Solo quiero anunciar que estos son mis fics, no es plagio. Mi cuenta anterior "Defenestration-0" tuvo un problema. Al principio no tenía ganas de resubir los fics, pero la verdad es que les tengo gran cariño a estas historias. Así que aquí están de nuevo con una que otra corrección c: Gracias por la comprensión.
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-Chapter 0-
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— ¡Ey!, ¿¡Qué creen que están haciendo!? — Se quejaba un castaño de unos diez años de edad, quien era empujado por su amigo rubio — ¡Miwa!
— Vamos Kai, no te espantes, hombre — Decía con gracia y voz cantarina — Es solo un chico de nueve años.
— ¡Ese chico es Aichi! — Gritaba exasperado. La verdad es que sí sentía pánico, y más al ver que todos sus esfuerzos por huir, eran anulados por el rubio que lo empujaba desde la espalda, obligándolo a no detener el paso.
— Vamos, vamos — Reía ante la situación y desesperación de su amigo — ¡Oh, mira! Ahí están… ¡Ibuki!, ¡Aquí lo traigo! — Gritó al chico de cabellos grisáceos, quien sostenía desde los hombros a un pequeño peliazul.
Kai sintió que un cosquilleo lo recorrió, algo así como una corriente eléctrica que le llegó hasta la punta de los dedos. Enfocó la mirada hacia adelante y vio a unos pocos metros a Ibuki y Aichi. Dejó de forcejear a la vez que sentía que dejaba de respirar. Es por esa razón que había estado huyendo de sus amigos hace ya varios días, temía que esos dos hicieran algo como lo que estaba exactamente ocurriendo, pues ellos lo sabían… sabían que a él le gustaba Aichi.
El castaño volvió a reaccionar cuando sintió como Miwa le daba un último empujón a la vez que veía como Ibuki hacía lo mismo con Aichi, provocando que el menor fuera a parar a su pecho. Por inercia, Kai sujetó a Aichi de los hombros.
—Aichi… — Mencionó en un hilo de voz. Separó unos centímetros al peliazul de su pecho y buscó rápidamente con la mirada a sus dos amigos, que por cierto, no encontró. Solo luego de cerciorarse de que estaban completamente solos, bajó la mirada para encontrarse con los azules y brillantes ojos del menor. En ese momento cayó en cuenta de que aún tenía las manos sobre los pequeños hombros ajenos, y al contrario de lo que le decía su cabeza, no soltó a Aichi…sentía su rostro hervir.
— Kai-kun — Su voz salió con un toque de emoción — ¿Dónde habías estado? — Enseguida su semblante cambió a uno más decaído — Todos éstos días he querido verte, ¿Estás enojado conmigo? — En sus ojos se notaba aquel temor.
Kai se sorprendió, nunca pensó que causaría tal impresión en el menor. Ejerció un poco mas de fuerza en su agarre. Aichi lo miró extrañado — ¡Te equivocas! — El castaño lucía algo consternado, lo que menos quería era asustar al peliazul y darle malas ideas — Aichi, escúchame bien — tomó aire — Tu nunca me molestarías, jamás me enojaría contigo ¿Entiendes? — Sin darse cuenta, a cada palabra que soltaba, acercaba más su rostro al de Aichi — No quiero que vuelvas a pensar eso. Tú… — Desvió sus verdes ojos hacia un lado, solo por un segundo y luego los volvió a los azules que estaban frente a él — Tú… eres muy especial para mí — Su respiración se había vuelto agitada al igual que el palpitar de su corazón. Era el momento de decir lo que sentía.
Aichi se mantenía quieto, por dentro sentía una gran emoción que le daban ganas de sonreír, aun así no lo hacía, y no sabía exactamente por qué, simplemente contemplaba con sus sonrojadas mejillas al castaño que parecía querer decir algo más.
— Me… Tú me gustas, Aichi — Apretó los labios, sin desviar la mirada del más bajo. Kai sentía que sus ojos comenzaban a ponerse un poco húmedos, tal vez por la vergüenza que sentía en ese preciso momento.
A los diez años de edad, Kai Toshiki se confesaba por primera vez. Siempre pensó que aquello era fastidioso, desde que sus compañeros de clases comenzaron a mostrar interés en "ese" tipo de cosas. Encontraba sumamente ridículo que los chicos buscaran cualquier razón para acercarse a la chica que les gustara, desde pedirle un lápiz hasta perseguirla a escondidas hasta el baño de niñas.
