Dedicado a J.G.C.C
Advertencia: Esta es una adaptación del anime Kokoro Connect. Si no te gustan las adaptaciones, por favor, abstente a leerla. Pero ten en cuenta que no todas las adaptaciones son copy/paste :v (okya, hasta yo me siento culpable, pero en serio, no es copy/paste)
Naruto pertenece a Masashi Kishimoto
Kokoro Connect Sadanatsu Anda
Y pues yo sólo me encargue de mezclarlas, la redacción es mía, las situaciones también.
Conectando corazones
Capítulo 1
Conociendo las piezas del juego
— Ya llegué. —anunció un chico malhumorado. Refunfuñaba mientras se quitaba los zapatos en el gekkan. Era sorprendente como Sarada lo ponía de mal humor con tan sólo unas palabras.
— ¡Bienvenido, hermano! — lo saludó sonriente una niña pequeña. El rostro de Bolt se suavizó al escuchar la tintineante voz de su hermanita.
— ¡Oh, Hima-chan! — Himawari corrió hacia él, Bolt abrió los brazos para recibirla. Ambos hermanos se fundieron en un fraternal abrazo. Ellos eran muy unidos. Himawari era la única que tenía el poder de serenar el hiperactivo temperamento de Bolt.
Al menos hasta ahora.
— Bienvenido a casa, Bolt. —Su madre había hecho acto de presencia. Llevaba una toalla en la mano y en la otra un plato. Sonreía con dulzura. Bolt soltó a su hermana y se adentró a la casa. Le sonrió a su mamá de la misma forma y, sin decir nada, se dirigió a la cocina.
— ¿Puedo ayudar en algo? — le preguntó a su mamá. Hinata negó con la cabeza.
—Himawari y yo ya hemos terminado. Siéntate, te serviré de cenar. —Bolt asintió con la cabeza y se sentó a la mesa. Himawari iba de un lado a otro platicándole sobre su día. Bolt no le ponía demasiada atención. Tenía en mente una pregunta pero la sola idea de decirla le producía escalofríos.
Su madre le sirvió la cena y sentó en frente de él para acompañarlo. Himawari hizo lo mismo.
—Mamá. —Bolt alzó la voz por encima de la de su hermana. Su madre lo miró expectante. — ¿Papá vino a cenar? —Su madre bajo la mirada y Himawari desvió la suya.
Antes de que su madre dijera algo, él ya sabía la respuesta.
—No. —dijo secamente, sin agregar nada más.
—Ya veo. —Bolt tomó su plato vacío y le dio las gracias a su madre por la comida. Colocó su plato en el fregadero y se dirigió a su habitación.
Ya iban dos días seguidos que su padre faltaba a la cena.
….
Como era costumbre, las luces de la casa lucían apagadas hasta que ella llegaba. No le molestaba, en absoluto. Pero no podía evitar sentir un dejo de nostalgia al ver las ventanas negras.
—Ya llegué. —anunció a la nada. Encendió la luz del pasillo, se quitó los zapatos en el gekkan y se adentró a la casa.
— ¡Sarada, ya llegué! —dijo una voz detrás de ella. Sarada la reconoció de inmediato y volteó con una sonrisa.
—Bienvenida a casa, mamá. —La señora Uchiha Sakura lucía cansada, sin embargo, sonreía con ternura a su única y muy preciada hija.
—Lamento llegar tarde, pero un niño se puso mal y tuve que regresar al hospital de nuevo. —Sarada negó con la cabeza. Lo que menos quería era que su madre se incomodara.
—Está bien, entiendo.
Ambas se dirigieron a la cocina. Sakura se quitó la bata y se estiraba mientras caminaba hacia la alacena, para servirse un vaso de agua. Sarada abrió el refrigerador. Frunció el ceño.
—Mamá, no hay comida. —Sakura dejó el vaso a medio beber en la mesa.
—Justo iba de compras cuando me llamaron. —Revisó su reloj —Aún no es tarde. Podemos ir ahora.
