— Despacio, despacio... —susurra el Strider para obligarse a sí mismo a controlar sus nervios.
Su pulso no puede traicionarle ahora, por muy alterado que esté.
Un movimiento brusco de muñeca y la cerradura de la puerta del piso emitirá un estruendoso chirrido. Eso alertaría a su hermano y lo último que quiere ahora es tener que aguantar su sermón por llegar tan tarde a casa. Eso confiando en que su hermano se haya tragado la tetra de que aquella tarde la estaba pasando en casa de Rose, haciendo un trabajo para el instituto.
Pensar en todo esto pone aún más tenso a Dave y cuando consigue hacer que la cerradura ceda por completo sin un solo ruido, empuja la puerta con urgencia y rapidez. Mucha rapidez. Tal vez una rapidez que ni él mismo había planeado. Una rapidez que se le antojó a como si alguien estuviera tirando de la puerta desde el otro lad-...
Oh.
Mierda.
— Tienes. Idea. De la hora. Que es. ¿Enano?
Antes de que el menor de los hermanos pueda darse cuenta de lo que está pasando, ha perdido el equilibrio hacia delante por el tirón de la puerta y aquella pregunta le llega como un cubo de agua fría justo cuando choca contra el cuerpo de su hermano mayor. Este último le mira con severidad desde arriba, con una ceja alzada y sus ojos siempre ocultos tras sus gafas de sol picudas. A veces desearía que no llevase esas gafas puestas, tío, incluso le da más mal rollo con ellas cuando se enfada.
— Yo, eh...
El de ojos bermejos intenta pensar con máxima rapidez mientras se sacude la ropa y se la recoloca, por hacer algo con sus manos.
— Teníamos que adelantar mucho del trabajo. Rose no iba a dejarme marchar hasta que lo terminásemos y se nos hizo tarde. Eso es todo — dice todo lo rápido que puede y, como no sabe si va a colar, se apresura a escabullirse por uno de los laterales de su hermano para dejar de estar contra la espada y la pared.
Pasa de largo por el salón, sintiéndose algo culpable al ver la mesa puesta y la cena ya servida. Probablemente ya estaría fría, hacía más de media hora que deberían haber cenado, e incluso el plato de su hermano está intacto.
— ¿De qué era el trabajo?
Cuando su voz autoritaria se alza tras su nuca se da cuenta de que el insistente de su hermano lo está siguiendo. Eso hace que acelere el paso y, como obstáculo, deje caer la mochila de su espalda justo antes de entrar en la cocina.
— De física — responde ya con la cabeza metida en la nevera, rebuscando un zumo de manzana que le calme los nervios.
El mayor aparta la mochila de la entrada con un puntapié, frunciendo el ceño, y se apoya contra el marco de la puerta, cruzando los brazos.
— No das física —afirma con un tono suave, tan digno de temer que hacer que Dave tosa el líquido que ya estaba bebiendo y acababa de írsele por otro lado.
Vale, eso ha sido un golpe bajo, un jaque; pero todavía se puede salvar.
— E-eh...bueno yo...
—Ni siquiera has estado en casa de Rose, Dave —continúa, acercándose a él por detrás con la mirada clavada en su nuca— He tenido que llamar a su madre yo mismo para comprobarlo. Estaba preocupado.
Tío, jaque mate.
Dave aún tose un poco y se desliza hasta quedar frente al fregadero, quitándose las gafas para echarse algo de agua en la cara, pues se le ha saltado alguna que otra lagrimilla.
— Guau. Preocupado por mi, esto es nuevo —replica Dave cuando se recupera del ataque de tos. Tirar del tema "pongo en duda la importancia que tengo para ti porque no me lo demuestras" es perfecto para sacar a su hermano de sus casillas y quitarle las ganas de hablar con él, y lo sabe.
— Estas pesado con eso, ¿eh? Sabes lo que opino sobre eso... —le pone una mano en el hombro y hace que se gire hacia él- Como sea, esa no es la cuestión ahora. ¿Vas a decirme dónde cojones has estado?
— Nope —con aquella monótona respuesta y aprovechando que tiene la puerta delante intenta volver a escabullirse, intentando pasar de largo por su lado. Pero esta vez el mayor se le adelanta y le para los pies enganchándolo por las axilas y subiéndolo a la encimera.
— ¡Eh ¿Pero qué coño pasa contigo, tío?
A pesar de la insolencia del de mirada bermeja y de su enfurruñamiento, el de gafas picudas se mantiene firme y apoya una mano a cada lado del cuerpo del otro para asegurarse de que no escapa.
— Habla —ordena esta vez con tono autoritario, con una expresión neutral que impone y acojona al menor de los Strider.
Dave respira hondo, maldiciendo el haberse quitado sus preciadas gafas hace unos segundos; ahora se siente desnudo.
— Mira, canijo. Sabes que puedes contarme lo que sea, soy tu hermano y...
— Vale, va. Joder. Vale. No hace falta que ahora te pongas en plan hermano mayor sensible y protector abriendo su corazón de forma homosexual —dice atropelladamente para deteneter la charla, gesticulando de forma violenta— Solo... dame un segundo.
Un segundo para hacerse a la idea de que tendrá que ser lo más breve posible en su próximo relato y que tendrá que sustituir el nombre "John" por la palabra "chica".
—Estuve... en casa de una... una chica, ¿vale?
— Vale. ¿Qué chica?
—Joder, qué importa eso, es solo un puñetero nombre —gruñe, desviando la mirada hacia un lateral.
El mayor suspira exasperado.
— Como quieras. ¿Qué hacías en casa de esa "chica" misteriosa?
Dave suelta un quejido, apretando los labios, dudoso. Boquea un par de veces antes de arrancar, y por fin sale algo de su boca.
