Siempre saco cosas bien extrañas... ¿Qué más les puedo decir a quienes me lean? Esta historia nació una noche que no dejaba de escuchar "About a Girl" en donde imaginé a Waylon al estilo grunge bailando al ritmo de la música, mientras Eddie lo miraba casi atónito a la distancia.
Me resulta divertido el incluir a Eddie en este tipo de ambientes, que no son lo suyo xD y que mejor pretexto para colocar a otro de mis personajes favoritos quien está infravalorado en muchos casos: Frank Manera.
Debo advertir que los personajes se salen completamente de su actitud canon. Sobre todo Waylon...y Frank xD.
Creo que la gente debería involucrar más a Frank en historias o fan arts. Sin más, aquí esta extraña historia. Enteramente inspirado en About a Girl de Nirvana. Delicado a Velia, quien es my Kurt Cobain :3
—No quiero ir —fue lo primero que salió de sus labios al escuchar la invitación de Frank Manera. Ni siquiera lo había dejado terminar de pronunciar la oración.
—Vamos Ed, ¡será divertido! Te prometo que si te molestas o incómodas nos iremos temprano. Al menos inténtalo.
—No. No iré. —Volvió a mencionar de forma tajante mientras desviaba la mirada. Frank suspiró. Era muy difícil intentar convencer a Eddie cuando se ponía en esa postura. El hombre parecía ser un anciano en el cuerpo de un joven de 25 años. ¿Dónde había quedado su espíritu aventurero?
— ¿Qué tengo que hacer para convencerte de ir? Además, tú dijiste que ibas a llevarme a todas partes en lo que arreglaban mi moto.
— ¡Yo nunca dije eso! Y si lo dije, me refería a la escuela, al dentista o a alguna reunión importante, no a una de tus fiestas con pandilleros —una sonrisa se asomó por los labios de Manera. Eddie siempre hacia este tipo de comentarios.
Para ser un hombre con un semblante tan intimidante y voz tan marcada, Eddie Gluskin no era otra cosa que un caballero chapado a las antiguas enseñanzas, considerando que todos los parámetros que no estuvieran en sus estándares no eran otra cosa que pandillas o vandalismo.
—Si vienes conmigo esta noche, prometo acompañarte a una de tus estupideces de vestidos de novia y cosas de señoras. —
— ¡Ya te dije que no son cosas de señoras! El negocio de los vestidos y arreglos para boda es algo muy respetado y rentable, Frank. Que yo piense en mi futuro económico no debe ser motivo de burla. —Frank desvió la mirada y soltó una sonrisa de triunfo. Sí conocía bien a Eddie, sabía que no tardaría en ceder pronto.
— ¿Entonces qué dices, cariño? ¿Me acompañas a la fiesta? —
— ¡También te dije que no usaras esa palabra! —Eddie se quedó un momento mirando a Frank. Era clara lo diferente que eran, pese a llevarse únicamente un par de años de diferencia. A veces las personas se quedaban asombradas al enterarse que Frank era de hecho el más joven que los dos, sin mencionar que no entendían por qué dos personas tan diferentes podían llevarse tan bien y ser amigas.
—Está bien, está bien...entiendo que esa palabra es marca registrada de Gluskin. Mira, prometo que si te enfadas o te molesta algo nos iremos en seguida, ¿te parece el trato? Únicamente quiero que te relajes un poco y conozcas otras cosas, ¿qué hay de malo en eso? —la idea parecía no gustarle mucho a Eddie, terminando por suspirar lentamente. No había necesidad de responder a aquellas palabras en realidad, no había una objeción que dar ante ello.
El trato era razonable, por lo que emprendieron la marcha al apenas terminar de acomodar las cosas y claro, cuando Eddie terminó de cambiarse y arreglarse. Frank le preguntaba constantemente si estaba seguro de querer llevar aquella ropa, siendo respondidos sus comentarios por la fulminante mirada del pelinegro. No había nada malo en su ropa, pensó, pese a portar una camisa de manga larga de botones y un pantalón de vestir. El castaño agradecía más que nunca que no portara una corbata de moño y un chaleco de vestir, de esos que se asemejan más a un traje de novio que a una prenda de uso diario.
El lugar no estaba muy retirado, siendo en un pequeño local que antiguamente había sido abandonado y que posteriormente se convirtió en un pequeño club de un tal Richard Trager, en donde a veces se reunían algunas bandas, teniendo más parecido a una especie de bar que a otra cosa. Las ventanas estaban rotas y el espacio era muy pequeño para la cantidad de personas que iban con regularidad, teniendo popularidad con los jóvenes de la preparatoria, muchos de ellos entrando con identificaciones falsas.
El olor a humo y sudor envolvía el ambiente, provocando que Eddie torciera una mueca al apenas entrar en el lugar, dirigiendo una mirada de desaprobación en dirección a Frank. Este era uno de los sitios que más frecuentaba el castaño, quien se limitaba a sonreír mientras era recibido por un par de chicas en tops negros y pantalones ajustados.
Eddie calculaba que las mujeres no rebasaban los 25 años, una de ellas tenía el pelo rubio y se notaba como la raíz negra brotaba de entre la maraña de rizos indefinidos, mientras que la otra tenía el cabello corto y oscuro, portando la mitad izquierda parcialmente rapada. Las chicas desviaron la mirada en su dirección, sonriendo ligeramente. No le gustaba para nada el aspecto de esas miradas, además de sus ropas y actitudes le causaban un desagrado que no tardó en externar. Ambas chicas parecían darse cuenta de ello, por lo que rápidamente se despidieron de Frank con la excusa de tener que ir al baño.
—Vamos Eddie, ¡relájate un poco! Nos venimos a divertir —le comentaba en gritos, ya que el sonido de la música y el tumulto de gente no permitían que las palabras se entendieran. Eddie se sentía completamente incómodo y fuera de lugar. La música no era de su agrado, el sonido, el tabaco, el ambiente tan denso y encerrado. Todo era una mala combinación tras otra, sabiendo muy bien que si le comentaba a Frank este lo ignoraría monumentalmente, sobre todo porque apenas habían puesto un pie adentro.
—Iré a buscar unas cervezas. Da una vuelta, conoce el lugar. Quien sabe, quizás encuentres algo especial —
—Lo dudo bastante, Frank —comentó mordazmente mientras giraba los ojos. Sabía que sería mucho más tardado encontrar a Frank si se le perdía de vista, sobre todo por su clara tendencia de seguirles la pista a los antiguos miembros de su ex-banda.
Frank había sido miembro de una banda de Thrash Metal durante buena parte de su adolescencia y los primeros años de universidad, decidiendo darse un descanso en lo que volvían a surgir las ideas y volvían a tomar "nuevos aires", como le había mencionado a Eddie. El castaño solía tocar la guitarra y componía gran parte de las canciones, habían tenido incluso un par de presentaciones abriendo conciertos para diferentes grupos. Querían que el regreso fuera triunfal.
Siguiendo los no tan buenos consejos de Frank, Eddie empezó a recorrer el lugar a paso lento y cansado. Era evidente que la mayoría de los asistentes del lugar no rebasaban ni siquiera los 18 años, sintiéndose los chicos rudos con sus cigarros, sus cervezas y excesos, captando en el aroma característico de la marihuana.
