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Titulo: Harry Potter y la Princesa Mestiza

Autora: Akasha Sorvolo Riddle (es decir, yo P)

Resumen: (Otra versión del 6º Libro...con toques del 5º) Cuando llega a Privet Drive, a Harry le espera una gran sorpresa. ¿Quién es la joven que está pasando allí las vacaciones? ¿Hay algo más detrás de su fachada de niña buena? Solo el tiempo lo dirá...

Disclaimer: Los personajes, escenarios, etc. que aparecen a continuación no son propiedad mía y escribo sin ningún ánimo de lucro...(¬¬)

Advertencia: Contiene spoilers del quinto y sexto libro

Coments: Bueno, este es mi primer fic, así no seáis muy duros, vale? ;) Espero que os guste!

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Harry estaba en el coche de sus tíos, camino al número 4 de privet drive. Su tío, cosa poco habitual en él, estaba callado. Por lo general se dedicaba a despotricar sobre el tráfico, los políticos, los motoristas, el propio Harry...sin embargo, por algún extraño motivo, hoy parecía...nervioso. Antes de llegar a privet drive, tomó un desvío y aparcó. Petunia, su tía, se giró y dijo a Harry con voz temblorosa:

-Bueno Harry, Vernon y yo queremos advertirte antes de llegar a casa sobre...algo.-Harry los miró entre intrigado y preocupado. Nada de lo que dijesen podía ser bueno. Vernon se revolvió en su asiento, incómodo.

-Bueno, una amiguita de Dudley, Linsey, va a pasar con nosotros una temporada. En casa. Así que, bueno,...bueno,-su tía tomó aire, sin saber qué decir. Harry la observaba incrédulo. ¿Dudley tenía una amiguita?

Vernon relevó a Petunia, amenazando a Harry con un dedo:

-Así que no quiero oír ni una palabra fuera de lugar¿me entiendes chico? No quiero comportamientos raros, ni una sola palabra sobre ti ni sobre tu colegio. Si haces cualquier cosa que haga a esa chica sospechar lo que eres, te encerraré en la alacena y no volverás a salir nunca más¿me oyes?

Harry observó indiferente el acalorado rostro de su tío. Después de haberse enfrentado a Voldemort, después de todo lo que había pasado en el Ministerio, desde luego no pensaba tener miedo de lo que su tío pudiese hacer. Pero como Vernon lo miraba apremiante asintió distraído, tratando de imaginar como podría ser una chica "amiguita" de Dudley. "O muy fea, o muy tonta-concluyó-Si le gusta Dudley...". Vernon, no muy satisfecho por la respuesta de Harry, lo observaba con suspicacia.

-¿Prometes ni un solo comportamiento extraño, ni una sola palabra sobre...-Vernon se paró e inspiró profundamente, y dijo entre dientes, casi escupiendo la palabra- magia?

-Si, prometido.-dijo Harry aburrido. Había perdido el interés por cualquier cosa que pudiese decir su tío; por un momento la mirada de su tía le había recordado los ojos de su padrino...tan sólo pensaba en Sirius, deseando que aún continuase con vida, recriminándose haberlo llevado a una trampa para encontrar la muerte, aunque hubiese sido sin querer. Sumido en los recuerdos apenas fue consciente de que habían llegado a privet drive. Se bajó del coche aún distraído, y caminó detrás de sus tíos hasta la puerta antes de reparar de que ya había alguien allí.

En la puerta abierta había una chica joven, que debía tener más o menos su edad, alta y esbelta, con una larga cabellera rubia y unos enormes ojos verdes. Harry la miró, impresionado, y pensó que se parecía a Fleur, la joven contra la que había competido dos años antes en el torneo de los tres magos, nieta de una veela, pero la sensación duró tan sólo unos segundos. Harry la miró boquiabierto. ¿Esa era la "amiguita" de Dudley?
La chica salió al jardín y saludó a los señores Dursley, ofreciéndoles té de una bandeja.

-Buenas tardes señora Dursley, Señor Dursley.-dijo, con una inclinación de cabeza.-¿Les apetece un poco de té? Ha debido ser un viaje agotador.

-Vaya, gracias querida-respondió Petunia con una sonrisa-¿Y Dudley?

-Oh, pensé que le gustaría pasar un rato a solas con sus amigos, así que los llamé y vinieron a darle una sorpresa.-Al moverse Vernon para coger una taza de té reparó en la presencia de Harry. Sujetando la bandeja con una mano le saludó, estrechándole la mano con la otra-¡Hola! Tu debes ser Harry, el primo de Dudley¿no? Me alegro de conocerte, Dudley me ha hablado mucho de ti.-dijo, con una sonrisa.