— Bro... Sabes que soy virgen, ¿verdad?
Cuando dice aquello el de gafas picudas se endereza con la boca algo entreabierta, señal inconfundible de su sorpresa.
— ¿Me estás diciendo que has...? —hace una pausa, pensativo, bajando la mirada a las piernas de su hermano, y después vuelve a subirla— Joder, ya era hora. Pensaba que habías salido tonto.
— ¡Eh! — le da un indoloro puñetazo en un hombro, molesto— No soy tonto, imbécil. Lo que pasa es que no he encontrado alguien suficientemente bueno para mi hasta ahora —cuando dice eso traza esa sonrisa tan suya, tan Strider. Pero le dura poco: cauando recuerda lo ocurrido con "la chica", vuelve a agachar la cabeza— Tal vez algo tonto sí que soy... Dios, fue un puto fracaso...
—¿La inexperiencia te la ha jugado o qué?—no puede evitar soltar una suave risa burlona— ¿O acaso era demasiado tía para ti?
— Bro, así no ayudas, joder —fija su mirada rencorosa en él, observándo sus movimientos ahora que se está deshaciendo de la gorra que lleva habitualmente y sus características gafas, dejando al descubierto sus ojos ambarinos.
— Oh vamos, Dave, no es tan difícil. ¿Voy a tener que enseñarte la maestría de un Strider?
— ¿Enseñar? Dios, no. No quiero que me enseñes nada, sería tan incomd-...
— ¿Dónde tuviste problemas? — leinterrumpee el mayor, volviendo a encararlo con las manos apoyadas en la encimera, inclinado hacia delante.
Sus intensas miradas se enredan y Dave siente que no puede negarse a hablar.
— No supe como...bueno...élELLA. Ella estaba nerviosa y muy tensa y yo no... no fui capaz de hacer que...que...
Al tener que autocorregirse rápidamente vuelve a ponerse nerviosos y no es capaz de terminar la frase.
— Que no se empalmó.
— Exacto.
Pero se retracta rápidamente, escandalizado.
—¿¡QUÉ!? E-espera, no... Bro, las tías no pueden empalmarse.
— Oh claro, perdona. En qué estaría pensando.
El mayor rueda los ojos, y se le escapa una risa misteriosa.
— Como sea. No fuiste capaz de calentarla.
El de mirada bermeja asiente despacio, abochornado.
— Vale, enano. Mira, no es tan complicado. La cosa está en no dejarlas pensar.
— No entiendo —alza una ceja, con los ojos entrecerrados, señal de que intenta concentrarse.
Bro cabecea, gesticulando un poco con las manos.
— Ya sabes, atacar rápido algún punto dçebil, así no les da tiempo a negarse... —a l decir eso una sonrisa traviesa surca sus labios y deja al descubierto su perfecta hilera de dientes blanqueados.
— Pero... ¿eso no sería algo así como sexo forzado? — pregunta desconcertado, y ahora algo preocupado por los extraños fetiches que pueda tener su hermano mayor.
— Por Dios bendito Dave, de veras eres tonto. Claro que no...eso no... Joder, sería algo como... Mierda — se lleva una mano a la cara y se pellizca el puente de la nariz. Tras una larga pausa en la que suelta un suspiro, niega levemente y pone cada mano en los laterales de de las piernas del menor de los Strider.
— No hay más remedio. Ven aquí.
— ¿Qué?
Dave frunce el ceño y arruga la nariz al no entender lo que dice. Antes de que pueda descifrar sus palabras siente el agarre de las manos del otro en sus muslos y cómo tira de ellos hacia delante, dejándole pegado al cuerpo de su hermano y a éste entre sus piernas.
Ante la incómoda cercanía, el de mirada bermeja se inclina hacia atrás de forma instintiva, rehuyendo, jodidamente confuso y alarmado.
— Bro. Qué coño crees que...estas...haciendo...
Su voz acaba reducida a susurros cuando Bro se inclina sobre él rápidamente y, a pesar de que Dave pone las manos en su pecho, el mayor acorta distancias hasta pegar su boca contra la oreja de su víctima. Dave boquea un par de veces cuando siente un mordisco en su lóbulo y seguidamente una húmeda lengua le baña todo su oído.
— ¿B-bro...?
Su piel se eriza y uno de sus ojos se cierra. Sin saber por qué, todo su cuerpo se estremece.
— Cállate y atiende, criajo. Es la única forma de que lo entiendas — susurra aún contra su oreja, dejando que su aliento choque contra su piel a cada palabra que pronuncia.
A Dave se le olvida lo que sea que fuese a decir y lo que iban a ser réplicas acaban convirtiéndose en un suspiro. El mayor, haciendo gala de sus conocimientos en el campo sexual, y viendo a su hermano aún tenso y reticente, no se corta un pelo: un Strider siempre cumple lo que se propone, y ahora se ha propuesto calentar al personal... por motivos instructivos, claro.
Las manos que antes agarraban sus piernas suben a su cintura, levantando su camiseta para colarse bajo ella y rodear sus costados. Su boca empieza a bajar por la línea de la mandíbula y llega a su cuello, donde deja una seria de mordiscos y succiones que descienden por su cuello.
— Oye, no...
El indefenso Strider intenta resistirse, emitiendo un quejido ahogado al intentar retener sus jadeos y cerrando los ojos con fuerza. Pero a pesar de su intento de reproches... se ve físicamente incapaz de pararle los pies- Su cuerpo está totalmente paralizado, y tampoco es como si la idea de dejar de sentir esas estimulantes caricias le hiciese gracia. Pero aún conserva algo de sentido común, tiene que seguir intentándolo ahora que su ceberbro aún es capaz de pensar con claridad.
— E-esto es... muy ga-mngh...!?
