Revelaciones y espionaje
Disclaimer: nada me pertenece, los personajes son de J.K Rowling y la historia es de Caeria, que me autorizó para traducirla
Severus sabía que no debía sonreír ante la furia de su colega. Ciertamente, señalar el hecho de que su acento escocés se había profundizado hasta rivalizar con el de un trabajador portuario de Edimburgo, tampoco era el curso de acción más seguro. Claro, que le había estado mintiendo a un loco inestable durante veinte años y se decía que incluso había enfurecido a Albus Dumbledore sólo por la diversión de ver al hombre perder su condenado brillo. ¿qué sabía él sobre cursos de acción seguros? Aún habiendo practicado una extraordinaria cantidad de precaución en su vida; para los estándares de Slytherin, era prácticamente temerario en sus tratos con quienes tenían el poder de hacerle daño.
Así que en realidad, dejar a Minerva McGonnagall chirreando, cerca de un ataque de apoplejía, simplemente no era algo que pudiera dejar pasar. Además, si la leía correctamente, y había pasado la mayor parte de su vida aprendiendo a leer correctamente a la gente, todo lo que le tomaría sería una cosa mas. El hecho de estar aplastando una vieja herida del director, sólo era el glaseado en su ya dulce pastel.
"En serio, Minerva,"dijo arrastrando las palabras, su tono era el de alguien que honestamente no veía cual era el alboroto "sólo fue una broma entre chicos"
"¿Una broma?" Repitió Minerva en tono indignado. " la pequeña broma de Malfoy pudo haber herido seriamente a Harry. Es completamente inaceptable para un estudiante poner la vida de otro en peligro ¡Por Merlín, Severus! Si el Sr. Weasley no hubiera empujado a Harry fuera del camino..." Su voz se fue apagando, respirando con dificultad mientras lidiaba con su temperamento "quiero a Malfoy expulsado. No me quedaré aquí mientras tu sigues mimando y protegiendo a ese pequeño animal. Su comportamiento debe ser detenido."
Severus sonrió, aunque carecía de toda calidez. "Es curiosamente apropiado que te refieras al joven Sr. Malfoy como un animal. Creo que tus propios mimados y protegidos Gryffindor se refieren a él como hurón. Pero ya ves, Minerva," gruñó Severus, "sólo hace que éste incidente coincida aún más con su precedente histórico"
Él fingió una mirada de reflexión, como si tratara de recordar una vieja memoria antes de girarse ligeramente hacia donde se sentaba Dumbledore, detrás de su gran escritorio "recuérdame Albus, si quieres, los detalles. Creo que el animal en cuestión era un perro originalmente, ¿cierto?" Agitó una mano en descarte antes de que Albus pudiera responder. "Pero los detalles difícilmente importan, después de todo, perro... hurón, realmente es la misma diferencia al final."
Viendo que su compañera iba abrir la boca para continuar con su argumento, Severus la cortó. "El señor Malfoy NO será expulsado. El NO se disculpará, ni sus movimientos o privilegios serán restringidos. Él, en esta materia, recibirá una semana de detención con el señor Filch y será el fin del asunto."
Entonces Minerva alzó su voz indignadamente "¡¿una semana?! ¡No puedes estar hablando en serio si piensas que una semana de detención vale por la vida de un estudiante!"
"No soy yo quien piensa así, Minerva. Nuestro estimado director decidió la equivalencia en particular por el delito en cuestión. Ah, si, antes de que se me olvide la mejor parte... El señor Potter tendrá que jurar no volver a hablar sobre esto jamás. Ni al señor Malfoy, ni a ningún alma, especialmente a sus pequeños amigos."
Sabía que no debería sentir tanto placer por su indignación, pero mas bien ansiaba decirle la siguiente parte. "Y Minerva, si él elige, en su arrogancia, romper su juramento y hablar sobre esta broma, será expulsado"
Severus se giró hacia Albus había estado sentado, inusualmente callado durante su confrontación. "Si me disculpa, director, iré a informar al señor Malfoy sobre los detalles de su detención." Con una ligera reverencia hacia sus dos colegas y una sonrisita burlona para Minerva, Severus salió de la oficina del director en un remolino de negro.
