Disclaimer: Los personajes de Inuyasha le pertenecen a Rumiko T.
La joven Abogada
Sinopsis:
Sango Kinomotto es una joven que, a sus 21 años de edad, sueña con formar parte del B.A.T. (Bufete de Abogados de Tokio). Un día recibe la notificación de que ha sido admitida como gerente; allí conoce a Miroku, un individuo libertino y con una gran vena pervertida que resulta ser su jefe y por el cual acaba sintiendo algo más que admiración y... repulsión. Será capaz Sango de poner en orden la pervertida mente de Miroku? Logrará hacerse con el amor de ese hombre siendo solo.. LA JOVEN ABOGADA?
Capítulo I: La carta.
Mi nombre es Sango Kinomotto, tengo 21 años y estoy a punto de terminar el último curso en la facultad de derecho, cosa que ha sido mi sueño desde niña. Aún de pequeña me apasionaban las películas en las que aparecía esa persona vestida de negro, que se sentaba en el estrado con su martillo de madera.
Tengo un hermano pequeño llamado Kohaku, él está en el primer ciclo de preparatoria, vive en casa del abuelo paterno pues nuestros padres fallecieron en un trágico accidente de avión hace ya unos años.
—¡Hey Sango!. ¿dónde está la leche?.
—¿Has probado a ver en la nevera, Kagome?
—Oh, claro, gracias.
En estos momentos estoy compartiendo piso con una amiga que conocí en la facultad. Había compartido cuarto con ella desde que entré en el campus universitario, se llama Kagome Higurashi; la verdad es que nuestro primer encuentro no resultó nada agradable; en cuanto supe el nombre de la persona que sería mi compañera de habitación me había hecho mi imagen idónea, esperaba encontrarme con una persona seria y responsable debido a que la familia Higurashi es la dueña de la empresa de moda más grande que puedas encontrar en Japón, y cual fue mi sorpresa cuando vi a una niña que solo pensaba en irse de compras y pasarlo bien. Realmente, mi primera impresión de Kagome no fue muy a su favor, además de negar todo el parentesco con el apellido Higurashi tan famoso, decía que eran solo coincidencias, creí que era una chica rara, de estas que no tienen amigos y que se pegan a ti como las moscas pero, con el tiempo, comprendí que estaba totalmente equivocada, desde entonces somos las mejores amigas y en verdad me arrepiento de haber pensado todo eso de ella.
Ahora vivimos en un piso bastante cómodo en Tokio y gracias a ella tengo que pagar todos los meses facturas astronómicas, pero bueno, nadie es perfecto.
En fin, por hoy me despido ya que me temo que tendré que cambiar la cocina si Kagome la ha tocado.
Sango colocó su nuevo diario entre el colchón de su cama y el somier, y se dirigió a la cocina.
—¿Qué estabas haciendo, Sango?—preguntó su compañera
—Nada en especial—decía la joven, mientras agarraba una de las tostadas que, en ese momento, saltan en la tostadora.
—Ya claro, seguro que escribías en el diario que compraste ayer, ¿me equivoco?
—No, no te equivocas—respondía de forma tranquila, mientras se acomodaba a la mesa, para comenzar su desayuno.
—Y dime.. ¿lo puedo leer?
—¿De verdad quieres que te conteste, Kagome?—preguntó Sango con mirada asesina.
—No, no hace falta—dijo Kagome, mientras con algo de miedo llevaba las tazas de café a la mesa.
Ambas amigas se acomodaron a la mesa y comenzaron a desayunar ya que nada más terminar, tenían que salir camino a sus respectivas facultades.
En el camino, las dos chicas conversaban de sus planes de futuro; solamente les quedaba mes y medio para terminar y eso supondría buscar trabajo.
—Y dime Sango, si tu sueño es ingresar en el B.A.T. ¿Porqué no lo haces?
—No es tan fácil, Kagome—decía entre suspiros Sango.
—¿A no?—preguntaba con interés la joven
—No, primero tendrías que mandar una solicitud y, en caso de que la acepten, recibirás una carta en la cual te mandarían un escrito de admisión para cubrir, luego irias a una entrevista de trabajo y, si la pasas, comenzarías a trabajar.
—Pues eso, que es muy sencillo—resumió Kagome, sacándole importancia a lo que su amiga terminaba de explicarle, pero quedándose con casa parte en su memoria.
—Tú me has estado escuchando Kagome?
—Si, te he escuchado, lo único que tienes que hacer es mandar tu solicitud y presentarte a la entrevista.
—Tú sabes lo nerviosa que me pongo en las entrevistas—comentó con un tono exasperado.
—No es verdad.
