N/A: Kingdom hearts no me pertenece, es propiedad de Square-enix y disney... pero algun dia sera mio

-Bueno, la verdad es que no hay ningun fic, hasta este, de esta pareja, a mi en lo personal me encanta y quise poner esto, esta idea llevaba mucho tiempo rondandome la cabeza y tuve que dejarla salir para que se dejara de molestar, en fin, ojala lo disfruten.


Nueve de la noche, ya es hora de cerrar. No queda nadie en la tienda a excepción de mi jefe y yo, no hay prisa así que apago con calma las luces. El anciano como cada día revisa el inventario ya que no es fácil administrar una librería. Ya todo esta cerrado y solo queda salir por atrás e irse a casa; tengo la costumbre de echar un último vistazo a los estantes, me da la impresión de que tarde o temprano esos enormes muebles repletos hasta el tope de libros se caerán por quién sabe qué motivos.

—¡Zexion!... ¡Tengo prisa así que me voy, deja todo bien cerrado antes de irte ¿bien?

No vi la necesidad de responder, el anciano y yo estamos acostumbrados a intercambiar pocas palabras. Y ahora que lo pienso bien, siempre ha sido igual desde que empecé a trabajar en la librería como ayudante; un medio aprendiz; por decirlo de alguna forma.

Por el dato de un conocido me enteré de que el anciano en cuestión necesitaba alguien con gusto a los libros para ayudarlo a administrar y mantener su tienda, los años se le vienen encima y este ya no es un trabajo que pueda hacer solo.

Primero me pareció curioso que lo conocieran —y llamasen— por "Ansem el sabio", ya que es un nombre ridículo, pero luego de una tarde de conversaciones con él, me di cuenta de que el hombre es una biblioteca andante y que el apodo no era solo un adorno. El trabajo me pareció perfecto; hacía algo que realmente me gustaba y de paso gano dinero para la universidad, que comienzo el próximo año.

Llevo tres mese aquí y todo marcha normal. Mi relación con el anciano es aceptable, aprendo mucho de él pero fuera de eso esta interacción es igual a la que tengo con todas las demás personas existentes en el mundo: lo justo y lo necesario.

Hablar sin motivos me parece una perdida de tiempo, energía, saliva y aliento; las personas se han vuelto molestas, son todos ruidosos e insoportables; ahora ya nadie respeta o siquiera sabe lo que significa la palabra "silencio". Son todos tan insoportables que me crispan los nervios.

Cerré con llave y me fui a casa. Afuera hace mucho frío, es pleno invierno en Hollow Bastion, por suerte siempre procuro salir abrigado, aunque se me enreda la bufanda o la pongo mal y se cae mientras camino. A estas horas de la noche no me sorprende que haya poca gente en las calles, los autos transitan monótonamente como cada día, como cada noche.

Desde la tienda me toma cerca de treinta minutos en llegar a casa, aunque me da igual el tiempo, nadie me espera allí. Siempre entro y todo en mi departamento es oscuro, frío, vacío y silencioso, no podría pedir otra cosa, allí estoy en paz; todo era cuestión de cruzar la calle, subir tres escalones y entrar.

—¡Axel bastardo!... ¡Devuélveme esa maldita guitarra!

Exceptuando lo que hay afuera y a los lados: el ruidoso de mi vecino y sus amigos idiotas. Cada vez que llego están haciendo algún escándalo, gritan, aúllan o rompen algo. Tres tontos que no vale la pena ni recordar sus nombres, cosa que obviamente no he hecho, ni pienso hacer.

El mayor del pelo rojo y peinado raro jugueteaba a quitarle una guitarra gris y algo vieja al ruidoso de mi vecino, otro de pelo raro de color claro, y lejos de ellos los miraba el rubio bajito –quien creo es el único sensato y cuerdo de esos tres- que nunca se separa del tonto pelirrojo. Hubiese querido pasar inadvertido, entrar a mi casa y hacer como que no vi nada, pero mi mala suerte me hizo victima de el incesante correteo de esos dos, y el que perseguía el instrumento tropezó y me cayó encima. Debo de señalar que aterrizar tan bruscamente en el cemento es doloroso, pero no tan molesto como la risa del idiota del pelo rojo.

—¡Rayos Axel, cállate y ayúdalo a levantarse! —oí que gritó el más bajito mientras corría hacia nosotros—

—¡L-lo siento, lo siento!... ¡perdón es que ni te ví!... ¡de verdad lo si-…!

