Hola! Los personajes de Harry Potter son todos creación de J.K Rowling, salvo a algunos que son invención mía, pero no se preocupen, si bien forman parte de la historia, no le dan ningún giro muy relevante. Espero que lo disfruten! Si les interesa la historia dejen comentarios!!
Capítulo 1
Lo miró con asco. El odio la invadía y no podía evitarlo; pero tenía que hacerlo. Él podía leerle la mente, las emociones, no se le escapaba nada... Maldito el día en que lo conoció, maldito el día en que se rindió a sus pies y lo entregó todo a ese hombre que, para su desgracia, había amado. Pero necesitaba ser fuerte, no por ella, que sabía que estaba perdida, sino por su pequeño hijo y el que estaba esperando.
-Querida, te agradecería que te acostaras ya, es muy tarde... tengo que ver unos negocios, ya ves.- su esposo bajaba ya las escaleras con paso lento y elegante.- No me esperes despierta.
-Ya me acostumbré a no esperarte despierta. Buenas noches.- Rowena Lawren se dio la vuelta para entrar en su habitación, no sin antes escuchar las carcajadas de las personas que se encontraban en la planta baja. Definitivamente eran ellos, sus seguidores, los que se hacían llamar mortífagos.
Abrió la puerta y cuando había entrado, la cerró precipitadamente. Tenía miedo. Debía escapar pero no sabía cómo. Si era tan poderoso y malvado como decían, entonces no sería nada fácil salir de ese lugar.¡Maldita su suerte¿Por qué no les hizo caso a sus amigos? Y debía darse prisa, antes de que él se diera cuenta que esperaba otro bebe.
Se miró en un espejo. No era muy alta, pero se veía esbelta de todas maneras. Su cabello negro y lacio le llegaba un poco más arriba de los hombros; sus ojos, de un azul intenso, mostraban tristeza y rendición. Se asustó ante eso. Ella no era así, no podía darse por vencida, tenía que hacer hasta lo imposible por sacarlos de allí.
-¡A la salud de Lord Voldemort!.- aquel grito la convenció, aún más, de que los rumores eran ciertos y que se había casado con el hombre equivocado, con el mago más peligroso de todos los tiempos. Tocando su vientre, como protegiéndolo, cayó al piso y empezó a llorar.
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Lily y James Potter se sorprendieron al ver a su amiga, antes tan alegre, con la cara demacrada por el llanto, llevando a su hijo en una mano. Apenas salió de la chimenea, los abrazó muy fuerte.
-Tom, cariño.- le dijo a su pequeño de 7 años, tan parecido a su padre de niño.- Mamá tiene que hablar cosas importantes con tus tíos¿te vas a jugar al jardín de atrás?
El niño, muy tranquilo y un poco adormilado por ser tan temprano, se fue obedientemente junto a su oso de felpa.
-Row¿qué sucede?.- preguntó Lily asustada.
-Lo siento mucho, de verdad. No los escuché y me he equivocado tanto; pensaba que por ser mayor que ustedes sabía más de la vida. Fui una estúpida, siempre confié en mi juicio, antes nunca me equivocaba con respecto a una persona, pero ahora...¿cómo pude dejarme engañar de esa manera?.- la joven trataba en vano de que las lágrimas no le ganaran.- Los rumores son ciertos.- miró a James a los ojos.- Tom es lord Voldemort, está reuniendo seguidores. Son muchos y están planeando cosas horribles...
No aguantó más. El malestar del embarazo y la tristeza que la embargaba la debilitaron y cayó desmayada en los brazos de James.
-Hay que llamar Dumbledore y a Sirius también.- dijo Lily.- Llevaré a Tommy a Hogwarts, allí estará protegido. Minutos después la pelirroja de ojos verdes desaparecía junto al niño.
-Canuto.- llamó James, hablando a través de un pequeño espejo.- ¡Canuto! Maldita sea¡aparece!
-¿Por qué molestas tan temprano¿Lily te echó de casa otra vez?.- un joven y animado Sirius aparecía al otro lado del espejo. Su cabello largo le daba un toque rebelde y sus ojos azules brillaban como nunca. Era, según el mismo Sirius, el más irresistible de los merodeadores.
-Es Rowena. Ven rápido.
Necesitó escuchar solo ese nombre para aparecerse enseguida en la sala de su mejor amigo. El corazón casi se le sale del pecho, y es que tenía un mal presentimiento desde la noche anterior. Sabía de antemano que ya se había confirmado la veracidad de los rumores que apuntaban la identidad de aquel lord como Tom Ryddle, quien había convocado a cientos de personas y se volvía a cada momento mucho más poderoso. Solo estaba esperando el instante en que su amiga, lo único en común que tenía con su hermano Regulus, se daría cuenta del grave error que había cometido.
-¿Qué ...? .- Sirius se veía preocupado.- Dime de una vez¿quieres¿Le pasó algo malo?
-No, bueno...sí. Dumbledore tenía razón en advertirle.. Ella se dio cuenta, no sé cómo. Teme por ella y por su hijo...
-¿Dónde está?
-En tu cuarto.- Sirius no esperó más y ya estaba en los últimos escalones cuando James lo llamó.- Está muy agitada por lo que ha pasado, no le des más problemas ni le plantees soluciones que ella ...
-Ya sé Cornamenta, ya sé...
-Y Sirius... – James no quería decirlo, pero le pareció lo correcto.- está embarazada
-Ya...
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-Creo que ya sé por qué ha venido, Srta. Evans.- Albus Dumbledore miraba con simpatía y a la vez con cierta curiosidad al pequeño Tom.- Debo imaginar que este niño es...
-Sí.- respondió la pelirroja.
-Curioso, muy curioso. Es muy parecido, pero a la vez tan diferente...
