Mako ha muerto y Bolin va a su departamento a desocuparlo. TW:suicide

Bolin llegó a la casa de Mako dos días después del funeral, había sido sencillo ya que la ciudad estaba de luto.

Un viejo edificio carcomido por los espíritus se desplomó sobre su hermano, otros cuatro oficiales y 40 civiles.

Una terrible tragedia que había hecho volver a la misma Korra de su nueva vacación con Asami tres días antes de lo previsto. Ellas dos, junto a su esposa Opal, lo habían acompañado a leer el testamento de su hermano, donde se disculpo con todos por su precipitada muerte y les agradeció su amistad.

Todos sus bienes quedaron a dispocion de Bolin, con una pequeña nota pidiendo que le hiciera unos pequeños favores.

Era para cumplir estos que,tragando saliva, entró al vacio hogar, donde su hermano mayor no estaba ni lo recibiria nunca más.

La casa de Mako era pequeña y limpia, con papeles ordenados perfectamente sobre los estantes, e incluso la mayoría de la ropa limpia estaba doblada con cuidado dentro de los cajones y armario.

Su hermano había pedido que el lugar fuera vendido tras su muerte, dando la mitad al Orfanato Central y el resto para los estudios universitarios del hijo mayor de Bolin, pero para eso primero tenía que desocuparlo y quemar los papeles 'clasificados' y devolver los que eran propiedad de la Policia

Fue en esa búsqueda de discernir que tendría que ir de vuelta a la oficina de policias de los que arderian en las llamas que encontró una vieja libreta de Mako, que databa de un poco despues del enfrentamiento con Kuvira. Esta también debía ser destruida de acuerdo a los deseos de su difunto hermano.

Era una lastima, ya que estaba llena de dibujos mal logrados, mostrando la pasión nada secreta de Mako por el dibujo. Mientras la ojeaba una notación en una hoja arrugada, como si hubieran derramado agua en ella hace años, atrapó su vista:

Me gustaría hablar con alguien, quizás uno de ellos me hable y pregunte cómo me sien...No, están ocupados con cosas más importantes.

Bolin intentó encontrar más, algún diario secreto con los pensamientos de Mako, sin embargo todas las demás libretas solamente hablaban de sus casos o de manera tajante sobre alguna reunión de amigos, funcionando de agenda en lugar de diario. No había ninguna muestra de que Mako amara u odiara nada en particular.

El maestro tierra intentó recordar cuando fue la última vez que su hermano mayor había hablado de sus problemas con él, sin embargo todos ellos iban a su lejana adolescencia e incluso en aquellos años Mako era callado, por lo que no era extraño que se hubiera vuelto un adulto extremadamente reservado, hablando solo cuando fuera necesario.

Ahora que miraba la pequeña nota de auxilio su hermano, el único rastro de que Mako había deseado algo, Bolin no pudo evitarse preguntar si todo este tiempo que había pensado que su hermano era feliz, al menos tanto como alguien como él podía, no había sido más que Bolin engañandose a si mismo. De esa forma no habia tenido que admitir que las repuestas cada vez más cortas de Mako, su nula vida social, sus ojos apagados y la inhabilidad de sus labios para sonreír eran algo que iba a pasar irremediablemente y era todo lo que su hermano mayor había deseado en la vida y no genuina infelicidad.

Pero ahora, las palabras escritas con tinta negra que deseaban solamente una persona que intentará hablar con él, le hacían darse cuenta que él jamas había entendido ni conocido a Mako.


Nadie sabia que Mako resentia su elemento, ese que mataba padres, y así mismo, porque era incapaz de apagarlo. Tampoco que a los doce, mientras miraba los barcos nocturnos cruzar debajo de él, contemplo el suicidio como una alternativa viable. Que a los 15 incluso había comprado una soga o que a los 22 , de no ser porque un espíritu quebro la puerta de su baño el cuchillo cerca de su piel hubiera sido utilizado. O que a partir de los 23 en adelante y a su muerte peleaba con el deseo de tomar más de una pildora para dormir.

Nadie sabía que era Bolin lo que lo motivaba a vivir otro infeliz día, incapaz de dejar a alguien lidiar con el egoismo de su muerte.

Nadie sabia que Mako escuchaba novelas en la radio ni que tenía miedo a los rayos, mucho menos que lloraba en su baño mientras se abrazaba así mismo.

Que nunca había dejado de amar a Korra y que cada vez que la veía con Asami sentía una punzada en el pecho, que deseaba sentir que su vida valia y no solamente pensarlo tras sopesar pros y contras de su muerte, o que todas las mañanas se molestaba con la vista de su propio rostro.

Nadie sabia, porque nadie lo conocía.

Y nunca nadie lo haría