El pelinegro pensaba que no había nada más patético que el querer aparentar madurez con el uso de esas sustancias, quedando bien únicamente ante una manada de personas superficiales y frívolas, gente que ciertamente no valía la pena y que no estaría dispuesta a ayudarse entre sí. Era triste y patético, pensó, batallando para concentrarse en sus ideas ante el ruido de la guitarra eléctrica y de la batería, soltando un suspiro de alivio al darse cuenta de que la canción había terminado finalmente.
— ¡Nos tomaremos un pequeño descanso en lo que llega la otra banda! —había dicho la voz del vocalista, bajando a gran velocidad para caer prácticamente en un abrazo sobre Frank. Genial, pensó Eddie. Sería mucho más difícil sacar ese trasero pandillero ante el desfile de "celebridades" con quien se estaba encontrado Manera. A Eddie le costaba trabajo el entender porque carajo era tan insistente en arrastrarlo a ese tipo de lugares si era evidente que Frank no necesitaba de la compañía de nadie. Este era su ambiente natural por excelencia.
La música que se escuchaba de fondo no era tan fuerte ni tan aguda como la que había sonado con la banda, por lo que Eddie agradeció internamente que el volumen se mantuviera de tal manera que no perforara en los tímpanos. Reconociendo la tonada suave y el sonido particular de aquella voz, identificó al poco tiempo que se trataba de Nirvana, siendo una de las bandas predilectas de Frank, habiendo escuchado In Utero por al menos unas 15 veces en una semana durante uno de sus viajes en carretera hacía años.
I need an easy friend
I do with an ear to lend
I do think you fit this shoe
I do, won't you have a clue?
Eddie escuchó un par de voces riendo y cantando a la distancia. Su vista se giró en aquella dirección, más por inercia que por curiosidad, sintiendo como una corriente eléctrica lo invadió al apenas notar aquella presencia a lo lejos. Sus ojos no podían apartar la vista de los suaves movimientos, apretando su mano de forma automática. Nunca antes se había sentido así antes. No al menos con alguien que no conociera, no al menos en un lugar tan desagradable e incómodo como éste.
I'll take advantage while
You hang me out to dry
But I can't see you every night
Free...
I do
El joven mantenía sus ojos cerrados, sosteniendo una cerveza que mantenía a la altura de su pecho. Su cabeza, sus caderas y sus piernas se movían rítmicamente, revelando una actitud despreocupado y relajado. Su vestimenta estaba desgastada, con pantalones entubados y rotos de las rodillas, una camisa de franela de cuadros rojos sobre sus caderas y una playera negra con algún logotipo desgastado. Su cabello llegaba a la altura de su cuello de forma descuidada, era un color claro y suave, enmarcando sus facciones juveniles y definidas. Ante Eddie, todo esto era una especie de visión.
I'm standing in your line
I do hope you have the time
I do pick a number, too
I do keep a date with you
Eddie empezó a caminar en dirección a aquellos jóvenes sin darse cuenta de sus acciones. Sus ojos estaban fijos en la danza de ese muchacho en particular, sin querer perder ningún detalle de cada movimiento, gesto o detalle de su andar. ¿De dónde había salido este chico? Su vestimenta denotaba rudeza, más sus facciones y movimientos dejaban ver una suavidad que era impropia de la música que resonaba en las paredes, logrando con esta extraña mezcla una perfección particular ante la azul y atenta mirada. Tenía suerte de perderse entre la multitud, de lo contrario estaba seguro de lo evidente y obvio que estaba siendo, más aún al no poder evitar que su respiración se viera detenida por un breve instante en que el joven se giraba en su dirección.
I'll take advantage while
You hang me out to dry
But I can't see you every night
Free
I do
Pensaba que el espectáculo no podría llegar a ser más interesante, no antes de haber visto aquel par de ojos claros mirarle. No antes de haber notado esa sonrisa en sus labios. Eddie sintió como su corazón se acelera rápidamente, sin poder evitar sentirse nervioso, emocionado, fascinado. Había muchas emociones revoloteando en su interior.
I need an easy friend
I do with an ear to lend
I do think you fit this shoe
I do, won't you have a clue?
El joven parecía divertido ante el semblante que el mayor mostraba, moviendo incluso más su cadera mientras su cabeza se alzaba lentamente, revelando lo estilizado de su cuello, volviendo a la despreocupación en su andar. Eddie no sabía si alegrarse o desanimarse ante tales actos, prefiriendo ser un observador lejano, intentando contener un poco el impulso casi natural de acercarse más, de saber más.
I'll take advantage while
You hang me out to dry
But I can't see you every night
No, I can't see you every night
Free
I do, I do, I do….
La canción había finalizado, notando como el joven terminaba por empinarse la botella de cerveza entre sus dedos. Otra canción sonó enseguida, siendo ignorada. Eddie bajó la mirada por un momento, sin saber cómo reaccionar. Nunca se había sentido tan fuera de lugar como ahora, entre una multitud de jóvenes y personas que en definitiva no eran de su mismo estilo y forma de pensar, comenzando a idealizar la idea de acercarse a un completo desconocido para saber su nombre, para conocer aunque fuera su voz. Era una locura tras otra.
Eddie nunca había sido del tipo de personas que buscaran cosas de una sola noche. No era un hombre que tuviera muchas relacionadas resguardadas en sus memorias, pero las pocas que había eran producto de un trabajo arduo, de citas, de cosas, de detalles. Y en definitiva no era con algún extraño de apariencia desalinea en el peor bar del pueblo. Había tomado la decisión de no darle más vueltas al asunto y de dejar de una vez por todas aquel comportamiento de lo más vulgar antes de sentir un fuerte brazo rodeando su cuello.
— ¡Hasta que por fin te encuentro, Ed! Me tenías muy preocupado, ¿dónde estabas? —Eddie podía sentir el aliento alcohólico de Frank chocar contra su rostro. Era desagradable cuando se ponía en estos estados. En más de uno ocasión habría que llevarlo a rastras para sacarlo de los lugares, siendo una verdadera molestia al momento.
— ¿Pues dónde te parece que estaba? No es como si el lugar fuera lo suficientemente grande como para que me perdiera…. —la mirada de Eddie denotaba molestia, más su semblante se relajó al apenas entrar en contacto alguna figura entre la gente. Esto no pasó para nada desapercibido para Frank, quien dirigió su vista en seguida enmarcó una sonrisa en su rostro.
— ¿Te estás divirtiendo, Eddie? ¿Si quieres que nos quedemos un rato más? —aquello había tomado desprevenido a Eddie, quien giró su vista en dirección a Frank, no sabiendo descifrar muy bien su expresión.
—Está bien, pero nada más por un rato. Recuerdo que mañana tienes un compromiso temprano y yo tengo que atender algunos pedidos de mis clientes. —
—Como quieras, Ed, sólo recuerda que tienes que dejarte llevar...¿de acuerdo? —no hubo oportunidad de replicar cuando Frank salió disparado de nueva cuenta entre la multitud. Eddie no sabía qué hacer en este punto, sintiéndose un tanto perdido.