Sarada suspiró. Después de meditarlo un poco asintió con la cabeza. Mientras caminaban hacia el automóvil, Sarada giró el torso, mirando hacia la habitación de sus padres. Las luces apagadas delataban lo vacía que se encontraba.
— ¿Papá tampoco vendrá a casa hoy, verdad? —preguntó como quien no quiere la cosa. Sakura sonrío.
—No, hoy tampoco vendrá. —contestó y lanzó un largo suspiro.
Ambas entraron al auto.
Sarada estaba acostumbrándose a la soledad.
…
— ¡Mamá, he llegado! — anunció. La tienda estaba a punto de cerrarse. El chico rubio y pálido trago saliva. Su madre lo mataría.
Caminó despacio hacia la parte de atrás del local. Dejó su mochila sobre un viejo estante y se recargo en el, pensando cómo le explicaría a su madre el porqué de su demora.
— ¡Inojin! —gritó una voz detrás de él. El aludido dio un respigo y se giró inmediatamente. Su madre, una hermosa mujer rubia tan parecida a él, avanzaba a paso lento debido a su abultado abdomen.
—Mamá. —Inojin se acercó a ella. — No deberías exaltarte, le harás daño al bebé.
—Quizá. —Ino se acercó pesadamente hacia un banco y se sentó en el. — ¿Por qué has llegado tan tarde? No creas que se me olvidará tan fácilmente. —sentenció, dándole un ligero golpe en la frente.
—Tenemos que entregar el siguiente número del periódico. Es para la semana que viene. Hay muchas cosas por hacer, aún. —Ino suspiró. — ¿Y papá?
— Se ha ido para el aeropuerto. El nuevo encargo ha llegado.
— ¡Pero quería acompañarle! —se quejó Inojin.
— Estuvo esperándote por mucho tiempo. No podía quedarse todo el día haciéndolo. Vamos, ayúdame a cerrar. Baja la cortina, te espero en la parte de atrás. Esperaremos a que llegue tu padre por nosotros.
Inojin asintió y se dirigió hacia la entrada. Mientras caminaba observaba los cuadros que se encontraban en el camino. Se preguntaba si algún día dibujaría como ellos. Si sería un excelente hermano.
Inojin despejó su mente y jaló la cadena que bajaría la cortina. Se apresuró a hacerlo, no quería que su mamá pasará mucho tiempo sola.
….
Con un sonoro bostezo, Shikadai abrió la puerta. Imaginó que su madre estaría esperándolo en la entrada para regañarlo sin importarle que aquel retraso estuviera bien justificado.
Pero no.
En lugar de eso su casa estaba sumergida en un cálido ambiente lleno de risas y voces de personas que no identificaba.
Dejo sus zapatos en el gekkan y observo que había tres pares más.
Tragó saliva. Ellos no podían ser más qué…
— ¡Dai-kun! —lo saludó una mujer cuando entró en la sala de estar. Shikadai gesticuló una leve sonrisa.
La familia del maestro de su padre estaba de visita.
Su madre le dedicó una mirada fulminante, dando a entender que ya se arreglarían después. Shikadai saludó a todos y se disculpó por haber llegado tarde.
Los ojos rojizos de la mujer que lo había saludado lo seguían de cerca.
Su madre lo mandó a la cocina por más té. Resignado, atendió el llamado. La mujer lo siguió.
Entraron a la cocina y, cuidando muy bien que nadie fuera a verlos, la joven mujer lo arrinconó.
— ¡Dai-kun! ¿Aún estás enojado conmigo? —Shikadai no dijo nada. Se limitó a hacerse a un lado para servir el té para los invitados. — ¡Dai-kun! — insistió.
—Mirai, los dos habíamos decidido que no hablaríamos del tema. Respeta tu promesa. —La voz de Shikadai sonó fría. Mirai bajó el rostro.
