¡Hola a todo el mundo!. Sé que debería seguir publicando mi colección de confesiones, lo sé. Pero me entusiasmé y me entusiasmaron tanto con esta idea (ejem... culpo a Chao y... ejem... Rydag). Pues como bien leyeron en el summary esta historia trata de un Universo Alterno donde Kidou es un mafioso (¿No lo querían ver malote?. ¡Ahora es la oportunidad!). Advierto de antemano que desde el capítulo 1 en adelante habrá incesto (en este no porque es el prólogo, por nada más). También les hago la advertencia que en casi todos los capítulos acabaré describiendo escenas bastante fuertemente y es que cuando hago fics de este estilo me lo tomo muy en serio y espero que aquellos que han seguido mis anteriores historias no les sorprenda que puedo llegar a tener una forma de escribir bastante cruda.

En resumidas cuentas, esta historia tendrá incesto y escenas con alta violencia así que si no eres de leer este tipo de cosas o no te gusta leerlas pues cierra esto y anda a ver algo más acorde a tus gustos porque no me voy a hacer responsable de traumas infantiles, ataques cardiovasculares, pérdidas de inocencia, ni nada por el estilo. Y para los que se quedan a leer pues no les digo nada más que ojalá disfruten la historia y el próximo capítulo (que ya lo tengo casi listo) lo verán publicado el Domingo de la próxima semana (16 de Junio), aunque puede que cambie de opinión y lo suba el Miércoles todo depende de la cantidad de reviews que dejen.

Disclaimers: Los personajes de Inazuma Eleven son propiedad de Level-5, porque si yo tuviera los derechos sobre la serie me preocuparía de no dejar vacíos argumentales y además no habría decidido el futuro de Endou por medio de una votación.

Este fic va dedicado a Chao Ling-Yin y Rydag, mis dos colegas que que me apoyaron en hacer esta historia y que aun no entiendo cómo me soportan. n-nU


Prólogo

Todo parecía perfecto ese día de verano en aquel jardín. Las plantas ondeaban al son de la tibia brisa, el sol brillaba, se podía escuchar como una pequeña fuente llenaba a ratos el recipiente de bambú el cual luego hacía caer su contenido al pequeño lago que se encontraba en un rincón de aquel lugar y el cerezo ubicado al centro de ese pequeño edén dejaba caer sus rosados pétalos al compás del relajante ritmo, los cuales eran observados por los azules ojos de una pequeña de tan sólo cinco años que lo veía con fascinación y curiosidad.

-¡Haruna!- gritó una voz a sus espaldas pero la pequeña hacía caso omiso-. ¡Haruna!- volvió a repetirle y esta vez volteó.

-Hermano- dijo a modo de saludo al recién llegado, un niño tan sólo un año mayor que ella, con cabello peinado en rastas y atado en una coleta, cuyo rasgo que más destacaba eran sus característicos ojos de color rojo.

-Sabía que estarías aquí- le sonrió el niño al tiempo que observaba el árbol junto a ella-. Siempre que venimos acá te vienes a ver este cerezo.

-Sí- le secundó su hermanita volteando a ver el árbol nuevamente.

-Es muy lindo- decía el chico sin dejar de sonreír.

-¿Por qué no tenemos uno en casa?- preguntó de pronto la pequeña.

-No lo sé, pero si quieres cuando seamos grandes te daré uno. ¿Te parece?- le sugirió sin poder evitar dejarle una caricia en la cabeza que le revolvió los azules cabellos.

-¡Hermano!. ¡Me despeinas!- se quejó la niña tratando de apartarlo de un empujón.

-Lo siento, lo siento. No te enojes- se disculpó rápidamente con una apenada sonrisa.

-Hermano- le llamó de pronto la pequeña y el niño le miró con atención-. ¿Crees que durará para siempre?- le preguntó refiriéndose al cerezo.

-¡Ya verás que sí!. ¡Los árboles viven para siempre!- le aseguró con su infantil confianza.