Su mirada se desvió de nueva cuenta en dirección al grupo de jóvenes que bailaban. Estaba conformado por un par de chicas y tres muchachos, todos vestidos de la misma manera, quienes entre risas y comentarios empezaban a acercarse de nueva cuenta a la barra del bar. Eddie dio un último vistazo, notando como el joven rubio se quedaba un momento en su lugar, levantando la mirada en su dirección, mostrando una sonrisa entre juguetona e infantil, como si se tratara de un niño haciendo alguna especie de travesura, girando en poco tiempo de dirección para seguirles el paso a sus amigos.
El mayor suspiró. ¿Cómo podría lidiar con esto durante toda la noche? No era como si fuera de lo más natural el llegar y saludar a una manada de chicos y decirles "Hey, realmente me atraes sexualmente, creo que tu baile fue muy erótico y sugestivo, ¿quieres que te invite un trago?" mientras mostraba la más galante de sus sonrisas ante ellos. ¡Eso en definitiva no iba a pasar en ningún escenario!
Por su parte, Waylon volvió de nueva cuenta a donde se encontraban el resto el resto. Miles había insistido, como toda la vida, a que fueran a ese club en particular por tercera vez en la semana. La cerveza era igual de barata y accesible que las mujeres, es lo que decía constantemente, siendo recriminado por la atenta mirada de Lisa, quien parecía que en ocasiones estaba a un paso de darle un puñetazo en la nariz.
— ¿Qué fue eso, Park? —le comentó al apenas verlo llegar, extendiendo el brazo para darle una nueva botella de cerveza recién abierta.
— ¿Qué fue qué? —
—No te hagas el ingenuo, Way, ¿acaso le estabas bailando a ese sujeto? —Las miradas del resto del grupo se dirigió enseguida al rostro de Waylon, quien se limitaba a fruncir el entrecejo mientras daba un ligero sorbo a la botella.
—No tengo idea de lo que me estás hablando. Sólo nos estábamos divirtiendo todos, Miles. Me pareció gracioso que nos estuviera viendo tanto, ¿creen que sea una especie de pervertido? —
—No lo sé, tal vez lo quieras averiguar esta noche —el tono de Miles siempre estaba lleno de una especie de burla. Era bastante común en su personalidad que mostrara ese tipo de actitudes, especialmente cuando se trataba de Waylon Park.
Waylon había empezado a salir con él desde hacía años. Si finta y apariencia de "nerd" eran sólo una fachada ante la realidad de su personalidad. Waylon había aprendido a andar por su cuenta, conociendo a Miles en las calles, estableciendo una amistad que se reforzaría con el pasar de los años. Ambos se conocían bastante bien como para saber qué decir y no decir para detonar sus respectivos humores y molestias.
—A veces eres insoportable, ¿lo sabías? —
—Y tú a veces eres muy obvio….mi amigo. —El resto del grupo se conformaba con escuchar y reír. Sabían bien que así se llevaban, sin ser realmente sinceros en sus comentarios, que únicamente se habían peleado una sola vez, tratándose en aquella ocasión de un mal entendido más que nada.
El carácter de Waylon era muy tranquilo, pese a su apariencia y su aparente "fama", mientras que el sarcasmo y actitud desafiante de Miles eran simplemente con cuestiones relacionadas con sus aspiraciones. Las ideologías políticas de Miles estaban muy marcadas, siempre viéndose involucrado en diferentes movimientos sociales, sin importarle mucho lo riesgoso que pudiera resultar. En más de una ocasión Waylon había hecho hasta lo imposible por sacarlo de la cárcel al ser atrapado en una marcha, habiendo realizado vandalismo ante uno de los locales del vecindario. En más de una ocasión se había sentido con la responsabilidad de tener que cargar con Miles como si de un hijo se tratase.
Miles conocía cuales eran las preferencias y los gustos de Waylon a estas alturas. Sabía bien la clase de hombres o chicos que eran su preferencia, por lo cual el encuentro con aquel desconocido no había pasado desapercibido tampoco para el castaño. Waylon no acostumbraba coquetear o ser tan descarado en ese tipo de ambientes, por lo que era consciente de lo mucho que tuvo que llamarle la atención ese sujeto para que empezara a moverse con tales intenciones. Waylon lo había visto desde que entró al bar. Lo había visto con su semblante de amargado, completamente fuera de contexto, sin poder evitar considerarlo diferente ante el tumulto de tipos tatuados, con remaches, apestando.
No era casualidad que terminaran en la pista, bailando en ese punto, siendo mencionado "casualmente" por Waylon, quien jaló al resto de las chicas, intentando crear el ambiente ante una de sus canciones favoritas. Era así como había comenzado con lo suyo. Puede que no sea el mejor bailarín o que no sea de lo más elocuente al hablar, pero la vibra que transmite al relajarse y enfocarse lo hacía lucir unas diez veces más atractivo, sumando el hecho de que el contacto visual siempre era fugaz, pero constante. Quizás no lo admitiría abiertamente, pero en definitiva tenía un punto fijo durante esa noche.
La guerra interna de Eddie continuó durante el resto de la velada. Las interacciones no terminaron ahí. Era como si viera al muchacho en todas partes. Al ir a la barra, él estaría justo del lado opuesto, sosteniendo su cerveza mientras mostraba esa ligera sonrisa en el rostro. Al ir al baño, el joven saldría de la puerta, pasando justo a su lado sin hacer contacto visual, como pretendiendo que nunca le había visto ante, que nunca habían hecho contacto alguno. Cerca del escenario pasaba lo mismo, notando como permanecía cerca de la multitud, adentrándose para escuchar a la banda, moviendo ligeramente su cuerpo al ritmo de las aceleradas notas.
¿Qué acaso el joven le estaba siguiendo de igual manera? Eddie no podía dar crédito a eso. Le resultaba imposible el creer que alguien así estuviera interesado en tener una interacción con él, más aún por la clara diferencia entre ambos, teniendo como limitante el no saber qué tipo de temas de conversación abordar si se decidiera hablarle.
Miles notaba aquello con una sonrisa en el rostro, sin poder evitar sentir gracia ante tal comportamiento tan infantil por parte de ambos. Eran demasiado obvios al actuar: por un lado, el desconocido se esmeraba por mantenerse al margen, notándose presionado e indeciso al ver a Waylon cerca, mientras que el rubio emprendía su máximo esfuerzo por permanecer en el rango de distancia de igual manera. Eran demasiado obvios. Su atención se desvió al sentir como una mano se posaba sobre su hombro al momento.
— ¡Hey, Upshur! Tengo que hablar contigo —había dicho la voz de Frank, haciendo que el joven se volteara en su dirección con una expresión un tanto asombrada. Se habían conocido hace poco en una de las muchas reuniones en la casa de Chris Walker, quien a su vez era baterista de su ya no integrada banda. Era increíble lo pequeño que resultaba el mundo, sobre todo en una ciudad como esta.
— ¿Qué sucede Manera? Tengo entendido que no soy muy tu tipo —la sonrisa de Miles se extendía, provocando que un fruncimiento de ceño apareciera en el rostro de Frank. Algunos entendían que por ser tan parecidos era normal que sus personalidades chocaran, por lo cual siempre existía cierta tensión en su trato.
