¡Muy buenas tardes a todos los que hayan llegado aquí por casualidad! :D Les traigo una nueva historia y espero que la disfruten. Esta vez tenemos a Steven Stone de protagonista y el mundo de particularidades que acontecerán en su vida.
Quiero dedicar este fic a una querida amiga Alba (Kahlan_Aka05) que no sólo comparte mi gran amor por este increíble campeón, sino por haberme animado a escribirla y darme su visto bueno y todo eso =3
Sin mayor dilación, disfrútenlo y bueno nos estaremos leyendo posteriormente. Matta ne~
Capítulo I
Incertidumbre
Pesado. Era así como se sentía su cuerpo mientras más rápido intentaba ir, entre más deseaba alejarse de aquella figura que no se deseaba dejarle escapar. ¿Pero por qué escapaba y no le encaraba directamente? Él simplemente no era de esa clase de personas.
Su pecho dolía por el sobreesfuerzo y las pulsaciones por segundo de su corazón estaban volviéndose caóticos ecos a lo largo del angosto túnel que no parecía tener un fin determinado. Y al mismo tiempo ansiaba encontrar la desesperante luz del exterior, negándose a apartar su mirada de la silueta que lo asediaba en total silencio.
—¡Aléjate!¡Yo no he hecho nada!¡No he robado absolutamente nada! –profesó en gritos entre cortados, gracias a la dificultad que poesía ahora por el esfuerzo físico que le demandaba a su cuerpo.
—…Tú la has tomado… Devuélvemela en ese preciso momento…-objetó con ese timbre casi sepulcral, rozando a lo áspero.
—No sé de qué hablas, ¡pero yo no tengo absolutamente nada! Ni siquiera sé en dónde demonios estoy…
Creía que todo su trayecto sería recto, sin tener la necesidad de decidir absolutamente nada. Pero estaba errado. A menos de diez metros una directriz se postró ante sus descalzos pasos, obligándole a pensar rápido y a rezar para que la dirección a tomar no le llevara a un callejón sin salida.
—…No puede salir de este templo… Ningún ser humano debería tenerla en su control… Sólo traerá catástrofes y desgracias para humanos y pokémon… -¿qué es lo que estaba pidiéndole con tanta insistencia? Él no había tomado absolutamente nada.
—¡Pero si he dicho que yo no tengo….! –guardó silencio abruptamente. Lo hizo en el instante en que su mano se coló hacia lo que pendía alrededor de su cuello-. ¿Pero qué…es esto? –sus vibrantes pupilas lo enfocaron en ese particular llamador de ángeles oxidado que llevaba consigo; uno que no sabía cómo había llegado hasta allí o qué era lo que contenía.
—…Lo has robado… ¡No eres más que un ladrón, un vil raptor que quiere que la desgracia vuelva a repetirse!
Ya no podía contemplar a ese extraño de máscara. No porque se hubiera librado de él, sino más bien porque toda su atención se enfocó hacia adelante; nuevamente existían bifurcaciones y su endeble juicio nublado por la desesperación.
—¡No escaparás! –gritó ahogadamente, extendiendo aquella envejecida y huesuda mano hacia él, en un intento fallido por cogerle.
—Si es lo que quieres, te la daré…¡Toma! –palideció en cuanto se dio cuenta de que ya no poseía aquel objeto de disputa. ¿Cómo se esfumó sin darse cuenta?¿Había estado allí desde el inicio o solamente lo había imaginado?
Derrapó inconscientemente para prevenir el impacto directo contra ese robusto muro. ¿Cuándo se le acabó el camino?¿Y cómo es que no había otra salida?
—…Ya no tienes por dónde escapar…
Retrocedió, chocando contra el muro que le privaba de su libertad. Y admiró sin desearlo, con mejor lujo de detalle, la máscara tribal que portaba y que ocultaba su identidad de cualquier curioso indeseable.
¿Qué es lo que iba a hacerle?
—Yo no tengo nada –recriminó, frunciendo el ceño.
—Claro que sí. La tomaste de su recinto y te la has echado en el bolsillo –dos pasos le bastaron para estar cara a cara con el intrépido muchacho; ¿un adulto debería comportarse tan duramente con un crío?
—No miento. Si he dicho que no la tengo, es porque no la tengo –debía agarrar todo el valor que su pequeño cuerpo pudiera proporcionarle para no claudicar. Y aunque era claro que ese hombre le aterraba, tanto por esa máscara de tonos negros y carmesí, como por lo primitivo de sus ropajes.