Un idiota siempre actúa como tal, pero hay reacciones que de verdad me sacan de mis casillas. El torpe de mi vecino —cuyo nombre creo que empieza con "De-…" algo— siempre se congela al verme, mira a todas partes y se vuelve un manojo de nervios que cambia de color. Hay cosas que hace la gente que no logro comprender y que me irrita el simple hecho de que las hagan o que haya gente así.

—¡Lo siento, lo siento, lo siento!... ¡fue un accidente!... ¡lo siento, perdón! —por alguna razón no paraba de disculparse—

—Hey tranquilo —dijo el de pelo rojo levantando al otro y quitándomelo de encima— estás hiperventilando viejo, ¿Cuántas veces te has disculpado?

—De verdad lamento el accidente —me dijo el rubio bajito tendiéndome la mano— es que a veces se comportan como unos verdaderos cinco añeros… ¿te ayudo?

—¡Oye! —alegaron los otros dos a la verdad recién dicha—

—Estoy bien. —me levanto yo solo rechazando su mano pues no soy ningún niño indefenso— Solo ten más cuidado… emm…

—Demyx… soy Demyx —me dijo poniendo una cara de miedo y vergüenza mezcladas, de esas que me sacan de quicio— es la sexta vez que olvidas mi nombre

—Como sea…

Limpié mi ropa y me fui, sentía una urgencia titánica por entrar a casa y golpear algo. Pero en cuanto entré y encendí las luces por alguna razón me sentí raro; tenía un extraño sabor amargo en la boca y me pregunté si no fui demasiado frío al reaccionar de esa forma.

—Al demonio, necesito tomar algo caliente e irme a dormir

Lo mejor es olvidarme de semejante tontería y seguir con mi tranquila vida. Aún hay unos libros que quisiera leer y otros tantos que no he podido terminar debido al trabajo; también hay mucho polvo que tengo que quitar de los muebles, hace días que no he limpiado decentemente. Mañana no tengo que trabajar así que me dedicaré a eso. Las residencias de por aquí son todas de un piso así que no cuesta mucho encontrar las habitaciones. Me quedé en la cocina esperando a que hirviera el agua, un poco de café en una noche de invierno no le hace mal a nadie.

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"Como sea…"

Es la misma respuesta que me ha dado desde el día en que lo conocí, se veía muy molesto, aunque siempre se ve molesto. A veces me asusta, su sola presencia me pone nervioso, es que es una persona muy oscura; cada vez que cruzamos alguna palabra siento que me odia o que hice algo realmente malo para molestarlo. Si las miradas matasen yo me habría muerto unas diez o quince veces en cada ocasión que nos encontramos, ya sea por error o por simple coincidencia.

—¡Oye Demyx despierta de una vez! —solo le presté atención a Axel cuando me gritó y me golpeó en la cabeza— parece que la caída te atontó aún más

—Ya cierra la boca —que bastardo, eso me dolió—

—Oye ¿y a ese chico qué le pasa?... ¿Por qué iba tan enojado?... si no fue para tanto

—No lo sé Roxas, siempre actúa así

—¿Acaso lo mordiste o algo? —dijo Axel haciéndose el gracioso—

—¡Claro que no imbécil!... es solo que siempre está enojado, siempre desde se que mudó aquí una semana después que yo

—El sujeto solo está amargado, no le hagas caso

—Axel tiene razón, no pienses en eso ni te lo tomes tan en serio.

Tenían razón, a veces creo que le doy muchas vueltas al asunto o a cualquier otro; pienso mucho en los problemas en vez de concentrarme en las cosas que debería y cuando me doy cuenta todo se me confunde más. Aunque siempre se me ha complicado eso de entender a las personas, me distraigo con facilidad según lo que los chicos me dicen.

—Ya se hizo tarde y nosotros tenemos que irnos Demyx —dijo Roxas mirando su reloj—

—¡¿Qué?... ¿tan pronto? —en verdad no quiero que se vayan—

—El tren a Twilight Town sale en quince minutos y no podemos perderlo

—No te preocupes viejo, vendremos a molestarte la próxima semana como siempre, mientras-… ¡Hey Roxas no te vayas solo, espérame!

