Disclaimer: Los personajes y la saga crepúsculo pertenecen a Meyer. Lo único que me pertenece es la historia de este fic.

Puede que algunos personajes tengan un poco OoC en especial Bella, no me agrada el personaje de Meyer. Pero tampoco me saldré en exageración de su personalidad.

Capítulo1

Pestañeo. Mirada fulmínate a la pared. Pestañeo.

Suspiro.

Repetición.

Pestañeo. Mirada fulmínate a la pared. Pestañeo.

Cerré los ojos ante el aburrimiento. Me cansé del juego. Bien, tampoco es que fuese un juego divertido, de hecho era tan aburrido que no se aplicaba a un juego… ¿se suponía que estaba jugando? Di un pequeño resoplido. Abriendo mis ojos me levanté de la cama, no necesitaba una cama pero era bueno cuando llegaba de una cacería, o momentos como este en los que no quería hacer nada. Bien una persona aburrida buscaría algo que hacer. Pero yo realmente no tenía nada que hacer. No entrenaba a los nuevos reclutas porque hoy es mi día libre, todos en la guardia tenemos uno. Normalmente junto a Félix y Santiago entraba a los nuevos. Y he aquí lo he dicho, no tengo nada que hacer aparte de trabajar en la guardia y para mis amos, me encanta el trabajo de campo, ir a terminar con aquellos que pusieron nuestra identidad en peligro es muy gratificante, nos encargamos de hacer cumplir las reglas en nuestro mundo, no es que hayan muchas. Muchos de esos vampiros eran tan necios que no les importaban y se descubren, y entonces los humanos arreglan la historia, le dan horror, o las embellecen, depende del ánimo del que estén, pero no importaba eso, al final nosotros aparecemos y eliminamos la amenaza. Por supuesto que había otras reglas, y una de ellas un tabú, odie profundamente a los vampiros que convirtieron a niños humanos, fue tan desagradable matar a esas criatura, a pesar de que somos un tanto crueles, para muchos fue realmente doloroso matar a esos niños, no podían controlar las sed, y se alimentaban de los humanos solo para quitar la quemazón, nadie los culpaba. Por el contrario los que si eran responsables fueron aquellos que los convirtieron y esos pagaron un castigo apropiado para lo que hicieron.

Esa fue una pagina triste en nuestra historia, la cual logramos pasar rápidamente. Afortunadamente los vampiros aprendieron el error.

Suspiré nuevamente y salí de la habitación.

Los corredores del castillo eran oscuros y agradables, iluminados por la escasa luz de las lámparas, me hacían recordar a la época en que nací, y a muchos vampiros también le sucedía lo mismos. No se exactamente el año en que nací porque los humanos de esa época no tenían un control de las fechas, pero recuerdo que fue en Francia y en ese tiempo España y Francia invadieron Nápoles derrocando a Federico I. Por lo que debido a la historia tuve que haber nacido en 1501.

Decir mi edad me hace sentir un poco incomoda, pero aquí en la guardia, edad significa respeto, pero por supuesto yo me lo gané mucho antes de siquiera cumplir los cincuenta años.

Pasé por el campo de entrenamiento, pero cuando decía campo realmente no me refería a un campo de verdad al aire libre, sino un cuarto bastante espacioso. Un vampiro salió volando, literalmente y pego contra la pared con un fuerte estruendo.

— ¿Qué demonios crees que estas haciendo? –Gruñó Félix – te dije cuida la retaguardia, ya estarías muerto si esto no fuera un entrenamiento. Si no te gusta esto, ve avisando, no queremos vampiros incompetentes en la guardia.

El vampiro se levantó humillado. No era una opción dejar la guardia, bueno no a menos que desees morir. Los amos te dieron una oportunidad, deberías honrarla.

— ¿No deberías estar divirtiéndote en tu día de descanso? –me preguntó Jane también mirando el entrenamiento.

—Si me divierto más podría morir.

Se encogió de hombros sonriendo.