—No vengo aquí para hablar de tus preferencias, mi estimado amigo. Vengo para hablar sobre mi muchacho, Eddie. Creo que eres lo suficientemente listo para darte cuenta que anda revoloteando alrededor de tu amigo, realmente no creo que se atreva a hacer algo más —
La atención de Miles se centró en aquellas palabras, asintiendo lentamente. Era extraño, pero de cierta forma sabía muy en el fondo de Manera terminaría por intervenir de algún modo. Él tenía exactamente el mismo pensamiento acerca de Waylon. Detestaba que ambos terminaran por tener una misa idea.
—A Waylon también le atrae. Es mutuo...pero los dos son unos estúpidos. ¿Qué sugieres que hagamos? —
—Creo que tengo un plan en mente...—
El tiempo continuó con su curso, provocando que el humor de Eddie cayera al momento. A duras penas había conseguido una miserable cerveza artesanal, la cual sabía horrible y tuvo un costo más elevado como "incentivo para apoyar al comercio local". Los cantineros tenían una preferencia clara por los escotes pronunciados y las minifaldas, teniendo todas las de perder al momento. Ya era hora de irse, sabiendo de antemano que uno de los tratos era no quedarse después de las tres de la mañana, considerando incluso que esa hora ya rebasaba su límite de paciencia.
Al empezar a buscar a Frank entre la multitud, un suspiro de frustración salió de sus labios, ya que aparentemente se lo había tragado la tierra. Eddie buscó por todos los lugares posibles, resultando increíble que alguien pudiera perderse en un lugar en un lugar tan pequeño como este. Esperaba encontrarlo con alguna de aquellas dos zorras con las que lo había visto pasar casi la mayor parte de la noche, sin tener éxito en encontrar siquiera a las mujeres. ¿Acaso se había marchado ya?
—Estúpido Frank, sabe muy bien que no me gusta irme manejando solo a casa...—comentaba con tono molesto mientras se encaminaba a la salida, con la esperanza de encontrar a Frank en algún lugar de los alrededores, quizás en el estacionamiento, en la parte trasera de algún coche probablemente. Lo odiaba tanto.
Lo primero que sintió al salir fue el frío contra su rostro, lamentando internamente no haber prevenido el traer alguna chaqueta o ropa más abrigadora que lo que usaba. Lo segundo que noto y tuvo más relevancia que el estado del tiempo que la figura delgada que se encontraba sentada sobre el borde de un automóvil, con cigarro en mano, mostrando una ligera sonrisa mientras sostenía un celular entre sus dedos. En este punto, Eddie había olvidado incluso como se llamaba aquel amigo que tanto buscaba con desesperación.
—A mí también me dejaron mis amigos —comentó el joven rubio con una sonrisa un tanto irónica, empezando a presionar sus dedos en torno a la pantalla del celular, releyendo una y otra vez el mensaje de Miles sobre ésta.
"Yo...casa de Chris. Las chicas también. Lo siento. Te quiero. Un beso!."
"Jódete…." había sido la respuesta contundente de Waylon, dejando el celular aún lado mientras daba otra lenta calada a su cigarro, enfocando su vista en dirección contraria nuevamente.
—Miré a tu amigo del cabello sucio encaminarse hacia el estacionamiento. Iba de la mano de una rubia ruidosa. Dudo que puedas encontrarlo en este punto. —
—No creo verlo por tres días entonces….—la mirada de Eddie bajo solo por un momento, intentando calmar tanto su enojo como su interés, que iban a la par en ese momento. La voz del desconocido era justo como la había imaginado: un tanto suave, pero no aguda, tenía un toque de sarcasmo impregnada, pareciendo un tanto amable incluso. Notaba con más nitidez sus facciones, resaltando sus ojos castaños y claros y perfil suave.
—Tienes suerte. Una vez perdí a Miles por tres semanas casi. Tuve que pedir prestado el auto de Lisa para ir a recogerlo en una carretera de Nuevo México. No quiso darme muchos detalles al respecto… ¿quieres uno? —Waylon extendió lentamente la cajetilla de cigarros, colocando uno nuevo entre sus labios. Eddie tuvo que declinar la invitación, negando con la cabeza, provocando una sonrisa en los labios contrarios.
—Espero no te ofendas por mi comentario, pero realmente no entiendo qué hace una persona como tú en un lugar como esté. No deberías venir vestido así en primer lugar, las personas aquí pensaran que eres un policía...o el papá de alguien. —
— ¡Por qué todos me dicen eso! No entiendo qué tiene de malo el vestirse bien...—la reacción de Eddie ocasionó cierta ternura en Waylon, intentando disipar esa sensación al momento.
—Soy Waylon, por cierto. ¿Cuál es tu nombre? —la pregunta había caído desprevenida para Eddie, quien se limitaba a sonreír de vuelta, extendiendo la mano con toda la formalidad en su ser, un digno acto del registro Gluskin, como tanto mencionaba Frank.
—Soy Edward Gluskin, pero las personas suelen decirme Eddie simplemente. Es un gusto conocerte, Waylon. —El joven alzó la mano con un semblante divertido, apretando la enorme palma contra su mano. La diferencia era bastante notoria ahora, siendo de tamaños y complexiones completamente diferentes, sumando esto a la lista de cosas en las que contrastaba con el pelinegro.
Waylon nunca se había sentido de complexión débil o delicada. Según él, su cuerpo, estatura y físico siempre había estado dentro del promedio, sintiéndose mucho más pequeño al estar al lado de Eddie. Aquello le ocasionaba un ligero conflicto, ya que no sabía si sentirse mucho más atraído o un tanto intimidado.
—Bueno, debo irme. El imbécil de Miles se llevó el auto esta vez, supongo que debo regresarme caminando a casa. —
—Yo podría llevarte, claro, si quieres. —la oferta era un tanto extraña, considerando que eran prácticamente un par de desconocidos que dialogaban en el estacionamiento de un bar, a altas horas de la noche. Waylon reflexionó un poco sus ideas y lo que pasaba. Si era sincero consigo mismo, Eddie le atraía. Y le atraía mucho.
Siempre había sentido debilidad por los tipos grandes y este era particularmente distintivo en su apariencia. Su voz tenía un tono calmado, suave y elegante, pero a la vez mantenía una potencia y una masculinidad en su timbre, provocando que esa atracción inicial empezara a convertirse en algo mucho más grande sin darse cuenta. Waylon se sentía realmente interesado en este punto.
— ¿Lo dices en serio, Eddie? Digo, yo podría ser un asesino en serie que mata y tira los cuerpos por la carretera….o quizás eres tú quien los esconde en el sótano de alguna cabaña o algo. Uno nunca puede estar seguro de estas cosas —el comentario había tenido el propósito de aminorar la tensión entre ellos, provocando únicamente una mirada un tanto severa por parte de la azul y fría mirada.
— ¡Oh por dios, si te dedicas a matar jóvenes en los bares! —
— ¡Claro que no! Ese comentario me pareció completamente fuera de lugar...—
—Ay, lo siento, se suponía que era una broma. Las personas tienden a reír cuando se hacen bromas, sabes. —
—A mí no me hace gracia esa acusación. —La risa de Waylon era una de las cosas más llamativas y atractivas que había escuchado. El rubio se reía con ganas, provocando incluso un ligero enrojecimiento en sus mejillas y que sus ojos se cerraran con fuerza, siendo un gesto bastante infantil ante sus ojos. Eddie se debatía entre los sentimientos de ternura y molestia que aparecían casi a la par, intentando parecer ofendido pese a querer soltar una sonrisa al momento. Además de todo, la risa era bastante contagiosa.
