Kokoro no heiwa

El cielo estaba cubierto por una gruesa capa de nubes y, sin embargo, el tiempo era agradable, siendo fresco, pero no lo suficiente como para obligar a alguien a portar demasiada ropa. La brisa removía las copas de los árboles, teñidos de una mezcla de castaños y amarillos, debido a la época del año. El olor a humedad le reconfortaba y le hacía sentir cómoda. Y si a eso le sumamos la presencia del hombre que se encontraba a varios metros a su espalda, no podía sentirse más feliz.

Pudo escuchar los pasos de Zoro acercándose a ella, como sus botas se hundían en el barro fresco. Suspiró profundamente, observando las hojas que caían de los árboles con una danza hipnótica. Sintió los brazos de Zoro rodeándole la cintura, como su espalda se presionaba contra el fuerte torso del kenshi, que apoyó la cabeza sobre el hombro de Robin, besándolo suavemente.

La morena llevó sus manos a las del peliverde y las sujetó con fuerza, entrelazando sus dedos con los suyos. Sonrió al sentir los labios del kenshi besarle la mejilla y se giró sobre si misma para encararle.

Se encontró con el rostro de su nakama extremadamente cerca y no pudo evitar humedecerse los labios ante la proximidad del kengou. Sus dedos acariciaron el pecho expuesto de Zoro mientras subía lentamente por él hasta alcanzar su rostro y acariciar su mejilla con el dorso de la mano. Abrazando su cuello se acercó lentamente a él, a sus labios, que portaban esa tranquilizadora y hogareña sonrisa, que borró cuando sus bocas entraron en contacto.

Fue un beso tierno, tranquilo, y que hacía ver que había merecido la pena escaparse del lado de sus nakama para internarse en el bosque, un hermoso bosque otoñal.

Se sentían en casa, abrazados el uno al otro, notando sus profundas respiraciones acompañadas por el latido de su corazón. Robin notaba un cosquilleo recorrerle la espalda con cada caricia del kenshi en su cabello mientras esse te deleitaba con el aliento de la arqueóloga golpeándole el cuello al haber apoyado esta su cabeza sobre el hombro de Zoro.

En ese preciso instante, el mundo exterior desapareció, solo existían ellos y el bosque, el sonido del viento entre los árboles, las hojas agarrándose con desesperación para no salir volando, el sol que asomaba de vez en cuando por las nubes para después esconderse de nuevo. Se sentían en casa, se sentían felices, se sentían seguros…

Se sentían en paz.

¡FicSuperCortoParaQuePodáisLeerAlgoMientrasEsperái sLasHistoriasDeFlames-sensei! No me ha quedado demasiado ñoño, pero me ha gustado como está. He visto la imagen de un bosque y me apetecía plasmarlo. ¡Tengo una idéa genial para un lemmon! Más concretamente, un lemmon de playa, pero hay una amiga en casa y no puedo escribir esas cosas. Si, estoy salida, pero tengo algo de reputación. (XD)

En fin, espero que sus haya gustado el fic, ¡un abrazo y buenas noches!

-Muco! ;D