios. Pero sabía que no la amaba. Jamás lo haría. Todo era confuso.


Era cerca de las 11 de la noche, su reina yacía dormida desde hace una hora, era tiempo de que siguiera con su "labor nocturna".

No había mujeres, eso era un hecho. Hermanas, esposas, hijas, madres, todas ellas estaban recluidas en el castillo. Para la mayoría en el castillo les era increíble como los aldeanos aun no hacían arder en llamas el castillo- aun que eso poco y nada les hubiera resultado.- y eso era gracias a Tsuna. Por la labor que hacia desde hacia unas semanas atrás.

El hermano de Chrome, Mukuro, hubiera hecho algo más que solo quemar el castillo desde el mismo momento en el que Chrome fue encerrada.- cosa por la cual nunca le culparía, era más que justo, pero no lo podía permitir.- así que Tsuna se vio forzado a calmar a la multitud, pues Kyoko estaba más que eufórica por su decreto de "no mujeres", sin contar que poco y nada le importaba el pueblo, solo lo suficiente como para mantener su riqueza.

Mukuro, que lideraba la revuelta desde hace un mes, se reunió con Tsuna, el sirviente más cercano y fiel a la reina.

"¿Qué harás, Sawada Tsunayoshi?" Cuestiono mientras jugaba con el tridente que llevaba. "Porque créeme que el apreció que te tengo será nada si algo le ha llegado a pasar a Nagi por los estúpidos caprichos de una mocosa."

Tsuna concordaba con ello. Negó suavemente con su cabeza "Nunca permitiría que le pasara algo, ni a ella ni a las demás, por ahora esto es lo mejor que puedo hacer… si hubiera permitido en aquel entonces que la liberaras ella probablemente hubiera terminado condenada…junto contigo" Inhalo tratando de calmarse, aun recordaba los castigos que recibieron aquellas pocas mujeres que intentaron huir, junto con los que trataron de ayudarlas.

"¿Y qué harás? En un principio esto era por mi hermana, ahora sé que contigo a su lado estará lo mejor que se pueda en estas malditas condiciones, pero ¿y los demás hombres? ¿Quién hará las funciones de sus mujeres, de sus amantes, de sus madres? Ni yo puedo detenerlos siempre Tsunayoshi. Mi prometida fue una de las que ardió en castigo." Y no es que el la amara, pero algo, era algo, aunque fuera el plan de tenerla, obtener sus bienes, jugar con ella y después desecharla. Vamos, que como hombres tenían necesidades. A la única mujer que jamás dañaría porque le quería era a su linda hermana.

Lo siguiente que recordaba era Mukuro sobre de él, ofreciéndole un trato y seguido de eso él y varios hombres rodeándolo. A la mañana siguiente había despertado en un cuarto ajeno, sin ropa, aun lado de Mukuro mientras sentía su vientre de alguna forma lleno y un dolor increíble en todo su cuerpo, sobretodo en la parte baja de su espalda.

Eso se había estado repitiendo cada noche desde ese trato. Si Tsuna satisfacía esas necesidades, no veían por qué armar revuelo próximamente.

A la mañana siguiente, como costumbre Tusa amaneció en una mullida cama en una cabaña a las afueras de la ciudad y con el dolor acostumbrado,

Como pudo caminó hacia el castillo, tenia que llegar antes de que Kyoko se despertara, pero su cuerpo realmente no daba más, esta vez realmente se habían pasado. Ni siquiera tres horas había dormido.

Termino recargándose en un frondoso árbol cerca del castillo, aun no salia el sol y eso era bueno…talves..se quedaria dormido un momento…

-¿Qué haces aquí a estás horas, mocoso?- O tal vez no.

-"Se-señor..?" – Respondió terminando de despertarse, viendo al imponente sujeto frente a él.

Sonrió de una forma indescriptible, mientras se acomodaba la fedora. "Chaos".


Review?