¡HOLA! :D Bueno, primero quería decir que esta es mi primera historia que escribo y subo, así que ojalá que les guste. Soy CoCoe, ADORO Detective Conan con toda mi alma, y también adoro escribir :) Muchas gracias las personas que lean mi historias y dejen reviews, en verdad que lo agradezco muchísimo :D
EL LAMENTO DEL SAUCE
I: La isla
– ¡Kawaii!
Las dos jóvenes observaron el paisaje de una pequeña isla que se veía cada vez más cerca con ojos de ensoñación, mientras que un joven moreno agachado y un niño con gafas hablaban en voz baja, comentando sobre los pasajeros que estaban presentes en el pequeño bote. El sol ya se estaba ocultando en el horizonte, dando paso a la noche.
– ¡La playa se ve deliciosa! –Exclamó una chica con coleta, con una gran sonrisa como el gato de "Alicia y el País de las maravillas". Sus ojos poseían un color verde oscuro, totalmente único y hermoso.
– Ahou, ¿crees que nos bañaremos en la playa? ¡Venimos por un caso, tonta! –Le regañó el joven moreno, con el ceño fruncido. Sus ojos azules verdosos mostraban ironía y enojo, aunque todos sabían que esos comentarios eran para provocarla.
– ¡Pues claro! –Contestó la chica ignorando el último comentario, y cruzándose de brazos–. ¡Si traje bañador, toalla y de todo! Y Ran-chan igual, ¿verdad? –Codeó a su amiga que estaba apoyada en la baranda, observando el paisaje.
– Eh… sí –la aludida sonó tímida, tratando de no meterse en las discusiones de los dos adolescentes, discusiones que eran totalmente normales (sería raro si no pelearan), pero que lo mejor era no involucrarse.
– Venga ya, Kazuha, ¿realmente crees que habrá tiempo para eso? –Le lanzó una mirada de superioridad a su amiga de la infancia.
La chica suspiró con energía, y le devolvió la mirada con furia.
– No puedes ser más idiota –Kazuha susurró lo suficientemente fuerte para que se escuchara.
– ¿Cómo me has llamado?
– Idiota. ¡I-di-o-ta! I-d-i-o-t-a…
– ¡QUE NO SOY IDIOTA! ¡Si es obvio que no vamos a poder bañarnos en la playa, es cuestión de usar el cerebro!
– ¿Acaso me estás llamando tonta?
"Si serán únicos…" pensó el niño con los lentes, observando cómo los dos amigos se insultaban.
Una carta le había llegado a Heiji Hattori una semana antes, citándolo a la mansión de los Hirayama, en la isla Takahashi (N.A: inventado xd), debido a un caso. No decía nada más. Curiosamente, también había citado a Shinichi Kudo, y Kogoro Mouri, pero, obviamente, el detective del Este no iba a asistir. Es decir, no iba a asistir como Shinichi Kudo, aunque aquello solamente lo sabía el moreno.
– ¡YA DÉJENSE DE DISCUTIR! Estamos por un caso, así que no creo que haya tiempo para eso, pero mientras resuelvo el caso, ustedes se pueden bañar, y caso cerrado –trató de cerrar el tema un señor con bigote, conocido como "Kogoro el Durmiente", haciendo un ademán de bostezo.
"¿Mientras que tú resuelves el caso?" pensó Conan con ironía. "Kogoro Mouri por sí solo no llegaría muy lejos"
– ¿Cuánto falta, señor Shubanuma? –preguntó el bigotudo.
En el bote, aparte del pequeño grupo en el que estaban ellos, se encontraba Yakumo Shubanuma, mayordomo de la familia y una mujer de unos 20 años, que no había pronunciado ni una sola palabra en todo el trayecto.
– Supongo que unos 3 minutos –respondió el hombre al que se dirigía el detective.
– Yo creo que menos –respondió la mujer extraña.
Un silencio incómodo se plantó en el pequeño bote, producido por la mujer, que fue notado por todos. El repentino comentario los pescó desprevenidos, sin poder pronunciar palabra. La señorita se colocó un mechón detrás de la oreja, y sonrió con autosuficiencia, notando el efecto que produjo en todos.
– Ahora que me doy cuenta, no me he presentado –se levantó de su asiento para que todos la pudieran ver con mayor claridad: tenía un cuerpo delgado y dotado en las partes adecuadas, un cabello largo, lacio y café oscuro y ojos grandes y de color azul –. Me llamo Natsuki Hirayama, tengo 21 años y soy la hija mayor de los Hirayama. Mi padre los citó a ustedes, pero por lo que veo ese tal Kudo Shinichi no pudo venir –. Suspiró con decepción –. Qué lástima.
