Título: There's a shadow hanging over me
Fandom: Music!RPF
Claim: John Lennon. Paul McCartney.
Disclaimer: ¿Míos? I wish!
Summary: Hay veces en que los recuerdos le abruman. —Viñeta. Para Alejandro.
Nota: Para mi desconocido bonito del alma porque lo amo y esas cosas.
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«Now I long for yesterday.»
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1
Hay veces en las que Paul se frustra consigo mismo. Se enoja. No se soporta. Sólo quiere echarse a su cama y dormir un poco más, toda la vida, si puede; sólo para ver si así ese pensamiento recurrente, ese escalofrío que le recorre, esa sensación de que John sigue ahí, se desvanezca. Hay veces en las que Paul ríe, voltea a su lado, listo para decirle algo a John y recuerda que ya no está. Que a su lado sólo queda el vacío, esa silueta que aún es capaz de dibujar en su mente; esa sombra que no se marcha, que sólo se hace un tono de gris más bajo con el paso de los años, pero que está ahí, constante en su inconsistencia, recordándole lo ocurrido.
2
Hay veces en las que Paul se pregunta qué tan diferentes hubieran sido las cosas si Yoko nunca hubiera aparecido. No puede evitar que ese «y si...» le atormente de vez en cuando, sobretodo cuando el recuerdo de su mejor amigo le pesa en los hombros y le llena la cabeza de esas canciones que escribieron juntos, de esas que dejaron a medio hacer. No puede evitar preguntarse si tal vez, sólo tal vez, si aún se hubieran mantenido en contacto, si nunca hubieran perdido el contacto en absoluto, a lo mejor John en estos momentos seguiría vivo. Tal vez. Probablemente.
3
Hay veces en las que Paul llora un poco (en las noches, cuando está completamente seguro que nadie, NADIE, va a escucharle) cuando le recuerda. Hay veces en la que en entrevistas, en su propia casa o incluso cuando ve a personas caminando por la calle, portando una de esas camisetas que tienen su cara en ella, la de los cuatro (y John siempre al lado suyo) debe respirar lentamente y pensar en otra cosa que no sea que ya no está. John ya no está y él no puede hacer nada para remediarlo.
+1
Hay veces en las que Paul se encierra en su cuarto, completamente solo y con sus discos viejos al lado. Y pone todos y cada uno de ellos. Los escucha, canta bajito las letras que tiene grabadas en su memoria a fuego y recuerda. Recuerda todos esos años, a aquellos cuatro amigos que estaban solos contra el mundo. A aquellos cuatro amigos que eran como hermanos. Escucha atentamente, recordando cosas que ocurrieron mientras esas palabras eran escritas, cuando esa melodía era compuesta, cuando en el estudio de grabación alguien decía algo estúpido y el otro no podía hacer otra cosa que reír y todo tenía que grabarse de nuevo. Pero un recuerdo siempre le gana a todos, ese que más trata de enterrar en los confines de su mente, ese de aquél hombre que llegó a ser su mejor amigo, su hermano, el que mejor lo entendía en todo el mundo; ese recuerdo, firme, concreto, recordado a la perfección, de una mano que se adelanta, esperando se estrechada mientras su dueño murmuraba que «John Lennon, un gusto» con una sonrisa tenue.