—…Nadie debe tener un poder tan grande entre sus manos…
Él cerró sus ojos, apretándolos con intensidad. Ladeó su rostro y se sujetó con fuerza a la superficie de la pared. Temía por el contacto inminente y su escape imposible. ¿Las cosas iban a concluir de esa manera?
—¡Aléjate! –gritó tan fuertemente como para que alguien pudiera escucharle.
No obstante, no podía mantenerse así por más tiempo. Debía encarar las circunstancias que le rodeaban y a la vez, descubrir su macabro futuro.
Pero había algo diferente en su entorno.
—¿Otra vez has estado exigiéndote más de la cuenta, Steven? –ese tono tan ridículamente familiar le hizo centrarse de golpe. Todo había sido una casi surrealista pesadilla.
—Sólo salí por un par de semanas. Hallé una nueva zona arqueológica que quería investigar lo antes posible –cayó en cuenta que se había quedado totalmente dormido en ese cómodo y largo sillón. ¿Cómo fue que pasó algo como eso? Hasta donde estaba consciente, se hallaba trabajando en su oficina.
—Deberías tomarte unas buenas vacaciones, amigo mío –recomendaba Wallace, con esa sonrisa que tanto le caracterizaba.
—Decidí que usaría mis vacaciones investigando esas viejas ruinas –mencionó. Su buen amigo se limitó a suspirar.
—¿Por qué no me imaginé que usarías tus vacaciones para hacer algo como eso? Creo que tu padre tiene razón.
—¿En qué? –se puso de pie, intentando arreglar un poco su arrugado traje. Vaya que era vergonzoso quedarse dormido y que alguien más se diera cuenta de ello.
—En estar preocupado de tu futuro… Hijo ejemplar, altruista, trabajador, responsable, apasionado de la arqueología y geología, entrenador modelo, popular entre las mujeres… Algo así como la perfección andante –se burló a sus anchas como en pocas ocasiones lo hacía-. Pero sin prospecto a futura Sra. Stone…-siseó como todo un bribón.
—¿Otra vez con eso? –estaba cansado de esas indirectas hechas por su progenitor y él.
—Estás en la primavera de tu adultez, Steven… Y dudo que te falten prospectos –optó por tomar asiento, enfocando su aguamarina mirada en su viejo amigo-. Conozco a más de una que no le importaría ir a excavar piedras a tu lado por el resto de su vida.
—Deja eso, Wallace –rogó con esa miradilla a la que pocos se resistían; lástima que ese hombre pasaba de ello magistralmente.
—Bueno, bueno, para que no digas que soy un mal amigo, lo dejaré…por esta ocasión –una victoria a medias, pero era mejor que nada-. Por cierto, te llegó eso mientras dormías plácidamente…-la mirada del hombre se direccionó hacia el paquete que descansaba ahora en el escritorio del futuro sucesor de Devon.
—Me pregunto qué será.
—Apuesto mi título de campeón a que se trata de piedras –decía el otro muy seguro de su conclusión.
Indudablemente la boca de ese hombre estaba cargada de razón.
—El remitente ponía a un tal Liam. Pero más allá de eso no hay más -hablaba el campeón de Hoenn.
—Y por lo visto ha dejado su tarjeta de presentación -Stone tomó ese trozo de papel, pareciéndole de lo más curioso lo que en ésta se ponía-. "Las manecillas del reloj amenazan con detenerse y rotar hacia su sentido opuesto".
—Eso sí que es un mensaje excéntrico -aseguraba que su amigo atraía a personalidades bastante únicas y excéntricas.
—Algo así como un acertijo -profesó con enorme interés-. Quizás si logro averiguar de dónde proviene este fragmento de piedra, hallé alguna respuesta.
—O te des cuenta que sólo están jugando una broma -alegaba el otro.
—Lamento interrumpir su amena charla -un tercero se unió a la plática tras el sonido familiar de la puerta siendo abierta.
—Padre.
—Quería pedirte que te dirigieras a Sinnoh para que te encuentres con nuestro futuro socio.
—Casi lo había olvidado -Steven y sus momentos de distracción.
—La cita será la siguiente semana -continuaba informando el padre de éste con esa tranquilidad y paciencia que le caracterizaban.
—Es bueno saber que el negocio está yendo muy bien.