Axel se fue gritando mientras se despedía y alcanzaba a Roxas al mismo tiempo, me reí, siempre era lo mismo con esos dos y esa era una de las cosas que más me gusta de ellos. Son muy buenos amigos, los únicos que tengo desde que vivo aquí en Hollow Bastion y creo que ellos son de las pocas cosas que me conectan con mi vida anterior.

Estaba haciendo frío así que recogí mi guitarra y entré a casa, fui a dejarla a mi cuarto y luego a la cocina a prepararme algo caliente para beber.

Llevo tres meses y medio viviendo aquí, antes estaba en Twilight Town con mis amigos, tenía una vida bastante normal pero por cuestiones del destino decidí cambiar y me vine a Hollow Bastion. No esta del todo mal, trabajo medio tiempo en una tienda de instrumentos musicales, lo cual es bastante entretenido, recibo una pensión mensual de mi tutor y el dinero que gano trabajando lo ahorro para estudiar en la universidad el próximo año. Vivir solo no es tan malo como lo imaginé en un principio, aunque sí es muy aburrido.

Puse el agua a hervir y busque mi tazón, la leche y el chocolate, mañana es domingo y como lo tengo libre creo que me dedicaré a limpiar, hace dos semanas que no lo hago. Busqué algo para comer en el refrigerador y como esta junto a la ventana no pude evitar fijarme en la cocina de mi vecino, que esta justo en frente de la mía; por cuestiones estructurales y eso. Parece que pensamos igual pues él también esperaba a que hirviera el agua; un escalofrió me recorrió la espalda y todo el cuerpo cuando se dio cuenta de que lo miraba y me clavó sus ojos como dos cuchillos de doble filo. Di un salto por el susto y algo se atoró en mi garganta, luego sentí como se me acaloraba la cara, quise saludar o algo pero mi cuerpo no respondió. Ni fue necesario, él me miró con más enojo, arrugó la frente y cerró las persianas de un tirón, luego su sombra desapareció de la ventana y las luces de su cocina se apagaron.

Pude respirar, siempre logra asustarme de algún modo. Me fui a mi cuarto, tomé mi vieja guitarra y me puse a practicar unas cuantas notas, es la forma más efectiva para relajarme.

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Desperté a eso de las nueve y algo de la mañana, tenía varios libros encima de la cama, otros tantos en el piso y uno sobre mi cara. No debí darme cuenta de cuando quedé dormido. De cualquier forma me levanté, encendí en fuego en la sala y desayuné. A eso de la once comencé con la limpieza general, tuve que hacer dos viajes de la sala a mi cuarto para devolver todos los libros que tenía. En la sala tengo un librero con mucho espacio, o eso me pareció en un principio pues ahora se ha hecho pequeño, ya casi no hay espacio para libros nuevos. Continué limpiando, más que nada era quitar polvo de todo: las ventanas, los muebles, los libros, mi cuarto. Afuera estaba nublado pero al menos no estaba lloviendo, tomé toda la basura en una bolsa y la saqué afuera a la calle donde dejan el contenedor general.

—¡Largo de aquí perro del demonio!

En cuanto abrí la puerta vi al escandaloso de mi vecino peleando contra un perro que le tironeaba la tela del pantalón mientras el trataba de meter una bolsa de basura en el contenedor. Que idiota, lo miré por un momento analizándolo a él y al perro, definitivamente ambos eran igual de idiotas. Me acerque para arrojar mi basura y el ruido cesó; me pareció raro y los miré, el perro bajó las orejas y se fue en silencio. Maldito animal, ahora todos tienen esa estúpida reacción. Admito que me distrajo el pulgoso ese y por eso no se cuanto estuvo el otro tonto mirándome con esa cara estupefacta, poco le faltaba para temblar. Estaba empezando a exasperarme así que boté la basura y me fui. Maldita mirada…

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Se suponía que iba a ser un día tranquilo, que limpiaría mi departamento en paz, almorzaría y pasaría el resto de la tarde practicando en mi cuarto; y luego apareció ese perro endemoniado y me tironeó la ropa. No esperaba que "él" saliera por la misma razón que yo. Entonces comprendí muy bien al animal, ¿quién no se asustaría con esa cara?, creí que me mataría, hasta el corazón se me alteró y por poco escapa de mi garganta.

