Los personajes de Gakuen Alice no me pertenecen.

[Especial I]

Un trato peligroso.

- Capítulo I -

No recordaba exactamente el día que se había marchado de Japón. Pero de lo que si se percataba era del cambio que sufrió la casa donde vivía su madre con su fiel amiga Yuka Yukihara y la hija de esta.

Tantos cambios en tan poco tiempo… Pero él no había cambiado, aun persistía en su interior esa tonta obsesión.

La contemplo a lo lejos, mientras ella cargaba un ramo de flores blancas, su ropa color negro era alumbrada por la tenue luz de las velas que rodeaban el ataúd de su madre. Una mujer castaña la abrazaba por los hombros tratando de darle ánimo a la chica de ojos color miel, su palidez y el color rojizo que se veía en sus ojos le daban a entender el llanto que la chica había derramado por su madre.

Si. Kaoru Hyuga había muerto.

Por esa razón regreso esa tarde a Japón, habían pasado ¿Tres o cuatro años? No lo recordaba. Lo único que sabía era que a su regreso de Londres, su absurda obsesión había regresado y más fuerte que en el pasado. Nuevamente sus ojos color rubí se posaron en la chica castaña que se encontraba frente al cuerpo sin vida de su madre, su amada madre.

A paso lento se acerco a ella, ahora la castaña le daba la espalda, sin embargo cuando se paro junto a ella, su mirada color marrón se fijo en él y las lagrimas salieron nuevamente de sus irritados. – Natsume… - sollozo la chica mientras se echaba a sus brazos. Él la sujeto y correspondió el abrazo, por un lado el dolor de haber perdido a la mujer que mas amaba en la vida y después, la necesidad de tener cerca a la chica castaña. La calidez de su cuerpo lo invadió, al igual que el aroma a fresa de su cabellera, la cual acaricio con delicadeza, porque era así como ella debía ser tratada, con delicadeza, como un objeto tan valioso y frágil a la vez.

"Maldición" pensó, ahora todo regresaba. Se tenía que alejar de ella – Mikan… - susurro el pelinegro mientras la apartaba con delicadeza. Ella al estar frente a frente de Natsume apretó el ramo de flores contra su pecho. – Lo mejor es que vayas a descansar – comento el chico regalándole una pequeña sonrisa. Ella iba a replicar, pero la parición de Yuka provoco que sus labios volvieran a cerrarse.

- Pensé que no vendrías… pero ya es demasiado tarde – Comento con tristeza mientras observaba el ataúd color café que se encontraba en el centro de la sala donde él, alguna vez había vivido. Le dolía. No había estado en los últimos momentos de vida de su madre, le habían informado que Mikan era quien la cuidaba en el hospital durante su enfermedad. Algo que le correspondía a él, como su único hijo. Pero no lo hizo… prefirió ir a estudiar lejos de Japón, lejos de su madre. Había pensado que eso era lo mejor, olvidar era lo que necesitaba, pero al parecer no lo logro. Eso lo haba comprobado al estar nuevamente cerca de aquella chica que se encontraba frente a él con sus ojos color miel hinchados por el llanto, que seguramente había derramado toda la noche.

- Pueden ir a descansar – Sugirió el chico mientras se acercaba al ataúd de su madre – Yo me hare cargo… - tenía que llorar la perdida que había sufrido, pero solo, necesitaba estar solo con su madre, eso era lo único que podía hacer por ella. – Gracias – Dijo una vez que volteo a ver a Mikan con una triste sonrisa, quien nuevamente, no pudo controlar que sus lagrimas resbalaran por sus mejillas.

Ambas mujeres asintieron, para después subir las escaleras que las llevaría a sus respectivas habitaciones. Pero antes Mikan volteo para asegurarse que ese no era un sueño. Natsume Hyuga había regresado a Japón.

Cuando por fin supo que se encontraba solo, cayó de rodillas frente al cuerpo sin vida de su madre y ahora sus mejillas fueron las que se mojaron por sus lágrimas. Ahora se encontraba solo, totalmente solo. Llevo sus manos a su rostro mientras pedía perdón, por no haber estado a su lado.

. . .

Después de una semana, el pelinegro estaba un poco más tranquilo, aun recordaba el momento en que su madre era enterrada en aquel cementerio, donde ahí se quedaría para siempre. Ahora se encontraba recostado en la gran cama de la que alguna vez fue su habitación en la adolescencia. Descanso su brazo derecho en su frente mientras observaba con detenimiento el techo… imágenes de Kaoru y de él llegaban a su mente, pero el recuerdo de él y la chica castaña provoco que su mal humor regresara, como lo había estado haciendo esos días.