"¿Shinichi?" pensó Ran, con una mueca de sorpresa e inocencia. ¿No había asistido a un caso? ¿Él? ¿Pero en que andaba ese maníaco de los misterios?
– ¿De qué se trata el caso? –Preguntó el chico moreno, observando a la mujer que había hablado.
– Dejen que mi padre les explique –contestó Natsuki, observando su destino que estaba prácticamente en frente de ellos.
Luego de unos minutos, el bote ancló en el pequeño puerto que la isla poseía, y bajaron los pasajeros del vehículo. Heiji, seguido por Kogoro, Natsuki, Kazuha, Ran que abrazaba a un Conan sonrojado, y por último el mayordomo, que llevaba los bolsos de Natsuki y de Kogoro.
– Esto es precioso… –murmuró para sí misma Ran, mirando y observando cada lugar.
Se podía ver la mansión de los Hirayama, que era extremadamente gigante. Unas grandes enredaderas trepaban por los muros de la casa, y al costado había unos juegos para niños, pero aún así la mansión daba un aspecto autoritario. Estaba rodeada por una cerca pequeña, que contenía un pequeño buzón viejo. Era la única vivienda en toda la isla, aparte de dos cabañas y una casa. En las cabañas dormían las amas de llaves junto al mayordomo, y en la casa los parientes de la familia cuando venían de visita, cómo les había explicado anteriormente Yakumo. Más adentro de la isla se veía un extenso bosque que abarcaba el resto de ésta. Las playas tenían rocas en toda la costa, excepto en una pequeña parte que se encontraba al frente de la casa. Aparte de las cabañas y la casa, Yakumo había mencionado un pequeño cobertizo en el otro extremo de la isla.
– Y bueno… ¿dónde se encuentra la persona que envió la carta? –Preguntó Kogoro, mirando hacia todos lados.
Como si sus palabras hubieran sido escuchadas por el cielo, un hombre de unos 40 años salió de la casa a un paso apresurado, y con una cálida y gran sonrisa. Tenía un aspecto amable y cariñoso. Su espalda era fornida, su rostro redondo, era regordete y poseía barba del mismo color del que era su cabello: negro azabache. Al llegar, abrazó a Heiji con un gran abrazo de oso. Todos rieron ante la cara de desconcierto del moreno que se limitó a devolver el abrazo con cierta inseguridad. Luego, abrazó al detective durmiente con igual fuerza, provocando el mismo efecto en todos.
– ¡Me alegro tanto de que hayan venido! –Exclamó el culpable del abrazo –. Yo les envié la carta, me llamo Keizo Hirayama. Ella es mi hija –movió la cabeza haciendo una seña, mostrando a Natsuki–. Ella estudia y vive en Tokyo y volvió hoy, debido a la situación. Fue perfecto para que los acompañara en el bote y para que yo pueda estar 100% seguro de que hayan asistido.
Kogoro los presentó a todos frente al señor Hirayama, que sonreía con amabilidad y gratitud.
– ¿De qué se trata el caso? –El detective del Oeste lo interrumpió de forma sutil, para ir directo al grano, mientras que el resto lo observaba de reojo.
Los ojos del señor Hirayama adoptaron un aire de tristeza, mientras que suspiraba con pesadez. Murmuró algo para sí mismo y jugó con la argolla de matrimonio en su mano izquierda. Luego de unos instantes, habló:
– Yakumo-san, ¿puedes preparar las habitaciones para los huéspedes?–le preguntó a su mayordomo. Éste contestó con un asentimiento de cabeza educado–. Entréguenle sus pertenencias, y él las ordenará. Yo les enseñaré la casa, y luego les hablaré de lo que pasó.
Dicho y hecho, entraron a la gran mansión a través de una puerta gigante, en la que podría pasar hasta dos luchadores de zumo. Accedieron a la entrada principal, que rebosaba de un mueble gigante, con un florero, un gran espejo que daba un aspecto un poco tétrico, y muchas fotos de los integrantes de la familia. Nada de lo que estaba ahí era muy caro y eso extrañó un poco a Conan. Es decir, para tener una isla en aquellas condiciones, un bote y vivir en una mansión, la única vivienda en toda la isla deberías de tener mucho dinero. Y normalmente en la entrada principal, que es la primero impresión de una casa, deberían de poner algo que demuestre eso, ya que normalmente la gente lo hace así, ¿no?