-Hola...¿Linsey, verdad?-dijo Harry.-Encantado de conocerte.

-¿Quieres té? También hay limonada en la nevera. Debe ser agotador tener el colegio tan lejos, y no poder venir a ver a tus tíos en vacaciones.

-Sí, claro.-respondió, tratando de que no se notase la ironía de sus palabras.-Una pena.

-Bueno Harry, sube a deshacer tu maleta¿quieres?-dijo Vernon en tono jovial, completando así la ficción de una familia normal y corriente.

-Sí, claro. Me llevará un rato deshacerla.

-Si quieres puedo ayudarte-se ofreció Linsey.

Por un momento Harry se sintió tentado de aceptar, pero entonces recordó la varita, la capa de la invisibilidad, sus libros de pociones...cosas extrañas que no deberían estar en el baúl de un chico normal.

-No, no te preocupes, prefiero hacerlo solo.

Linsey sonrió y asintió, probablemente aliviada por no tener que pasar la tarde deshaciendo una maleta que además no era suya. Harry cogió su baúl y se dirigió al piso de arriba, mientras oía como Dudley y sus amigos llegaban a la casa. Pero no tenía tiempo de provocar a Dudley ahora, se dijo, tratando de controlar las ganas que tenía de bajar y ver que pasaba. Tenía que darse prisa en esconder todos los objetos inusuales de su baúl bajo la tabla suelta debajo de su cama.

El baúl repiqueteaba golpeando contra los escalones mientras Harry tiraba de él con todas sus fuerzas, escalera arriba. Al fin llegó a su cuarto, y jadeante lo metió dentro de un empujón. Se dejó caer sobre la cama, y reparó en la presencia de Hedwing, su lechuza. ¿Cómo iba a explicar eso? Los chicos normales (al menos hasta donde él recordaba) no tenían una lechuza por mascota. Bueno, siempre podía ser un chico normal-raro.
Abrió el baúl y lanzó por encima del hombro todas las cosas normales (ropa muggle, calcetines, una mochila,...), que aterrizaron sin orden ni concierto sobre la cama. Después dobló cuidadosamente las túnicas y las escondió en el último cajón, entre las enormes camisetas heredadas de su primo. Recogió los libros, los rollos de pergamino, la capa, las plumas, el tintero, los ingredientes para pociones, y todo lo demás y lo puso en la tabla suelta bajo su cama. Pero la escoba no cabía, pensó, ni el álbum de fotos de sus padres, ni las revistas de quiddich. Dio un par de vueltas a la habitación, tratando de encontrar una solución, pero al final decidió dejarlas donde estaban, dentro de el baúl. La varita, por supuesto, la llevaba consigo. Una cosa era fingir ser normal, y otra arriesgarse a que le mataran. Se tumbó en la cama cansado, y asomándose por el borde de la colcha sacó de debajo de la cama una pluma y el tintero para escribir una carta a Ron.

Querido Ron:

¿Qué tal va todo?¿Y los gemelos¿Qué tal les va con la tienda?

Bueno, no te lo vas a creer. Llego a "casa" y¿a que no sabes qué? Resulta que Dudley tiene una "amiguita" que pasará el verano en privet drive, no sé por qué. Se llama Linsey, y lo más increíble es que es guapísima¡demasiado para Dudley! Incluso parece amable...¿no será un hechizo? Porque si lo es ¡quiero la fórmula!

Espero que Dumbledore me saque pronto de aquí, mis tíos se pasan del día sonriendo con cara de estúpidos y yo tengo que esconder todas mis cosas y fingir ser un muggle normal. No te imaginas lo aburrido que es esto, y eso que acabo de llegar.

Bueno, te dejo, tengo que ir a cenar.

¡Buena suerte jugando al quidditch con tus hermanos!

P.D: Dales recuerdos a todos de mi parte¿de acuerdo?

Terminó de escribir y la firmó, teniendo cuidado de no manchar las sábanas de tinta. Enrolló el pergamino y llamó a Hedwing, que voló hasta posarse frente a él.

Harry le ató la carta a la pata, mientras susurraba teniendo cuidado de que no se oyese fuera:

-Esto es para Ron¿de acuerdo? Llévaselo a la Madriguera.

Harry abrió la ventana para dejar salir a Hedwing, y se quedó mirando al jardín, donde estaban sus tíos, su primo Dudley y Linsey charlando. Las voces se elevaban con el viento y llegaban a él convertidas en un suave murmullo.