Con su blanco de elección fuera de vista, Minerva dirigió su ira hacia Dumbledore. "Albus, en serio no puedes estar esperando que esta... parodia de justicia se sostenga. Ningún favoritismo vale la vida de un estudiante."
Minerva estaba tan agitada que falló al ver el dolor que cruzó la cara de Dumbledore al escuchar sus palabras. Ella, sin embargo, captó su cansancio cuando él suspiró.
"Por favor, siéntate, Minerva"
Ella, no obstante, estaba demasiado enojada para sentarse, y siguió de pié, su espalda rígida de indignación.
"Tan fiera que eres cuando uno de tu cachorros es amenazado" dijo Albus, sonriendo cariñosamente. La sonrisa se fue torciendo lentamente en algo que Minerva no pudo identificar. "Minerva, por favor, siéntate. Hay algo..." Se calló por un momento y volvió a comenzar. "Tengo mucho que explicarte."
El cansancio en la suave voz de Albus finalmente llamó la atención de Minerva. La rígida línea de su espalda se fue relajando lentamente. Tomando asiento frente al director se recargó en los suaves cojines de la silla. Sus ojos, sin embargo, mantuvieron una mirada afilada que nunca dejó la cara de Albus "entonces, háblame"
"Aunque comprendo tu deseo de ver el retiro del señor Malfoy, no puedo permitirlo. Hogwarts y yo caminamos en una precaria línea con el ministerio, como bien sabrás. Incluso después de la broma de hoy día, Severus cree que el señor Malfoy aún no ha decidido donde yacen sus verdaderas lealtades."
"No veo, Albus, como la remota posibilidad de redención de Draco Malfoy le da el derecho de protección, tuya o de esta escuela por sus crímenes. Obviamente hay más de lo que estás diciéndome. Como tu compañera, te he apoyado, y a tus decisiones, Albus, durante muchos años. Como sea, no soportaré estudiantes poniendo en peligro la vida de otros. No importa cuánto Severus piense que este tema es más-"
Albus la cortó, con voz dura. "Ya terminó, Minerva." Ella se sorprendió del tono acerado de su voz y el duro azul en sus ojos. Ella había sabido por años que había más del director que su excéntrico personaje de abuelo, aún así, como siempre, se sorprendió cuando alcanzó a ver una pizca del que era considerado el mago más poderoso del mundo mágico.
Él la había dejado en completo silencio. Ella parpadeó, atónita. Entonces, igual de rápido, la dura luz en sus ojos había desaparecido, y el poderoso hechicero había sido reemplazado nuevamente por el anciano ligeramente chiflado. La rapidez del cambio le quitó un poco el aliento.
"Perdóname. Tienes razón. Hay más en esta situación. Severus tiene sus razones para esperar mi... asistencia, si quieres, en esta materia. Trataré de explicarme, pero para poder entender completamente, tienes que comprender que esta historia comienza mucho antes del incidente de hoy día."
"Sospecho que empezó cuando Harry y Malfoy se conocieron"
Albus negó con la cabeza "mucho antes que eso, mi querida. Volviendo a los tiempos en que Tom subió al poder por primera vez, en los días cuando recién se estaba haciendo un nombre propio entre los círculos de sangrepura"
Al ver la expresión escéptica de Minerva, Albus levantó una mano. "Me explicaré. Escúchame." Cuando ella asintió, el continuó. "El poder de Tom estaba creciendo, y yo sabía que en algunos años se convertiría en la mayor amenaza que había enfrentado nuestro mundo desde Grindewald. Incluso en aquellos años tempranos, pude ver donde sus ambiciones lo estaban llevando, y en lo que se estaba convirtiendo. Desafortunadamente nadie más quería creerme. Estas creencias, estos pensamientos, tuvieron una gran influencia sobre gran parte de lo que pasó después. Tienes que tener esto en mente mientras explico lo que ocurrió con el fin de entender mi forma de pensar en ese momento."
