Se dice que algunas grandes historias empiezan con una simple mirada y que a partir de ese momento todo es romanticismo, y por fin llega ese momento, la declaración, y aunque todavía no se ha comprobado si el felices para siempre del que hablan todo los cuentos existe, ese momento, ese simple instante en el que te sientes correspondido todo se vuelve mágico y parece que ese felices para siempre esta mas cerca que nunca.

Pero ha veces no ocurre así y esa felicidad se nos escapa entre los dedos, dejándonos un vacío que nunca antes habíamos sentido de manera tan intensa. La verdad que los cuentos que hablan de esta situación y este sentimiento de vació no son muchos, ¿por qué destrozar la esperanza de todos aquellos que ingenuamente creen en el amor, y en todas sus promesas? Es difícil ya lo se, pensar que después de volar tan alto en nuestros sueños en algún momento haya que aterrizar de manera limpia he impredecible.

Eso fue lo que me ocurrió a mi en mas de una ocasión con a penas quince años. Ahora es el momento que aquellas personas que estáis leyendo esto penséis: ¿Qué sabe una niña de quince años del amor si apenas empieza a vivir? Pero creed me en ocasiones aquellas personas que aparentan ser mas inexpertas son aquellas que mejor comprenden estos sentimientos, por que a veces ocurre que las mas expertas se niegan ha sentirse derrotados y marchitados.

Para que entendáis esto os contare lo que ha veces ocurre cuando se empieza a querer, cuando se cree en los cuentos y los finales felices debido a la inexperiencia.

El instituto es una época novedosa en la que se empieza una etapa distinta de nuestra vida, una etapa en la que no se es suficiente mayor para algunas cosas y demasiado jóvenes para otras. Esto nos crea inestabilidad. En ocasiones es fácil sentirse fuera de lugar, pareciera que por momentos fuésemos pequeños extraterrestres que hablan un idioma extraño que nadie comprende ni intenta entender. A pesar de eso también es una época especial para conocernos a nosotros mismos

y para experimentar.

Experimentar... eso fue lo que yo intente hacer, experimentar con un nuevo sentimiento. Para este experimento los únicos factores que tuve en cuenta fueron yo mi corazón y un chico sin dar mucha importancia a aquella incógnita que era estrictamente necesaria para poder tener resultados en de este experimento.

Aquel chico que por momentos pensé que seria mi príncipe si caballo blanco, aquel un año mayor de ojos 0negros como la noche y un encanto con el que muchas chicas quedaban encandiladas. Pero yo fue aquella que obtuvo un pedazo de su confianza, porque aunque en algún momento llegue a pensar que era la única a la cual confiaba sus secretos. Desde aquel momento empezó la etapa de observación de los hechos en el que yo me sentía especial cuando el confiaba en mi, cuando delante de los demás era valiente y me nombraba diciéndome que me tenia que contar algo. Menudos momentos aquellos de euforia que yo al llegar a casa contaba nerviosamente a mis amigas, como si aquello que el me había dicho hubiese sido una confesión de amor. Y rápidamente llegue a la fase de la creación de hipótesis en la que yo estúpidamente llegue a pensar que el me quería y que aquellos sentimiento s que yo poseía eran compartidos. Pero no, de aquello me di cuenta cuando sin ni siquiera analizar la situación de ese momento llegue a la conclusión y la solución de aquella nueva ecuación: un corazón roto; y por qué hablar en tercera persona si ese fue mi corazón el corazón que hacia poco había empezado a crecer y se hacia pedazos con aquellas palabras que yo como toda chica enamorada no quería oír de aquel chico: "Tengo novia"

Y esa soy yo, Bella Swan aquella chica que por primera vez experimentaba un corazón roto pero que sin duda no iba a ser la ultima vez, ni la peor. Ya que como después me di cuenta enamorarse de un chico apenas sin conocerlo y sin hablarle por vergüenza es triple-mente peor