Scott Pilgrim © Bryan Lee O'Malley
Esta historia fue originalmente escrita por Voice4TheMute y, con su permiso, traducida al español por sadcore.
Voice4TheMute presenta:
«¿Alguna vez te has preguntado cuánto duran las primeras impresiones? Pues para siempre. Eso es lo que duran. Lo mismo da si es buena o mala, tú o cualquiera en el mundo vais a recordar a quien sea por la primera opinión que hayáis tenido. Aunque eso no significa que estés etiquetado de por vida. Hay una forma de deshacer esa primera impresión, aunque es una cuesta muy larga que subir. ¿Pero a quién le importa cómo eres frente a tus iguales? Tú eres tú mismo y deberías prepararte para ser el número uno, ¿no?
»...bueno, cuando eres un estudiante de tercer año que se ha trasladado de instituto, aprendes que los amigos son difíciles de conseguir».
Una historia basada en Scott Pilgrim de Bryan Lee O'Malley.
—¡Todos fuera del autobús! —escuché gritar al conductor, sentada al final del autobús. Miré a todos los adolescentes con sus extraños uniformes, de color negro, azul y morado, salir disparados mientras me tomaba mi tiempo para no salir pitando. Desafortunadamente para mí, el conductor del autobús no era tan paciente.
—¡Venga, Ricitos de Oro! ¡Vamos! —me gritó mientras le miraba y cogía mi mochila con el ceño fruncido. Me ajusté el pasador de pelo de perlas morado una vez más antes de ir a la parte delantera del autobús para salir—. ¡No te caigas al salir! —Le oí reír cuando cerró la puerta tan pronto como bajé. Escuché que aceleraba muy rápidamente, y vi alejarse mi última oportunidad de regresar.
Ahora estaba aquí atrapada...
... sola...
... en el Instituto Católico St. Joel.
La vida en St. Joel 008: Los chicos nuevos.
«Tal vez no sea tan malo» pensé para mis adentros mientras reunía el valor para caminar hacia la escuela. Todos los estudiantes estaban fuera del edificio hablando unos con otros en sus pequeños grupos. Las clases no empezaban hasta dentro de treinta minutos así que estaban poniéndose al día entre ellos, hablando sobre qué hicieron el fin de semana y todo eso. «O sea... Éste es mi nuevo comienzo. Puedo ser quien yo quiera ser. No es que no fuera nadie en mi antiguo instituto, pero, ¡puedo forjarme la reputación que quiera! ¡Tal vez pueda ser parte de los chicos populares!» pensé mientras miraba de nuevo a mi alrededor. Había grupos de estudiantes congregados por todas partes. A primera vista se ignoraba qué tipo de grupos eran. Había chicos sentados en el suelo jugando con cartas intercambiables, chicos en corro con guitarras y bongos en las manos, incluso chicos con violines y clarinetes. Había grupos con libros, grupos que llevaban ganchillos e hilo para tejer a crochet, grupos con sombreros de mago... mientras más miraba, más me daba cuenta de que esta escuela tenía mucha variedad de intereses y hobbies. Pero lo que también se me ocurría es que la mayoría de esos grupos ya estaban establecidos. Se conocían entre ellos, y parecía que realmente nunca se mezclaban con otras personas. Ahí fue cuando me dí cuenta de que era la rara. Integrarme en uno de esos clubes sería un rollazo, sin mencionar que la verdad es que no tenía ningún hobbie destacable. Claro que, puedo tocar la guitarra más o menos, puedo hacer punto más o menos... pero parece como si estos clubes estuvieran... especializados. El grupo de crochet estaba trabajando en lo que parecía una manta gigante, el conjunto de violín y clarinete estaba practicando una pieza muy complicada, y el grupo con los libros estaba teniendo un gran debate sobre el libro que todos sostenían en sus manos. La mayoría de amistades ya estaban hechas, así que iba a ser muy difícil encajar en alguna.
—Eh... ¿señorita Miller? —escuché a alguien decir cuando miré hacia la puerta doble abierta, frente a mí, revelando a un hombre de mediana edad con un traje marrón. Parpadeé un par de veces mientras lo miraba—. Es la señorita Lisa Miller, ¿verdad? —preguntó una vez más mientras yo asentía.
—S-sí. Lo soy —dije mientras me ofrecía su mano, la cual estreché cortésmente.