Minerva observó a Albus detenerse antes de frotar un dedo contra el costado de su larga y torcida nariz. Ella se turbó al ver débiles temblores estropeando la firmeza de su mano. Lo que fuera que Albus estaba confesando aún tenía el poder de angustiarlo, incluso después de todos estos años. Ella seguía enojada y todavía quería respuestas, pero sentía la necesidad de reconfortar a este hombre que había estado ahí durante la mayor parte de su vida.
"Estoy segura, Albus, que cualquiera que fueran tus pensamientos en ese momento, eran los correctos. Tu siempre has hecho lo mejor que has podido para velar por los mejores intereses del mundo mágico."
Su respuesta, cuando vino, sólo sirvió para profundizar su creciente sensación de inquietud
"Oh, mi querida, desearía poder creer eso. Ayudé a poner en movimiento los acontecimientos mismos, los que estaba trabajando tan duro para detener." Hizo otra pausa, sus ojos vagando como si estuviera viendo una vieja memoria. "Tantas cosas que habría hecho de otra manera," murmuró en voz baja "tantos errores."
Con una pequeña sacudida de cabeza los ojos de Albus se volvieron a centrar en el presente, aunque el rastro de tristeza que se escuchaba en su voz se mantuvo. "Perdona a un anciano por divagar. Ha sido un largo tiempo desde la última vez que recordé estas cosas."
Con un pequeño suspiro volvió a comenzar. "Yo sabía lo que venía, sabes, e incluso en aquellos días me estaba comenzando a preparar. He sabido por mucho tiempo, que sin importar cuánto quieras tratar de proteger a los niños de los males del mundo, es imposible. Sabía que eventualmente, los chicos a mi cuidado se convertirían en los contendientes de la guerra que se aproximaba. Eso comenzó mi primer error, que me preocupé por algunos niños más que otros.
La inquietud que Minerva había sentido antes volvió con fuerza. Supo hacia dónde se dirigía con todo esto, o al menos creyó que lo hacía. "Estás hablando de James, Sirius, Peter y Remus."
Albus asintió. "Si. Ellos eran brillantes, fuertes y valientes. Tan valientes. Sabía que serían vitales para lo que venía. Los necesitaba y a otros como ellos. Fue entonces que comencé con una incipiente orden del Fénix.
"Pero esos cuatro eran especiales para ti."
Una sonrisa nostálgica cruzó la cara del director. "Sí, ellos eran especiales. Tu los recuerdas, Minerva, su amistad era tan fuerte, sus sueños tan brillantes."
Minerva podía oír el afecto en la voz de Albus, aún después de todos esos años, incluso cuando todos excepto Remus estaban muertos, y Peter se había perdido en las fuerzas de la oscuridad. Entonces ella recordó que esto se suponía que era una explicación acerca de las relaciones entre Gryffindor y Slytherin
"Y eran Gryffindors." Agregó ella.
"Si, como a Severus le gusta decir, mi propio prejuicio Gryffindor." Las palabras no fueron dichas antes de que Albus se apartara abruptamente de su mesa y se parara.
"¿Te gustaría algo de té?"
Él se dio vuelta antes de que alcanzara a responder. Minerva sólo pudo parpadear confusa. Este nerviosismo era algo que nunca antes había presenciado en su viejo amigo. Ella estaba mas que segura que nunca de que había más en esta historia, y si permitiendo que Albus aliviara algo de tensión podía facilitar la narración, ella era lo suficientemente paciente como para darle un momento para que se compusiera a si mismo. "Si, Albus, una taza de té sería agradable. Gracias"
Ella lo observó poner el juego de té que estaba en la esquina de su oficina. Él no le preguntó como quería su té pero lo hizo justo como le gustaba — dos terrones de azúcar y una rodaja de limón. Su respiro sólo duró un tiempo, mientras ella le clavaba con una seria mirada, hasta que regresó a la mesa luego de entregarle su taza. "Suficiente retraso, Albus," dijo, su usual tono de no-aguanto-tonterías estaba mezclado con uno amable. "Te he conocido por mucho tiempo. Tienes algo que decirme y no me va a gustar. Ya no me gusta esta situación. No puedo ver como se podría poner mucho peor."
