Bueno, aquí traigo una nueva historia que espero les agrade, después de ver un par de imágenes sobre Derek visitando el país de las maravillas se me ocurrió.

No soy dueña de "Teen Wolf" ni de sus personajes, todos los derechos pertenecen a su escritor Jeff Davis y MTV (Lamentablemente).

Y "Alicia en el país de las maravillas" fue escrita por Charles Lutwidge Dodgson, más conocido bajo el seudónimo de Lewis Carroll.

Agradezco a mi Beta, Nevermoree, por su paciencia y por el tiempo que le dedico a revisar esta historia, aun cuando le envió los capítulos a las 2 de la madrugada. Gracias.

Sin más les dejo y espero le disfruten leyendo tanto como yo escribiendo.


Derek en el país de las maravillas

Capítulo 1

La madriguera del conejo blanco

Beacon Hills en todo su esplendor y rareza contenía dentro de su amplio territorio una gran variedad de: humanos, hombres lobo y demás creaturas por si mismas curiosas. Por lo que, después de un tiempo, dar con el culpable de un crimen de origen sobrenatural era más difícil.

Como ahora.

Una larga lista que incluía tanto mujeres como hombres, de distintas edades, características y formas, estaban desapareciendo del pueblo sin dejar rastro.

El misterio había llegado hasta la manada gracias a Stiles (obviamente). Curioso por naturaleza se había interesado en el caso más recenté de su padre después del rapto de su vecina —la actual profesora de Física del colegio—, razón por la cual muy pronto capto el interés de la manada completa.

Personalmente Derek se estaba impacientado de estar sin hacer nada. Scott, Stiles y el resto estaban revisando el departamento de la primera persona desaparecida, pero él, cansado de no encontrar nada, había salido a revisar los alrededores ¿De qué servía tener sentidos más desarrollados que los demás si no podía encontrar a una simple persona? Se sentía bastante inútil.

Su mal humor le estaba dificultando el pensar correctamente, cuando frente él, inesperadamente cortándole el paso, salto un conejo blanco de ojos rosados. ¿Era su imaginación o ese conejo tenia ropa puesta?

—Feo pulgoso, parado ahí como si fueras muy importante —masculló el conejo con sus largos bigotes meneándose de un lado para el otro mientras levantaba las orejas y le miraba con expresión molesta— siempre estorbando.

— ¿Qué mierda?

—Cuida tu vocabulario, ¿Así es como te han educado?

— ¿Qué demonios eres tú?— pregunto Derek tratando de mirarlo más de cerca.

—No te importa, chucho, toma a tu manada y lárgate de aquí antes de que me enoje de verdad— amenazó aún más enojado golpeando con su esponjosa pata el piso impacientemente.

— ¿Estas involucrado con las personas desaparecidas?

—No es de tu incumbencia, lobo.

—Me importa si estás raptando personas, y vas a decirme dónde están —gruñó Derek sosteniéndolo bruscamente de su pequeño saco amarillo.

— ¡Suéltame, pulgoso! —gritó comenzando a retorcerse del agarre de Derek dando patadas y manotazos en dirección al moreno, quien lo asía con fuerza para que no escapara. Ya podía escuchar como llegaban Stiles y los demás. Pero antes de que pudiera verles el conejo clavo sus filosos dientes delanteros en el brazo que le sostenía.

— Me has mordido, maldito conejo —gruñó Derek fuertemente soltándole de golpe, sacudiendo la mano que había sido mordida por el conejo, el cual salía corriendo como alma que lleva el diablo hacia el parque al otro lado de la calle.

No tenía tiempo para esperar a la manada, si no le seguía con toda seguridad escaparía y se llevaría a más personas. Corrió detrás de él dejando atrás a los chicos, quienes lo llamaban sin entender qué es lo que estaba pasando. Esquivo varios árboles y arbustos en su carrera por no perder al conejo, hasta que vio a este entrando en lo que parecía una madriguera al pie de un seto.

Derek decidió arriesgarse y entrar detrás de él.

Sabía que entrar era arriesgado, era un terreno peligroso en el que no podría pelear ni tener ventaja, pero no podía dejarle ir.

El agujero era bastante grande, o eso pensó Derek al principio, cuando lo miró por fuera, pero esto fue solo al principio, porque una vez dentro y avanzando unos metros notó que este comenzaba a hacerse más pequeño, obligándole a agacharse cada vez más. Las raíces a su alrededor hacían evidente lo profundo que estaba, así como la poca luz natural que llegaba de la entrada, la cual era ahora solo un punto a lo lejos.

— ¡Maldita sea Derek!, ¿Cómo se te ocurre entrar tú solo? —Escuchó a Stiles gritarle desde la entrada— quédate donde estás, Scott va detrás de ti.

—No entres, es muy pequeño aquí para los dos —contestó Derek, volteando hacia atrás tanto como podía. Vio a Scott avanzando más fácilmente que él.

—Me está dando Claustrofobia, salgamos de aquí —se quejó el joven alfa.

—Regresa tú— le respondió molesto el mayor, dándole la espalda al fondo de la madriguera para encarar completamente al que le seguía.

—No seas necio, Stiles me reñirá por tu culpa.

—No me importa —Derek le ignoro, avanzando un poco más sin ver muy bien por donde pisaba.

—Regresemos, este lugar me pone nervioso —sugirió nuevamente Scott, ya a unos pasos de Derek.

De mala gana Derek intento retroceder y regresar, pero ya era muy tarde, la madriguera era tan inclinada que antes de darse cuenta estaba cayendo hacia atrás precipitadamente para posteriormente descender por lo que parecía un pozo realmente profundo, escuchando los gritos de Scott y de los demás.

Definitivamente Stiles le gritaría por su necedad, o lo haría si lograba salir.

No supo realmente cuando tiempo estuvo cayendo, o el agujero era muy profundo, o caía realmente lento. Estaba demasiado oscuro como para ver el fondo y ya no escuchaba los gritos de sus amigos en la cima. Solo podía ver lo que había en las paredes a su alrededor al pasar. Le parecía sumamente extraño, las paredes del pozo estaban tapizadas de estantes llenos de libros, así como de repisas con jarrones vacíos y de etiquetas coloridas que le recordaban el consultorio de Deaton.

—A este paso llegaré a China —pensó burlonamente el moreno en voz alta, viéndole el lado gracioso al asunto, hojeando uno de los libros que estaban a su paso— Quizás nunca llegue al fondo y pase aquí toda mi vida...

—Será una vida muy triste sin mi alborotada manada —se dijo a sí mismo, pasando cerca de una lámpara encendida de espirales plateados que le permitió ver el título del libro, "Caperucita Roja"— sobre todo extrañaré a Stiles... a él y a sus bonitos ojos, pero no a sus discursos de una hora sobre la circuncisión, esas me dejaban adolorido —suspiró dejando el libro en una mesita incrustada en la pared.

—También a mi auto —se lamentó tristemente—. Espero que el maldito de Peter no le toque, siempre le pone gasolina barata, lo estropeará en una semana y lo llenará de envolturas de comida chatarra.

Estaba comenzando a quedarse dormido cuando aterrizó fuertemente sobre un montón de hojas secas, creando un gran estruendo.

¡Cataplum!

Había llegado al fondo.

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