Suspiré y me senté en la escalera —Es mucha presión para mi…

Me levante corriendo cuando oí sonar el teléfono, por poco y lo caigo —de nuevo— pero ya me es costumbre perder el equilibrio cuando tengo prisa o estoy medio desconcertado.

—¿Diga?

—¿Demyx? —cuando oí esa voz me asusté y congelé— ¡soy yo!

—Ho-hola… —pude darme cuenta de que me tembló el labio—

—¿Qué te pasa?... ¿es esa la forma de hablarle a tu tutor?

—Lo siento… es que ha pasado algo de tiempo desde la ultima vez que hablamos… más de un mes creo —un mes intentando no recordarlo—

—Sí, es mi culpa, no he tenido tiempo, lo siento

—Da igual… ¿y para qué llamas?

—Ya sabes, para saber cómo estas, como marcha todo por allá, si te falta algo o necesitas que te envíe más dinero

—No, estoy bien, no te preocupes… no he tenido problemas

—Es bueno oírlo… ¡por cierto!, tomando en cuenta que empiezas a estudiar el otro año creí que era bueno que te fueras preparando, así que hice un pedido para ti, ¡anota la dirección!, solo tienes que ir a recogerlo

—Bien… —voy por lápiz y papel— estoy listo

Mi mano escribió sola pues no presté atención a lo que me estaba diciendo, solo supe que su voz —por sí misma— me tenía bajo hipnosis, en uno de esos trances del que cuesta despertar, un trance lleno de recuerdos que no quería rememorar. "Si"… "ajá"… "de acuerdo"… "adios", fue todo lo que respondí al terminar la conversación. Sostuve el teléfono un buen rato —creo—, pensando en que hay cosas que no desaparecen por más que uno lo quiera. Sacudí la cabeza.

—¡No es momento para deprimirse por tonterías! —me golpee ambas mejillas para despertar— ¡es hora de continuar limpiando!

Es mejor distraerse que andarse preocupando por necedades, así que me di prisa en terminar todo antes de la hora del almuerzo, aunque con eso había un pequeño e insignificante detalle pendiente.

—¡El refrigerador esta vacío! —quise llorar y entonces recordé que el día anterior Axel y Roxas se aprovecharon de mi buena voluntad y de mi comida— Ese par de delincuentes… ¡los mataré!, pero no con el estómago vacío

Busqué mi billetera, una chaqueta y mis zapatos, hace tiempo que quería salir a comer afuera, un poco de pizza no le hace mal a nadie y además pasaría a comprar algunas reservas de vuelta. Tomé las llaves y salí, pero al cerrar la puerta oí un clic que no era de mi cerradura, miré a mi derecha y allí estaba él también, en la misma posición que yo listo para salir. Maldición. Un miedo bastante particular me apretó el pecho cuando nos miramos, quise correr pero mis piernas no respondieron, fue suerte ya que de haber escapado hubiera quedado como un idiota.

¡Vamos Demyx piensa en algo, inútil!... ¡saluda o haz algo!

Fue extraño descubrir que –en momentos de tensión- mi cerebro solo me lanza insultos, aunque me pude distraer con eso tratando de no tartamudear.

—Bu-buenas t-tardes —guau, no estuvo tan mal… pedazo de idiota que soy—

—Mmm… buenas tardes

Parecía enojado por tener que saludar, pero ¡bueno!, al menos respondió. Bajó los tres escalones que lo separaban del asfalto y se puso a caminar en la misma dirección que yo. Entonces algo se encendió en mi cabeza, ¡esta es!, la oportunidad que necesitaba para perderle el miedo.

—Hey… ¿te molesta si te acompaño un momento?, voy en la misma dirección

—¿Mmm?... —apenas se volteó para verme— mmm… —sonó tan desinteresado que lo tomé por un "no me importa"—

No era una negativa en su totalidad, eso me hizo sentir feliz, así que me puse a caminar a su derecha.

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Cuando me levanté este me pareció un buen día. Me limpié, desayune y limpie toda la mañana y cuando quise preparar el almuerzo, no había nada en el refrigerador. Entonces pensé que sería agradable ir a un café. Tomé mi abrigo azul y bufanda del mismo color que siempre uso y salí. Error. Lo primero que vi fue esa bendita mirada de estupefacción del idiota ese, sentí que me hervía la sangre, ¿acaso a todo el mundo le dio por poner esa cara frente a mi?.