Jugando con la cuchara que había utilizado para revolver su té, Albus se acomodó en su silla. "Me conoces demasiado bien, Minerva. Probablemente debería comenzar diciendo que te debo una disculpa. Pasaron cosas en esos tiempos que debí haberte informado, o al menos consultado. Mi única excusa es que pensé que estaba haciendo lo mejor – pura arrogancia de mi parte, realmente; un error del que parezco no haber aprendido, como la actual ira de Harry y la erosión de su fe en mí pueden atestiguar."
"Dejé que el pensamiento de que yo sabía qué era mejor y mis prejuicios guiaran mis desiciones. Dejé entrar a Remus Lupin a la escuela como estudiante. Tomé esa decisión solo por mi cuenta. No te lo dije como su jefa de casa, ni le dije a los otros maestros. Remus y yo trabajamos en lo que creí, sería una opción viable, que le permitiría tener la oportunidad de educarse y salir de la solitaria vida que llevaba hasta el momento. Le permitiría hacer amigos con otros niños de su edad, al tiempo que protegía la seguridad de la población estudiantil."
Minerva tomó un sorbo de su té antes de responder. "Perdóname Albus, pero esto no es nada que ya no supiera. Sé que colocaste a Remus en la casa de los gritos. Aunque, si quieres saber lo que en realidad sentí cuando salió a la luz la verdad sobre la condición de Remus, estaba muy enfadada contigo por no contarme ni a mi, ni a los otros maestros en primer lugar. Aunque no nos dejamos engañar por mucho. Todos sabíamos lo que pasaba con Remus luego de tres meses de haber entrado."
"Recuerdo, querida. Eres una mujer de gran temperamento. No es algo que se pueda olvidar fácilmente, especialmente cuando convertiste todos mis calcetines en cucarachas." Su expresión de irónica diversión se volvió en una mas sobria. "Sospecho que volveré a perder mis calcetines una vez que haya oído todo lo que tengo que decirte. En ese momento, sólo puedo decir que estaba preocupado por mantener el secreto. Tu eras nueva en la posición de jefa de Gryffindor y te estabas adecuando al puesto. Tenías otros asuntos que tratar, aunque difícilmente es una excusa apropiada. Lo que hice, no debí hacerlo sin tu consentimiento"
Albus se quedó en silencio por un momento. "¿Eras consciente que durante ese tiempo James y los otros apuntaban a Severus con sus bromas?"
Minerva asintió ante este aparente cambio de tema, aunque no acababa de seguir el porqué del cambio en la conversación. "Lo recuerdo. Sin importar qué les dijera, o cómo los castigara, la animosidad entre ellos nunca diminuyó. También recuerdo a Severus lanzando tantos hechizos como James o Sirius. Al decir verdad, aunque siempre pensé que la probabilidad de cuatro contra uno era injusta, Severus parecía poder mantenerse bien por su cuenta. Sé que nunca se quejó o pidió ayuda para detenerlos, a pesar de que hice mi mayor esfuerzo para desviarlos."
Frunciendo el ceño por un momento, Minerva recordó aquellos tiempos. Por último dijo, "Siempre me pareció que su odio se intensificó a la mitad de sus años aquí"
"Perceptiva como siempre, querida. La relación fue mucho más allá de una aversión colegial durante su sexto año." El director hizo una pausa, buscando las palabras para decir lo que había que decir. "Ese fue el año que Sirius intentó matar a Severus usando a Remus como su agente de destrucción."
Minerva saltó en su silla. "¡¿Que?!"
"En defensa de Sirius, yo tampoco lo creí en su momento, ni creo ahora que Sirius hubiera tenido la intención de matar a Severus, una opinión que Severus nunca ha compartido. En verdad, creo que Sirius no había pensado en las consecuencias de lo que estaba haciendo o el daño permanente que pudiera venir de sus acciones. Sus acciones fueron las de un muchacho mimado y arrogante. Por otro lado, mis propias acciones no puedes ser explicadas tan fácilmente, aunque al parecer también hubo arrogancia implicada."