—Soy Frank Thomas. Soy su director y el decano de estudiantes. Permítame ser el primero en darle la bienvenida al instituto católico St. Joel. Estoy seguro de que se adaptará sin problemas —me dijo. Parecía de guión, claro, pero fue acogedor. Después de todo, nadie me había saludado en el autobús o de camino a la entrada principal. Estaban en sus propios mundos. Mundos que aún estaba tratando de averiguar cómo pertenecer a ellos. Cuando miré al decano, tenía una mirada desconcertada en el rostro.
—¿Pasa algo? —pregunté mientras se frotaba la barbilla.
—Debería haber uno más... —dijo, mirándome fijamente. Pero fuera lo que fuese que había en su cabeza, lo deshizo rápidamente—. Oh, no importa. Venga conmigo. Le daré su horario de clase y un miembro del CEA le mostrará dónde están sus clases —dijo mientras entrábamos al vestíbulo principal. Las paredes estaban revestidas con taquilleros... ¡hasta tan lejos como me permitían ver mis ojos! Ya había unas cuantas personas en el interior, sacando los libros y hablando entre amigos cuando echaron un vistazo rápidamente al decano y luego a mí. Los pillé mirándome fijamente y enseguida se volvieron.
—Qué mal rollo... —me dije a mí misma cuando vi al decano Thomas mirar por encima de su hombro.
—¿Ha dicho algo?
—¡N-nada, señor! —dije rápidamente, añadiendo el «señor» al final por impulso. Era un mal hábito el mío añadir eso al final cuando hablaba con personas que tenían mucha más autoridad que yo—. Um... ¿decano Thomas? ¿señor? Dijo usted que alguien del... ¿cómo era? ¿CEA...? ¿Iba a enseñarme los alrededores? ¿Quiénes son?
—El cuerpo estudiantil asociado, señorita Miller —dijo sencillamente mientras tomábamos la esquina. Las taquillas continuaban por este pasillo también. Era como una trampa mortal que esperaba a que estuvieras solo para poder destrozarte con sus metálicas puertas grises.
—Hombre de pocas palabras —dije en alto, cuando giró su cabeza hacia mí de nuevo. Sentí mi cuerpo tensarse con su mirada.
—Voy a olvidar que he escuchado eso, señorita Miller —dijo mientras volvía su cabeza y continuaba andando. Al fin llegamos a una puerta con una placa de latón que rezaba 'Director'. No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que ésta era su oficina—. Pase —dijo abriendo la puerta. Era una típica oficina; un escritorio de madera bonito con su nombre en una placa en el centro, fotos de él, su esposa, y niños a un lado, estanterías de libros contra todas las paredes, y una lámpara que cubría toda la zona de escritura de su escritorio. Tomé asiento en una silla bastante cómoda, y él se sentó tras su escritorio.
—Es un bonito lugar el que ha arreglado usted —le dije mientras pasaba de mí. Le vi abrir un cajón y sacar una carpeta amarilla y cómo la abría encima del escritorio. En la etiqueta ponía mi nombre y en su interior había un expediente sobre mí y una foto mía de primer año de mi otro instituto sujeta con un clip. Sacó otro folio que estaba tras mi expediente y lo ojeó.
—Bien, señorita Miller, éstas son las clases elegidas para usted según el expediente académico de su anterior instituto. Si tuviera algún problema, por favor consulte con su profesor antes de venir a la oficina. Deseamos verla triunfar, no fallar —dijo, de carrerilla otra vez. Lo sabía porque ni siquiera me estaba mirando cuando lo dijo. Su vista estaba fija en algún libro de su estantería o algo de por ahí. Fue a su interfono, el cual estaba bajo el extremo inferior de su escritorio, y lo pulsó—. Señorita Adams, ¿puede informar al guía del CEA que la señorita Miller está lista? —dijo, y hubo una confirmación por la otra parte.
—Muy bien, decano Thomas.
—Muchas gracias, decano Thomas —le dije mientras me miraba directamente a los ojos. Me callé por completo de nuevo mientras me ponía cara seria cuando me miró.
—Señorita Miller, supongo que será una buena estudiante y un miembro fructífero en nuestra escuela, ¿verdad? —dijo casi retórico, pero en un tono serio—. La veré por el campus, pero rezo por no tener que verla jamás en mi oficina, ¿está claro?
—¡C-como el agua, señor! —tartamudeé mientras me ponía tensa. Mantuvo su mirada sobre mí durante otro minuto antes de alzar la vista.
