El silencio reina en la habitación, es el coro mudo del momento.
No les hacen falta palabras, sus miradas gritan lo que sus labios no pueden emitir.
Gris contra azul. El gris representa al cielo nublado, la tristeza y desesperanza, el ocultamiento del sol.
El azul es vida, brillo, plenitud, la esperanza de un nuevo dia, el después de la tormenta.
Jon es gris, Sansa azul.
Son opuestos, no pueden sentirse atraídos uno al otro. Ellos rompen esa regla cada vez que se reúne en esa habitación abandonada, olvidada del castillo.
Inician una danza demasiado conocida para ellos, pero no por eso rutinaria. Se reinventan día a día, explorando los rincones más recónditos de la anatomía.
El hambre de piel crece, a tal punto de que se vuelve insoportable, tanta acumulación hará explotar sus cuerpos.
La pasión desenfrenada e inescrupulosa los recibe con los brazos abiertos, apoderándose de sus sentidos por un tiempo. Ninguna hora es suficiente al momento de amar, podrían estar la vida entera rendidos a los pies de la lujuria.
Ella siente en cuerpo y alma, todas sus terminaciones nerviosas parecen cobrar vida propia, envolviéndola en llamas abrazadoras. Desea no ser humana, para así experimentar desde ángulos desconocidos del ser.
Aferra sus manos a las sabanas, como si fuera la vida misma la que se le escapa de las manos, como si eso la salvara del éxtasis final.
Él saborea su cuerpo—del que se ha vuelto adicto—olvidándose hasta de respirar. La calidez reclama su cordura, atándolo a la locura. Siente perder el alma al compartir su éxtasis con la chica.
La culpa congela los restos de la pasión.
Jon se limpia el sudor de la frente, Sansa se cubre hasta el cuello con las sabanas.
Saben que al salir de allí serán indiferentes el uno con el otro. Se descubren solo allí, a los ojos ajenos son desconocidos.
El muchacho vuelve a ser el mismo: frío, distante, cortés. No le dirigirá la palabra, evitara toda mirada. Volverá a ser el bastardo educado de Invernalia, el de la melancolía en su rostro dibujada. No habrá "te quiero", ni "te amo" y ella no deseara su cuerpo.
La joven recuperara su pudor, frivolidad y estupor frente a él. Será buena actriz, ocultara sus sentimientos al mundo, la buena niña hija de Ned.
Todo quedara olvidado, guardado en un cajón… hasta la próxima ocasión.