Minerva comenzaba a hacerse una idea de cómo esta historia se relacionaba con lo sucedido el día de hoy entre Draco y Harry, así como la reacción de Severus. "¿qué paso?"
"En pocas palabras, Sirius usó las debilidades de Severus en su contra. Rompió una promesa al revelar el pasaje secreto hacia la casa de los gritos. Luego le dio a Severus información suficiente, de forma en que no pudiera resistirse a tratar de atravesar el pasaje y descubrir los secretos que él sabía estaban ocultando."
Minerva estaba horrificada. "Albus, ¿me estás diciendo que Sirius mandó a Severus con Remus mientras él estaba transformado en un hombre lobo?"
"Sí, si James no le hubiera sonsacado la información a Sirius a tiempo y empujado a Severus fuera del peligro a último minuto, Remus habría, en el peor de los casos, matado a Severus, y en el mejor, lo habría convertido también en un hombre lobo."
"Le dije antes a Severus que es totalmente inaceptable para un estudiante, amenazar intencionalmente la vida de otro." Minerva ahora estaba mirando a Albus como si nunca antes lo hubiera visto. "Fue aceptable, ¿no es así, Albus?"
"Por desgracia, fue tanto aceptable como necesario, o eso creí en su tiempo. Cuando el... incidente sucedió, entré en pánico. Había permitido que Remus, un hombre lobo, entrara a esta escuela. Sabía que los muchachos se habían vuelto Animagos y que salían con Remus cuando él estaba transformado, a pesar de que no estaban al tanto de que yo lo sabía. Había sabido y dado la vista gorda con respecto a las transformaciones. En ese momento, mi razonamiento era que les estaba comenzando a dar responsabilidades, a las cuales serían empujados durante la guerra que vendría.
Y luego estaba Sirius. Él era el primer varón de la casa de los Black en ocho generaciones que no había sido sorteado en Slytherin. Vi el bien que la amistad con los otros estaba haciendo por él. Ellos le estaban ayudando a convertirse en la persona que yo sabía podía llegar a ser. Más de mis prejuicios Gryffindor. Slytherin no era lo suficientemente bueno. Lo estaba salvando, ya ves, y entonces le tendió la trampa a Severus. Temía que si era expulsado se perdería en el odio y la amargura, y todo el bien que había logrado sería deshecho. Tenía miedo de perderlo ante la creciente popularidad de Tom.
También tenía mi propio puesto a considerar. Cometí un error con Remus, y Sirius ahora había casi matado a un estudiante. Habría habido una investigación por parte del ministerio. Pude haber sido removido fácilmente de mi puesto como director. Con todo lo que veía venir en cuanto a Tom, no podía correr el riesgo. No podía perder Hogwarts y no podía perder el acceso a los chicos que podría necesitar algún día."
"Así que sacrificaste a Severus en su lugar."
Albus escuchó la dura acusación en su voz. No es que esperara menos. "Sí, y para mi vergüenza, no me pareció una gran pérdida en su momento – un desaire que nunca he olvidado y que él tampoco me ha dejado olvidar. Transferí mi propio miedo, mi enojo y decepción con Sirius a Severus; me convencí a mi mismo de que Severus era de alguna forma culpable. Que no debió meter las narices donde no le incumbía, que no debió haber estado escuchando a escondidas, que había incitado a Sirius en represalia, que –"
"Que él se lo buscó"
Albus escondió su cara entre sus manos. "Sí, lo culpé por el ataque."
"¿Que pasa con las otras cosas que Severus dijo esta noche... Sobre la falta de castigo de Malfoy y que Harry se tenga que mantener en silencio?
Levantando su platinada cabeza, Albus jugueteó un poco con algunos de los rollos de pergamino sueltos en su mesa antes de responder. "Todo es cierto. Peter no fue envuelto en este caso. Nunca creí que James estuviera involucrado en la broma, y Remus era tanto la víctima, como lo fue Severus. Le di a Sirius una semana de detención con Filch e hice que Severus jurara que nunca hablaría sobre lo ocurrido."