—Ah, tú debes ser la guía —dijo con voz normal, y miré sobre mi hombro. Había una chica de pie tras mi silla. Tenía el pelo castaño a la altura de los hombros y vestía el uniforme escolar de St. Joel con la falda escocesa morada. Yo opté por la falda negra ya que tenía puesto el pasador de pelo y las pulseras moradas—. La señorita Lisa Miller está preparada para su visita.
—Bien. ¿Vamos? —me dijo mientras me levantaba y me despedía del decano saliendo por la puerta. Recorrimos los pasillos llenos de taquillas antes de que la guía me hablase de nuevo—. Estoy impresionada. Has conseguido sobrevivir a una charla con nuestro decano —me dijo mientras la miraba.
—¿Por qué dices eso?
—Bueno... es un tipo muy serio, por si no te habías dado cuenta —me dijo, y me volví automáticamente.
—Sí, y que lo digas.
—Y por lo que se ve, nuestro año de graduación le ha traído a un par de problemáticos. Lo han mantenido... al límite... —dijo mientras me llevaba a mi primera clase—. Aquí está, 143. Aquí tendrás geografía —dijo mientras continuaba andando. La seguí rápidamente justo detrás.
—¿A qué te refieres con «problemáticos»? —pregunté, dándome cuenta de que no nos habíamos presentado—. Soy Lisa, por cierto —añadí rápidamente.
—Lauren. Encantada de conocerte.
—Igualmente.
—Problemáticos como los chicos que, por falta de mejores palabras, son abusones. Causan problemas e incluso empiezan peleas de vez en cuando. Si no fuera por que los padres son enormes donantes de la escuela, ya los habrían echado —me dijo mientras me enseñaba mi segunda aula.
—Vaya... Eso no mola. Entonces debería evitar... —fui apagando mi voz, esperando que ella me pusiera al tanto.
—Deberías evitar a un grupo de tres chicos, llamados por sí mismos, los Matones de Joel. Sutil, lo sé. Ojo con un chaval que lleva un gorro negro, con un tipo «grandote» de cejas gruesas, y con un rubio con entradas. Edward, Austin y Andrew.
—Bueno es saberlo. Gracias, Lauren —le dije mientras me asentía conforme.
—Y también encuentra un club al que apuntarte. Por si no te has dado cuenta, esta escuela está muy... orientada a los clubes —dijo mientras nos detuvimos en el pasillo frente a mi tercer aula.
—Lo he notado. ¿Entonces todo el mundo de por aquí es parte de un club? —pregunté, y asintió.
—Básicamente. Normalmente los clubes detienen el reclutamiento durante el segundo mes del semestre, pero aún queda mucho para eso. Si no quieres sentirte fuera de lugar, entonces te sugiero que, durante el almuerzo, te des un paseo por el campus y veas los clubes que te interesen. Descúbre cuáles son tus aficiones y... únete.
—Pero, ¿qué pasa si no soy muy «buena» en mi hobby?
—Bueno, esta escuela es muy variada en clubes. Estoy segura de que encontrarás algo —dijo mientras continuábamos con la visita.
Y entonces... comenzó el almuerzo...
—Hola —empecé, frente al grupo que estaba tocando las guitarras en los bancos de fuera. El grupo de siete se detuvo y alzó las vistas hacia mí. Estaba un poco asustada por la repentina atención, pero decidí continuar mi presentación—. Mmm... Soy Lisa. Me he trasladado de instituto y no he podido evitar fijarme en que tocáis la guitarra —Seguían mirándome fijamente. O puede que a mis pechos... no estaba segura ahora—. Esto... yo también toco la guitarra —les dije. La verdad es que sólo había tocado unas tres veces pero podía leer tablaturas... ¿tal vez con eso pudiera pasar?
—¿Qué tipo de guitarra tocas?
—¿Quién es tu guitarrista favorito?
—¿Qué acorde es éste?
—¿Dónde está tu guitarra? ¡Deberíamos tocar juntos!
Todos empezaron a preguntarme cosas relacionadas con guitarras tan rápido que mi cerebro no pudo soportarlo.
—Yo... uh... no importa —dije mientras retrocedía lentamente y me giraba para alejarme de ellos. «Vale... eso no ha funcionado. Pero hay otros clubes a los que podría unirme... »
Club de crochet
—¿Cuál es el mayor proyecto que has hecho?
