Disclaimer: Fairy Tail pertenece a la perra de Mashima.
Prompt: Para la FT Angst Week. Day #1: Silence.
Personajes/parejas: Rufus/Juvia y Gray/Juvia.
Extensión: 3595 palabras.
Notas: Esto es algo más o menos así: "Te has enterado de la week prácticamente el día que empieza (29), lo que implica que tienes el treinta y el primero para escribir el prompt uno, no más. Definitivamente es una buena idea usar esa pareja que no te sale en menos de cinco mil palabras, definitivamente acabarás a tiempo." No tengo la más remota idea POR QUÉ se me ocurrió hacerlo de ellos, porque en verdad no me salen en tramas cortas, basta ver que para esta primera parte me gasté tres mil palabras. Debí usar otros personajes.
Fuera de eso estoy es no estoy segura y no sé si yo lo re-leí muy rápido o me quedo algo apresurado, y no sé cuándo vaya a acabarlo pero ya escribí esto, a estas alturas no haré otra cosa para el prompt. Y es angst, o será angst, en algún momento.
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Of silence.
"El silencio es un gran arte para la conversación."
William Hazlitt.
I.
Días malos.
El «nosotros» tiene un comienzo atropellado. Ya le conoce, en teoría, aunque sea más que nada de vista; pero como en realidad no se puede conocer a alguien de esa manera Juvia opta por decir que no le conoce hasta ese día.
Es curiosa la forma en que no repara en ella, inicialmente. No reparó en ella en los Juegos, siquiera reparó en Gray y no se molesta en hacerlo tampoco en esos momentos, al menos hasta el grito.
Juvia ha roto a llorar aunque sus lágrimas sean viles mentiras camufladas de despecho y Gray se ha llevado la mano a la nuca, incómodo.
—No es que... —musita, tratando de arreglar la situación o eso parece parece ser a simple vista—. Soy alérgico.
Juvia cesa el llanto, le mira fijamente ante esas palabras y en sus ojos tarde o temprano la perplejidad se abre paso.
—¿Qué?
—Que soy alérgico a los camarones —especifica Gray, suspirando—, trate de decírtelo pero no te molestaste en escucharme.
Trató, de verdad. Que no era que la estuviera rechazando, simplemente no estaba dispuesto a ir con ella a probar los afamados bocadillos del mar de esa zona porque tenían camarones y él era alérgico, pero Juvia estaba demasiado ocupada en insistir como para prestarle atención. Y ahora todos los presentes los estaban mirando, algunos con sus ojos reprochadores sobre Gray por hacer llorar a una chica —¿qué querían, que le diera una reacción alérgica o algo así?—; Juvia bajando lentamente la mirada al piso al sentirse tan increíblemente tonta. Porque todo tenía una razón de ser más allá de sus fantasías habituales y ahora se siente como una estúpida, quizás Gray hasta está molesto con ella.
Por supuesto, el hecho de que él acabe por irse no ayuda a que esa idea desaparezca, ha sido por causa de los murmullos pero a ojos de Juvia es su culpa y ahora ha perdido la oportunidad de que Gray se case con ella y tengan treinta hijos.
Tiene ganas de llorar, de nuevo, al mirar los cristales rotos a sus pies, de la bandeja que le ofreció a Gray con los bocadillos sobre ella —que, dicho sea de paso, también están en el piso—. Y es que a saber qué pasó, si él la rechazó con demasiada fuerza o, en cambio, ella la ofreció con demasiada ansia pero de alguna forma acabó en el piso, rota y formando un escándalo que alertó a todos los presentes.
Se agacha para recoger los pedazos, no muy segura de si la gente murmura en su favor o en su contra, con un nudo en la garganta que le produce ganas de llorar lágrimas reales y no solo los típicos berrinches sin importancia que suelen salirle ante Gray. Ella tendría que haber sabido algo así, piensa al rozar el primer trozo de vidrio al tiempo que alguien se detiene frente a ella. No alcanza a alzar el rostro para verlo cuando él ya se ha agachado a su altura, la más amable de las sonrisas en su rostro.
—¿Necesita ayuda?
Juvia parpadea, sorprendida. Considerando que todos los presentes parecen ser simplemente unos cotillas de porquería le desentona un poco que se acerquen a ayudarla. Acaba por reaccionar y en un balbuceo y movimiento de manos algo torpe trata de coger los pedazos al tiempo que habla.