Lily no entendía a lo que se refería, tampoco trató de hacerlo. Le preocupaba más el hecho de solucionar aquella situación, por el momento.
Sirius se sentó en una butaca al lado de la cama. La vio allí, dormida, apacible. ¿Cómo había llegado a esa situación? Siempre la creyó una muchacha lista, tal vez la más lista de todas, junto a Lily. A veces pensaba que todo era debido a la maldición Imperius; una chica como ella con un hombre como ese. Hasta ahora no podía darle una edad determinada, algunas veces parecía joven, otras demasiado viejo. Era un mago oscuro.
-¿Sirius?.- la voz melodiosa de la mujer lo sacó de sus pensamientos.- James te llamó¿verdad? No se puede callar nada.- dijo, molesta.
-¿Y qué esperabas¿Qué me quede en mi casa sin hacer nada por ti?
-No quería que te enteraras de esa manera. Además me es muy difícil ya aceptar que todo lo que está pasando es culpa mía porque no les hice caso.- Row se tiró a la cama nuevamente, tapándose la boca con su puño.
-No seas tonta, eres nuestra amiga y no tienes la culpa de lo que pasó.- le dijo, sentándose junto a ella en la cama.
-Sí como no. Espero un bebe, lo sabes ¿no?.- preguntó ella.- ¿Qué tipo de vida tendrán mis hijos? Con el tipo de padre que tienen...
-Les irá bien, estoy seguro. Lily ya fue a hablar con Dumbledore. Casi podría asegurar que tendrás tu puesto de maestra de DCAO y vivirás allá con Tommy.
-Oh, eso quiere decir que duraré solo un año Vaya...-
-Sí bueno, quizá porque Voldemort caerá, así como surgió, en poco tiempo y podrás volver a casa.-dijo eso con voz despreocupada, como si tratase de demostrarse a sí mismo que todo estaría bien. Aunque en el fondo no estaba muy convencido.
-Al menos será una salida. Con Dumbledore ahí no me preocupo mucho.- ambos miraron a diferentes lados, pero tenían en mente lo mismo: el futuro.
Días después las cosas cambiaron para siempre. Lord Voldemort se hizo conocer con su terrible fuerza. Decenas de muggles fueron asesinados y heridos sin explicación aparente. El ministerio de magia, a punto de colapsar de tanto problema, enviaba aurores a misiones especiales para descubrir a ese nuevo enemigo; no era necesario decir que todas fueron vanas, con resultados nulos. Ante esta situación se creó, a pocos días de haber abierto el colegio Hogwarts, una nueva orden compuesta de los magos y brujas más brillantes del presente, liderado por el viejo Director, la Orden del Fénix.
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Habían pasado nueve meses desde que escapara de casa. Su vientre desapareció algunos días antes, cuando su bebe llegó al mundo. Le había prometido que la protegería siempre y que nada le iba a pasar. Sería muy feliz, estaba segura. Todo resultó bien, pese a que seguía sintiendo cada día más miedo por el avance rápido, aparentemente incontenible, del mago oscuro. Ya habían acabado las clases y ese día iría con su pequeña hija, Helen, y Tom a Hogsmeade. Quería pasear con su hijo, ya que últimamente lo había notado un poco retraído y muy callado. Varias veces, durante el transcurso de los meses, le había preguntado porque no volvían con papá. Ella, apenada y mostrándose lo más dulce y tierna posible, le había dicho que papá y ella se habían separado y que desde entonces tanto él como su hermanita vivirían con ella. Ante esto el niño no protestó, le daba miedo su padre y no le inspiraba mucho cariño, pero le había afectado no vivir en casa y no poder salir mucho por "su seguridad".
Mientras cambiaba a Tom de ropa (a lo que el niño protestaba vivamente por ya estar "grande") sus pensamientos vagaban por todas direcciones; aunque se detuvo en un evento en particular de la mañana. El director la había llamado a su despacho para preguntarle algo que la sorprendió.
-Rowena, toma asiento por favor.- le dijo con su sonrisa siempre amable.- Necesito preguntarte algo, tal vez un poco confuso para ti.
-¿De qué se trata profesor?.- preguntó ansiosa.
-Bien. Tú conservabas un tesoro familiar, del cual me hablaste hace algunos años...
-Sí, el pensadero que le perteneció a Rowena Ravenclaw¿qué hay con él?
-Me pregunto...-Dumbledore se levantó de su cómodo sillón y miró por el amplio ventanal hacia los terrenos del colegio.- Sería demasiado atravesar aquello, no, no...debo estar equivocado.- dijo para sí mismo.- Rowena¿aún lo conservas¿sabes donde se encuentra?
Row, tal como lo predijo el director, no entendía nada.
-Sí, por supuesto. Soy la única que sabe su ubicación dentro de mi antigua casa.
-Oh, esas son buenas noticias.- terminó el sonriente el mago.- Bien, entonces no te molesto más, sé que hoy llevarás al pequeño Tommy de compras. Me gustaría que no te enfadaras en despedir los miembros de la orden que puse para protegerte, aunque te parezcan un ejército.
Rowena sonrió avergonzada.
-No le causaré problemas, profesor.
La hermosa mujer, para pesar de muchos, estaba equivocada. Ella no era la única que sabía el paradero de aquella reliquia. Había olvidado que, en una noche bastante movida, se lo había mostrado a un apuesto hombre, cuyos ojos brillaron de manera indefinida cuando vieron el objeto. Lo que no olvidó fue que, esa misma noche, aquel sujeto le pidió matrimonio... de manera inesperada.
Fue en ese mismo día, agradable y tranquilo, que en Hogsmeade se desató una terrible batalla y ningún civil salió vivo, salvo dos personas, dos magos. Un niño y un hombre.