— Como si eso fuese posible –sonreí a mi vez. Y me miré a los lados buscando a su gemelo demonio inseparable.

— Esta acompañando a Heidi a buscar la cena – dijo cuando se percató de lo que hacía, la miré con la ceja alzada, se encogió nuevamente de hombros–. No preguntes, yo tampoco lo se.

Era tan linda apenas aparentando a una niña de catorce años, pero en realidad era bastante mayor, nació tal vez por el siglo V, a veces me provocaba apretar sus mejillas, pero no sería bien recibido, la niña demonio, como la llamaba, tiene la habilidad de provocar dolor mental, y eso sin contar que es una excelente luchadora. Junto a su gemelo Alec hacían el arma más letal de la guardia Vulturi. Yo por el contrario a pesar que prefería el trabajo de campo, pero cuando los tres reyes salen para castigar por ellos mismo a los infractores me vuelvo su guardia personal, junto a Renata hacemos un escudo muy poderos, ella posee un escudo físico que repele a todo aquel que se acerque. Y yo poseo el escudo mental capaz de repeler cualquier habilidad mental, dado que la mayoría de las habilidades eran mentales eso me hacia muy poderosa, claro que si eso no funcionaba, soy una excelente luchadora, estando siempre al frente de cada batalla, pero como dije eso solo sucede cuando los reyes no salen, porque de lo contraria me veo en la obligación de permanecer al margen para protegerlos. Pero no es algo que me moleste, haría todo por ellos. Fue Cayo (aunque parezca mentira) quien me convirtió, dado a su historial de crueldad seria imposible, pero no es así. Es muy bueno… por lo menos lo es conmigo. Junto a Atenodora son algo así como mis padres adoptivos. Pero por supuesto no remplazaron jamás a Charlie Swan y Renée Dwyer aquellos humanos que me dieron la vida y a los cuales amé profundamente, pero que desafortunadamente murieron cuando yo tenía quince años dejándome sola. Fue allí que Atenodora me encontró, en realidad, yo sería más bien como su alimento, pero al final no se sus razones pero me dejó ir. Cuando tenía dieciséis años mi tío me casó con un horrible capitán del ejército, decir que fue un matrimonio espantoso es quedarse corto. Me golpeaba cada vez que regresaba de alguna batalla, o simplemente porque si, cuando quedé embarazada estaba tan feliz, no era un matrimonio amoroso, pero un hijo siempre era bien recibido y bendecido, pero mi hijo nunca llegó, ya que aquel hombre me dio tal paliza al enterarse que estaba embarazada que perdí al niño. No fue hasta un año más tarde a la edad de diecisiete a años que el decidió que mi vida debía terminar igual que mi hijo o hija nunca lo supe. Dándome por muerta me dejó en medio del bosque para que los animales salvajes me comiesen. Resultó que Cayo y Atenodora me encontraron. Estaba muy herida, al borde de la muerte, pero escuché lo que dijeron.

¿Es ella? –preguntó la voz de un hombre. Con la respuesta afirmativa que le dio la mujer, se acercó a mí – es muy bonita, a pesar de lo maltratado que esta todo su cuerpo. Será nuestra responsabilidad esperó que no cause problemas.

Entonces sentí la mordida en mi cuello, y el peor dolor que haya sentido jamás comenzó. Pedí que me matasen muchas veces pero me ignoraban, cuando lo que me pareció un eternidad terminó, el dolor seso. Y yo pude abrir mis ojos. Y todo era tan bello, veía todo perfectamente como nunca lo había imaginado, como si una capa me hubiese cubierto los ojos pero me la hubiesen arrancado. Al respirar hubo olores maravillosos que me inundaron las fosas nasales, fue tan placentero, lo que no fue placentero fue el dolor de mi garganta como si estuviese en llamas. Gemí ante el dolor.

Tranquila querida –dijo suavemente la voz de una mujer – el dolor pronto pasará.

Me senté en la cama, pues eso fue lo que pensé hacer, pero ya estaba sentada antes de darme cuenta y miré hacia la voz que me hablaba.