—¡No! —exclama, moviendo las manos quizás con demasiada rapidez por sobre el asfalto lleno de vidrios—. Juvia está bien, ella puede encargarse de esto sola, no debe... ¡Ay!
Aparta la mano por reflejo y luego se mira. Porque tonta, tonta, tonta, se ha cortado por recoger vidrio sin mirar y a las apuradas. Por su anular comienza a marcarse lentamente una línea roja, indicando el lugar donde ha ocurrido el corte al tiempo que la sangre brota. Juvia debe estar dando realmente lástima en esos momentos si acaba de oír a una chica exclamar: «¡pobrecita!». No es la María Magdalena de sus novelas, tampoco.
Él se ríe suavemente de pronto y entonces Juvia vuelve a centrar su atención en su persona, esta vez con más atención. La sonrisa que obtiene la descoloca un poco.
—¿Segura que no necesita ayuda?
—Ah. —Boquea y siente que se sonroja, porque ahora ha comenzado a sentirse ridícula. Vuelve a bajar la mirada un poco al sentir las mejillas calientes y entonces y solo entonces repara en verdad en él y se plantea su nombre al tiempo que Rufus se lleva la mano al cuello, calmo.
Juvia vuelve sus ojos a él para mirarlo desatar el paño que lleva atado al cuello con una maestría y rapidez admirable, supone que está tan habituado a la prenda que retirarla ya no supone el menor esfuerzo cuando él la estira con una sacudida corta antes de tendérsela con suavidad. Juvia parpadea, luego capta. El pañuelo solo puede ser para una cosa y ha vuelto al sentirse estúpida.
Traga antes de estirar la mano que no se ha cortado, algo nerviosa por... todo.
—Gracias —musita, envolviendo su dedo herido con suavidad antes de bajar la mirada a los cristales una vez más y plantearse cuándo se ha convertido en fenómeno de feria, porque la gente de alrededor no deja de centrar su atención en ella y su espectáculo prácticamente en ningún momento, viene a ser así desde que la bandeja se estrelló contra el piso y resulta desagradable.
—No es nada. Eh —llama, captando la atención de Juvia otra vez—, si quiere yo recojo, es más difícil que me corte porque traigo guantes, ¿está bien?
Se negaría, de verdad que a Juvia le dan ganas de negarse a que recoja si lo de la bandeja es, a grandes rasgos, su culpa. Pero las miradas siguen sobre ella y aún tiene el nudo en la garganta y la verdad es que el corte no le duele pero sí le avergüenza, y muchas cosas más.
—Está bien —murmura, cediendo antes de levantarse con suavidad notando que, de alguna manera, los mirones aún tienen tema de conversación—. Gracias.
—No es nada —responde él una vez más.
Juvia inclina la cabeza en señal de despedida por el simple hecho de que quiere irse, ya ha montado su escenita el tiempo suficiente y ahora le dan ganas de largarse aunque le deje mal sabor de boca dejarlo solo. Por supuesto que como solo obtiene una despedida a cambio no se siente tan horrible al dar la vuelta para marcharse.
Se plantea unos segundos a causa de eso si Gray no se habrá ido por exactamente la misma razón. A varias cuadras del lugar se percata de que aunque lo pensó un poco en realidad no se tomó la molestia de recordar su nombre.
No lo medita demasiado, pero al volver con su gremio y ver a Gray le toma apenas unos segundos acordarse, o es que quizás finalmente pone verdadero empeño en ello. Es una suerte porque cuando le preguntan qué le pasó es vital que Juvia recuerde de quien es el paño que sostiene contra su herida.
—Juvia se cortó con los vidrios de la bandeja.
Gray frunce el ceño.
—¿Te quedaste a recogerlos? —es casi un reproche implícito—, ¿por qué no solo te fuiste?
Abre la boca para responderle, incómoda, pero es Erza quien habla en su lugar.
—Tú deberías haberte quedado también —reclama, mirando a Gray—; ¿y si algún niño pasaba corriendo y se caía? Fue vuestra culpa, lo mínimo era que recogieran los vidrios pensando que es una calle pública.
Juvia podría decir que en realidad no se quedó por eso, que simplemente se había entristecido pensando que Gray ya no la quería más —como siempre— y había sentido la necesidad de hacer algo, pero el argumento de Erza es bastante más lógico. A pesar de eso Gray chista antes de volver a mirarla.
—¿Y ese pañuelo?