— ¿Vas a querer que te lleve a casa o no? —
—Oh señor Gluskin, ¿usted sería tan amable de ser mi transporte esta noche? —la mirada del mayor parecía seguir portando aquella severidad, por lo que el muchacho únicamente se encogió de hombros, empezando a levantarse para encaminarse a su lado. Eddie suspiró, intentando mantener la compostura y su imagen de "joven adulto responsable", siendo seguido de cerca por la despreocupada figura de Waylon Park, quien se dedicaba a dar algunas caladas a su cigarro, dándose la oportunidad de mirar de arriba a abajo el cuerpo contrario.
Buscó sus llaves y abrió la puerta del copiloto, empezando a acercarse al poco tiempo a la suya, dando una mirada de confusión al notar que Waylon no había soltado el cigarro y que, de hecho, mantenía la cajetilla entre sus manos, en la espera por tomar uno nuevamente.
—No se permite fumar dentro del carro. —
—Hm...Espera, ¿qué? —aquella declaración había ocasionado una cara de asombro y de indignación. ¿Cómo era posible que tuviera esas reglas? —Tu eres amigo de Manera, ¿no? Estoy seguro de que él hizo peores cosas dentro de este carro. —
—Claro que no, porque entiende que hay reglas sobre el uso del automóvil, y una de ellas es no fumar dentro de él. Agradecería mucho si pudieras apagar tu cigarro antes de entrar, por favor. —De mala manera, Waylon tiró el cigarro al suelo, empezando a pisarlo con una de sus botas militares. Una ligera sonrisa triunfante apareció en los labios de Eddie, que apareció de forma bastante fugaz antes de acomodarse en el asiento, colocando el cinturón de seguridad y asegurándose de que cada cosa estuviera en su sitio. Siempre había tenido desconfianza de dejar su auto en lugares como este.
—Y bueno, ¿en dónde vives exactamente? —
—Vivo cerca del centro, a unas cuantas calles a la derecha de la antigua estación del tren. Yo te iré indicando por donde dar vuelta —Eddie identificó enseguida el tipo de sectores que le decía Waylon. Era una zona bastante deplorable e insegura, por no decir que abundaban las casas abandonadas y las situaciones de pobreza en esos barrios.
Waylon se cruzó de brazos, desviando la mirada en dirección a la ventana. No era particularmente aficionado a que las personas conocieran realmente en lugar donde residía, pero incluso él, que había pasado gran parte de su vida en esos rumbos, sabía lo suficiente como para no caminar a altas horas de la noche por esas zonas en específico, mucho menos si andaba solo como ahora. Eddie no sabía en este punto cómo interactuar con el joven. Ambos parecían haber caído de nueva cuenta en un ambiente incómodo, por lo que decidió prender la radio, con la esperanza de poder sacar algún tema de conversación.
—Dime si te gusta alguna de estas estaciones. —
— ¿Qué es eso? ¿Acaso es la estación de clásicos? —la mirada de Waylon volvió a enfocarse en el mayor, sin poder evitar soltar una ligera risa al momento. Todo lo que abordaba a Eddie le hacía creer que tendría unos cuarenta años, cuando en realidad se miraba mucho más joven que eso. — ¿Acaso eres un señor, Edward? Todo lo que te rodea es viejo. —
— ¿Qué, acaso te molesta esto? Bien, entonces apagaré la radio mejor. ¿Realmente crees que la música que tocan en ese club es buena? Déjame decirte que es mierda, eso es lo que es —la sonrisa en el rostro del joven no desapareció al notar como Eddie apagaba la radio. Había notado lo temperamental que era minutos antes, pensando que era divertido en realidad el provocarlo.
—Oh vaya, que rudo. —El silencio volvió a rondar a ambos, mientras que el ambiente frío se filtraba ligeramente hacia dentro del carro. Waylon había sentido su celular vibrando dentro de su bolsillo, sacando lentamente el mismo.
"No seas estúpido, Park. Él te gusta, tú le gustas. Deja de estar jugando y haz algo" era el mensaje que recibía por parte de Miles, provocando una nueva sonrisa en su rostro, esta vez era una expresión un tanto más relajada que las del jugueteo con Eddie. El interés volvía a aparecer.
—Eres muy raro...sabes— comentó Waylon, manteniendo la sonrisa en el rostro —y es por aquí. Da vuelta a la derecha. —El resto hubiera sido silencioso si no fueran por las constantes indicaciones de Waylon. Eddie estaba confundido, ya que el lugar a donde se suponía llegaría había pasado dos calles atrás, encontrando en poco tiempo un pequeño y apartado parque, parcialmente iluminado por algunas luces tenues.
— ¿A dónde me trajiste, Waylon? Creí que la calle de tu casa quedaba cerca del centro. —
—Quería mostrarte algo antes de llegar a casa, ¿estás de acuerdo con eso? —el rubio se giró en dirección al mayor, mostrando una sonrisa. Esta era diferente al gesto burlón y sarcástico que había visto minutos antes. Waylon parecía contento, incluso se mostraba un semblante y una postura mucho más relajada en su expresión corporal. Era casi dulce, si se permitía pensar así, la forma en la cual actuaba, el contraste de sus facciones y complexión con su cuerpo, como si quisiera aparentar una rudeza que nunca había existido.
Entró lentamente por los alrededores del lugar, encontrando el panorama bastante tranquilo en consideración a la zona. No parecía maltratado en apariencia, logrando en poco tiempo encontrar un sitio donde estacionar su auto, apagando en poco tiempo el motor.
— ¿Y bien? ¿Qué querías mostrarme? —
—No pensé llegar tan lejos en realidad. Estoy sorprendido de que siguieras al pie de la letra mis indicaciones. ¡Podría haberte secuestrado o algo! Eso me deja reflexionando un poco. —
— ¿Reflexionando sobre qué? —
—Sobre lo mucho que te gusto. —Los ojos de Eddie se abrieron al momento, intentando apartar la vista para no verse muy evidente en su sorpresa. Para su desfortuna, a Waylon se le escapaban pocas cosas en realidad.
—No tienes por qué negarlo. Es más que obvio en realidad. Noté como te me quedabas viendo cuando bailaba y lo incómodo que te ponías al encontrarte conmigo por el bar, ¿acaso estabas evitando verme? —
—No era que te evitara, parecía que tú querías encontrarte conmigo. —Eddie parecía incomodo por la conversación. Waylon suspiro lentamente, dejando de lado el cinturón de seguridad que con insistencia de Eddie se había colocado, empezando a gatear sobre su asiento. El mayor trago saliva de forma pesada, sobre todo al sentir el aliento de Park sobre su rostro.
—Tal vez si, Eddie. Tal vez yo quería encontrarme contigo durante toda la noche. —El silencio se volvía cada vez más prolongado, mientras el tiempo parecía detenerse. Eddie no sabía cómo reaccionar. El aliento de Waylon olía a cigarro y a cerveza, se sentía cálido sobre su rostro frío, teniendo el impulso casi natural de querer girar la cabeza para encarar aquel par de castaños ojos que le miraban con diversión. Todo era extraño y complicado. Como si se remontara a la preparatoria.