—Esto... —vacilé—. ¿Un calcetín?
Club de literatura
—Estamos leyendo ahora mismo Amar en tiempos revueltos en su versión original española. ¡Eres bienvenida para unirte y leer con nosotros mientras exploramos los personajes y comprendemos lo que el autor quiso decir con cada uno de ellos!
—No puedo leer español, y menos entenderlo.
Club de videojuegos
—¡Qué pasada! ¡Una compañera gamer! Por favor, dile a mi compañero «amigo» que cualquiera con un cerebro debería ir siempre con catorce pool y catorce hatch. Quiero decir, ¡esa orden de edificios puede soportar lo que sea!
—¡Ni siquiera sé de qué juego estáis hablando!
TCG (Trading Card Game) Club
—Una chica...
—Vale. No sé en qué estaba pensando...—dije mientras salía de la sala.
Cuando ya había pasado la mitad del tiempo del almuerzo, me encontré sola en una mesa en medio de la cafetería. Era la única mesa que los clubes por alguna razón no habían ocupado, y lo encontré un lugar muy cómodo para regodearme en mi intento fallido por unirme a un club.
—No me lo puedo creer... no encajo en ningún sitio. No era nadie en mi anterior escuela y no soy nadie aquí... —suspiré mientras miraba por la cafetería. Todos estaban hablando entre ellos, pasándolo bien, con amigos, con personas que compartían intereses...—. ¿Eh? —Me fijé en un pequeño grupo de chicas que estaban sentadas en el extremo derecho de la cafetería. No parecía que estuvieran haciendo nada más que hablar entre ellas. Tal vez no fueran parte de ningún club. Tal vez fueran marginadas... marginadas como yo. Eso me animó mientras reunía el valor para ir a hablar con ellas.
Los marginados
—Esto... hola —dije con una voz bastante débil. El grupo consistía en tres chicas: una rubia con coleta, una castaña de pelo corto, y una chica con el pelo negro que pasaba de sus hombros. Cuando dije «hola», se volvieron y me miraron, una de ellas con las cejas levantadas—. Mmm... ¿puedo unirme a vosotras, chicas? —Se miraron entre ellas por un minuto entero antes de hacerse a un lado. «¡Al fin! ¡Un respiro!» Me senté justo al lado de la castaña, la cual se apartó a un lado para darme más espacio... o para alejarse de mi. No estaba muy segura—. Soy Lisa.
—Britney —dijo la de pelo negro.
—Michelle —habló la castaña.
—Y yo soy Alice —dijo la rubia examinándome.
—Encantada de conoceros —dije, esperando que apartaran sus miradas calculadoras lejos de mí—. Bueeeeno, ¿qué hacéis, chicas? ¿Sois un club? —pregunté, y se miraron entre sí antes de que hablara la castaña:
—Supongo que se puede decir que somos un club.
—Nos aseguramos de que haya un «orden» en la escuela. Más o menos como... —empezó Britney parándose mientras intentaba pensar en una buena palabra.
—La policía —dijo Alice elevando una ceja. No estaba segura de si era la palabra que estaba buscando Britney, pero ni ella ni Michelle estuvieron en desacuerdo—. Nada sucede en estos terrenos sin nuestro conocimiento. Supongo que puedes decir que somos las monitoras del campus no-oficiales. Así que dime, rubita, ¿qué te trae por aquí? No me suenas, pero no pareces de primer año, ¿eres nueva?
—Sí —admití, rascándome la cabeza—. Me he trasladado. Mi familia se mudó a Ontario del Norte hace un mes así que tuve que irme de mi antigua escuela a ésta. Perdí a todos mis amigos y estaba esperando hacer nuevos —les dije. No dijeron nada de primeras. Pero todas ellas miraron a Alice por algún tipo de respuesta.
—¿Estás buscando amigos? —me dijo, casi condescendiente.
—Mmm, sí. Quiero decir, si queréis... —dije, empezando a sentirme no deseada.
—Bueno, has venido al sitio apropiado. Conocemos a todos los que son alguien en este campus. Si vienes con nosotras, tendrás cantidad de amigos —me dijo Alice, y sentí mi ánimo de vuelta.
—¿En serio? —dije, saltando en mi asiento emocionada. Me miraron como si estuviera loca así que me calmé y volví a decirlo—. Digo... ¿en serio?