—Sí que lo es, o no te acuerdas de la entrevista que me hicieron para la cafetería, y eso que era una en broma; se me cayeron todos los vasos, rompí cuatro platos, derramé el café sobre los clientes... yo no valgo para eso...— se resignaba entre suspiros.
—Lo que tu digas
—Y tu que Kagome, ¿cuáles son tus planes de futuro?
—Mis planes de futuro no son los que importan, sino los tuyos.
—¿Los míos? ¿Te importan más mis planes de futuro que los tuyos propios?
—Pues claro querida Sango, sino, ¿quién pagará mis facturas?
Sango paró en seco su caminar y se giró hacia su amiga.
—Kagome.. no me digas que tienes pensado quedarte a vivir conmigo el resto de tu vida.
—No Sango, solo hasta que encuentre un marido rico del cual aprovecharme.
—Ah, eso me deja más tranquila.
Las dos amigas comenzaron a reírse a carcajada limpia y así siguieron hasta que llegaron a la facultad.
—Oye Sango, ¿qué clase tengo ahora?
—Pues lo de siempre con Hirose.
—Ya sé lo que haré, dormir toda la mañana— contestó con felicidad
—Kagome, eso no es el instituto, es la facultad.
—Sango, esto no es día, es mañana, y yo duermo por la mañana.
Las dos jóvenes entraron en el campus y se dirigieron a sus respectivas facultades. Las horas pasaron rápidas para Sango e interminables para Kagome ya que le había parecido que los profesores habían envejecido más de lo normal desde que entraran esa mañana.
A la salida, las dos compañeras se dirigieron al piso de lo más contentas, lo que hizo a la más bajita sospechar algo.
—Sango, ¿porqué estás tan feliz?
—Verás Kagome, los profesores me llamaron para que me reuniera con ellos y sabes para qué, pues para nada menos que para darme tres hojas de recomendaciones— gritaba Sango de la alegría y emoción.
—Me alegro mucho por ti amiga, ahora ya puedes mandar tu solicitud, seguro que te llaman.
—Kagome, no tengo pensado mandar nada, prefiero vivir con la duda que saber que no estoy cualificada para entrar en ese bufete.
Kagome no sabía que hacer ya que ese comentario inocente había hecho que su amiga se deprimiera, así que cambió rotundamente la conversación.
—Sango, hoy cocino yo, ¿vale?
—¿cómo?
—Pues eso, que cocino yo, ¿qué te apetece cenar?
—Kagome.. ¿cuanto has gastado esta vez?
—Oh Sango, vamos, porqué siempre piensas que cuando me ofrezco a algo es porque gasté mucho. 2500.
—¿2500? ¿en qué te lo gastaste?
—En la cena de hoy a la noche, es que como te veo tan deprimida he pensado qe podría invitarte a cenar, ¿te parece bien?
—Claro que sí amiga.
Las dos chicas llegaron a casa y se cambiaron para ir a la cena. Sango se puso un vestido de color rosa pálido que llegaba por debajo de las rodillas muy simple con un cinturón de anillas, unas bailarinas y el pelo recogido en una coleta alta, mientras que Kagome llevaba un vestido índigo corto con la espalda al descubierto, a juego llevaba unas sandalias del mismo color y el pelo recogido de igual forma, en una coleta alta, dejando unos mechones sueltos al lado de la cara.
Ambas pasaron una velada estupenda llena de risas y sonrisas, contando la Higurashi las anécdotas del día de hoy. Nada más llegar a casa, Sango se fue a su cuarto mientras Kagome ponía una excusa para poder hacer un pequeño trabajito antes.
—Kagome, no tardes en acostarte— decía su amiga que del cansancio ya casi ni podía alzar la voz.
—Tranquila Sango, solo voy a... vaciar la papelera del estudio.
—¿a vaciar la papelera del estudio?
—Si, verás mañana me toca preparar el trabajo y sabes como soy yo, así que ya vacío la papelera ahora para no tener que hacerlo mañana, ya sabes lo vaga que soy— decía Kagome como excusa, no estando muy segura ni ella misma de que eso que acababa de decir tuviera algún sentido.
—Está bien, pero no tardes.
—Si Sango, buenas noches.
Kagome entró al estudio y recogió la papelera a la vez que tomaba de encima de la mesa un sobre amarillo, llevó la papelera a la cocina y la vació, luego se fue a su cuarto. Una vez dentro, cerró la puerta y se colocó en su escritorio redactando una carta en el ordenador, la cual empezaba: Mi nombre es Sango Kinomotto y solicito...
Al terminar la imprimió y la colocó dentro de un sobre blanco junto con el contenido del sobre amarillo, lo cerró y lo guardó en su mesilla, con la intención de mandarla al día siguiente y se acostó.