—Me gustas, Eddie. Bueno, no sé si es gustar. Sólo sé que me llamaste la atención en realidad. ¿Acaso no te llamo la atención, Eddie? —la mano de Waylon se colocó lentamente sobre su hombro, bajando y subiendo por sobre su brazo hasta lograr colocarse de forma muy delicada sobre la cadera y pierna contraria. Los labios de Waylon rozaban ligeramente por sobre su mejilla, acercándose peligrosamente hasta sus labios en movimientos lentos y pausados. Eddie estaba usando todo su autocontrol para mantener sus manos quietas. Pero estaba perdiendo el control a pasos agigantados.
— ¿Qué sucede? Creía que te gustaba. ¿Acaso eres impotente o algo? Por qué no reaccionas, Ed…—las manos de Waylon empezaron a ser más insistentes sobre su cuerpo. Sus dedos empezaban a jugar sobre su muslo, mientras sus labios bajaron hasta dar con la fuerte y marcada barbilla contraría, dejando algunos besos y lamidas por la zona. Sus ojos nunca se cerraron, queriendo notar en primera fila cuales eran las reacciones de Eddie ante esto. El hombre parecía tener una lucha interna en ese momento, notando en su mirada como el deseo se incrementaba cada vez más.
—Acaso no…—
La frase no pudo ser completada. Lo siguiente que supo Waylon era que un par de labios lo estaban aprisionando, sintiendo a su vez un par de potentes y fuertes manos situares en sus caderas, siendo atraído lentamente hasta quedar parcialmente sentado sobre el regazo contrario. La sensación de sentir los labios de Eddie contra los suyos era mucho más suave de lo que creyó, ladeando la cabeza para disfrutar y profundizar un poco más, dejando que sus manos viajaran por sobre el amplio y cálido pecho contrario.
Por su parte, Eddie pasaba sus manos firmemente por las caderas, dándose el gusto de acariciar por sobre los muslos contrarios, los cuales resaltaban ante lo ajustado de sus desgastados pantalones. Poco le importaba que sus labios tuvieran aquel sabor impregnado, se sentía jodidamente genial, no recordando cuando había sido la última vez que había besado a alguien con tal intensidad, dándose el lujo de abrir la boca contraría y explorar con su lengua por la húmeda cavidad. Al rubio esto lo tomó por sorpresa, colocando ambas manos sobre sus hombros mientras empezaba una pequeña guerra de poder y dominación, sintiendo un tirón sobre su trasero en poco tiempo.
—Sabía que eras un pervertido, Eddie. Conozco a los de tu tipo…—
—Cállate…—Eddie encontró una mejor forma de utilizar aquel par de labios, empezando con una nueva ronda de besos que terminaron en ligeras mordidas y succiones. Waylon empezaba a jadear, logrando que los jadeos murieran sobre la boca contraría en poco tiempo. Sus caderas se movían de forma constante sobre el regazo del mayor, provocando que nuevos gemidos y sonidos brotaran de ambos hombres, haciendo que la ropa empezara a desacomodarse ante el insistente fricción de sus cuerpos.
Eddie levantó lentamente la camisa contraría, logrando colar una de sus manos por sobre la estilizada espalda del rubio. Se sentía fuera de control, como si fuera un adolescente otra vez, dejando que únicamente sus hormonas e instintos lo dominaran, terminando por empujar a Waylon sobre el asiento del copiloto, acomodándose entre sus piernas de manera brusca y repentina.
— Vaya. Sabía que eras un tipo al que le gusta el sexo duro. Se te notaba en la cara de frustración sexual que traías en el bar. —
—Te dije que te callaras, cariño. ¿Qué acaso vas a portarte como una perra desobediente esta noche? —la cabeza de Waylon terminó por ladearse ante aquella declaración. Esto era algo nuevo, al menos inesperado en cuanto a las reacciones de Eddie. Si hubiera sido otra persona, quizás se hubiera sentido ofendida o atemorizada. Pero Waylon no era esa clase de persona.
— ¿Me llamaste perra? —comentó con una sonrisa burlona en el rostro, provocando que Eddie reaccionara al momento, apartando la vista un tanto apenado.
—Oh…yo. Lo siento. A veces suelo decir cosas extrañas durante el…. —
—Durante el sexo —completo a Waylon, quien durante ese punto empezaba a desabrochar los primeros botones de la camisa contraría, aprovechando de la manera en la cual Eddie titubeaba en ese instante.
—No es la primera vez que me pasa, me ha ocasionado problemas antes. A las mujeres no les gusta ese tipo de frases, son hirientes. —
—Yo no soy mujer, Eddie, puedes decirme cuanta obscenidad se te ocurra…. —comentó Waylon de forma lenta y entrecortada, volviendo a acercar sus labios a los labios contrarios, besando y mordiendo los labios de Eddie de forma hambrienta y necesitada. Eddie no era el único que solía descontrolarse durante el sexo.
El cuerpo de Eddie reaccionó al momento de sentir aquel beso. Sus manos volvieron a la acción, empezando a recorrer de forma desesperada el cuerpo de Park, levantado la camisa parar lograr colar sus dedos por sobre su delgado pecho, logrando en poco tiempo acceder hasta encontrar los pezones contrarios. Sus movimientos fueron más lentos sobre este punto, logrando acariciar con la yema de sus dedos por sobre los borles y el centro, erectando ambos con apenas unos cuantos roces.
Las manos de Waylon no se quedaron quitas tampoco, empezando a acariciar y a levantar la camisa de Eddie desde la espalda, queriendo develar más de ese cuerpo que se había dado el lujo de recorrer con la mirada. Sus brazos eran fuertes, su pecho amplio y sus caderas se sentían como el mismo paraíso al rozar de forma acelerada sobre la entrepierna del menor, quien no dejaba de sacar gemidos suaves sobre los hambrientos labios contrarios. Ambos tenían una necesidad por recorrer sus cuerpos, por sentirse bajo sus manos, por explorar y ver lo que ocultaban aquellas ropas por debajo, empezando a retirar una a algunas las prendas que estorbaban al momento.
Los labios de Eddie terminaron por bajar hasta el cuello contrario, separándose ante su necesidad de aire, mientras que sus fuertes manos lograban levantar ligeramente la cadera del rubio, intentando deslizar fuera sus ajustados pantalones por entre sus piernas. Waylon había logrado retirar la camisa ajena, sin poder evitar admirar con una sonrisa parte del cuello semidesnudo del mayor, alzando su cabeza en poco tiempo para permitirle más acceso a sus atenciones, logrando colar una mano para dar un ligero apretón por sobre su entrepierna. Las acciones de Eddie se detuvieron ante su sobresalto.
— ¿Te asuste? —
—Me sorprendiste nada más, cariño. —
— ¿Por qué me llamas cariño? ¿Es una clase de fetiche o algo? —la mano de Eddie terminó por tomar con cierta fuerza la mano contraria, alzándolo al momento. Waylon parecía no inmutarse ante esto, levantando la mirada de forma desafiante incluso. Era extraño, Waylon parecía no ceder ante la intimidación.