—Mmm... —dijo Alice mirando a Britney y a Michelle—. Estaremos encantadas de ayudarte para que te establezcas aquí en esta locura de escuela... ¡pero primero! ¿Qué tal si nos compras algunas bebidas? Ya sabes... para brindar por tu nuevo comienzo —dijo mientras me levantaba.
—¡P-p-por supuesto! ¡Sí! ¡Un brindis! Tres... no, cuatro personas. Ouch... será un poco caro. Pero ya sabéis, ¡lo que sea por mis nuevas amigas! —dije, insegura al principio pues me quedaría sin paga semanal, pero cualquier cosa merecía la pena para conseguir amigos. Me apresuré a donde estaban las máquinas expendedoras y empecé a meter mi dinero—. No puedo creerlo... ¡me ha tocado la lotería! ¡Supongo que las cosas realmente salen bien poco a poco! —Otra chica vino a mi lado y empezó a meter dinero en la otra máquina. No me fijé bien en ella, pero su voz era un poco monótona.
—Yo tendría cuidado si fuera tú —me dijo, pero no presté atención. Toda mi atención estaba en meter las monedas en la máquina—. Mézclate con la gente equivocada y te encontrarás a ti misma en un pozo sin fondo —dijo de nuevo mientras la miraba coger lo que hubiera comprado y se alejaba. Me giré para ver quién era, pero de alguna forma desapareció entre la multitud de la cafetería.
—Eh... vale. Eso ha sido raro —dije, inclinándome y cogiendo las cuatro latas de refresco y poniéndolas contra mi cuerpo. Sujetar cuatro latas de refresco estaba siendo más difícil y complicado de lo que pensé cuando comencé a volver a mi sitio en la mesa de la esquina. «Vale... vamos a no tirar nada. Esto me ha costado el resto de mi paga, ¡por amor de Dios! Lo último que quiero hacer es...»
—¡APARTA, NIÑA! —dijo un tipo en voz alta y áspera, mientras veía una mano gigante moviéndose hacia mí y empujándome en el hombro, apartándome del camino. Intenté sujetar las latas lo mejor que pude contra mi cuerpo cuando el tipo me empujó, pero sentí que una se resbalaba y caía al suelo. Mis ojos se agrandaron cuando la vi golpear y botar contra el suelo, dando vueltas en el aire por un segundo. Sujetando tres con un brazo, atrapé rápidamente la lata en el aire y suspiré de alivio, viendo que no había daño visible alguno, aunque se había agitado bastante.
«Tío, oh, tío... esta cosa está a punto de explotar... Vale. Tomaré yo ésta. Lo último que quiero hacer es manchar a mis nuevas amigas...»
—¿Por qué tardas tanto? —escuché a Britney mientras me espabilaba y presionaba las latas contra mi cuerpo otra vez.
—¡Ya voy! —dije mientras iba cuidadosamente de vuelta a la mesa. Vi a las chicas mirándome cuando dejé las latas. Pero cuando lo hice, en vez de que las latas se quedaran enpie donde podría identificar la agitada, todas ellas cayeron y empezaron a rodar lejos de mí—. ¡Oh, mierda!
—No te preocupes. Primera —dijo Michelle cogiendo la más cercana a ella. Britney y Alice también cogieron una lata al azar quedándome con la última. La cogí vacilante y la miré, entonces miré las otras.
«Oh, no... oh, mierda... ¿cuál es? ¿Es la que tengo? ¿O es alguna de ésas? ¡Tengo un veinticinco por ciento de probabilidades de tenerla! No, creo que la tengo. Ésta era la de la derecha así que tiene que serla.»
—¡Por nuestra nueva amiga! ¡Que encuentre los amigos y la popularidad que busca saliendo con nosotras! —brindó Alice mientras alzaba la lata. Britney y Michelle hicieron lo mismo mientras yo levantaba la mía a media altura de mi brazo.
—¡Chin-chin!
—C-chin... chin... —dije en voz baja. «Tengo la lata... Sé que la tengo... pero ¡mierda! ¡Ahora no puedo abrirla! ¡Explotará sobre mí y todos lo verán!»
Pero la verdad fue que...
No la tenía yo.
La tenía Alice.
Tan pronto como Alice quitó la anilla, fue recibida por un spray constante de cola por toda la cara y por todo el cuerpo. Britney y Michelle gritaron alejándose del géiser de cola que se desató mientras Alice fue abandonada en un revoltijo desaliñado. Su pelo, su ropa, su cara estaban completamente empapados y su mirada estaba fija en mí.
