Capítulo 1.- Tentando a la muerte
Bella como una adolescente de dieciséis años cree que es inmune al mundo y aunque no es una gran belleza, como lo es su amiga Jessica, o poseer una gracia como lo su amiga Angela, es una chica posee la suficiente cantidad de ambas características para hacerla popular para ser invitada a todas las fiestas de la escuela, tener una cita cada fin de semana y obvio una pareja en cada baile. Podría ser hermosa, inteligente y graciosa, pero era superficial, envidiosa y poco carismática.
Sus padres jamás le han negado nada o si lo intenta un simple capricho los hace ceder, siempre se sale con la suya sin importar la situación en la que se encuentre ya que todo el mundo está dispuesto a darle lo que quiera, a excepción de su amargada tía, Esmeralda.
Todo parece ser color de rosa, posición social, oportunidades, galanes, un mundo de oportunidades que desarrollar para lograr lo que ella se propone.
-Todo es perfecto,- piensa Bella desde su tocador en donde está poniendo los últimos detalles al maquillaje de la catrina, su disfraz para la celebración del día de Halloween, que tanta dedicación y creatividad ha puesto desde el momento en que se enteró de la fiesta.
Pero está no era una Catrina anticuada o que da miedo, eso no es algo que Bella va a permitir, después de todo su pareja es el presidente de la asociación de alumnos, que curiosamente es también el editor del periódico de la escuela y la estrella del equipo de basquetbol, Michael. Tan solo de pensarlo el corazón de Bella se acelera, guapo, inteligente, deportista, todas las características que una chica puede desear y la conquista que solo ella puede lograr, no es cosa fácil llamar la atención de un chico un grado más arriba que el suyo.
Así pues su enfoque en la Catrina es una versión más moderna, un vestido negro largo strapples; el corsé de dicha prenda tiene bordados a lo largo de su filo pequeñas flores amarillas, la flor de cempasúchil típica en estas fechas y que ahora decora su vestido. Su falda es larga con varias capas de organza abajo para darle la suficiente amplitud para obtener el corte de princesa perfecto a su vestido. Por el centro se abre la falda, pero no para revelar sus piernas ya que tiene que representar belleza y elegancia, después de todo es La Catrina, en su lugar tiene encajes a diferentes alturas, cada nivel una gama de colorido diferente, naranja, azul, rosa, morado, representando el papel picado de donde tomo su inspiración, un altar de muertos.
Sin embargo decidió hacer una excepción con respecto al arreglo de su cabello, un sombrero con un velo no era buena opción, esconder su perfecto y maquillado rostro sería un crimen, en su lugar optó por hacer una cola de cabello hacia un lado, enrizando las puntas de ella y decorado con dos enormes flores de cempasúchil una amarilla, otra anaranjada.
¡Perfecto!
-Estas tentando a la muerte Isabella.- exclama con desaprobación su tía desde la puerta de su cuarto,- a la flaca le puede gustar demasiado.
A Bella, como todos los comentarios que hace su tía, le caen a disgusto.
Decide ignorarla y continuar con su arduo trabajo, Michael ya está por llegar y lo último que desea es hacerlo esperar.
De su joyero toma el preciado artículo que removió del alhajero de su madre, un finísimo collar de plata del cual cuelga una enorme cruz. La belleza de la cruz es inigualable, cada punta está decorado simétricamente con piedras ámbar de diferentes colores y tamaños; en el centro está la piedra más grande, un color amarillo, claro y puro, haciendo que de la excepcional cruz algo muy llamativo y su disfraz algo excepcional.
-¿De dónde la haz sacado?- pregunta su tía asustada.
Bella la mira, se sorprende al ver congelada a su pariente, su mirada fija en la alhaja. Por diversión la mueve de un lado a otro disfrutando de ver como los ojos de su amargada tía siguen el movimiento, notando como su mirada que antes era severa se torna perdida.
-De esto dirás nada.- dice bromeando y aunque está noventa nueve por ciento segura que su madre no se lo quitara, prefiere no poner a prueba su humor, tentar ese uno por cierto y obtener una negativa, arruinando su disfraz. Después de todo, la Catrina necesita una cruz… o al menos está Catrina.
Sin esperar una respuesta, coloca el collar alrededor de su cuello.
-Isabella, ¡no!- su tía parece salir del estupor en el que se encontraba, justo en el momento en el que escucha como el magneto que une ambas extremidades del collar hacen contacto, mientras en el trasfondo se escucha la última campanada del reloj que está en el piso inferior.
Las siete de la tarde, la hora en que Michael va a pasar por ella para ir a la fiesta. Todo acorde al plan.
El rostro de su tía se llena de tristeza cuando nota que las manos de su sobrina bajan y la joya se queda alrededor de su cuello. Cierra los ojos, su rostro se vuelve hacia el techo o más bien hacia los cielos.
-Que Dios se apiade de ti- dice bajo el aliento. Con su mano hace la señal de la cruz,- recuerda Isabella, tienes cicuenta y tres horas.
Se da la media vuelta y se aleja de su cuarto, una lágrima cayendo por su rostro.
-Loca,- susurra Isabella mientras su atención regresa al espejo, asegurando que su maquillaje sea perfecto, su peinado sin un cabello fuera de lugar. Se pone de pie inspeccionando que sus faldas no estén arrugadas.
-Demasiada Bella para la flaca.- bromea con su reflejo, dando un guiño coqueto a su propia imagen.
Dispuesta está a tomar su bolso del tocador escucha en el fondo la voz de su tía.
-Efectivamente una emergencia, necesito una ambulancia- dice entre sollozos,- mi sobrina está en el piso inconsciente.
Su mirada regresa al espejo, notando como su mano está ahora en su pecho, cubriendo el área en donde está su corazón. Sin poder hacer sentido de lo que sucede comienza a caer, caer, caer a lo que parece un pozo sin fin.
