Gokuh siempre ha sido una persona extraordinaria en varios sentidos. Y una de sus grandes cualidades, aparte de la tenacidad y la paciencia, es su adaptabilidad, la cual aplica tanto en el campo de batalla, como en su vida diaria.
Por ejemplo, es muy feliz rodeado de gente, pero también puede estar a gusto completamente solo. Como cuando se encontraba a mitad del larguisimo viaje rumbo a Namek, en la nave construida por el papá de Bulma. Y aprovechó todo el tiempo entrenando.
Cualquier otra persona, sola en la inmensidad del espacio, para esas alturas ya estaría azotando la cabeza contra las paredes, comiendo jirones de su propia ropa, pero Gokuh no.
Apenas comenzaba a hablar solo.
- Pues es una lastima que el papá de Bulma no alcanzara a poner las bocinas. Llevaba prisa. Y no, no me aburro entrenando.
Miró sus alrededores. Sus palabras rebotaron en las paredes metálicas.
- Bueno, si tengo que ser sincero, aquí dentro es como dar vueltas dentro de una caja.
Extrañaba su hogar. Y compararlo con el frío interior de la nave lo entristecía.
- ¿Cómo será Namek? – preguntó en voz alta -. ¿Se parecerá a la Tierra? ¿Con árboles y ríos y todo eso?
Deseaba que si. No podía esperar para llegar. Mientras, seguía hablando y recibiendo respuestas que solo él podía escuchar.
Y recibir respuesta no le causaba extrañeza, no era la primera vez que se sentía acompañado, que escuchaba dentro de si una voz. Y las ideas eran expresadas con tanta claridad que casi podía percibir la respiración del otro muy cerca. A menudo sentía la tentación de mirar por encima de su hombro.
Carecía de puntos de comparación, así que no estaba seguro de si eso era normal. Tal vez era algo de lo que las personas preferían no hablar.
En todo caso, el lo encontraba interesante, y útil en ocasiones como esta. Por lo menos, nunca se sintió solo.
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"Kakarotto".
Esa palabra, dicha por el desconocido alto y fornido que aseguraba ser su hermano, despertó algo en su interior.
Mientras Raditz hablaba sobre su raza, su familia, su herencia, ese algo se desperezaba, se revolvía y prestaba atención, como un depredador olfateando el rastro de su siguiente comida.
Como tenía cosas más urgentes, no le hizo caso a esa sensación nueva. A esa parte de si mismo que se sacudía cada vez que escuchaba su nombre saiyajin.
Cuando tuvo sujeto a Raditz, listo para que Piccolo lanzara el ataque que terminaría con ambos, escuchó la otra voz por primera vez. No es que fuera muy parecida a la suya. Era SU voz, tal cual.
- ¡Estas loco! – aulló en su cabeza -. ¡Es tu hermano! ¡No puedes hacerle esto a tu propia sangre!
Creyó que era su conciencia.
Antes de que tuviera tiempo de reconsiderar su decisión, Piccolo atacó.
En medio del ruido y la agonía, volvió a escuchar esa voz.
- ¡Maldición!
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No escuchaba nada cuando estaba con otros. Lo-que-sea en su interior prefería expresarse en ocasiones como el Camino de la Serpiente, y en el viaje a Namek.
Pero nunca desaparecía del todo. Se lo imaginaba como un vigilante siempre atento a lo que hacia y sus alrededores. Dirigiendo miradas irritadas a todo el mundo.
Y las cosas que decía. A Gokuh nunca se le hubieran ocurrido, a veces no le gustaba su manera de expresarse, y es seguro que si alguien lo escuchaba le lanzaría algo pesado a la cabeza. ¿De donde sacaría tanto? Había cosas que ni siquiera Gokuh sabia, y que el otro si.
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Durante la batalla contra Freezer, Gokuh encontró similitudes entre Vegeta y la voz dentro de su cabeza. Se preguntó si acaso lo estaría imitando de manera inconsciente.
Le resultaba demasiado confuso.
Pero estaba seguro de que el "otro" tuvo algo que ver con la pena que sintió al ver a Vegeta morir a manos de Freezer, y con la transformación en Súper Saiyajin.
Y "él" se volvía cada vez más y más fuerte.
Ahora estaba aquí. En esta habitación. Esperando.
Tenía toda la paciencia del mundo, y ningún otro lugar a donde ir.
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De regreso a los fics de Dragon Ball. Este es muy difícil, por favor deséenme suerte XD.