Al encontrar sus ojos con los de Minerva, Albus se estremeció ante la ira hirviendo a fuego lento en sus profundidades. "Me estas diciendo, Albus Dumbledore, que le dijiste a un niño traumatizado, que acababa de tener el más aterrador encuentro con la muerte que él... que, buen dios, Albus. Independientemente de tus intenciones o tus metas, básicamente le dijiste a Severus que su vida no valía la pena y luego no permitiste que hablara sobre el tema. No me extraña que filtrara la información mientras Remus era profesor. No es que Remus fuera un hombre lobo. Nunca fue solo eso."
Albus dejó salir un largo suspiro. "He cometido errores que no puedo cambiar. Todo lo que puedo decir es que en ese momento tenía que proteger- "
Minerva lo cortó, sus labios apretados en señal de desaprobación. "¿Proteger? Tú te protegiste a ti mismo y a Sirius. ¿Quién protegió a Severus?"
A varios pisos de distancia Hermione Granger se mantenía en un absoluto estado de shock, mirando fijamente a un artefacto de bronce que giraba lentamente, enclavado a un nicho oculto en una pared de la biblioteca.
No había querido encontrar el aparato. Ni siquiera había estado fisgoneando deliberadamente. Había sido, después de todo, un accidente – el libro que coronaba su pila había comenzado a deslizarse, y en su intento de atraparlo ella tropezó hacia la pared golpeando un gran escudo ornamental. Sorprendentemente el escudo de Hufflepuff no había caído de la pared, pero se había deslizado hacia un lado revelando un compartimiento detrás de él.
El profesor Snape no lo vería como un accidente. ¿Lo haría Dumbledore?
El artefacto en sí había sido suficiente para picar su curiosidad innata; en cuestión de segundos el resto de los libros se habían unido al primero en el piso de piedra. La superficie de bronce pulido le devolvía una imagen distorsionada, y sin el bloqueo del pesado escudo, podía escuchar un tenue sonido de torbellino proveniente de las cuchillas en forma de copa que giraban alrededor de su tapa.
Hermione estuvo perdida cuando se dio cuenta de que la cosa tenía botones ¿podría elaborar una defensa contra la expulsión basada en la atracción ineludible de pulsar botones? Sin duda el director no podría enfadarse con ella solo por pulsar ese pequeño botón púrpura que convertía lo que era, obviamente en retrospectiva, un aparato de escucha en un aparato de recepción, uno que funcionaba muy bien. Un aparato, que una pequeña, aterrada voz en el posterior de su cabeza agregó, con el cual se estaba enterando de una conversación entre sus profesores.
Hermione intentó aplastar la creciente burbuja de pánico dentro de su pecho, mientras su cabeza le decía que se alejara del dispositivo, pero sus pies se mantenían fijos en el suelo. Iba a conseguir que la expulsaran. Esto era malo. Muy, muy malo. Expulsada. No habían dudas al respecto.
Pero ella no paró de escuchar. No se detuvo al oír los comentarios sarcásticos del profesor Snape. No se detuvo cuando la profesora McGonnagall cuestionó al director. No se detuvo durante la explicación de director sobre los eventos sucedidos tiempo atrás. Sólo cuando hubo escuchado toda la historia, levantó una mano temblorosa para apretar el pequeño botón púrpura otra vez. Instantáneamente las voces de su profesora y su director se callaron.
Con mucho cuidado, removió todos los rastros de que había tocado el dispositivo, asegurándose de que no quedara ninguna huella marcada en el brillante bronce, o que ninguno de sus pelos rizados quedara atrapado en el nicho. Con el mismo cuidado, deslizó el pesado escudo de vuelta a su lugar. Recogiendo sus libros, hizo el camino de vuelta a la mesa que había reclamado como suya.