-Ojalá fuera así con las personas… así quizás, mamá…- la escuchó decir tristemente y no era para menos si hace tan sólo dos meses atrás habían sufrido la reciente pérdida de su madre quien falleció en un accidente.

-Pero aun tenemos a nuestro padre- le dijo con firmeza abrazándola por detrás para que no se preocupara-. Y también me tienes a mí- agregó.

-¿Siempre estarás aquí?- le cuestionó mirándolo mientras él sólo le sonreía confiado.

-¡Ya verás que sí!- le aseguró-. Nunca me iré, viviré para siempre como este cerezo y nunca dejaré de cuidarte- agregó sintiéndose reconfortado al ver la deslumbrante sonrisa de su hermanita.

-¿Me lo prometes?- le preguntó inocentemente.

-Te lo prometo- le juró reforzando un poco más su abrazo-. Siempre voy a estar contigo para cuidarte. Por siempre y para siempre- le dijo con seguridad.

-Gracias, hermano…

Pero las risas y los juegos durarían poco tiempo más cuando a tan sólo una semana de aquel alegre día le siguió una oscura noche.

-¡HARUNA!- gritó el niño de rastas bajando apresuradamente la enorme escalinata de mármol de la mansión en la que vivía. Había escuchado unos fuertes sonidos secos provenir desde afuera de su habitación y en cuanto salió lo único que vio fue a su hermanita tirada en el inicio de la escalera. Cuando llegó con ella observó como su cabeza sangraba y tenía numerosos moretones por los brazos y por toda la cara-. ¡HARUNA!. ¡HARUNA DESPIERTA!. ¡HARUNA!- le llamaba desesperado sin obtener una respuesta de ella-. ¡POR FAVOR!. ¡QUE ALGUIEN VENGA!. ¡HARUNA SE CAYÓ POR LA ESCALERA!. ¡POR FAVOR!. ¡QUE ALGUIEN VENGA!- suplicaba por ayuda a todo pulmón.

Pero todo fue en vano, aunque los sirvientes fueron de inmediato a socorrer y a llamar a un médico cuando corroboraron que la pequeña no despertaba ya temían lo peor. No fue sino el paramédico que llegó a los 15 minutos de ocurrido el accidente que confirmó la mala noticia al padre y al hijo: La pobre niña había muerto instantáneamente producto de la caída por la dura escalinata.

-No… no…- lograba decir apenas el niño-. Es mentira… ¡ES MENTIRA!- gritó a todo pulmón yendo a patear la canilla del doctor logrando su cometido y causándole un agudo dolor que tuvo que dejar salir con una exclamación molesta-. ¡REVÍSELA DE NUEVO!. ¡ELLA NO…!- pero no se esperó que su propio padre lo tomaría por su coleta y lo lanzaría hacia atrás dejando que el cuerpo del pequeño resbalara por el piso hasta chocar duramente con un sofá.

-Disculpe, a veces Yuuto puede ser algo impulsivo- dijo en un tono serio el padre, un hombre alto y de aspecto firme, de hecho su actitud impasible era tal que parecía darle lo mismo la reciente muerte de su propia hija menor.

-No se preocupe, Lord Kidou. A veces los niños son así- decía el doctor un tanto apocado por la actitud fría e imponente que le demostraba aquel hombre.

-De todas formas, tiene que aprender a comportarse de ahora en adelante- agregó en el mismo tono frío el señor Kidou mientras miraba de reojo a su adolorido hijo que trataba de levantarse del suelo después de aquel maltrato.

-Yo… se lo había prometido…- pronunció en voz baja el pequeño Yuuto aun sufriendo el dolor del golpe que se había dado-. Le prometí que siempre la cuidaría…- pronunciaba muy triste mientras sus infantiles lágrimas se dejaban asomar-… Haruna…- lloraba sin poder evitarlo, era sólo un niño después de todo, un niño que tendría que aprender a vivir y soportar las muertes de su madre y hermana.