—Yo la conozco –le dije cuando la reconocí, era una mujer muy hermosa, parecía casi una deidad.

Así es querida, yo soy Atenodora Vulturi y el hombre que está en aquella silla es Cayo Vulturi mi compañero – hasta ahora no me había percatado de que había alguien más en la habitación. Y cuando lo miré, era un hombre hermoso con el cabello rubio y largo hasta los hombros. Asentí en reconocimiento.

— ¿Dónde estoy? –pregunté mirando alrededor, la habitación estaba iluminada solo por una vela, me sorprendí, debería estar muy oscuro, pero no era así veía todo perfectamente como si fuera de día, solo que en otro color.

—En nuestro hogar. Verás querida, deberías haber muerto, pero no fue así mi cayo te convirtió ahora perteneces a la guardia de los Vulturi.

— ¿Convertir? ¿Guardia Vulturi? –pregunté sin entender, miré de la mujer al hombre, esperando la respuesta.

—Así es –respondió el hombre – ya no eres humana, eres un vampiro, y como yo te convertí debes pertenecer a nuestra guardia, para saldar tu deuda.

— ¿Vampiro? –Susurré con miedo, había escuchado historias, y eran muy aterradoras, y ahora que yo de verdad fuesen un vampiro, era horrible – pero ¿no debería haberme preguntado si yo quería o no pertenecer a su guardia? –pregunté molesta.

—Al final lo agradecerás, puede que te guste, eso dependerá de ti, hacerlo más llevadero.

— ¿Pero un vampiro? Es imposible –susurré sin poder creerlo.

Entonces Cayo llamó a un hombre de nombre Félix y éste entró con otro hombre a rastra, era mi marido. Pero ya no supe nada más, el cuarto se llenó de un aroma delicioso y por instinto me abalancé sobre el y mordí su cuello y bebí de aquella sangre que llenaba mi boca, y fue tan delicioso que no quería que parara, aparte que la quemazón de mi garganta desaparecía. Los latidos que se escuchaban en la habitación frenéticos pararon, yo continúe bebiendo pero ya no había nada para mí. Lo solté cuando ya no había nada que me proporcionara, pero luego me di cuenta lo que hice.

Una mano se posó en mi hombro, la mano calidad de una mujer.

— ¿Qué fue lo que hice? –pregunté horrorizada. Mirando como el hombre llamado Félix se llevaba el cuerpo que una vez fue de mi marido.

—Es simple querida, es algo que no puedes evitar, pero míralo de este modo, con lo que haces el mundo es un mundo mejor desprendiéndose de humanos como él.

Conocí a los dos hermanos de Cayo, Aro y Marco, ambos hombre igual de atractivos, pero había algo en los tres que me hacia pensar en peligro y mayor. Era una combinación rara. Me enteré poco después que Aro posee la habilidad de ver mediante un toque todos los pensamientos que el ser tocado ha tenido en toda su vida. Pero en mi no tenía efecto, un miembro de la guardia llamado Eleazar quien posee la habilidad de ver los dones o habilidades (como se quiera llamar) que poseía otro vampiro había dicho que yo también poseía un don, el escudo mental. Y para la gran fascinación de Aro al ser coleccionista de vampiros con dones, me aceptó rápidamente, era extraño que él hiciera eso, pero me ayudó a entrenarme personalmente. Al principio me quedé para saldar mi deuda, pero después conociendo a todos, me agrado y ya no quise irme. Compartía sus ideales. Además me gusta la sangre humana.

— ¿En que piensas? –preguntó Jane.

— ¿Qué haces para divertirte? –me miró extrañada.

—Torturo a los guardias y me rio cuando caen al suelo – pequeño demonio retorcido.

— ¿A parte de eso? – se encogió de hombros.

—No mucho, no me gustan los días libres, pero ¿Por qué lo preguntas? Sueles salir con varios guardias.