—Bu-buenas t-tardes… —oh milagro, tartamudeó menos esta vez—

No preste atención a los quince segundos siguientes y cuando lo hice caí en cuenta de que le dí vía libre a caminar a mi lado. Quise golpearme contra un muro pero al menos iba en silencio. Aunque ese silencio duró poco, al cabo de un rato empezó a conversarme de algo a lo que realmente no le presté mucha atención, creo que tenía que ver con el constante frío que ha habido estos días. No estoy seguro.

—Creo que va a empezar a llover —le oí decir en un momento de lucidez, ambos levantamos la vista; tenía razón— Oye, ¿te gustaría acompañarme a almorzar?

—¿Uh? —me sorprendió su pregunta; me sorprendió mi respuesta—

Cuando lo mire se veía tan nervioso como siempre, sonreía a medias y miraba a todas partes pero no dude en que hablaba en serio. Apuntó con el dedo al local frente a nosotros, un restaurant italiano bastante modesto y agradable. Volví a mirarlo a él que aún esperaba una respuesta, olvidé por completo la idea de ir a un café y por extraño que parezca, lo tomé como buena opción.

—Claro… —respondí a secas y el rostro se le iluminó—

Nunca una sonrisa me había parecido tan inquietante, aunque no se si es esa la palabra adecuada para lo que sentí, pero de lo que si tengo certeza absoluta es que le quedaba muy bien sonreír.

Entramos y me indicó una mesa, lo seguí en silencio hasta que oí a un tipo hablarle con ánimo, parecía conocerlo y por la forma en que los demás empleados se dirigían a él supuse que era el dueño. Era un tipo alto, rubio de pelo corto, ni viejo ni joven, alcancé a poner atención a unos aretes plateados antes de que se fuera desordenándole el pelo a mi acompañante.

—Lamento eso —me dijo al sentarnos— es Luxord, un viejo conocido de mi tutor y buen amigo desde hace tiempo… sus pizzas son las mejores

De ahí en adelante me hablaba entrecortado y de a ratos mientras esperamos y comíamos. Noté un deje de nerviosismo que a medida que pasaba el tiempo iba disminuyendo pero que no se fue del todo. Yo no dije mucho, me limité a escuchar. No suelo comer comida chatarra como esa, pero no niego que lo disfruté. Raro.

—Oye, si quieres más solo dime, Luxord dice que hoy él invita

—Deja de llamarme "oye"

—¿Eh? —la tímida sonrisa que tenía desapareció y agachó la cabeza— L-lo siento, pero es que… aún no se tu nombre

"Imbécil", fue la palabra que me dediqué a mi mismo y que revoloteó incesantemente por mi cabeza varios segundos. Francamente quise golpearme en la frente y sentí que se me acaloró la cara; desde hacía tiempo que no sentía tanta vergüenza. Él seguía mirando la mesa y yo me puse a ver el resto del restaurant, estaba medio lleno y el rumor de tantas conversaciones llenaba el espacio sobrante. Suspiré.

—Soy Zexion —dije después de un rato, mi pizza se enfrió—

Lo ví sonreír de nuevo, tenía las mejillas un tanto coloradas y reía como tonto pero no me molestó en lo absoluto, incluso me vi tentado a reír con él.

—Bien, entonces empecemos de nuevo. —dijo así de repente y me extendió la mano atravesando la mesa— Soy Demyx, un gusto conocerte Zexion

Su actitud me pareció curiosa al igual que todas sus demás acciones y su forma de ser. Después de todo no era tan irritante. Creo que sonreí a medias, y le estreché la mano.

—Igualmente

El resto de la tarde fue agradable. Luego de almorzar fuimos al supermercado más cercano pues ambos debíamos reponer las reservas en casa. Y desde ahí no paró de hablar, desde el restaurant del tipo ese, pasando por el clima de la ciudad, el precio de las verduras, las variedades de chocolate y un sinfín de temas que parecían no tener fin y que solo se detuvieron hasta que llegamos a nuestras respectivas viviendas.

—Gracias por dejarme acompañarte Zexion, fue divertido

—Claro… no hay problema

Y luego se despidió agitando una mano y sonriendo de esa forma que me inquieta. Entonces pensé en que toda su habladuría no tenía sentido alguno, movía la boca solo por decir algo y jamás se detenía a pensar si era necesario o no.