Desde aquella noche, cuando regreso, no había vuelto a hablar con la chica. La evadía y solo platicaba o mejor dicho, cruzaba algunas palabras con su madre, Yuka. Tena que hacerlo porque él vivía en esa casa, hubiera sido mejor hospedarse en un hotel, pero después decidió que lo mejor sería estar en esa casa, aunque tenía que soportar la presencia de Mikan. Había decidido que solo permanecería en Japón durante un mes, sus negocios en Londres tenían que ser atendidos, es por eso que tenía que regresar, para ya nuca volver.

Lo único que lo ataba ya a Japón era la pequeña empresa que su madre tenía con Yuka, pero a él eso no le interesaba, persuadiría a Yuka para que la vendieran y de esa forma él regresaría a Londres dejando a Japón y las personas que conoció atrás. Dejaría la casa a manos de la madre de Mikan y de esta forma resolvería todo, ya nunca volvería a ver a la castaña, no volvería a escuchar su voz, ni sentir su cálido cuerpo contra el suyo. Maldijo en su mente al saber a dónde iban sus pensamientos, tenia, urgentemente, que alejarse de la chica, aun la deseaba como la primera vez que la vio, pero ella jamás seria de él.

¿Cómo lo sabía?

Antes de irse a vivir a Londres, el pelinegro había tratado de conquistar a la chica, pero ella jamás dio indicios de que sentía algo por él, al contrario, siempre se alejaba, como si le tuviera miedo, lo evitaba incluso cuando Natsume la llamaba, ella simplemente lo ignoraba o en algunas ocasiones evitaba su mirada. Cuando la tocaba podía sentir el temblor de su cuerpo.

Lo peor fue cuando conoció al mejor amigo de la chica, un joven rubio de ojos azules, quien siempre estaba a su lado. A simple vista él sabía que el tal Ruka estaba enamorado de Mikan, y al parecer ella no le era indiferente.

¿Por qué, quien iba a pasar tanto tiempo con una persona, si no es porque le gusta?

Él, en aquel tiempo se había alejado de ella, puso una barrera entre los dos, ya no la seguía ni trataba de entablar una conversación. Se había dado por vencido, pero vivían en la misma casa y se seguían viendo, además de que su amor no disminuía nada. Ella al parecer había sentido el distanciamiento del chico pelinegro y trato de componer su amistad, pero fue inútil.

Todo empeoro aquel día, cuando ambos se encontraban en el aeropuerto, Natsume había decidido ir a estudiar a Londres, ella llorando lo abrazo, el pelinegro correspondió, pero cuando ambos se habían separado, Natsume juntos sus labios en un beso casto.

El beso termino y ella no dijo nada al igual que él. Solo dio media vuelta en silencio mientras sentía que su corazón se oprimía, porque su silencio le dio a entender que no era correspondido… es por eso que había decidido olvidarla…

Pero no lo logro, lo sabia ahora que la volvió a ver. Seguía tan hermosa como en aquel entonces, no, la verdad era que se había vuelto toda una mujer… una mujer que jamás seria de él.

Si. Lo mejor sería regresar a Londres. Vender la empresa y jamás, pero jamás volver a Japón.

. . .

- Pasa – dijo Yuka desde dentro del despacho. El pelinegro entro y se sentó frente a la mujer de cabellera color chocolate.

- Necesitamos hablar sobre la empresa de mi madre. – comento Natsume. Yuka frunció el ceño.

- Te informo que también me pertenece. – Miraba con seriedad al chico pelinegro, quien no se preocupaba por el enojo que mostraba Yuka.

- Bueno. La empresa será vendida, necesito que encuentres un buen comprador antes de un mes, ya que necesito regresar a Londres – informo el chico mientras se ponía de pie, pero Yuka impidió que se fuera.

- Claro que no. Tú no puedes decidir sobre ella. – se levanto abruptamente, señalando a Hyuga.

Él volteo para encararla – Esa empresa me pertenece mas a mí, que a ti… así que yo decido lo que pasara con ella, no regresare a Japón… así que no tiene sentido que tenga negocios aquí. – sentencio mientras abría la puerta. – Dudo mucho que seas capaz de comprar mi parte.