—Oh Wallace, si tan sólo mi hijo ampliara su panorámica, este viejo no tendría nada de qué angustiarse.
—Es lo mismo que yo le digo... No todo en esta vida son piedras raras -rió por lo bajo junto al padre del ex campeón. Steven sólo torció el ceño tenuemente.
—Continuaré con mi trabajo -dictaminó antes de salir, dejando a aquel par con el gusto de haberle echó ligeramente enfadar.
Habían sido varios días de largo y cansado viaje a través de una región que les resultaba en su gran mayoría desconocida y emocionante. Sin embargo, supieron en el instante en que sus pasos se detuvieron frente a aquella reliquia del pasado, que todo el tiempo y energía invertidos habían valido la pena.
¿Por cuánto tiempo aquellas ruinas habían cautivado al ser humano con sus palpables pero indescifrables secretos?¿Cuántos antes que ellos decidieron adentrarse en sus oscuras y húmedas entrañas para hallar algún enigma que revolucionara al mundo?
Sin importar la obviedad que pudieran encontrar en las Ruinas Sosiego, estaban dispuestos a llevarse consigo una buena experiencia.
—No imaginé que terminaríamos viniendo hasta este sitio, Steven –habló con una tenue sonrisa de satisfacción en sus labios, enfocando su esmeralda mirada en el joven que estaba a un par de pasos de distancia.
—La muestra que fue enviada a mi domicilio hace dos semanas atrás proviene indudablemente de esta zona. La composición de las rocas es particular del Pueblo Sosiego, no obstante, hay algo extraño que no encaja del todo…-acarició su mentón con suma sapiencia, postrando esa casi platinada mirada justo en la entrada de tan afamado lugar.
—Así que iremos a investigar para hallar una muestra semejante…
—Esa curiosidad tuya está mal direccionada –suspiró tendidamente la castaña, recogiendo su ondulante cabellera en una coleta alta; les esperaba un largo período de trabajo.
—No tenías que venir conmigo si no lo deseabas así, Iana –pronunció con su usual tono. Ella lo conocía y se imaginaba que ese trabajo le absorbería por completo que se olvidaría de esas tareas cotidianas y necesarias para sobrevivir.
—Tu padre se preocupa cada que sales de expedición, temiendo que olvides que los seres humanos también comen y duermen –se burló sin condolencia. El ex campeón sencillamente le miró con resignación; sabía que tenía razón.
Existía la suficiente iluminación como para no requerir de linternas o cualquier objeto que sólo entorpeciera sus ansias de exploración. Aunque el hecho de que el lugar poseyera siete salas, cada una con cuatro cámaras, no hacía del recorrido algo simple.
Indudablemente era una labor que requería una buena condición física y un nulo temor a estar en espacios cerrados por demasiado tiempo.
—Para ser un lugar repleto de Unowns, no nos hemos topado con ninguno –las cándidas pupilas de la joven apreciaban la pared que estaba a nada de rozar con su hombro; sólo se apreciaban jeroglíficos indescifrables con imágenes recurrentes de esos enigmáticos pokémon.
—Dudo que sean afectos a mostrarse a los humanos así como así, especialmente si éstos están invadiendo su hogar –ya había hecho una pausa a su andar. Algo sobre el suelo captó su atención por completo.
—Qué…hermoso es…-Iana no demoró en agacharse al lado del peli azul, apreciando en detalle la magnificencia de ese mineraloide conocido humildemente como ópalo.
—Un ópalo nebulosa –susurraba-. No es como si fueran comunes por aquí…-su dedo índice y pulgar mantenían de pie al fragmento de sílice para una mejor apreciación.
—Quizás si continuamos indagando, hallemos más sorpresas.
Perdieron completamente la noción del tiempo después de ese pequeño hallazgo. Pero poco les importaba cuando se percataron de que habían logrado su cometido: recorrer hasta la última sala que conformaban a las ruinas. Y al mismo tiempo, habían logrado hallar lo que con tanto ahínco vinieron a buscar.
—…Las tres de la mañana, no me lo creo…
El cielo completamente embebido por la penumbra, las tintineantes estrellas y una media luna, fueron los atributos naturales que les saludaron en cuanto abandonaron esas antiguas ruinas.
—Hemos obtenido lo que veníamos a buscar, así que no hay problema… Ahora tenemos que montar la tienda de acampar –recomendó, con sus brazos llenos de valiosos especímenes.