A la izquierda había una puerta corrediza que daba acceso a un gran Salón, dentro una chimenea estaba encendida, y grandes estantes para libros de todo tipo se encontraban a los lados. Desde la entrada principal, si seguías derecho se podía observar un paso que daba acceso a las escaleras, enfundadas en tela roja. A la derecha de esa puerta había dos más: una de una pieza llena de cajas de recuerdos de viajes, y de cosas que no se necsitaban, y la otra daba acceso a un gran estudio. Poseía una ventana que llevaba a un jardín con una piscina, y en el jardín, a lo lejos, se podía apreciar una habitación con juegos de mesa. Delante de ésta, un gran sauce, el cual sus ramas caían de forma melancólica. El comedor estaba al frente de la habitación principal, y al lado del comedor unas escaleras que llevaban al sótano. La casa presumía un garaje, una logia y una gran cocina.
En el segundo piso se hallaban dos piezas de invitados con dos camas, más tres habitaciones pertenecientes a los otros dos hijos y a la madre del dueño de la casa. La antigua habitación de Natsuki ahora era un salón para hacer ejercicio, lleno de máquinas de pesas y corredoras.
– Padre, ¿quiénes son estas personas? –Un chico adolescente salió de una de las habitaciones, mientras que hacían el recorrido. Su cabello era rubio y revuelto, su piel blanca como la nieve y relucía unos enormes ojos color azul con motas de oro. Era un poco más bajo que Heiji, como unos 7 centímetros. No se parecía en nada al señor Hirayama, ni tenía aspecto de ser japonés.
– Son las personas de las que te hablé, Takeshi –abrazó a su hijo y lo presentó ante todos –. Él es Takeshi, mi hijo, tiene 14. Mi otra hija se llama Mizuki, tiene 17. Debe de estar en su pieza. Lo mejor es no molestarla, es un poco reservada.
– Padre… sabes que Mizuki se enojará si sabe que has dicho eso de ella. –Lo regañó Takeshi con una tímida sonrisa. Observó a todos los invitados, pero su mirada se detuvo en Kazuha, la cual se puso nerviosa. Y lo que hizo al moreno enojar.
– Bueno… basta de cháchara, ¿podemos saber por qué nos citó aquí? – Heiji dijo violentamente, con el tono de voz elevado ligeramente. Una mirada de enojo de parte de Kogoro, Kazuha y Ran lo penetraron hasta los huesos–. A-Así podremos empezar antes… –Cambió rápidamente sus palabras, con una sonrisa nerviosa al ver que había sido muy grosero.
– Sí, lo siento mucho… –se disculpó Keizo con una amabilidad que sorprendió a Conan. Acababan de ser grosero con él, y sólamente se había disculpado... No sabía el por qué, pero sentía que había algo podrido en aquella familia.
Luego de unos minutos, todos se encontraban sentados en el gran Salón donde la chimenea estaba prendida, y emitía un cálido calor en toda la habitación, que se fundía en el aire, y se mezclaba con todos los sentimientos confusos de los invitados. Un silencio incómodo estaba plantado en el cuarto, solamente interrumpido por el sonido de la madera en la chimenea consumiéndose.
– Os he traído aquí debido a un asesinato –se atrevió a romper el silencio el señor Hirayama–. El asesinato de mi esposa.
Kazuha inmediatamente sintió lástima por los hijos de ese señor. Habían perdido a su madre en una edad tan… necesitada. En la época en la que más necesitas a tu madre. No se sorprendió por la actitud de la hija del medio de aquella familia, era totalmente normal sumirse en su mundo cuando ocurrían cosas así. Y admiró a Takeshi por seguir siendo tan amable, igualmente que el señor Hirayama. Se sintió identificada con aquellos niños, como algunas veces ya le había pasado anteriormente en otros casos en los que acompañaba a Heiji, donde moría alguien querido por muchos. Su madre había sido asesinada cuando ella tenía 14 años, así que entendía perfectamente lo que habían pasado aquellos chicos. A pesar de que fue lo peor que le pudo haber pasado, Kazuha recuperó su personalidad a los pocos meses de la tragedia.
"De todas formas, ese dolor nunca se va… solo aprendes a vivir con él." Pensó la muchacha, de forma melancólica.