—¿Salud? —dije, elevando mi lata al aire de nuevo mientras me miraba con todas sus fuerzas.
—¡TÚ! ¡ZORRA! ¿Quién te ha metido en esto? ¿Para quién trabajas? —me gritó mientras retrocedía. No estaba segura de qué estaba hablando, pero supongo que pensaba que alguien me había empujado a esto.
—¡N-no trabajo para nadie! ¡Fue un accidente, lo juro! —me defendí mientras ella continuaba gritándome.
—¿Tienes idea de lo que has hecho? ¿¡TIENES IDEA! —gritaba mientras escuchaba murmullos a mis espaldas.
—No puedo creer que la nueva haya empapado a la chica más popular de la escuela.
—Ha regado completamente a la hija del decano de estudiantes.
—Ouch... mojarla probablemente sea la primera y la última cosa que hará en esta escuela. Va a tener que trasladarse.
—Un momento —dije, mirándola—, ¿vosotras no sois marginadas... como yo?
—¡MARGINADAS! —Alice me gritó de nuevo—. ¡Somos las más populares y las más influyentes en esta escuela! ¡Los de último año nos admiran! Y, señorita, ¡has cometido el mayor error de tu joven vida en el instituto! ¡Me encargaré PERSONALMENTE de que NADIE sea amigo tuyo! —gritó mientras la gente empezaba a reunirse para ver qué había hecho yo.
—¡Yo... no lo sabía! ¡Lo siento! —supliqué.
—¡No vas a salir de ésta, Lisa! ¡Lo juro! —dijo Alice mientras veía a Britney aparecer de repente y justo a su lado, había un monitor.
—¿Ve? ¡Esa chica la ha pulverizado con refresco! —dijo Britney mientras me miraba el encargado. De pronto me sentí traicionada. Las personas que pensé que podrían ser mis amigas terminaron siendo la peor gente con la que podía meterme.
—¡Fue un accidente! —le dije al monitor mientras apuntaba con su dedo en dirección a la puerta.
—Al director. ¡AHORA! —me dijo mientras todos se calmaban. Vi que Alice, Britney, y Michelle me miraban con miradas asesinas. Examiné a las personas de la multitud y ví que estaban todos juzgándome en ese segundo.
En ese instante, supe mi posición en esta escuela. Supe lo que todos estaban pensando sobre mí...
Supe cuáles fueron su primera impresión.
Me giré hacia la puerta y vi a los estudiantes dejándome paso para llegar derecha a la salida. Tomé mi camino de la vergüenza y crucé la doble puerta, dirigiéndome hacia la oficina del director.
En un día pasé de ser la chica nueva a ser una marginada. Sabía que mi vida social estaba ahora oficialmente acabada y todos en la escuela estarían hablando sobre mí a mis espaldas. Era una sensación horrible y deseaba y rogaba que, de alguna forma, Dios hiciera retroceder el tiempo para poder prevenir aquel incidente. Pero incluso yo sabía que eso no era posible. Así que me senté en la silla que estaba fuera de la oficina del director y me enterré en ella tanto como pude. Pero pronto, alguien más vino y tomó asiento justo a mi lado. Levantando una ceja lo inspeccioné cuidadosamente. Era más o menos de mi altura, el pelo castaño claro desaliñado, el uniforme hecho pedazos, y lo que parecían dos ojos poniéndose morados. Cuando se sentó, se inclinó hacia delante y apoyó la cabeza en sus manos y suspiró.
«Tal vez éste fuera mi grupo. Tal vez estuviera condenada a salir con los problemáticos de la escuela. Después de todo, ahora era una de ellos.»
—¿Por qué estás aquí? —Me miró cuando pregunté.
—Por una pelea —dijo mientras me miraba—. Una pasada de pelea.
—¿Y ganaste?
—Mmm... pues no —dijo, apartando la mirada, claramente frustrado por ese hecho.
—Bueno, al menos eres sincero —dije en voz baja, aliviada de que este tipo no fuera un completo idiota—. ¿Eres nuevo?
—Sí.
—Yo también. Soy Lisa.
—Scott Pilgrim.
Continuará...
N/T: Quiero darle las gracias a Voice4TheMute por esta historia tan increíble y por darme permiso para publicar la traducción.