—Dices muchas cosas con esa boca tuya, cariño. —
—Tal vez deberías encontrar algo mucho más creativo en que entretenerla. — Los dedos de Eddie terminaron por adentrarse en la boca de Waylon sin permiso. La mirada del rubio reflejaba cierta voracidad, abriendo bien los labios mientras empezaba a lamer y succionar bien los dígitos, dejando entrever un rastro de saliva que se derramaba por la comisura de sus labios.
Eddie terminó por sacar los pantalones casi arrancándolos de sus piernas, sin perder nunca el contacto visual con Waylon. Sabía que debía calmarse y controlar un poco sus instintos más primarios, creyendo que después de tanto tiempo sus extrañas manías lograrían aplacarse en cuanto a la dominación en la intimidad. Estaba bastante equivocado, puesto que la actitud desafiante en su mirada era un incentivo para provocar alguna reacción diferente en el joven.
—Así que te gusta que te traten duro, como la puta que eres…—comentó de forma grave mientras terminaba por sacar ambos dedos de entre sus labios, no danto oportunidad de reproche antes de acercarlos a su entrada, logrando colocarlos al remover parcialmente su ropa interior. Waylon frunció un poco el semblante ante la incomodidad. Realmente había sido repentino, logrando desviar la cabeza ligeramente, ganando que Eddie tomará su barbilla con cierta brusquedad. Sabía que no sería suficiente con su saliva, por lo que se ayudó con un lubricante que mantenía en uno de los compartimientos de su auto. El rubio tenía muchos comentarios sarcásticos al respecto, pero prefirió mantenerse callado al momento. Disfrutaba bastante a decir verdad como para seguir arruinando las cosas con sus actitudes.
—Quiero que mantengas la mirada en mí en todo momento, cariño. Quiero que mires como te penetro, quiero ver cada una de tus expresiones y reacciones, ¿vas a ser una chica buena esta noche? —había una mezcla de emociones dentro de Waylon en ese punto.
Internamente soltó una carcajada al escuchar tales palabras que contrastaban con la apariencia de Eddie. ¿Quién diría que un hombre de apariencia tan seria y sombría tendría tantos fetiches durante el sexo? Aunque era evidente que los tendría si se ponía a reflexionar. Lo siguiente que supo era que un par de gruesos dedos se movían con cierta brusquedad en su interior, logrando que algunos quejidos salieran por entre sus labios. Era incómodo y un tanto doloroso, pero no era la primera vez que lo sentía. Waylon había tenido un historial en el pasado, muchos de sus antiguos encuentros involucraban este tipo de situaciones en realidad. A decir verdad, casi podría agradecerle a Eddie que se tomara la "molestia" de hacer las cosas mucho más fáciles. Soltó una muy ligera sonrisa, elevando la cadera un poco más.
—Claro que sí, Eddie….seré una buena chica esta noche. —Eddie parecía un tanto sorprendido. ¿De dónde mierda había salido este súcubo? Estaba acostumbrado a las reacciones de sus parejas, quienes le miraban en completa desaprobación al encontrar estos pequeños pero significativos detonantes al momento de tener relaciones. Eddie estaba acostumbrado a tener el control.
Esto no pasaba únicamente durante el sexo. Cada aspecto de su vida estaba muy bien cuidado, teniendo la manía de hacer las cosas el mismo, siempre a su manera. A veces se sentía confundido del porque sus amigos le toleraban. Ninguna de sus parejas, hubieran sido mujeres u hombres, habrían logrado entender su forma de ser, un tanto explosiva e impaciente. Sus dedos se adentraron un poco más profundo en el cuerpo, logrando que el cuerpo de Waylon terminara por arquearse ligeramente, evitando cerrar los ojos ante la "orden" de mantener el contacto visual con el mayor, manteniendo incluso sus manos quietas pese a la rudeza en los movimientos contrarios. Eddie se sentía impresionado, agregando un tercer dedo al momento.
—Ay, mierda…. —
—Cuida tu lenguaje, cariño. Las mujeres decentes no dicen esa clase de vulgaridades. —
—Nunca fui una mujer muy decente... —decía el rubio con voz entrecortada, soltando gemidos y quejidos mientras entrecerraba los ojos. Eddie se relamía los labios ante la visión que tenía frente a si, notando como el rubor en sus mejillas lograba darle una apariencia mucho más inocente y dócil al menor. Esto no ayudaba en nada a su estado.
Sus labios terminaron por bajar a acariciar lentamente uno de los pezones contrarios, levantando su vista mientras daba un par de embestidas aceleradas con sus dedos. Waylon empezaba a retorcerse ante la sensación. Los dedos de Eddie eran gruesos después de todo, logrando crear cierta incomodidad en su cuerpo. Sabía que entre más se relajara, mejor serían las cosas, por lo que intentaba respirar de forma profunda y mantener su cuerpo receptivo, sin perder de vista en ningún lapso por la azul y fiera mirada contraría. Esa sola expresión provocaba que su miembro palpitara sobre su ropa interior al no haber sido liberado todo en su totalidad. Quería tocarse aunque fuera, liberar un poco la tensión que experimentaba en aquella zona, pero sabría que quizás a Eddie esto no era algo que particularmente le gustaría. Una sonrisa aparecía en sus labios nuevamente. Quizás debería probar suerte en esa área.
— ¿Qué estás haciendo? —
—Me estoy masturbando…—comentó el rubio con burla, empezando a acariciar su miembro por sobre la oscura tela de sus boxes. Sus ojos se cerraron por un momento ante el alivio que experimentó, sabiendo bien que el tono de Eddie reflejaba molestia en su voz. No fue sorpresa cuando la potente mano del mayor terminaba por restringir sus dos muñecas.
— ¿Qué te dije sobre ser una buena chica, cariño? Parece que te esfuerzas por molestarme —comentaba con severidad, dejando un par de fuertes mordidas por la zona de su pecho. El quejido que salió de los labios de Waylon fue mucho más elevado de lo que esperaba. Había algo bastante excitante en ser sometido por un hombre como Eddie, encontrando seductora su voz y su manera tan formal de hablarle, provocando que la necesidad en su miembro aumentara al sentirlo endurecerlo cada vez más.
Eddie había logrado dar una mordida que terminó por ocasionar un grito, más aun el encajar los afilados dientes sobre la blanca piel contraría, empezando a lamer sobre la sangrante herida, sintiendo el sabor metálico de su sangre derramarse por su boca.
—Creo que ya estás listo para mi…—comentó de forma suave contra su oído, sintiendo como sus tres dígitos se movían con más facilidad y libertad, terminando por sacarlos mientras se posicionaba, abriendo sus pantalones con una mano y liberando su miembro en poco tiempo, todo esto sin soltar en ningún instante las muñecas de Waylon.
Waylon, por su parte, bajo la mirada atentamente, notando lo bien proporcionado que estaba esa extensión de piel, sin poder evitar sentirse un tanto nervioso y ansioso por lo que miraba. Era grande y sobre todo grueso, agradeciendo que Eddie se allá demorado tanto en prepararle en esa ocasión, esperando que a la mañana siguiente pudiera levantarse con normalidad después de semejante encuentro, desviando la mirada en dirección a sus olvidados pantalones.
—Busca en el bolsillo trasero, traigo unos cuantos condones, creo que podrían servirte —comentó de forma baja mientras levantaba la mirada, notando algo extraño en el semblante que le devolvía el mayor.