No habían transcurrido ni un par de horas de que habían logrado dormir, cuando abruptamente tuvieron que abandonar el confort de sus plácidos sueños.
¿Qué había sido ese estruendo? ¿Por qué se escuchó como si algo se hubiera derrumbado ante un gran peso? Lo único que podían deducir era que provenía del interior de las ruinas.
—¿Crees que debamos ir a ver qué es lo que ha ocurrido? –interrogaba la joven, ya alistándose para entrar a las ruinas.
—Tenemos que averiguar qué es lo que ha pasado.
Parecía ser que sin importar por dónde buscaran, el resultado continuaba siendo el mismo. ¿Es que había sido una alucinación colectiva?¿La falta de horas de descanso, acaso? Juraban que algo se había desplomado y no obstante, todo el lugar parecía estar totalmente intacto.
—Ya revisamos todo y no hemos hallado nada, Steven –la castaña alumbró frente suyo, disipando tenuemente la oscuridad que se respiraba en aquella sala.
—Estoy seguro de que pasó algo –su obstinación podía ser de enorme beneficio, especialmente bajo esa clase de momentos.
—Por lo visto tu pequeño Aron tiene la misma sensación que tú –aquel pokémon de acero estaba más que decidido en rasgar aquella pared lateral.
—No creo que debas seguir con algo como eso –pidió amablemente a su pequeño amigo, no obstante, éste parecía estar empeñado en continuar con su faena.
Se quedaron totalmente mudos ante el repentino y furioso movimiento de la tierra. Apenas y habían tenido tiempo de sujetarse y resistir todo ese funesto tambaleo. Incluso fueron afortunados de no ser aplastados por esos fragmentos de techo que se desquebrajaron en un parpadeo.
Y aunque transcurrieron varios minutos antes de que pudieran sentirse seguros, sus miradas se hallaban totalmente puestas en el enorme hueco que se formó gracias al sismo recién vivido y el empeño de esa pequeña criatura.
—¿…Había una sala secreta…?
—Es lo que parece –Steven fue el primero en acercarse para contemplar lo que había más allá de esa caída pared.
—Ten cuidado –ella por su lado mantuvo su distancia. No tenía tanto temple para hacer lo que él.
Alumbró hacia su derecha, ubicando únicamente escombros y una ligera cortina de humo que se negaba a ceder. Alzó su atención hacia el techo y solamente ubicó la segunda planta que se cernía sobre ellos. Pero había algo en esa pila de fragmentos de rocas arcillosas que juraba se movían tenuemente en espasmos amplios de tiempo.
Movilizó sus manos para retirar cada uno de esos fragmentos rocosos y desenterrar lo que fuera que estuviera allí.
Y vaya sorpresa fue la que encontró.
—Pero si es…
Su respiración era inestable, por lo que dejaba más que claro que había estado sometida a un esfuerzo físico prácticamente sofocante para su complexión y condición atlética. Y a la vez apreciaba su esfuerzo por no caer en el mundo del inconsciente, algo que era casi imposible si se apreciaba su alarmante condición.
El escandaloso carmín había corrompido la mayor parte de su brazo derecho, humedeciendo sus ropajes y al mismo tiempo declarando que una profunda herida podría yacer escondida, más que dispuesta a poner su vida en incuestionable peligro. Incluso aquel rostro perturbado por el punzante dolor, mostraba estragos carmesí.
—Tenemos que sacarla de aquí inmediatamente o podría ser demasiado tarde –el tiempo era vital, por lo que no demoraría en actuar.
Nunca creyeron que aquella expedición tendría un desenlace como ése. Pero ambos estaban conscientes que accidentes como esos podrían ocurrir con una frecuencia alarmante, por lo que no se debía escatimar en cuidados.
Y siendo no más allá de las diez de la mañana, habían trasladado su pequeña aventura al hospital más próximo mientras aguardaban a que el médico llegara para indicarles la condición de aquella joven.
—¿Cuál es su condición? –interrogó Steven tan pronto cruzó mirada con quien se encargó de atender a la convaleciente chica que llevó a urgencias.
—Estable –contestó, clavando su mirada en Stone-. Aún no ha recobrado el sentido, pero es muy probable que sufra de amnesia temporal por el traumatismo que ha presentado. Y con respecto a la otra herida, no hay nada que preocuparse; fue causada por un pokémon salvaje, pero no fue demasiado profunda.