Era viernes, último día lectivo de la semana; Sango, como todos los días, se fue a duchar nada más levantarse, se vistió y fue al cuarto de su amiga para despertarla, pero nadie contestó sus llamados, abrió la puerta y el cuarto estaba vacío. Se dirigió a la cocina pero allí solo encontró una nota diciendo que se había levantado antes para poder entregar un trabajo a un profesor, eso le pareció extraño en su amiga, pero como sabía lo despistada que era Kagome no le dio mucha importancia, así que empezó a prepararse su propio desayuno.
Mientras esto pasaba, una joven de pequeña estatura se encontraba en la oficina postal de correos, intentando sellar como urgente una carta, para que llegara en ese mismo día. Terminada su acción puso rumbo a la facultad.
La mañana pasó con normalidad. Cuando acabaron las clases Sango y Kagome pusieron rumbo a casa sin parar en ningún sitio, ese día había sido realmente largo y agotados para ambas.
En la puerta de la casa se encontraban unos sobres, era día 14, y todos los 14 les llegaba el correo.
La más alta se inclinaba para recogerlos pero fue interrumpida.
—Deja Sango, ya las recojo yo.
—No pasa nada Kagome, no me importa.
—Insisto— dijo la morena poniéndose delante de su amiga y agachándose —ya las recojo yo, las dejaré en el escritorio.
—Como quieras.
Las dos entraron y Kagome puso rumbo al escritorio inspeccionando las cartas y cogiendo una en especial.
Sango se fue a la cocina para preparar algo de picar pues estaban a media tarde y con el estómago vacío cuando vio a Kagome.
—Ya dejé las cartas en el escritorio.
—Vale Kagome, luego me paso por allí para ver la cantidad que toca pagar este mes.
—Esto... si prefieres ya hago yo esos papeleos— decía Kagome sudando frío
—Tranquila, no pasa nada, ya los hago yo— con cara maliciosa
Llegaron las diez de la noche y ambas se disponían a acostarse cuando Kagome le recordó a su amiga que tenía que revisar el correo.
—Bueno— dijo Sango para sí misma —vamos a ver cuanto gastaste Kagome.
Sango se dirigió al estudio y cogió las cartas para ir viéndolas todas mientras pasaba una a una. Todas eran facturas, todos sobres con nombres de compañías eléctricas, salones de belleza, tiendas de ropa, pero había una que llamó su atención, pues era uno de esos sobres tan divertidos que contenían una bolsa de burbujas de aire para proteger el contenido, abrió el sobre y comenzó a leer; lo primero en aparecer, el nombre del lugar de referencia, el cual se veía borroso a través de los ojos de la castaña por causa de las lágrimas que derramaba de la emoción. Era una carta del Bufete de Abogados de Tokio diciendo que esperaban hacerle una entrevista dentro de dos días.
Sango corrió llorando junto a su amiga y se tiró a sus brazos, la cual la recibió un poco sorprendida.
—¿Qué ocurre Sango?
—Acabo de leer una carta..
—Esto.. lo siento Sango. Si es mucha cantidad yo ayudo a pagar y...
—No es nada de eso Kagome. Mira— Sango le mostró el sobre a Kagome.
—Ah, parece que has leído la carta— dijo Kagome con total normalidad
—¿Porqué no te alegras?
—Si que me alegro. Felicidades amiga, por fin vas a realizar tu sueño— exclamó de felicidad la morena abrazando a su amiga.
—Kagome, tu sabías algo, dime la verdad.
—Está bien. Mandé tus recomendaciones por correo al B.A.T. Y hoy, cuando recogí las cartas, me aseguré de que tuvieras una respuesta, eso es todo.
—Pues vaya si me respondieron. Quieren hacerme una entrevista dentro de dos días.
—¡¿Dos días?!— exclamó la morena
—Si, ¿porqué?
—Sango, no tenemos tiempo.
Dicho esto cogió el teléfono y comenzó a marcar números. Sango se estremeció en cuanto escuchó el comienzo de la conversación: "¿Centro de belleza...?". El día de mañana sería muy largo, y el siguiente, pensó, pero se alegraba de haber recibido la carta.
Hola a todos.
Vengo con este fic resubido por mí, anteriormente había intentado agregarlo a esta página pero olvidé mi usuario y bueno, solamente había subido un capítulo. Ahora que tengo todo un poco más ordenado y corregido nuevamente intento colgarlo por entero.
Bueno, hasta aquí el primer capítulo.
Espero que haya sido del agrado de todos y que lo hayan disfrutado, en breve pondré los dos siguientes para agradar un poco a mis lectores (como si tuviera alguno ya ¬¬) y atrapartos en mi magnífica trama... o eso espero
Sin mucho más que añadir, gracias por su tiempo.
Espero sus comentarios!