Sonreí dándome cuenta de que esa insensatez me fue agradable. Pase el resto del día leyendo, de vez en cuando oía sus gritos de cuando pelea con ese perro, o una melodía en guitarra bastante buena que tocaba en la escalera de su casa.

En fin, a la mañana siguiente salí temprano hacia la tienda, era día de inventariado y por lo general eso toma más de un día; afuera las nubes se aglomeraban y se hacían más oscuras: pronto comenzaría a llover.

Mi jefe llegó antes que yo, en el recibidor noté muchos paquetes nuevos, unos pequeños envueltos el plástico y una que otra caja pesada.

—¿Y eso? —le pregunté al viejo señalándole las cajas—

—Pedidos míos y encargos de otros clientes

De todas formas abrimos la tienda, el viejo despachaba las cajas mientras yo los clasificaba en un archivo y enumeraba los que ya teníamos, todo al mismo tiempo en una computadora. No atendimos mucha gente, afuera caía una lluvia torrencial y todo estaba oscuro.

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Después de almorzar me sentí feliz todo el día, estaba bastante satisfecho por haberle perdido el miedo —en parte— a Zexion. Y exceptuando a ese estúpido perro, el día fue genial. A la mañana siguiente me desperté por el sonido de la lluvia, era un poco tarde pero aún estaba oscuro.

Cuando era niño me encantaba ver llover, y no solo ver, jugar bajo el agua que cae era uno de mis mayores placeres. Pero como dicen: las cosas cambian. Aún me da un vuelco el pecho la lluvia, pero con eso también viene una incomodidad amarga.

Los lunes mi turno empieza al medio día así que no me apresure en salir, cuando me dispuse a irme vi la nota sobre la mesa de la dirección que anoté ayer, no me hizo mucha gracia pero no quise dejarla, la metí en mi bolsillo y me fui.

El resto del día transcurrió aburrido y normal. Aburridamente normal. Salí a eso de las ocho treinta por que el jefe debía inventariar la tienda, sea lo que sea eso, y me fui de regreso a casa. A medio andar note el papel con la dirección en el bolsillo de mi chaqueta, no estaba muy lejos así que me desvié para allá. No se cuanto camine pero llegue a sentirme perdido, no conocía ese lado de la ciudad pero llegue sin muchos problemas. Mire el papel y el cartel de la tienda esa, luego volví al papel para asegurarme; sí, era el correcto.

—Librería "Radiant Garden"… este es el lugar —entre mirando por todas partes, el sitio era algo lúgubre y no me sorprendió que no hubiera nadie ahí; mire un escritorio— ¡Hey Zexion!

Me sorprendí al encontrarlo, aunque creo que no tanto como él pues escupió todo el café que estaba tomando, tosió un rato mientras yo me apoyé del otro lado del escritorio.

—Que asco, luego vas a tener que limpiar eso. —le dije conteniendo un poco la risa y apuntando el café escupido— No sabía que trabajabas aquí, es-…

—¿Qué estas haciendo aquí?

Sentí un escalofrío cuando me miró, creo que estaba molesto, y de nuevo me vino esa sensación de miedo- S-solo vengo por un encargo

—¿Encargo? —me miró a mi y luego volteo la cabeza a una esquina—

Había una caja un tanto grande al borde de una esquina de una mesa. Zexion se puso de pie y la revisó, luego volvió al escritorio y busco algo en la computadora que tenia. Estuvo así un rato, así en silencio, así de serio; entonces descubrí que —por alguna razón— era agradable observarlo, solo verlo haciendo eso era tranquilizante, me gustaba; era como... no lo se. Perdí la concentración cuando apareció un anciano que jamás había visto.

—Lo siento pero estamos cerrando —me dijo—

—No se preocupe jefe, vino a retirar un encargo —dijo Zexion, me voltee a verlo y seguía tan inmerso en esa pantalla como hace rato—

—¿Encargo? —miró la caja grande— Ouh, entonces tú debes ser Demyx

—¿Disculpe?... ¿Cómo sabe mi nombre? —el hombre se rió—

—Hace dos días me encontré con el torpe de tu tutor, vaya suerte la tuya… hablamos bastante y no paró de mencionarte y me pidió que te apartara esas cosas —indica la caja con un dedo—

—¿Se conocen? —algo me apretó la garganta— ¿Estuvo aquí?

