Hola a todos, hola... hola Chiru tengo miedo :) no sé qué más poner.

Historias de Amor, Desamor, Odio y de Sodio

Capítulo 1

Illumi llegó a la gran ciudad que actualmente fungía como el centro de la Iluminación; caminó entre mucho ruido y movimiento del transporte que estaba atestado de gente, eran fechas vacacionales para las personas comunes. La arquitectura y los espacios turísticos del lugar atraían a la población, así que tuvo que moverse con cuidado; no quería llamar la atención de la hermanad mientras llegaba a su destino. Aún si estaba por ingresar a la biblioteca, era preferente hacerlo en silencio y con calma, ya que, sin importar lo que hiciera, seguiría siendo parte de los Iluminados y tendría acceso a los libros que el Barón le había indicado, por ende no había tenido miedo de tomar provecho de la situación e ir a indagar en el mejor sitio para hacer sus investigaciones.

De todos modos, terminó siendo el centro de atención de los Iluminados; en cuanto entró en el enorme edificio, las miradas de todos los presentes se enfocaron en él, unos con miedo y rechazo, otros con curiosidad. Los ignoró; tendría sólo un día para estudiar tanto como pudiera para luego regresar por su hermano, el cual le había mandado un mensaje, avisándole que se había reunido con Alluka y que se moverían a otra ciudad para continuar con su viaje. Eso era bueno, el problema era que se alejarían demasiado, y para viajar hasta allá le tomaría bastante tiempo, así que no podría estudiar tanto como deseaba debido a que tenía que ir a verle en el plazo que habían acordado.

Caminó entre los pasillos queriendo encontrar la sección que había visto la primera vez que estuvo ahí, cuando descubrió por primera vez la carta de los amantes. Era más difícil de hallarla de lo que él recordaba, hasta que por fin dio con el estante, en el segundo piso, cerca de los libros de Alejandría.

Tomó el libro del Tarot, el gran índice de la enciclopedia y buscó atentamente entre las hojas casi trasparentes.

«Los amantes. Los hermanos.

Esta carta y su gemela; XIV; Arte; son los Atu más oscuros y difíciles; cada uno de estos símbolos es doble en sí mismo, de modo que los significados forman una serie divergente, y la integración de la Carta sólo puede recobrarse mediante repetidos emparejamientos, identificaciones y alguna forma de Hermafroditismo».

Lo leyó y su corazón dio un brinco. Eso era justo lo que estaba buscando: una guía para entender lo que le pasaría a su hermano.

Fue y buscó el libro señalado; abrió la página y se preparó para una larga lectura. Eran al menos cien páginas de información sobre la tirada; temas que él desconocía sobre el tarot como métodos de purificación astral, rituales y procedimientos antes de realizar la tirada y para preparar las cartas. Se requería mucho estudio, era una lectura que no podía ser realizada por cualquier persona.

«El sexto arcano. Tirada de Nen».

Mucha información que no necesitaba pero que de todos modos dedicó tiempo para leer porque no quería confiarse e ignorar algún punto que fuera a poner en riesgo su posición.

Tenía mucho por aprender y en momentos sentía que se quedaría dormido, así que de vez en cuando se detenía a despejar su mente, salía de la biblioteca, caminaba un poco, y luego volvía, siempre meditando en todo lo que descubría. Hasta ahora nada esencialmente útil.

Así se mantuvo hasta que, tras varias horas, encontró una página que le dio la clave de todo lo que debía saber. Al menos ahora sabía que el Barón no bromeaba cuando dijo que tenía un año completo para convencer a Killua de que de verdad estaba enamorado de él y que tenía que ser cuidadoso porque el enamoramiento no era normal. Su hermano sufriría muchas crisis emocionales debido al choque entre el efecto mágico y la razón; tendría que ser paciente ante los cambios, dado que podían ser bastante variados de acuerdo a su signo zodiacal.

«El zodiaco».

Ahora sabía a dónde debía acudir. Vio la tablilla para calcular el signo bajo el que su hermano y él habían nacido, y se dirigió hacia el respectivo libro.

«Cáncer».

Leyó el título. Vio que en el índice había mucho de qué hablar, así como su carácter, sus relaciones amistosas, laborales, familiares, amorosas, y notó con pesar que no acabaría de leerlo en todo el día, así que se mentalizó en que debía ir lento; por más que quisiera apresurarse, debía ser racional y asegurarse de comprender a fondo a su hermano.

Pero cuando leyó:

«La Luna es dueña de Cáncer, Signo del Agua, dispuesto a la construcción acuosa de los organismos. La Luna-Imaginación gobierna el líquido vital disperso en formas creadas por el crecimiento. Es la inteligencia arquitectónica que concibe, para cada especie, el plan constructivo de los individuos. Los babilonios lo convirtieron en su Dios-Luna, Sin, padre de Ishtar, la diosa de los vivientes…»

Supo que tendría un largo día de estudios.

.'.

En cuanto Illumi se marchó, Killua tuvo un merecido día de descanso. Pudo detenerse a pensar en sí mismo, en su salud mental y física. Necesitaba estar seguro de que podía seguir teniendo una vida al menos decente después de los abusos. A la mañana siguiente, justo cuando se disponía a ir en busca de su hermana, tocaron a la puerta del hotel. Fue a abrir y, para su sorpresa, un par de brazos lo rodearon.

