Privet!

Bueno, esta es la primera vez que entro a este fandom a pesar de que hace ya algún tiempo desde que sigo la serie. Tras la publicación del último capítulo del manga me entró inspiración para hacer algo de mi pareja favorita de la serie, que no es otra que Mavis y Zeref. Lo único que me apena es que ya quede tan poco para el final, pero bueno, todo lo bueno acaba. Es un pequeño drabble, espero que os guste.

Dislaimer: Los personajes de Fairy Tail pertenecen a Hiro Mashima.


Eternidad

Sus ojos se abrieron de repente. Su respiración agitada se fue tranquilizando mientras sus ojos se volvían a cerrar ante la segadora luz del sol. No entendía donde estaba, solo sabía que sentía una gran calidez y relajación. Lo último que recordaba era su muerte junto a su querida Mavis, sin embargo, esta también se había esfumado como arte de magia. Se levantó abruptamente, sintiendo un repentino mareo. Se sentía extraño, era como si estuviera vivo, pero era imposible. Estaba seguro de haber muerto.

Comenzó a caminar por aquel precioso prado lleno de flores de un tono rosa, ese color que se asemejaba tanto a la usual vestimenta de la rubia. Sentía un delicioso olor inundar sus fosas nasales a la vez que su vista se paseaba por todo el lugar en busca de la larga cabellera áurea. Su cabellera oscura se balanceaba con la dulce brisa mientras una sonrisa de felicidad se instalaba en sus labios después de tantos siglos.

Finalmente, pudo vislumbrar a su amada, aún inconsciente en la hierba. Se acercó a ella, con paso tranquilo, para ponerse a su lado de cuclillas, acariciando suavemente su rosada mejilla. Sus ojos comenzaron a abrirse con lentitud, fijando su mirada verde en la suya negra.

— Zeref…— nombró con un tono lleno de cariño.

— Hola, Mavis — saludó sonriendo cálidamente, tendiéndole la mano para ayudarla a levantarse. — Al fin todo ha acabado.

— Te equivocas Zeref — negó, aceptando la ayuda ofrecida, poniéndose el pie y levantando la cabeza para mirarlo a los ojos, después de todo él era mucho más alto que ella. — Aquí es donde todo comienza para nosotros.

El moreno sonrió feliz ante eso y aprovechó que ella tenía los ojos cerrados para atraparla en sus brazos. — Creía que me odiabas.

— Pero también te amo — confesó acurrucándose en su pecho — Además…Resulta que al final Makarov no está muerto. Tengo una razón menos para odiarte, y las otras causas…Son las que han logrado que estemos aquí.

El mago oscuro calló y solo disfrutó de aquel extraño y hermoso sentimiento que se extendía por todo su cuerpo causándole una sensación de plenitud. En un momento, tomó delicadamente con sus dedos la barbilla de la rubia, logrando el choque entre el verde y el negro.

Ahora, puedo hacer esto sin temer perderte — recitó agachándose levemente para unir sus labios con los de ella, comenzando un lento baile lleno de pasión, aquella que vivieron aquella tarde hace un centenario en el pequeño y transparente lago. — Te amo Mavis. — reveló al separarse.

— Yo a ti también Zeref — aseguró rodeando su cuello con sus delgados brazos, para así, de un salto volver a unir sus labios.

A lo lejos, un pequeño niño rubio de ojos verdes y una joven morena observaban la escena escondidos detrás de un árbol, él listo para hacer su aparición y poder conocer al fin a su madre y recibir aquel cariño que tanto había deseado y ella con el deseo de ver de nuevo a su amiga.

Cada uno era el contrario del otro. Ella una maga bondadosa, él, el mago que en un pasado e incluso en el presente fue conocido por ser aquel que si, se lo proponía hubiera destrozado el mundo entero.

Se querían, y eso era lo que importaba. Ahora, sin la maldición tenían una eternidad para estar juntos, esta vez sin miedo a matar a otros. Ese era el comienzo de la historia de una chica descalza y un mago oscuro.