-Una familia normal-suspiró-y feliz.

Como podía haber sido la suya, de no ser por Voldemort. Pero antes de que Harry pudiese sumirse en imágenes de la vida que podía haber tenido, sus tíos entraron a la casa y un grito reclamó su presencia para cenar.

Linsey subió las escaleras seguida por Dudley, y se dirigió al cuarto de invitados. A los pocos minutos, mientras Harry aún bajaba hacia la cocina había salido con una ropa distinta y perfectamente aseada. "Esa chica no es normal, ni siquiera para mí"-pensó Harry, asombrado.

Al entrar a la cocina, cosa extraña, Harry encontró la mesa preparada y llena de comida. Por lo general era tarea suya poner la mesa y ayudar a cocinar, así que eso no lo molestó demasiado.

-Bueno, Dudley,-dijo Vernon, sentándose a la mesa-¿qué tal te lo has pasado con tus amigos?

-Eh, bien, bien- respondió Dudley sin prestar mucha atención, demasiado ocupado mirando a Linsey.-Hemos dado una vuelta, solo para, hum, hablar.

Harry apenas podía creerlo, eran demasiadas sorpresas para un solo día¡su primo sabía hablar!
Al ver que la conversación había llegado a un punto muerto, Linsey se apresuró a sacar otro tema del agrado de los Dursley.

-Señora Dursley, esta mañana he visto sus rodondedros, están preciosos en flor, debe haberlos cuidado mucho.

-Sí, bueno, los estuve cuidando durante casi un año, pero al fin están tan bonitos como cuando los planté.-respondió con falsa modestia, henchida de orgullo.

Poco a poco la conversación se dirigió hacia las abundantes plantas del jardín de los Dursley, nada fuera de lo común en realidad. Harry, pensando en sus amigos y en el colegio, apenas prestaba atención a lo que decían, cuando una frase lo trajo de vuelta a la cena.

-Sí, de veras les agradezco que me dejasen quedarme en su casa para el verano, después de todo lo que ha pasado...-decía Linsey.

-¿Qué ha pasado?- preguntó Harry bruscamente, lo que le valió una mirada reprobadora por parte de su tía.

-Verás, Harry, mis padres...murieron hace poco, y de momento no tengo a donde ir porque hubo problemas con la herencia...uno de sus abogados dice que en realidad debe ser toda para él ya que ellos no redactaron ningún testamento, y dejaron sin pagar sus honorarios por un juicio que en realidad nunca se produjo, pero lo está discutiendo con montones de papeleo y jerga técnica que no entiendo. La verdad es que es un lío. De momento me las he arreglado con la matrícula para el colegio porque me dieron una beca, pero...no sé qué puede pasar en adelante. Además, como comprenderás, no quisiera terminar en un orfanato, pero siendo menor de edad y sin padres ni tutores...

Harry la miró boquiabierto. Bueno, eso explicaba porqué era amiga de Dursley: lo más probable era que tuviese un trauma.

-Yo...lo siento, no sabía nada.

-No te preocupes, al fin y al cabo no es culpa tuya.

Todos se miraron en silencio, incómodos.

-Bueno, y...-Petunia trataba desesperadamente de encontrar otro tema de conversación-¿Cuándo os dan las notas?

-Creo que llegan la semana que viene.-respondió Linsey, contenta de cambiar de tema.-Las mandan por correo.

Dudley se removió incómodo en su silla cuando Linsey dijo lo de la semana.

-¿Qué te pasa, muchacho, tienes frío?-le preguntó Vernon, extrañado ante el comportamiento de su hijo.

-No, no, yo...-Dudley se debatió, tratando de encontrar una excusa- tengo...sueño.-desde luego esa era una excusa muy pobre, pero viniendo de Dudley era suficiente para los Dursley.-Así que, me voy a, eh, dormir ya.-terminó Dudley, titubeante.

Dudley se levantó al tiempo que Linsey se excusaba también:

-Si me disculpan yo también estoy cansada, mejor me voy ya a dormir. Buenas noches a todos.

Harry, que ya se veía sólo en la cocina con los Dursley, se apresuró a decir lo mismo.

-Si, eh, creo que yo también tengo sueño, mucho sueño.-repitió, acompañando sus palabras de un elocuente bostezo.

Pronto los pesados pasos de Dudley se perdieron en la distancia, y cada uno se fue a su cuarto.

Tumbado bocabajo en la cama, Harry pensaba.

Después de haber oído la profecía, no le quedaba otro remedio que ir a por Voldemort, y entrenarse para poder matarlo.