Chuuya estaba acostumbrado a ser dejado atrás, a sonrisas frías y miradas arrogantes de quien no era un príncipe con vendajes de armadura.

Acostumbrado a ser títere de quien no le encontraba razón a la vida.

Acostumbrado a guantes teñidos en sangre y corrupción que desteñía su alma.

Y como gravedad, finalmente es la costumbre la que te hace caer al suelo, la que se rompe y hace temblar la tierra.

Ojos azules se abren y pareciera que todo fuera un sueño.

¿Qué clase de egoísmo puede una persona poseer para voltear y no pensar en quien queda atrás?

¿Qué clase de egoísmo vive en lo profundo de cada persona para querer retener algo en las sombras por siempre?

Algo que, para empezar, jamás perteneció a uno…

Las puertas se cierran tan despacio, tan silenciosas, que nadie se da cuenta cuando ya no se pueden abrir.

Das la vuelta y solo ves a tu alrededor una jaula corrompida por la pena.

Y le quedaba observar la distancia ampliada entre él y la persona que poseía las llaves de su autoencierro.

Y no quedaba nada por hacer…

El amor deseaba, mientras el egoísmo se desgarraba en llanto.

Mientras unos permanecían congelados por el tiempo, otros avanzaban con los pies teñidos en negro.

Chuuya aguardaba como hielo que ardía en sentimientos, observando a su otra ex-mitad de llamas congeladas.

Y quedaba aprender a caminar entre escarcha, mientras se sonreía a la fuerza y se sangraba por dentro.

Porque en la oscuridad, es finalmente el orgullo quien mantiene a flote.

Los lamentos no alivian la pena.

Y entre caminos separados, se sigue…

Rogando olvidar emociones pasadas.

Hasta la próxima caída.

La próxima recogida de pedazos.

La próxima llamada incoherente impregnada en alcohol y recuerdos.

"No has cambiado en nada, Chuuya"

Y era bueno quizás quedar congelado por sentimientos y arder en llamas de orgullo.

Convertía la vista de senderos separados —reuniéndose otra vez entre oscuridad y luz— en una vista que rivalizaba incluso a una obra de arte de más de diez billones…

Con una sonrisa se convertía el dolor en algo que valía la pena.