James Charlus Potter.

James llegó a casa de la reunión con la Orden del Fénix, era muy tarde, le había pedido a Lily que no lo esperara despierta. Pero todos sabían que a su mujer no le gustaba hacerle caso. Por eso la encontró sentada en el sillón de su casa, abrazada a un ciervo de peluche -regalo del Tío Canuto a su ahijado- y su enorme barriga. Estaba dormida y adorable a los ojos de James. Sonrió y se sentó a su lado. Desde que estaba embarazada su sueño era mucho más profundo, ni siquiera se despertó.

Decir que adoraba a su mujer era quedarse corto, el amor que sentía por Lily Evans -ahora Potter- era algo que pasaba la barrera de lo humano, de la magia y cualquier otra barrera. Tres años persiguiéndola para que ella finalmente aceptara una cita con él y luego le diera el placer de poder llamarla novia. Convertirse en su marido y el padre de su hijo. Su sueño hecho realidad. Miró la barriga de ocho meses y posó la mano sobre ella.

-Ey, cachorro, ¿cómo estás hoy? -le dijo a la barriga. Se inclinó hacia ella y le habló en un susurro. Lily se había despertado ante el sonido de la voz de James, pero él ni se enteró.- Papá os ha echado de menos, pero ya estoy aquí.

-James... -le dijo Lily acariciando los mechones azabache de su nuca. James desvió la mirada a su mujer, le sonrió y le dio un beso. Luego los dos se recostaron en el sillón, James abrazándola y con la mano acariciando su barriga.- ¿Qué tal la reunión?

-Como últimamente. Tristes, serias, agobiantes. -dijo James. Lily le acarició el pecho, consolándolo.

-¿Remus?

-Ausente, triste, deprimido... No sé, Lils. -dijo James, apretándola un poco más contra él. Su amigo acababa de perder a su novia, a James se le removían las entrañas solo de pensarlo.

-Todo va a estar bien. -le dijo Lily contra su cuello. James suspiró.- Va a estar bien. Vamos a tener un hijo, a ganar esta guerra y seremos felices los tres. Luego tendremos más hijos y tú podrás tener ese ansiado equipo de quidditch.

-Me encantaría. -le dijo James, ahora sonriendo ante la idea.- ¿Te dije que estás guapísima embarazada?

-Sí, pero yo sigo sin creerte. Estoy gorda y cansada. -se quejó ella mientras James besaba su cuello.

-Ya va a nacer... -dijo James sonriendo contra el pelo rojizo de su mujer. Adoraba su cabellera pelirroja.- ¿Evans?

-¿Mmh?

-¿Crees que va a ser pelirrojo como tú?

-Espero que no. Se ahorraría muchos chistes malos acerca de zanahorias y naranjas. Yo prefiero que se parezca a ti. Con gafas y todo. -dijo Lily mirando su barriga.- Yo te compraré unas más bonitas que las de tu padre, cariño.

-¿Qué tienen de malo mis gafas?

-Nada. -le dijo Lily girándose parcialmente para quedar frente a su marido. Le dio un beso y él le sonrió.- Te quiero, ¿lo sabes?

-A veces lo dudo. -confesó él, con una sonrisa de lado.- Yo también te quiero.