– Hace un mes exacto, a las 3 de la mañana, la asesinaron, aquí. El cuerpo estaba colgado de un sauce que está en el jardín. Tenía clavado un cuchillo en el corazón, esa fue la causa de la muerte. Llevaba un vestido formal… –Keizo tuvo que detenerse, dando a entender a todos de que era una necesidad para poder retener ese vacío que sentía en su estómago, ese dolor que sentía en su corazón –. En fin… en esta carpeta –les tendió un portafolios que rebosaba de documentos que sobresalían por el lado– está todo lo que necesitan saber. Aquí estoy si quieren hacerme preguntas, y todas las personas presentes en ese día se encuentran actualmente en la isla.
– Pero… ¿la policía no encontró al culpable? –Preguntó Conan con voz de niño pequeño.
– ¡Por supuesto que no, mocoso! –Lo regañó Kogoro, dándole un golpe en la cabeza –. No hagas preguntas, ya es suficiente con que escuches.
– No, por eso los cité… –Keizo ignoró aquel comentario de Kogoro, sonriéndole débilmente al pequeño, quién se sobaba la cabeza –. Deberían de haberlo encontrarlo –el gran hombre fornido respiró agitado y cerró los ojos, apretando los puños– … me pone enfermo saber que vivo con el asesino de mi esposa todos los días. Ya no confío en la policía.
– D-Disculpe por interrumpirlo pero…¿podría ir al baño? –Kazuha se levantó tambaleante sin escuchar la respuesta: estaba totalmente pálida y sudor corría por su frente.
– ¡Claro! –Keizo fingió una sonrisa.
– Kazuha-chan, ¿te encuentras bien? –Le preguntó Ran, preocupada al ver a su amiga en aquel estado.
Todos se quedaron mirando a la amiga de la infancia de Heiji. Se veía débil, y estaba temblando.
–Sí, sí… –la aikidoka esbozó una débil sonrisa–. Sólo me mareé un poco, lo siento.
Al acabar de hablar, la chica de la coleta salió apresurada del Salón, con grandes zancadas, tambaleándose un poco y con la respiración agitada. Todos contemplaron como salía de la habitación, y todos tenían un lío con lo que había pasado. ¿Qué había pasado para que ella entrara en ese estado? Kazuha nunca había sido de las chicas que se enferman con facilidad, que se marean, o algo del estilo. Y siempre había sido caracterizada por ser una persona alocada y energética.
"¿Qué le habrá pasado?" pensó Conan, que le echó un vistazo a su amigo con gorra: Hattori estaba reflexionando, observando la puerta corrediza por la que segundos antes había pasado Toyama.
Nadie sabía lo que había ocurrido recientemente, y luego de unos instantes de silencio, retomaron el tema del asesinato. Pero Heiji no estaba prestando atención a lo que hablaba el hombre, si no que prestaba atención a la gran pintura que colgaba de una de las paredes de aquella habitación.
– ¿Es aquella su esposa? –Preguntó impulsivamente, interrumpiendo lo que el señor Hiroyama estaba hablando. Señaló el cuadro con la cabeza.
El señor Hirayama observó el cuadro unos segundos, y sonrió con nostalgia.
– Sí... el cuadro fue hecho por nuestra hija, Mizuki.
– ¿Mizuki? –Ran preguntó sorprendida. Si no se equivocaba, aquel nombre correspondía a la hija del medio, la que tenía 17 años.
– Sí... su coeficiente intelectual es de 160, increíble, ¿no?
"Extraordinario..." pensó Conan, sorprendido.
La casa parecía tener una armonía agradable para todos, pero Conan sentía que algo no encajaba. Había algo que estaba fuera de lugar, que no podía ser posible. La armonía y paz reinaba en aquella casa, ¿o eso era lo que querían pretender?
Lo que no sabía, es que aquella armonía ya llevaba bastante tiempo desequilibrada.
Y que pronto, se rompería definitivamente.
¿Y qué tal? ¿Les gustó? ¡Déjenme un review para que lo sepa! :D
Estoy demasiado entusiasmada por esto, este nuevo"proyecto" que digamos. Lo he tenido en mente, dándome vueltas por la cabeza todo el día, y al fin he podido ponerlo en papel para mostrarlo. Aunque apenas tengo escrito el capítulo 1, y el 2 a medias, y tengo ya casi todo planeado en mi mente, pero me va a costar un poco hacer que las piezas encajen, y darle ese toque de "Gosho Aoyama" pero ¡espero poder lograrlo! Y deseo que no se me acabe la imaginación y la inspiración, ya que odio que dejen historias buenísimas a medias, y no quiero ser de esas personas.
Y bueno, me despido. ¡Hasta el próximo capítulo!