— ¿Qué sucede? —
—No creo que me sirvan, honestamente. Yo uso Unos…especiales. —
— ¿A qué te refieres con especiales? ¿Es por tu tamaño? La verdad, me tienes muy sorprendido con…—
—No, no hablo de eso. Son…son hipoalergénicos. —La mirada de Waylon se llenó de un asombro momentáneo, antes de sacar una enorme sonrisa al momento. La carcajada que salió de sus labios había roto la atmosfera construida, provocando que un rubor se extendiera por sobre el semblante de Eddie. Aquello le hacía sentir vulnerable y eso no le gustaba para nada.
— ¿Hipo…qué? ¿Acaso eres alérgico al sexo? —
— ¡No seas estúpido! No es al sexo, es al látex. No entiendo por qué te causa gracia.
— ¡Por qué nunca había escuchado algo así antes! —la risa de Waylon resonaba por todo el carro. Eddie sentía que sus deseos terminaban por bajar, levantándose lentamente de su asiento. Waylon parecía darse cuenta del gesto, calmando su risa mientras se levantaba rápidamente, abrazándose a su cuello.
—Lo siento, en serio. No debí reírme por eso…a veces suelo ser un completo idiota. ¿Me perdonas? —la voz de Waylon adquirió un tono dulce, completamente impropia de lo que Eddie había escuchado antes. El mayor giro su mirada a otra dirección, provocando con esto que pareciera como un niño pequeño en una especie de escena. Waylon debía seguir insistiendo.
—No la estábamos pasando bien, ¿no? A mí me gusta que seas rudo incluso. No importa lo que te digan los demás, eso es muy sexy…—Waylon empezó a acariciar de forma suave su pecho, dejando suaves besos por su hombro. Eddie no podía ignorar aquellas palabras y gestos, sintiendo como su cuerpo volvía a experimentar la sensación de pertenencia nuevamente. Le encantaba que fuera tan suave en sus actos, siendo notado esto por Waylon al momento. Debía intentar algo distinto.
—Vamos Eddie…yo quiero sentir la semilla de mi esposo dentro de mi…—Waylon no sabía a ciencia cierta si aquella frase iba a funcionar. Suponía que mucho del juego previo de Eddie consistía en adquirir ese tipo de roles de pareja. Quizás tendrá alguna manía por los vestidos, las perlas y todo el paquete. Waylon nunca se había sentido en lo particular femenino, pero siempre valía la pena intentar nuevas cosas. Sobre todo al sentir como ese potente miembro palpitaba ante su roce por entre sus dedos.
Eddie no pudo seguir ignorando más ese hecho. El cuerpo de Waylon fue prácticamente arrojado sobre el asiento nuevamente, siendo penetrado de manera inmediata y acelerada. El sonido que broto de los labios contrarios fue de sorpresa total. Había sido demasiado repentino, sintiendo como las caderas del mayor se movían hasta quedar completamente lleno en ese instante. Quién lo diría. El papel de la esposa perfecta era el detonante más preciso para el mayor.
—Ahh…E-Eddie…—
—Quédate quieta cariño…déjame llenarte…—los movimientos eran constantes, sin dar tregua. Eddie parecía aún más fuera de control, perdiéndose en su fantasía interna mientras sus caderas se alineaban mejor, alzando las piernas del rubio hasta quedar enterrado nuevamente hasta el fondo, logrando con esto que el menor arqueara más la espalda, más al sentir como su próstata era constantemente estimulada.
Su cuerpo ya estaba muy receptivo en este punto, cerrando los ojos mientras que sus manos se apoyaban de mejor forma sobre la espalda ajena. Sabía que no tardaría en correrse y por lo que notaba, creía que Eddie tampoco iba a aguantar mucho. Los movimientos eran rápidos y fluidos, en parte gracias al trabajo previo de Eddie con el lubricante. Sentía como si lo fuera a atravesar en cualquier punto, sin poder evitar soltar entre gemidos agudos su nombre.
Eddie estaba encantado de escucharle de ese modo. Sus manos se sujetaban fuertemente de las caderas contrarías, empezando a marcar un poco sus dedos sobre la zona. Sentir el aroma de su cuerpo le estaba volviendo loco, imaginando mil y un cosas sobre Waylon y una vida cotidiana en los suburbios. Sus pensamientos siempre se desviaban en esa dirección, sin poder evitar sentirse así ante la idea del sexo casi marital. Un par de embestidas fueron dadas en poco tiempo, terminado por derramarse dentro de su cuerpo. La sensación de calor en sus entrañas provocó que el rubio llegara al orgasmo de igual manera.
—Ah…Eddie…. —sus ojos estaban cerrados mientras algunas gotas de sudor caían por sobre su frente. Sentía como sus caderas dolían, más era superior la sensación de satisfacción y placer. —Estoy lleno de ti…—
— ¿Te gusta, cariño? Sentir mi semilla…dentro de ti…—
—Me encanta…—sus labios se curvaron en una sonrisa mucho más cansada y relajada. Aquello había sido una muy buena cogida, agradeciendo el haber aceptado las insistencias de todos para ir a aquel lugar, que en general nunca había sido de sus favoritos.
Tardaron un par de minutos de calmar sus respectivas respiraciones. Eddie miró los ojos de Waylon por un momento. La tenue luz que se filtraba por la ventana hacía un hermoso reflejo en sus pupilas. Eran más claras de lo que imaginaba, luciendo aún más inocente y atractivo con el ligero rubor formado en sus mejillas. Dejó un par de besos suaves y perezosos por la zona, haciendo que Waylon soltara una muy ligera y cansada risa. No estaba acostumbrado a ser tratado con tanta gentileza después del sexo, pero en definitiva era una sensación que le gustaba.
—Eres increíble Eddie, en serio. No lo digo únicamente porque sigues dentro de mí. —
—Siempre tienes que decir este tipo de cosas, ¿no es así? —el rubio no contesto. Un suave beso fue dado en los labios del mayor, mientras que esté empezaba a recorrer el cuerpo contrario con suavidad, como si estuviera haciendo un lento masaje.
—Hm…eres casi vulgar…—
—Mira quien habla, pervertido. ¿Siempre sueles recoger jovencitos para follártelos en tu auto, anciano? —
—Sólo cuando son muy lindos…—la sensación de calidez los empezaba a envolver a ambos. Waylon únicamente quería dormir, pero sabía que tenía que llegar a casa tarde o temprano. Se preguntaba internamente si esta sería la última vez que ambos se verían, siendo lo más lógico ante su mente. Los tipos suelen olvidar al apenas conseguir lo que quieren, especialmente cuando se trataba de alguien como él, aprendiendo a ser usado y desechado en muchas otras ocasiones.
Miles le había advertido que tuviera cuidado, que buscara algo real, que respetara un poco más su cuerpo en ese aspecto. Waylon siempre fingía escuchar, sabiendo bien que no había algo más en el mundo que esto quizás, que este tipo de contacto físico y nunca emocional. Pero quien lo sabría.
Esta vez se había sentido todo diferente, incluso con las acciones y palabras del mayor ante él. Los besos, las caricias, todo era diferente. Quizás Eddie también lo era para él.