Hay un segundo de extraña indecisión antes de que Juvia responda a la cuestión que le inquieren y, ante la revelación de que Rufus estaba ahí, surja la interrogantes de si no estará todo Sabertooth en esa ciudad atraídos también por la feria que los ha convocado; interrogante que se decanta por el hecho de Natsu recorriendo las calles en busca de su admirador no-secreto en compañía de Lucy que añora a Yukino como añoras a la amiga lejana. Juvia se niega a ir porque primero tendría que curarse el dedo y lavar el paño, resulta mínimo, ¿no? Además también necesita buscar algún bocadillo de la zona que no incluya ningún tipo de camarón para fines prácticos.
Recién a la noche vuelve a dejarse ver por la ciudad, recorriendo sus calles iluminadas y observando a las personas pasar. Aquel puerto resulta el más importante de Fiore a nivel global, siendo además conocido porque durante esa época del año se celebra la fundación de la ciudad con una feria que se alarga durante varios días, manteniendo siempre la temática marina propia de un pueblo pesquero. Es segunda vez que ella va —la primera fue en sus tiempos de Phantom—, pero por lo visto primera vez que varios de los miembros de Fairy Tail posan sus pies en ese lugar; de seguro por eso no tiene historial de incidentes previos, como la destrucción de una catedral o cosas así. Por supuesto ha cambiado en todo el tiempo que ella ha estado sin visitar la feria, contando los siete años congelados es un buen trecho de tiempo, aunque como en la mañana se dedico a perseguir a Gray no ha podido apreciar las celebraciones hasta ahora, al menos no como corresponde.
Se pregunta al ver a una pareja pasar, por lo visto magos, qué otros gremios andarán por ahí. Quizás no es solo Sabertooth, de quienes no ha sabido nada más porque no ha vuelto a toparse con Gray y los demás desde hace unas horas, así que no es consciente de si en verdad se lograron topar con ellos —como Natsu deseaba— o no. Admite que le preocupa un poco el asunto, por ningún motivo en particular pero es que eso de devolver el pañuelo que le han prestado suena tan... cliché. ¡Santo cielo, que casi suena como a comienzo de historia romántica! Quiere devolverle a Rufus el pañuelo, claro, pero prefiere que alguno de sus compañeros esté con ella para que esa escena no logre tener ninguna interpretación rara como la que tuvo en la mañana, que tras volver al hotel y meditarlo un tiempo se percató de que toda esa situación con los vidrios podría haber sido lo que se cataloga de «romántico» y Juvia no quiere ningún «romántico» que no implique a Gray, o algo así.
Quizás le da muchas vueltas, pero qué pasa si Gray se aparece por sorpresa y ella está teniendo un encuentro discutible con alguien más, ¡ya lo arruinó lo suficiente en la mañana con lo de los camarones! Suspira al considerar que debió arrastrar a Gajeel con ella, el sujeto menos romántico del mundo de seguro le quitaría romanticismo a cualquier situación que pudiera vivir ella con quien sea, si Gray se le aparece se deshace de él y ya.
Ríe al pensar eso —ella y Gray cogidos de la mano mientras Gajeel queda atrás— y entonces hace lo menos romántico que puede hacer en esos momentos: se da de bruces contra el suelo.
Vale, que no quiere ser romántica si no está Gray presente pero no figuraba en sus planes ir tan distraída como para no ver los barriles de cerveza que habían en el camino, dispuestos ahí porque un par de trabajadores los transportan de una carreta al suelo y del suelo al bar frente al cual ella decide que si va a besar a alguien será al suelo. Y es una vergüenza total tropezarse de esa forma con un estúpido barril —si Cana la viera— para irse de golpe contra el asfalto junto al dichoso objeto en cuestión, que encima derrama todo su contenido por lo que Juvia no solo acaba cayendo —con el barril por debajo su cadera de manera que sus pies queden alzados como si no se viese ya suficientemente ridícula— sino que acaba mojada y apestando a licor —como si fuera Cana—. Vuelve a llamar la atención de los transeúntes, y la de los trabajadores, de paso, que se ríen y le hacen un comentario que le deja en claro a Juvia que se le ha levantado el vestido con la caída, al menos lleva medias como para que no se le tenga que ver la ropa interior, que sería todavía peor para su ya de por sí patética situación.
Entonces llega la ayuda, mientras ella despega el rostro del piso porque la caída le ha dolido, por ello tarda en reaccionar.
—¿Juvia-sama?