—Sí, se fue hoy en la mañana, ¿no lo viste?... bueno, supongo que estaba muy ocupado, pero al menos te llamó, por eso estas aquí ¿no?... Zexion deja todo cerrado ¿bien?, yo me voy a casa, ¡espero que nos veamos de nuevo Demyx!

Solo moví la mano para despedirme, todo estaba en silencio y quieto, hasta que algo frío me rozó la mano. Era un papel, un recibo de compra.

—Todo esta pagado y a tu nombre, solo tienes que llevarte eso

La indiferencia de Zexion no se me hizo extraña, incluso algo sugerente, pero no me hizo bien. Sentí frío, algo similar a un vacío en el pecho; sentí soledad. Lo ví levantarse para cerrar la puerta frontal pero se detuvo antes de hacerlo y me miró.

—¿Piensas irte?

—Ouh si… lo siento —caminé hasta la salida pero me detuve en el umbral— Oye, ¿te importa si te acompaño a casa?

Mi pregunta se le hizo extraña, eso seguro. Pero en todo lo que yo podía pensar era en que no quería irme solo, no quería estar solo. Lo ví encogerse de hombros restándole importancia al asunto y a mi pregunta.

—Como quieras…

Salimos por la puerta de atrás, a ese callejón no llegaba mucha luz y tuve que tener cuidado al caminar pues el piso no se veía confiable y yo llevaba una carga pesada. En todo el viaje no hablamos, yo lo miraba de vez en cuando pero Zexion parecía inmerso en su propio mundo, volví a sentirme solo. Y llegamos a casa.

—Bueno ya llegamos, gracias por dejarme acompañarte, nos vem-…

—¿Te molestó cuando el viejo habló de tu tutor? —me ví obligado a callar, su mirada me asustó— hace rato lo noté, cuando lo nombró te cohibiste, ¿Por qué?

—B-bueno yo… no se lo que significa cohibir… pero si te refieres a que me trabé, pues sí… es un viejo trauma, ¡pero no me malentiendas!, él es una gran persona, amable y casi un padre pero… pero…

—Esto esta mal

—¿Eh?

—No debí sacar un tema tan tonto así de repente, solo fue una duda que me asaltó de pronto, olvida lo que dije

—Pero…

—Solo olvídalo, no tiene importancia

Volvió a molestarse conmigo, no se como pero siempre termina enojándose por algo. Lo seguí con la mirada cuando se fue pero no entró a su casa, se quedó ahí de pie como yo, ninguno habló por un rato. Luego el cielo comenzó a tronar, otra vez empezaría a llover de modo que decidí entrar. Él seguía frente a su puerta, yo también; tuve problemas para sacar mis llaves y más difícil aún fue abrir esa puerta, aunque no tuve que hacerlo, de repente unas manos frías y muy ágiles me quitaron las llaves y abrieron la puerta.

—Creo que fui grosero

Zexion no me miró, esa era la peor disculpa que había escuchado en mi vida, incluso peor que las de Axel y eso ya es decir mucho; pero no me importo, ese simple gesto me alegró todo el resto de la noche.

—Da igual, gracias por abrir la puerta

—Ayer no te di las gracias por invitarme a almorzar

Me sorprendí, seguía sin mirarme pero entendí algo.

—Y hoy tampoco piensas hacerlo ¿cierto?

—Acertaste —apenas sonrió pero cuando lo hizo fue burlándose— Como sea, nos vemos Demyx. —y se fue—

El pecho me dio un vuelco cuando dijo mi nombre y me quedé observando su puerta como un verdadero idiota por mucho rato. Desperté cuando empezó a llover y tenía los brazos entumecidos por el peso de la caja.

—Creo que… este es un buen comienzo

Y si lo era. Entre a casa pero tropecé con la alfombra y la caja me aplastó los pies.


N/A: -¿y bien?... eso fue, ojala no este tan aburrido como creo
Tuve que hacerlo muy suave, asi es mas lindo y ademas, tenia más fundamento que se vayan conociendo de a poco, desechando las primeras impresiones y eso
Algo extra de esto seria que estoy tratando de cambiar un poco mi estilo, es la primera cosa que escribo de esta manera, asi en primera persona, mi viejo estilo me deja algunos puntos inconclusos en la narracion y crei que con esto podria mejorarlo, no lo sé

Pensaba hacer esto un one-shot, pero alguien aqui me torturo para continuarlo, y al final se hizo la historia larga, en fin, gracias por leer!