A pesar de que ya varias de sus compañeras se le habían acercado con otras intenciones, a él, esas cosas no le interesaban. Disfrutaba de jugar con sus mejores amigos en la escuela, y fuera de ésta también, pues los tres vivían en el mismo sector. Mismo al que un día, una nueva y pequeña familia se unió. Consistía en una bella y simpática mujer de cabellos azules y con ella sus pequeños hijos, Sendou Emi de apenas cuatro años, y Sendou Aichi, un niño de nueve años, cabellos y ojos de un azul tan brillante que llamó la atención del castaño, quien no tardó en ir a golpear la puerta de los nuevos vecinos, presentarse ante la mujer, e invitar al peliazul a jugar.
Aichi a diferencia de Toshiki, era bastante tímido, sin embargo, en poco tiempo le había tomado confianza a Ibuki y Miwa, pero sobre todo al castaño, el mismo que en ese preciso momento se estaba confesando.
Aichi dio un pequeño respingón — ¿Eh? — pestañeó un par de veces y en seguida la sangre de le agolpó en sus mejillas. A su corta edad era primera vez que se sentía de esa manera, no sabía cómo reaccionar, por lo que solo atinó a reír, mientras comenzó a restregar sus ojos, que sin saber por qué, habían empezado a lagrimear.
— ¿Aichi? ¡¿Estás bien?! — Preguntó asustado por la reacción contraria. Se agachó un poco para estar a la altura del menor — Aichi… — sonó realmente preocupado. Con sus propias manos, apartó las ajenas del rostro que cubrían, y observó los aguados ojos azules — ¿Por qué estás llorando?
— N-no lo sé — Contestó a la vez que negaba con la cabeza — Pero, estoy muy feliz, Kai-kun — Si bien, tal vez no lo entendía en su totalidad, después de todo solo era un niño, pero tenía claro que era "gustar". A él le gustaba estar cerca de Kai, le gustaba hablar con él, que lo mirara, que le prestara atención, le gustaba mirarlo, escucharlo… — A mí también me gustas, Kai-kun — le sonrió.
Al castaño le volvió el color a las mejillas y miró con atención al peliazul que le sonreía ampliamente — ¡¿E-en serio?! — preguntó incrédulo mientras se apuntaba a sí mismo.
Aichi, avergonzado, asintió.
Kai sonrió abiertamente, y llevado por la emoción abrazó al menor juntando con cariño su mejilla con la ajena. La piel de Aichi se le antojaba tan suave…y el calor de esta le agradaba bastante. Ambos rieron y el castaño elevó un poco al menor hasta que los pies de este no tocaron el suelo. Lo abrazaba con todas sus ganas.
— ¡Al fin! — Se oyó Miwa mientras salía detrás de un árbol cercano junto a Ibuki.
— ¿Ves que no era tan difícil Kai? — Dijo el de rojizos ojos. Sonrió con gracia al ver como su castaño amigo abrazaba más contra sí a Aichi.
— ¡Ustedes dos! — Los miró de forma acusadora mientras sentía que un avergonzado Aichi hundía aún más el rostro en su pecho — ¡Estaban espiando!
— No es para tanto, Kai, era solo para asegurarnos de que no cometieras algún error ¿Cierto, Ibuki? — El nombrado asintió — Pero o hiciste de maravilla — Guiñó un ojo y le mostró el pulgar arriba.
Kai se sonrojó con exageración, entre su vergüenza y su enojo — ¡Basta!, ¡Están incomodando a Aichi! — A pesar de esto, sus dos amigos rieron por la actitud sobre-protectora de Kai para con Aichi — Ngh… — Kai no dejaba de sentirse incómodo, sin embargo se agachó un poco hasta llegar a una de las sonrojadas orejas del menor para así poder susurrarle — Aichi… no te preocupes, yo siempre estaré contigo y te protegeré, lo prometo — dijo con seguridad, sintiendo como el menor se abrazaba aún más a él — Te lo prometo…
-Siete años después-
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El año escolar comenzaba, su último año, para ser exactos.
El castaño observaba la entrada del instituto, que desde su puesto, al final de la fila, podía ver a través de la ventana. El profesor hablaba sobre lo que esperaba de sus alumnos ese año, deseando que todos lograran graduarse sin problemas, el típico discurso de principio de año, pensó Kai Toshiki.
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