Le duele la nariz un montón, como si le hubiesen soltado un golpe —o la hubiese estrellado contra la calle, que es lo que le ha pasado—, al momento de alzar la mirada y pensar medio segundo en Lisanna. Luego el mundo decide que aún no la ha avergonzado lo suficiente.
—¿Yukino-san?
Y eso es horrible, que si iba a toparse en verdad con ese gremio prefería el momento romántico a eso.
La maga la ayuda a levantarse con amabilidad, ayudada a su vez por Rogue. Juvia siente el rostro tan caliente que juraría que le va a estallar por la vergüenza.
—Gracias —dice, incómoda.
El sujeto que se ha dispuesto a recoger el barril estropeado le mira unos segundos antes de comentar algo como que no se preocupe por el licor desperdiciado y que tiene bonitas piernas. A Juvia le dan ganas de que se la trague la tierra.
—Debería mirar por donde camina —comenta Rufus, observando unos segundos el desastre.
Solo están ellos tres, nota cuando se anima a alzar el rostro. Le extraña un poco que Sting no esté ahí siendo que siempre comentan que él y Rogue son inseparables, aunque acaba por decirse que tampoco son siameses y deja el tema de lado.
—¿Juvia-sama se ha empapado mucho? —le cuestiona Yukino, preocupada.
Entonces Juvia recuerda que apesta a alcohol como si fuera un vagabundo y dirige rápidamente su mirada a sus ropas, queriendo morirse ahí mismo —o matar a alguien, eso comienza a ser frustrante—. Exhala con cansancio, percatándose de que la ropa se le pega a la piel por culpa del licor.
—Un poco —dice pese a todo aunque se nota a leguas que es mentira.
La verdad es que tal como cayó se empapó más que nada la parte superior del cuerpo, sus piernas están secas, ¡pero eso de qué demonios le sirve si nota mojados hasta los pezones!
Rogue se adelanta, de pronto, y su expresión preocupada la consterna.
—Tiene sangre en la nariz.
Juvia alza su mano y se la lleva a su rostro, apartándola luego para notar que efectivamente le ha comenzado a sangrar la nariz por el golpe. Tiene el impulso de limpiarse entonces con una de sus mangas aunque eso resulta desagradable al final, más que nada por el fuerte olor que impregna sus ropas en esos momentos.
—¿Juvia-sama necesita ayuda? —cuestiona Yukino, mirándola con fidedigno interés.
Juvia se siente un poco torpe ante eso.
—No es necesario, solo es un poco de sangre —aclara.
Pese a ello Rufus, considerando que sigue completamente empapada de cabeza a abdomen (no dirá pies porque no es así), se saca su chaqueta para su sorpresa, al menos hasta que se la tiende a ella y entonces Juvia capta la situación, y eso es sentirse un poquito más tonta.
—No es necesario.
—Podría resfriarse.
Le encantaría replicar porque de verdad que no quiere la chaqueta pero Yukino se mete, para su desgracia.
—Rufus-sama tiene razón, al menos para colocársela encima dado que su ropa está mojada —pide con suavidad y de pronto a Juvia se le quitan todas las ganas de replicar.
Es que no le puede decir que no a Yukino si le habla con tanta amabilidad, a pesar de que nunca antes se han hablado y ella no es Lucy. Es casi dulce la forma en que trata a Juvia con tanta familiaridad. Alarga el brazo y coge la tela notándose incómoda antes de esbozar una sonrisa vaga.
—Gracias.
—No es nada.
—¿No se ha roto la nariz o sí? —inquiere Rogue y ella solo puede negar, volviendo a llegar su mano hacia su rostro para rozar su tabique como confirmación de que todo está bien.
De pronto piensa que no sabe qué decir y, ante el temor de formar algún tipo de silencio tenso, la imagen de Sting Eucliffe vuelve a ella. Ladea la cabeza con extrañeza.
—¿Por qué solo están ustedes tres? —cuestiona de pronto, algo curiosa.
¿Y sus otros compañeros? Ella recuerda que tenían más, al menos con sus pensamientos en los Juegos y contando a Yukino recuerda seis magos del gremio más los dos exceeds, aunque de seguro tienen más miembros que desconoce por no haber participado.
Para su sorpresa Yukino se sonroja de la nada y comienza a agitar las mano sin razón al tiempo que niega.
—¡No es lo que parece! —aclara elevando su tono de voz.
Obtiene las miradas extrañadas de sus dos compañeros, Rufus enarca una ceja.
