Tsubasa

PRÓLOGO

"El otro Syaoran"


Syaoran aterrizó, sobre una sola rodilla, y encajó su espada dentro de la funda entre sus manos. Ni siquiera emitió sonido alguno después de eso. Solo cerró los ojos, tomó una gran bocanada de aire, y esperó a que su "magia" hiciera efecto. Un par de ramas cayeron tras él, llenas de hojas, y una extraña pluma se deslizó sutilmente entre la brisa hasta posarse justo en las manos de Sakura. Pudieron comprobar con asombro cómo unas finas líneas rosas pintaban la superficie blanca, y cómo ésta emitía una luz especial. Era esa la magia que habían estado sintiendo desde que Touya les contó que Yukito no había aparecido por casa desde la noche anterior.

Y no se parecía a nada de lo que habían visto anteriormente.

— ¿Hacía falta hacer eso? —Se quejó el mayor—. Destrozar esas ramas así por las buenas…

Pero entonces un ruido procedente del mismo árbol los hizo girarse a la vez. No estaban solos en aquel parque.

— Fallé —dijo Syaoran, simplemente—. Podría haber cortado la rama de al lado, y esos cuatro extraños hubiesen caído a la vez. Pero eso da igual.

» Esa pluma es mucho más importante.

— ¿Y cómo sabías… tú eso?

El chico solo sonrió, acercándose con cuidado a ambos, y alzando con dos dedos aquella pluma para observarla. Brillaba al sol, incluso cuando estaba a punto de ocultarse. No sabía aún por qué alguien querría conservar un objeto así, pero algo le decía que pronto lo descubrirían. Había sentido sutilmente la energía de un corazón con demasiada determinación. Eriol no había sido capaz de contarle nada concreto acerca de eso.

O eso quería hacerle creer a él. Aquel peliazul era demasiado predecible.

— Eriol solo dijo que las casualidades no existían, como que Yukito desapareciera justo el día antes de tu cumpleaños, Sakura, por ejemplo— explicó—. Y además, me di cuenta de que una magia que no había sido creada por Clow estaba muy cerca. Aún no sé qué puede hacer esta pluma exactamente. Pero algo me dice que nos será de ayuda para encontrar a Tsukishiro.

En seguida, los ojos de Sakura perdieron su brillo habitual, dirigiéndose al suelo con miedo. Era un hecho que Yukito seguía siendo una persona demasiado especial para ella, y que le preocupaba que pudiese encontrarse en peligro. Verla tan triste lo mataba, pero no podía permitir un segundo de debilidad delante de su hermano. Lo que menos necesitaba era alguien que no confiara en él para ser protegido.

Así que le dedicó una pequeña sonrisa que solo vio ella y le entregó la pluma con suma delicadeza, para que la guardara.

— Estará mejor en tus manos —le dijo, y ella lo miró a los ojos —. No la sueltes. Esto se va a poner interesante.

Y se giró, en dirección a la salida del parque, provocando que sus dos acompañantes lo siguieran solo unos pasos más antes de que alguien aterrizara tras ellos de un solo salto, y desenvainara con un ruido metálico su enorme katana. Syaoran paró en seco.

— Tú —murmuró, dándole la espalda—. Te estaba esperando. Sabía que harías eso.

— ¡Syaoran, mira! — gritó la voz de una niña tras él, asustada. Sakura dio un paso atrás, agarrando el brazo de su hermano— ¡Aquí también hay otro Touya! ¡Y otra Sakura!

Era una voz muy aguda, y había dicho su nombre como si lo conociera. Miró a Sakura, que observaba a aquellos extraños con una expresión un tanto ambigua. No sabría decir si estaba asustada o solo confundida. Y qué decir de Touya. Su cara no era mucho mejor. Como si estuvieran delante de un fantasma, nada menos.

— M-mira, Syaoran —dijo ella, alzando un dedo en su dirección. El chico observó cómo éste temblaba en el aire—. Es… igual que tú.

Quiso comprobarlo por él mismo. Dejó caer su funda a los pies de la chica y se giró, quedando frente a ellos. Un chico completamente idéntico a él (que debía tener su mismo nombre, por lo que había podido escuchar) estaba parado bajo el árbol que momentos antes había atacado, arropado por otros dos hombres mucho más altos que él. El primero, un joven de cabellos rubios platinos algo largos, de mirada dulce y amarilla, con una katana de madera apoyada contra el hombro izquierdo. El otro, todavía más alto, vestía un enorme traje de samurái negro, que remataba con una simple cinta en el pelo del mismo color. En cuanto a la niña que había creído oír, supuso que era aquel peluche blanco con forma de conejo que había sobre el hombro del rubio, escondida en su capucha. Él solo cuadró los hombros, y esperó.

— Estamos haciendo un largo viaje para recuperar esas plumas, os ruego que me la devolváis —dijo el chico, bajando la cabeza—. No os pertenece.

— Algo me dice… que a ti tampoco —sonrió Syaoran, de medio lado, y se puso en guardia—. Por ahora la guardaré yo.

— Muy bien —suspiró el otro, en respuesta, adelantando su katana también. Después lo miró fijamente a los ojos—. Tendrá que ser por las malas.

Y el fuego de su mirada se reflejó en las pupilas del propio Syaoran. Aquel chico iba muy en serio.

Iba a recuperar esa pluma. Sin importar lo que tuviese que hacer para conseguirlo.


N/A: Hay que ver las cosas que salen mezclando a Imagine Dragons y el insomnio, ¿verdad?

Tenía muchas ganas de escribir una historia semejante, y bueno, estoy en bachiller, así que esto es simplemente un pequeño hobbie, una historia que escribo cuando necesito descargar la tensión acumulada. Igualmente espero que te guste, y que me des tu opinión sobre lo leído ^^ esto es el principio de una historia que, espero, llegue a atraparte.

¡Gracias por leer!