—Me pregunto cómo fue que llegó a ese sitio en primer lugar. Las otras dos entradas de las ruinas no son conocidas por la gran mayoría –no era la única que se preguntaba algo como eso.
—Gracias por todo –fueron las palabras de agradecimiento que abandonaron sus labios.
—Si desean entrar a verla, aprovechen que pronto será la hora de visitas. Su habitación es la 22 –informó el hombre antes de marcharse.
—Iré a verla, así que espérame aquí, Iana.
—Espera…-fue inútil, para cuando reaccionó, Steven ya se había adelantado hacia el elevador-. Supongo que está bien que sea tan buena persona.
No demoró demasiado tiempo en llegar hasta la habitación indicada. Y de alguna manera se sintió un poco absurdo por detenerse a tocar; estaba claro que nadie respondería y que esa formalidad estaba de más en un momento como ése. O eso fue lo que creyó.
—…Permiso –fue la fugaz palabra que escapó de su boca antes de cruzar el umbral y cerrar la puerta detrás suyo.
Allí estaba la chica a la que había salvado de una muerte segura. Permanecía recostada en una apacible cama individual al tiempo que la suave brisa exterior se colaba por la ventana.
Fue entonces cuando logró apreciar la apariencia real de esa chica.
Su cabellera era lo suficientemente larga como para llegarle sin problema alguno hasta sus rodillas al tiempo que un flequillo en uve decoraba tímidamente su frente y se tornaba más largo e impasible hacia los extremos de su rostro. Poseía una coloración bastante particular; una que indudablemente se asemejaba al cálido tono azul pastel pero con suaves toques platinados.
Aunque lo que más captaba la atención era la heterocromía de la que era víctima. Mientras el dorado de su derecha resplandecía por sí solo, el amatista de su ojo izquierdo poseía su propio encanto.
—¿Dónde…se supone que estoy? –no le sorprendió su interrogante, pero si el hecho de que luciera un tanto inquieta y deseosa por ponerse de pie.
—Un hospital –se acercó un par de pasos antes de tomar asiento en la única silla disponible. Sospechaba que la charla sería larga.
—¿Hospital…? Mmm…. ¿Es algo así como un albergue para las personas malheridas? –indudablemente sus recuerdos debían estar perturbados por el impacto que sufrió.
—Justamente. Y por ello te hemos traído aquí.
—Gracias –su sonrisa era pequeña y apenas perceptible para los que no fueran demasiado observadores, pero allí estaba-. Posiblemente no hubiera salido de ese apuro si no hubieras estado allí.
—No hay de qué. Fue una verdadera coincidencia que estuviéramos allí. Pero…
—Sólo recuerdo el haber despertado en este sitio…-suspiró con enorme frustración. Incluso apreciar la vista que se postraba en la única ventana allí disponible, era mejor que pensar en que había una enorme laguna mental en su cabeza.
—Sufres de amnesia por el traumatismo que experimentaste.
—…¿Podré recobrar mis recuerdos…? Ni siquiera conmemoro mi nombre, ni nada…
—Con el paso del tiempo es factible que vuelvan a ti.
—Te oyes como todo un experto –estableció, retomando su atención en él nuevamente-. ¿Cuál es tu nombre?
—Steven Stone -se presentó con soltura.
—Lamento no darte mi nombre.
—Sólo debes enfocarte en descansar y reponerte. Es lo único que interesa en este momento.
—¿Todos aquí son tan amables como tú? –esa pregunta le tomó por asalto. No es algo que todos se cuestionaran de un momento a otro, sin razón alguna.
—Posiblemente –le dedicó una pequeña sonrisa reconfortante.
—¿Cuándo podré salir de este lugar?
—¿Cuál es la prisa por irte? –contraatacó.
—No…estoy segura, pero…tengo la sensación de que no debo quedarme quieta. Ya sabes, como una corazonada de que no estás haciendo algo bien… De todos modos tampoco es como si pudiera hacer algo al respecto –si no se tranquilizaba, el estrés se apoderaría de ella y le haría sentirse aún más miserable.
—Mmm… Se me ocurre una idea, sin embargo…
Notas de la autora:
**Me basaré básicamente en las personalidades de Pokémon Special –aunque igualmente las del juego son muy parecidos-.
**La actualización será cada dos semanas aproximadamente.
**No hay yaoi ni yuri, para los que se espantan de estos temas XD.