—Por supuesto, porque esto solo puede parecer una especie de cita doble, vaya confianza en ti misma.
—¡Rufus-sama! —alega la chica, avergonzada.
Rogue suelta una corta risa tras unos momentos y Juvia, tras captar el punto, se ve tentada en hacer lo mismo; porque Yukino es tan maravillosa que si va con dos chicos la única posibilidad imaginable es definitivamente que es una especie de cita doble, por supuesto.
Se coloca la chaqueta sobre los hombros al tiempo que piensa eso, considerando unos segundos devolverle a Rufus el paño que le dio en la mañana, aunque tomando en cuenta lo de hace poco de seguro apesta como toda su ropa así que descarta la idea tras unos momentos.
Se sorprende un poco cuando Rogue centra su atención en ella.
—Yukino quería ver una función de teatro que se daba hoy, yo y Rufus éramos definitivamente los únicos a los que también nos llamaba la atención. —aclara el mago, sorprendiéndola ante el detalle de que responda su pregunta.
Sonríe tras unos segundos, asintiendo luego.
—Juvia entiende —dice, considerando que en realidad no tiene mucho más que hablar y que lo mejor sería que regresara a su habitación para poder cambiarse.
Se despide dado eso, dispuesta a volver a su hotel, aunque Yukino le toma unos momentos para preguntarle dónde se están hospedando pues no ha tenido tiempo de ver ni a Lucy ni a Mirajane y le agradaría poder encontrarse con ellas. Juvia le pregunta su vez por el lugar donde se hospedan ellos antes de seguir su marcha.
Al llegar se percata de que solo ella puede querer devolverle un pañuelo a una persona y acabar llevándose su chaqueta, y que eso de la chaqueta contaba como momento romántico.
La caída seguía sobrando.
A la mañana siguiente se levanta y, pese a que le encantaría ir con Gray al puerto a ver la competencia de veleros, opta en lugar de eso por lavar y doblar las dos prendas prestadas que tiene, dispuesta a devolverlas. Se consuela con el hecho de que Lucy deja a su grupo para ir con ella, lo que implica que no debe preocuparse porque trate de adelantarse con Gray en su ausencia, quien irá con la otra parte de su equipo: Natsu, Happy, Erza, Wendy y Charle, y con ellos no se preocupa tanto (aunque prefiere prevenir que lamentar y le echa unas cuantas miradas a Erza, acaba decidiendo que con Nastu ahí es difícil que alguien tenga algún tipo de romanticismo).
Así que va con Lucy rumbo al gremio de tigres, tratando de no pensar demasiado en su oportunidad desperdiciada. Por lo menos en compañía de Lucy todo eso se hace menos incómodo, además es llegar y que Yukino prácticamente le salte encima a la maga estelar así que la atención definitivamente no se centra en ella, lo cual agradece.
No es hasta que se acerca a Rufus que se percata del detalle de que eso en teoría les da intimidad, pero Gray no está ahí así que no debe preocuparse por una hipotética situación incómoda.
—Juvia quería devolverte esto —dice, tendiéndole su chaqueta perfectamente doblada, sobre la que reposa el pequeño paño—, le hubiera devuelto el paño ayer pero lo empapó cuando... cuando se cayó —murmura, avergonzada.
Rufus no hace ningún comentario respecto a eso último, solo acepta ambas cosas y suelta un escueto «gracias» que Juvia desmiente porque la que debe agradecerle es ella. Sonríe levemente por todo eso, lo malo que fue el día anterior, lleno de tropiezos —casi literal— y luego solo conversa de cosas tontas sin aparente importancia porque se muere por dejar el tema de lado, de hecho le encanta el detalle de hacerlo. Ha ido a devolverle todo eso para agradecerle de paso su gentileza, así que tampoco es tan extraño que acaben conversando porque, además, Lucy conversa con Yukino y no parece que tenga planes de marcharse pronto y Juvia, desde ya, tampoco va a regresar sola o se va a quedar sin hacer nada.
Por eso acaba platicando con el mago con algo de formalidad todavía de ningún tema demasiado profundo, solo una simple conversación irrelevante de las que tienen las personas que comienzan a conocerse de verdad, más que solo de vista.
Todo eso sería agradable si no fuera porque todo eso no es su «comienzo atropellado», su comienzo atropellado viene después.
Y todo lo malo también.
I don't know wtf with Gray and the prawns. Just saying.
Nos leemos.
