Sobre Idril e Illuin

De su estancia en Lorien

Antes de la Gran División de Amán y la futura Dagor Dagorath.

Idril estaba sentada en el alfeizar de la gran ventana de la Mansión y sus ojos recorrían el hermoso paisaje que se desplegaba ante ellos, pero su alma estaba mucho más allá.

Pensaba en los momentos vividos junto a su amado, cuando ser parte de su vida incluía mas que sus encuentros ocasionales, dentro de sus sueños.

Pensaba en su casa en La Colina, pensaba en los peligros a los que se habían enfrentado, en la batalla, en la pena que sobrevino a aquellos días,, en cuanto tiempo debió acompañarlo en el silencio, en los días sin sonrisas…

Pensaba en tantas cosas…

Pero aquellos eran tiempos muy distantes y aunque algo dentro de su alma sabía que no siempre sería así, al menos por el momento había paz.

Ella era un espíritu de Valinor, y aunque muchas cosas habían sucedido desde su llegada a La Tierra Media, aún mantenía su alma el poder y la sabiduría de la gente de su pueblo. ¨Por eso no le era ajeno el hecho de que esa paz muy pronto sería un recuerdo y la oscuridad llegaría a su mundo y allí permanecería hasta el fin de los tiempos.

Sabía que muy pronto se desataría en Arda la gran batalla y que a su fin la paz solo duraría un breve lapso de tiempo, al menos en su mundo, y que pronto la verdadera guerra comenzaría.

Sabía que las historias de tantos estarían entreveradas en aquellos sucesos y aunque ignoraba exactamente el curso de los hechos, sabía que acontecerían.

Aún había luz en su mundo, mas allá de Arda, en La Tierras Imperecederas, la oscuridad no formaba parte de él, pero llegaría el día en el que su reino se dividiría y la magia sería prohibida y todo lo brillante comenzaría a menguar y una parte de Valinor se sumiría en la más profunda oscuridad. No podía verlo con claridad pero entendía que sucedería. Sabía que Melkor sería desencadenado otra vez y que desde las profundidades de su prisión, urdiría su plan. Cuando los Portadores del Anillo por fin llegaran a Aman sería el comienzo de una época señalada y aunque ella ansiaba aquel instante, en el que podría reencontrarse con esa mitad de su corazón que había quedado en Arda, aunque lo anhelaba fervientemente, también lo temía, porque conocía los hechos futuros en los que su familia estaba involucrada y eran terribles.

-Madre…

La voz de su pequeña hija la arrancó de sus pensamientos y sus ojos regresaron de aquel mundo lejano que se empeñaban en ver.

Se encontraron con los de su niña y la sonrisa regresó a sus labios.

-Aún estas despierta…

Illuin alzó sus pequeños hombros y agachó su cabeza

Entonces Idril supo que sus pensamientos la perturbaban y se sintió culpable por ello.

-¿Sigues viendo lo que veo verdad?

Illuin movió su cabeza afirmativamente y luego la alzó y encontró los ojos de su madre

-Son como murmullos entre mucha niebla…

Idril suspiró y alzó dulcemente a la niña y la sentó sobre su regazo

Ambas permanecieron en silencio durante unos minutos.

La mirada de Illuin se perdía más allá de los jardines.

-Háblame sobre lo que ves…

Le dijo por fin Idril, porque por mucho que se empeñara en evitar que sucediera, Illuin podía percibir sus pensamientos y la conexión de sus almas era demasiado fuerte.

Desde que habían llegado a Lorien para fortalecer sus espíritus, Idril lo había sabido.

Compartir su alma con sus hijas era parte de su destino pero aquello había tenido un propósito además de salvar sus vidas, todo había sido parte del plan.

Illuin suspiró también y no dejó de ver por la ventana mientras hablaba

-No estoy segura madre, solo son imágenes que a veces no comprendo…te veo a ti y a mi padre…sonríes y sé que eres feliz…porque lo amas…luego veo una batalla y siento que la felicidad te ha abandonado…a ambos y entonces me siento triste y regreso a aquel lugar tan silencioso y no quiero alejarme pero sé que debo volver…

Idril la miraba y su corazón se oprimía al entender que su alma tomaba el curso que debía tomar para conducirla hacia su destino.

-Y después veo otras cosas…los veo a mi padre y a ti juntos otra vez, aquí en el Reino Bendecido, y mi hermana Ilmen también está…y todos volvemos a ser felices pero…de pronto todo se oscurece y entonces tengo miedo…y el único lugar al que deseo ir porque me siento a salvo es allí…

Dijo señalando la distancia.

Entonces Idril comprendió que no solo podía ver sus pensamientos, sino que podía ir más allá, y que su propia vida se entrelazaba con los recuerdos pero que formaban imágenes diferentes.

Porque eran parte de la historia de Illuin y no de la suya

Y tratando de ordenar sus ideas intentó alivianar las dudas y temores de su hija

-Querida Illuin…de lo que puedo hablarte con certeza es de lo que he vivido pero no puedo ir más allá…porque algunas de las cosas que has visto no están dentro de mis pensamientos sino de los tuyos y ese es un camino en el que debes andar sin mi intervención…

Y tomó un respiro ante la ahora atenta mirada de su hija

-Puedes ver el tiempo en el que he sido feliz con tu padre, en La Tierra Media, antes de que tú nacieras, ves la Batalla frente a las puertas de Erebor y la enorme pena que nos sobrevino a tu padre y a mi tras la muerte del Rey Bajo la Montaña ves aquellos tiempos de silencios en los que tu padre no podía sonreír y luego ves un futuro del que no puedo hablarte, porque solo lo intuyo…ves una sombra que presiento pero que aún desconozco…y el lugar al que deseas ir porque te sientes a salvo…

Y volvió a mirar más allá de los jardines tras la ventana

-Mucho me temo que tenga que ver con tu propia historia pero aún así debo decirte, como tantas veces te he dicho, que no perteneces a ese lugar por muy a salvo que creas sentirte allí…en Las Estancias de Mandos solo pueden morar las almas de los que han muerto…nadie mas… y nuestros ojos no llegan hasta allí, no podemos entrar, no se nos está permitido ver lo que hay dentro…

Entonces Illuin suspiró y también miró tras la ventana

-Está dormido…el rey está dormido sobre la piedra…

Le dijo casi en un susurro, como si aún desde aquella distancia, temiera despertarlo.