Sí lo hago, no en el plano sexual como se piensa, no es que no me haya dado una que otra pequeña escapada con algún guardia. A veces salía con ellos a una discoteca, tampoco soy muy dada a bailar. Humm ahora que lo pienso también, soy como Jane no me gusta salir y me divertía pateándole el trasero a los guardias.

— Yo no quiero salir. He probado ya hacer muchas cosas en el castillo, pero sigo aburrida, ¿alguna opción? –frunció el ceño.

— Eres demasiado joven como para tener ese aburrimiento, deberías hablar con el amo Aro, con Cayo o Atenodora.

— ¿Qué quieres decir? – demasiado joven no entraba en mi edad, aunque me alagaba a pesar de todo.

—Ve Isabella, ellos te lo explicaran.

Me dirigí hacía Cayo, siempre me gustaba hablar con él. Pero antes de llegara a él, Corín la chica que es capaz de correr tan rápido que incluso parece que se hiciera invisible. Al igual que a mí, le gusta la lectura, a veces me encierro con ella en la biblioteca a leer libros. Es una compañía tranquila y agradable.

—El amo Aro desea hablar contigo –Asentí y me dirigí hacia su oficina.

—Pasa Isabella –dijo el amo cuando estuve frente a la puerta después de hacer lo que me dijo, me senté en la silla frente a su escritorio como me indicó – querida como sabrás perfectamente las guerras del sur están otra vez en su apogeo, no se casan esos vampiros a que los maten, terminamos con unos para empezar con otros. Hay un grupo que esta poniendo especial empeño en que nos descubran, vas a ir con Félix, Demetri y Santiago, luego de eso, hay una pequeña información de que hay un poco de revuelo en Seattle, no se exactamente que es lo que pasa, pero hay varios muertos y todo parece indicar que es obra de vampiros descuidados. Quiero que vayas hasta allá y verifiques lo que pasa, si resulta ser un vampiro elimínalo.

— ¿Los chicos van conmigo también para esa misión? –tuve que preguntar ya que no lo dejó claro.

— No querida, esta vez vas a solo tu. Piensa algo así como unas vacaciones –sonrió.

— ¿vacaciones, eliminando vampiros?

—Solo será un momento, una vez que encuentres la amenaza, la eliminas y disfrutas los días restantes que te queden. Tienes dos meses –asentí.

— ¿Dónde voy a quedarme?

— Ya arregle eso para ti. Carlisle te recibirá.

—Amo, Carlisle es amigo mío como ya lo sabrá, pero el tiene su familia y no creo que ellos estén de acuerdo en que yo me quedé con ellos… y solo para aclarar, no voy a probar su dieta "vegetariana". Espero que eso no haya sido la condición para quedarme allí. Que conociéndolo se que puso una condición.

—Siempre tan intuitiva, eso es bueno. Pero el no puso esa condición, sabe tu resistencia a alimentarte de animales. Su condición fue que no te alimentes de los humanos de su pueblo.

—Puedo vivir con eso.

— Bien, pueden partir después de alimentarse. Isabella tus vacaciones empiezan desde el momento que llegues donde Carlisle –Asentí nuevamente.

— Puedes retirarte.

— Permiso amo –hice una reverencia y salí de la oficina.

Le decía amo porque es divertido ver como Aro se infla con orgullo, además que eso me abre puertas con él, tenerlo de mi lado es mejor que en mi contra.

Como lo tenía planeado me dirigí hasta donde Cayo.

— ¿Qué pasa querida? –preguntó después de dejarme pasar.

— Jane dijo que hablara contigo –apartó su cabello rubio de su rostro.

— ¿y sobre que quieres hablar? –preguntó mirándome con una mirada penetrante. Suspiré.

—A veces me siento al limite Cayo, me gusta lo que hago, pero algo dentro de mi no deja de decirme que me falta algo.

Cayo me miró largo rato luego suspiró levemente.

Cuando un vampiro llega a cierta edad y no ha encontrado a un compañero, le da una especie nostalgia, puede que pase pronto o puede que no, eso solo lo sabrás tú.

— ¿y si no encuentro a un compañero?

—Ya te lo dije, solo depende de ti.