Hola este es mi primer fic espero que lo disfruten n.n , me inspire de un libro que estaba leyendo .
Shun: ¿y Amaya de que se va tratar el fic?
Yo: Si tanto te interesa por qué no lo lees
Shun: ¬_¬
Yo: Bueno al fic =)
Alice POV(no voy a describir a los personajes como ya saben cómo son)
Aquella mañana me desperté llorando. Como siempre. Ni siquiera sabía si estaba triste. Junto con las lágrimas, mis emociones se habían ido deslizando hacia alguna parte. Absorto, permanecí un rato en la cama hasta que se acerco mi madre y me dijo: Es hora de levantarse.
Nadie POV
No nevaba, pero el camino estaba helado, blanco. La mitad de los carros circulaba con cadenas. En el asiento del copiloto, al lado de papa, que era quien conducía el automóvil, se sentó el padre de Alice. Su madre y yo ocupamos los asientos traseros. El coche arranco. Delante, los dos hombres solo hablaban de la nieve. Que si lograríamos, o no, llegar a la aeropuerto para el embarque. Que si el avión saldría a la hora prevista.
Ambos lados de la carretera se extendía, en todo lo que alcanzaba la vista, campos cubiertos de nieve. A lo lejos, la cresta de la montaña refulgía bañada por los rayos de un sol que brillaba a través de las nubes. La madre de Alice llevaba en el regazo una pequeña urna de cenizas.
Al aproximarnos al desfiladero, la capa de nieve se hizo más espesa. El padre de Alice bajo del coche en el estacionamiento de un parador y empezó a ajustar las cadenas a las ruedas.
Mientras, decidí dar un paseo por los alrededores. Más allá del estacionamiento había un bosquecillo. Una capa de nieve impoluta cubría el sotobosque; la que se acumulaba en las copas de los arboles iba cayendo al suelo como un quejido seco. Al volverme, vi como al otro lado del guardarrail se extendía un océano invernal. Sereno y tranquilo, un mar de un color azul brillante. Todo cuando veía me llenaba de nostalgia. Cerré con firmeza la tapa de mi corazón y le di la espalda al mar.
La nieve del bosque se hizo más profunda. Las ramas quebradas y los duros tocones hacían que andar me resultara más difícil de lo que había supuesto. De repente, un pájaro levanto el vuelo de entre los arboles con un chillido agudo. Me detuve y aguce el oído. No oí nada más. Era como si no quedara nadie en este mundo. Al cerrar los ojos, percibí, como cascabeles, el sonido de las cadenas de los dos coches que circulaban por la carretera. Empecé a no saber donde estaba, a no saber quién era yo. Entonces oí la voz de papa que me llamaba del estacionamiento.
Una vez que cruzamos el desfiladero, todo marcho tal como estaba previsto. Llegamos al aeropuerto a la hora fijada y, tras documentar, nos dirigimos a la puerta de embarque.
A pesar que habíamos despejado en la nieve, aterrizamos en una ciudad bañada por un sol de pleno verano. Japón.
CONTINUARA…
Cualquier sugerencia, critica, a través de un comentario
Sayonara
Amaya Kuso
