Esa dulzura…
Esa dulzura fingida, que siento en tus labios cada vez que me besas y la calidez de tus manos rozando mi piel me estremece y sin poder evitarlo caigo en tu juego, espiral de deseo.
Qué difícil para mí es creerte cuando dices "Te amo" y tus manos ascienden entre mis piernas, cuando susurras que me deseas y quieres hacerme el amor, que quieres hacerme tuyo y la cadencia de tus caderas entre mis muslos aumenta. No, no puedo creerte si desabrochas los botones uno a uno, si frotas, presionas y logras que gima, si te proclamas mi dueño…
¿Me amas?
No lo creo, vi tus trofeos y temo convertirme en uno de ellos, tarde es ya para mí si hasta mi alma está pérdida por ti.
Fue mi culpa por la candidez y tristeza… La desesperanza es un abismo profundo cuya negrura oprime el corazón y cualquier destello, de donde aparezca tiene aspecto de cálida liberación. Estupidez mía: dejarme llevar por tu artera esencia. Crueldad tuya, enamorarme sin revelar tus solapados deseos.
Injusticia perpetrada por tu alma abyecta, dejarme sin opciones: darme una razón para vivir. Ni eso queda en este momento.
No quiero saber nada de ti, posees unas lágrimas que no te mereces, mi sufrimiento: el daño lacerante en medio de mi pecho. Mentiría si alzando la cabeza, sonriendo dijera que nunca te amé. Maldito sea ese sentimiento intenso que al consumirse acaba con todo a su paso, dejando cenizas y ascuas ligeras.
He visto más de lo que debía, la curiosidad mató al… Qué coincidencia. Tu vida, tu mundo, tu deseo, tu amor… en esos términos me definiste, a mí y Deus sabe a cuántas almas más.
Afortunadamente mi orgullo es grande y aferrándome a él y a las lágrimas que he logrado reprimir seguiré mi camino, sin distracciones. Escaparé de ti y del recuerdo del calor de tus manos, el aroma de tu piel que quedó impregnado en la mía, de tu voz susurrante y cargada de embustes… Me ha colmado el dolor de saber que nunca más te veré, que mi piel está vetada de ser acariciada por ti, que mi deseo jamás volverá a ser provocado por tus besos y que tu cuerpo sobre el mío será pronto una ilusión imposible.
Me obligaste a amarte y en vano aspiro a que nunca más lo hagas, porque este dolor ni a mi peor enemigo se lo deseo.
Espero no volverte a ver jamás.