- Espera. – El pelinegro se detuvo. – Hare lo que sea, no me importa que me pidas… – La mente del pelinegro comenzó a trabajar con rapidez. Lo que él pidiera… ¿no importaba el valor?

Nuevamente volteo y una sonrisa se dibujo en sus labios – Dame a tu hija – Yuka no lo podía creer. ¿Cómo le pedía eso? Sin embargo… ella sabía que tarde o temprano ellos estarían juntos.

- Esta bien – acepto con una leve sonrisa y encogió los hombros – Eso quiere decir que la empresa me pertenece ¿no? – Natsume estaba sorprendido. ¿Había accedido? ¿Acaso no le importaba lo que le pasara a su hija?

- Te equivocas… esto es a cambio de que no la venda – contesto con una sonrisa. – Desde Londres te diré como actuar.

- ¡Espera! ¿Te llevaras a Mikan a Londres? – no, eso no, no quería separarse de su hija, sabía que Hyuga jamás le haría daño ya que estaba consciente de los sentimientos que este tenía por su hija, pero… no quería que la alejaran de ella. El pelinegro asintió, percatándose que Yuka estaba desistiendo de su trato. – ¡No! Si te la llevas, no habrá trato. – amenazo.

- Pues lo lamento… no puedo quedarme en Japón, tengo más negocios – nuevamente se acerco a la mujer castaña – Como no hay trato, espero que pronto encuentres un buen comprador. – Dijo para después salir del despacho, seguido por Yuka, quien lo tomo del brazo.

- Esta bien… pero… déjame avisarle a Mikan, dejare que hagas lo que quieras con ella, pero dame un tiempo… habías dicho que podías quedarte un mes ¿no? – El pelinegro asintió – entonces… será suficiente tiempo para asimilarlo. Pero a cambio… quiero que la empresa sea totalmente mía.

Natsume sonrió – Me parece un buen trato, solo un mes – extendió su mano para tomar la de Yuka – nos vemos, tengo unas cosas que hacer…

Yuka vio partir al chico pelinegro, sabía que estaba haciendo mal, pero también sabía que el pelinegro era lo mejor para su hija… hasta la misma Mikan lo sabía. Suspiro con cansancio mientras subía las escaleras que la llevarían a la habitación de su única hija, tenía que avisarle lo antes posible, temía su reacción, pero no sería algo tan malo para la castaña… al contrario.

. . .

La castaña cepillaba su cabello castaño frente a su tocador, se sentía un poco confusa por la llegada del pelinegro. Habían pasado tantos años y él jamás se comunico directamente con ella, el ultimo contacto que tuvo fue el día que él se marcho después de besarla…

Sus mejillas se sonrojaron nuevamente… desde aquel día siempre pensaba en la calidez de los labios del chico… pero ahora que regresaba, no le había dicho nada. Suspiro mientras tomaba un moño rojo y se peinaba con él. Pocos segundos después llamaron a la puerta y al abrirse se mostro a una Yuka muy seria.

- ¿Sucede algo mamá? – pregunto confundida.

- Tenemos que hablar – comento para después seguir con su relato… la castaña se sorprendía a cada cosa que Yuka le explicaba… ese no era el Natsume que ella había conocido, pensaba, pero se alarmo, cuando su madre le informo sobre su "trato".

- Eso es todo Mikan, vete preparando… – comento Yuka, pero la pregunta de Mikan la detuvo.

- ¿Por qué? – Alcanzo a pronunciar la castaña… no estaba enojada… estaba herida. ¿Cómo era posible que tanto su madre como Natsume la vieran como un objeto que se podía cambiar por algo cuando ellos quisieran? Acaso ¿No pensaban en sus sentimientos?

Yuka se quedo de pie frente a la puerta de su hija – Es lo mejor para ti. Pensé que estarías contenta. – comento saliendo de su habitación.

- No lo estoy… por que Natsume solo me compro. – susurro la chica recostándose en su cama.

Continuará…

[N/A]

¡Hola! ¿Qué les pareció el primer capítulo de esta corta historia? Solo serán dos capítulos… Espero que les guste y bueno esperen el final XD

DEDICADO A ANGII MÉNDEZ.

Quinto Lugar.

Gracias por tu participación y por tu apoyo a lo largo de este año. Y gracias a todas y todos, lo que participaron, prometo apurarme con los especiales.

Gracias por leer. Cuídense.