De alguna forma sintió que le habían arrancado un pedazo del corazón cuando veía a lo lejos el cuerpo de la pequeña cubierto por una sábana blanca para poder evitar ver su lamentable estado. Luego miró a los firmes y fríos ojos rojos de su padre, tan rojos como lo suyos, sus mismos ojos. No podía entender cómo podía seguir manteniendo esa firmeza y tener a sólo unos pasos a su hija muerta como si de verdad ni le interesara que estuviera allí.

Desde esa noche, todo se quebró. Y no fue sino hasta siete años más tarde cuando lo entendió todo, cuando tenía doce años.

Había ido a ver a su padre a la oficina, aprovechándose de que no le daría un no por respuesta por ir a verlo. El señor Kidou respiraba dificultosamente en el suelo sin poder moverse debido al tortuoso destino que se le avecinaba. Yuuto, su propio hijo, aprovechó la oportunidad para apuñalarle por la espalda perforándole sus pulmones con la intención de que muriera lentamente por la asfixia y por el penetrante dolor. Sonreía divertido, como si hubiera deseado hacer eso hace mucho tiempo. Alzó una vez más el puñal y volvió a clavarlo nuevamente en la espalda de su padre, disfrutando de los gritos ahogados que apenas podía ya dar estando tirado en el suelo y amordazado para suprimir el ruido. Cuando el de rastas perforó la carne empezó a cortar tal y como si fuera una rebanada de pan aunque siendo limitado por las propias costillas, sin embargo no le importaba mientras pudiera hacerlo sufrir tanto como fuera posible antes de que la amiga muerte sintiera compasión por su alma y se lo llevara.

-¿Disfrutaste reírte de mí todos estos años, cierto?- pronunció en un tono malévolo el muchacho-. Y ahora… ¿Quién se ríe de quién?- escuchó como su padre murmuraba algo inaudible a través de la mordaza, pero lo que fuera Yuuto no le iba a escuchar. No quería escuchar nada de él-. ¡Ya cállate!- le exclamó volviendo a sacar el cuchillo de la espalda y esta vez clavándolo cerca de la zona de la columna donde acabó perforando la arteria aorta de pura casualidad consiguiendo que la sangre saliera casi como si fuera un chorro a presión que le dejó manchado tanto la cara como la ropa-. ¡Maldición!- se quejó asqueado tratando de limpiarse aunque sea la sangre de la cara con las manos cosa que no fue muy buena idea porque estaban igual de llenas de esa sucia sangre.

-¡Mi Señor Yuuto!- exclamó la voz de un chico que entraba apresuradamente a la oficina, un muchacho que casi podía pasar por su gemelo con la única diferencia que sus ojos eran de un oscuro castaño a diferencia del intenso carmesí que coloreaba la ahora fría mirada de Yuuto. El recién llegado ni siquiera se inmutó al ver al chico manchado en sangre y a su padre ya casi muerto y ensangrentado en el suelo-. ¡Vienen unos centinelas a toda prisa!. ¡Ya debemos irnos!

-Gracias, Demonio- agradeció Yuuto al recién llegado para luego ir con él tranquilamente, sólo volteando una vez para darle un último vistazo al moribundo hombre que repudiaba.

-¡Mi Señor!- le rogaba Demonio pidiéndole que se apresurara. Pero para su sorpresa, le pareció verle caer una rebelde lágrima de uno de sus ojos-. ¿Mi señor Yuuto?. ¿Está todo bien?- preguntó preocupado.

-Descuida- le respondió sacándose aquella lágrima con el dorso de la mano-. Ahora todo va a estar mejor- Demonio le miró y escuchó atentamente aquellas palabras que su señor le tenía que decir-. A partir de hoy, comienza un nuevo reinado- dijo lentamente mientras sonreía con malicia.


...

¡Y aquí termina el prólogo!

Me gustaría saber qué les ha parecido por ahora o cualquier comentario que quieran dejarme, si tienen preguntas las responderé siempre y cuando no me obliguen a hacer adelantos o spoilers.

Y ya saben, dejen reviews si no quieren que esta historia quede en el olvido y mantengo mi promesa que dependiendo de la cantidad de reviews publicaré el capítulo 1 el Miércoles y no el Domingo.

¡Saludos a todos y nos leemos en otro fic!