— Yo sé que te lastimé, pero, por favor entiende…
— No, entiende tú. — Shikadai la interrumpió y dejó las tazas servidas en la bandeja. Endureció el tono de su voz. La miró a la cara. —No puedes rechazarme y luego venir a fingir que nada pasó y creer que seguiremos como antes.
Shikadai tomó la bandeja y se dirigió a la sala. Mirai se quedó en la cocina sin atreverse a mirarlo.
Aquella sería una velada muy larga.
…..
"No me queda, no me queda… No me queda" decía mentalmente una adorable joven de piel cobriza y hermosos ojos color miel.
Chouchou había pasado a una tienda de ropa de recién apertura que se encontraba cerca de su casa. Pasaba cada una de las prendas que le gustaban mirando la talla en la etiqueta. En la gran mayoría no entraría a menos que se cortara algunas partes de su cuerpo.
¿Por qué carajos hacían tallas tan pequeñas?
Si encontraba alguna prenda que le gustaba, o no le quedaba o le quedaba enorme. Ya ni buscar en tallas grandes porqué ¡Eran demasiado grandes!
¿Por qué no había tallas para mujeres con medidas reales?
Chouchou salió de la tienda con el autoestima por los suelos. Desde que era pequeña, ese era su problema: Su peso. Al parecer ser gorda era un pecado en una sociedad en la que entre menos comas, más bella eres.
Cuando era más pequeña miraba a su madre, una mujer alta y de delgado cuerpo caminar con elegancia de un lado a otro de su casa. Pensaba que cuando fuera mayor, ella crecería hasta convertirse en una mujer como ella.
Pero estaba muy equivocada. Los kilos de más con los que había nacido la seguían acompañando e incluso habían aumentado.
A veces le molestaba. A veces le daba igual. Chou seguía caminando intentando alejar todos aquellos molestos pensamientos que rondaban en su cabeza.
Al llegar a casa su madre la recibió con un cálido saludo. Chou sonrío al sentir en su nariz el aroma de la cena recién hecha.
Ya era tarde para pensar en los problemas. Lo haría mañana, cuando estuviese más despejada.
Y se adentró a la cocina.
….
— He llegado a casa, Hozuki-san —dijo con propiedad un apesto joven en la entrada de la casa. Mitsuki se quitó los zapatos y los acomodó en su respectivo sitio en el gekkan.
Nadie le respondió. Al parecer, Karin se había quedado en el hospital hasta tarde y Suigetsu aún no llegaba del acuario. La casa estaba completamente vacía, sólo para él.
Mitsuki caminó hacia la cocina. Durante el trayecto, encendía las luces. Encima de la mesa había un recipiente con lo que supuso sería comida y arriba, una nota. Se acercó a ésta y la tomó.
"Llegaremos tarde hoy, los pendientes en el trabajo nunca acaban. Cena por favor, sólo caliéntalo. Esperamos llegar antes de las doce.
Cariños, Karin."
Sonrió débilmente. Karin siempre firmaba con esa frase: "Cariños, Karin".
Lo triste del caso es que aún no le quedaba claro que es lo que significaba esas palabras, no importaba lo mucho que el matrimonio se esforzara en demostrárselo.
Cariño… ¿Qué era?
Notas del autor:
JAJAJAJAJA Volví, aunque no con la actualización que todos esperaban. Sé que todos esperan "Otra oportunidad" y que debería centrarme en ella pero, por ahora no puedo. Este proyecto estuvo rondando en mi cabeza desde hace varios meses, es que kokoro connect me enamoró muchisímo, así que me gusto mucho la idea de tomar la problematica de la serie y usar a los personajes de la nueva generación de Naruto, sin embargo no puedo evitar sentirme sucia (aunque sé que no es un adaptaplagio).
Pido me den una oportunidad para demostrarles que es un proyecto bien pensado y que las adaptaciones no tienen porqué ser todas malas.
¿Merece un review?
Lily N.
PD: ¡No me odien!