Alrededor de Hermione, la biblioteca estaba igual de vacía y silenciosa como cuando entró. Se había mantenido sin cambios; sin embargo, no podía decir lo mismo acerca de sí misma. Esta vez su curiosidad le había entregado, por primera vez en su vida, un conocimiento que no sabía como manejar. Ella había escuchado sobre la 'broma 'de Sirius aquella noche en la casa de los gritos, al finalizar su tercer año. De alguna manera, la breve explicación que le dieron entonces, no coincidía con la que acababa de escuchar. Sirius había sido impertinente. Ella recordó haberle escuchado comentar que 'Snape se lo merecía.' Incluso el profesor Lupin, el amable y gentil Remus, había aligerado la experiencia y restado importancia a lo que sucedió realmente aquella distante noche.
¿Que hay de lo que hizo el profesor Snape aquella noche en la casa de los gritos? Él odiaba a Sirius. No se fiaba de Remus. Recordaba ahora que Snape había pensado que ellos se encontraban en peligro. Él había ido tras ellos por sí solo, en una situación donde sabía que estaba con desventaja numérica. Los Slytherin no hacían eso. Los Slytherin iban por aliados y traían refuerzos.
Cuánto coraje, se preguntó, le habría tomado al profes
or Snape para entrar solo en ese túnel debajo de Sauce Boxeador e ir tras ellos, pensando que un asesino y un hombre lobo estaban esperando por él – el mismo hombre lobo que casi lo había matado en ese mismo túnel años atrás.
Los pensamientos sobre Snape la llevaron a pensamientos sobre Dumbledore. Ella había sabido hacia el final de su quinto año que los adultos a su alrededor eran humanos y falibles. Había sido una lección dura de aprender, y su visión del mundo aún se estaba adaptando a este conocimiento. Ahora, tenía dos nuevas variables que inclinaban su mundo. Albus Dumbledore no era omnipotente. Ella sabía eso, pero en realidad nunca lo había sabido. Ella sospechaba que tanto los elfos domésticos como los cuadros le reportaban directamente al director; sin embargo, nunca había sospechado que los estudiantes fueran espiados directamente. El artilugio giratorio de bronce le dio fin a esa idea. No era de extrañar que Dumbledore siempre pareciera saber todo lo que ella y los demás estaban haciendo. Tenía la habilidad de escucharlos directamente. No tenía ninguna duda de que la escuela estaba llena de estos aparatos de escucha.
A medida que iban pasando los minutos y sus arremolinados pensamientos desaceleraron, no fue el conocimiento del espionaje y la observación lo que la sacudió. No había forma de que una docena de profesores pudiera mantener el orden dentro de una escuela, con cientos de estudiantes mágicamente dotados sin ningún tipo de asistencia, mágica o de otro tipo.
No, lo que la dejó atónita fue la ira ardiendo lentamente que la llenaba ante el pensamiento de la injusticia cometida en contra de un joven Severus Snape. Estaba indignada, positivamente indignada. Estaba enojada en nombre del profesor Snape, por un incidente que tuvo lugar antes de que hubiera nacido siquiera. Aún reconociendo lo absurdo de la situación, no cambiaba el hecho de que por primera vez en su larga historia de respetar a sus maestros, ella realmente quisiera marchar hacia la oficina del director y golpearle en su larga, torcida nariz. Estaba aún más enojada que cuando descubrió los elfos domésticos. Finalmente había llegado a aceptar que los elfos ganaban orgullo y alegría de su servicio. Aún creía que el mundo mágico se aprovechaba de su necesidad de servir, pero lo único que podía hacer ella era darles una opción, no podía forzarlos a recibir prendas por mucho que quisiera.
La injusticia que vio aquí hizo que se enfureciera de igual manera. Ella quería hacer algo. Quería protestar. Quería irrumpir en la oficina del director. Quería hacer botones y cobrarle a todos un galeón. Sospechaba, sin embargo, que el profesor Snape apreciaría sus acciones aún menos que los elfos domésticos.
No estaba segura de que podría dejar pasar esto.
Hola! ¿Hay alguien ahí? Vengo con la traducción de un fic que me encantó y quise compartir. Espero que lo disfruten . Perdón si hay errores ortográficos o gramaticales, que nadie lo ha revisado. Gracias por leer!
Rosi.