—¡Hermano! —era Alluka que venía en compañía de Kalluto.

La chica se colgó de él sin pensarlo dos veces, y eso provocó que la tela que cubría el cuello del albino quedara un poco expuesto, mostrando un par de chupetones que lo avergonzaron. Mientras que Alluka se columpiaba, él levantó la tela mirando fijamente a Kalluto, quien si había notado las marcas, y desvió la mirada para que su hermano no se apenara más de lo que ya estaba.

—Gracias por cuidar de Alluka —extendió la mano y despeinó los cabellos negros de su hermano más pequeño.

—¿Y…? —detuvo sus palabras, no iba a tocar el tema si Killua no quería. Alluka siguió entretenida acurrucándose en su hermano.

—Él se marchó, fue a arreglar unos asuntos, pero ya está todo bajo control.

—¿Estás seguro de esto?, él volverá, ¿verdad?

—Sí, está en deuda conmigo, así que hará lo que yo le ordene.

—¡Te ves muy débil hermano!, ¿iremos a los parques de diversión que me prometiste? —exclamó Alluka, cambiando el tema. Sabía que su hermano iba a querer distraerse ahora que la marea había bajado.

—Sobre eso… —Kalluto los interrumpió— deberían considerar volver a casa, hay algo importante que…

—No —no le permitió continuar—. Ya te lo dije antes, Kalluto. No pienso volver. El que va a volver eres tú, necesito que vayas a la casa y le digas a Kikyo que ya sé todos sus secretos y que esto no se va a quedar así.

Pero el desafío en la voz de su hermano sólo encendió el malhumor del más pequeño que difícilmente se controlaba ante las provocaciones.

—No volveré a casa, no si tú no vuelves —Alluka dio un paso atrás, sus dos hermanos comenzaban a verse amenazantes.

—Kalluto… —no tenía ánimo, ni planeaba aguantar esa clase de respuestas.

—Tienes que volver, los Iluminados…

—¡No tengo nada qué ver con ellos! Tú vas a volver a casa, es una orden.

Kalluto no quería pelear, pero su instinto no le permitía quedarse de brazos cruzados cuando se le hablaba de ese modo mientras que él intentaba ayudar. Ni una pizca de gratitud había recibido después de tanto esfuerzo y eso le molestaba en sobremanera.

—Si no asumes tu papel en casa, no te haré caso —lo retó, pero esas palabras sólo eran impulso de su enojo, no era algo que de verdad intentara decir.

Killua dio un paso adelante, ante la clara provocación, iba a tomar a su hermano por el brazo y arrastrarlo a casa de ser necesario; no iba a permitir que se involucrara más con el Genei Ryodan, pero Kalluto también retrocedió, colocándose a la defensiva. Fue entonces que Alluka supo que tenía que intervenir y se colocó en medio de ambos. No quería que pelearan, menos en un momento tan delicado como ese.

—Soy tu hermano mayor, hago esto por tu bien, ¿quieres que le diga a papá?

—¡Dile!, ya seguro mamá le dijo.

—¡Esa mujer no es más mi madre! —espetó, y Kalluto se ruborizó.

Él también estaba enojado contra ella, estaban todos muy heridos por las acciones que Kikyo había tomado contra ellos.

—¡Ahora ve y díselo por mí! No iré a casa hasta que ella se largue.

—¡Pero esto no tiene nada que ver con ella!

Kalluto sentía que se ahogaba porque estaba en medio de un debate interno. Su hermano estaba herido y era claro que necesitaba descansar de todas las tragedias vividas en esos pocos días, pero tampoco tenía tiempo para hablar de ello, él quería decirle lo que su madre, la traidora, le había dicho sobre su seguridad.

—¡Te estoy diciendo que tienes que volver por otros motivos!

—Tú eres el que va a volver. Fin de la discusión.

—No —entre más retador fuera el albino, más afilado se volvía Kalluto. No sabía controlar su mal temperamento.

Killua no lo pensó más, se decidió a lanzarse sobre él, ignorando la presencia de Alluka. Ambos estaban bastante sensibles por diferentes causas y Killua sólo quería desahogar todas sus emociones contenidas. Alluka estaba gritándoles a ambos, intentando llamar su atención, desesperada por ser ignorada, al grado que en cuanto vio que sus hermanos iban a empezar a golpearse, se echó a llorar en voz alta.

Ambos se detuvieron, observando a Alluka llorar, cubriéndose el rostro.

—Paren, por favor… paren.

Un movimiento inteligente por parte de la chica, que sabía que ambos se controlarían por su causa, cosa que así fue. Ni siquiera pudieron darse un buen golpe cuando ambos se acercaron a ella para calmarla y decirle que todo estaba bien, que sólo estaban alterados y tuvieron que disculparse el uno con el otro por su mal comportamiento.

—Volveré a casa, a dar tu recado a… ella… —continuó—, pero si no vuelves a casa, me iré con la araña de nuevo, no permitiré que algo malo les pase a ambos.

—Es tu imaginación, papá no te dejará salir cuando se entere…

Pero Kalluto estaba ignorándolo, lo vio en sus ojos, que miraban de forma cómplice a Alluka. Tuvo miedo de preguntar qué ocurría ahí, puesto que Alluka le sonreía de una forma muy poco usual, ya habría tiempo para interrogar a la chica.

Después de eso, le envió un mensaje a Illumi sobre lo que haría para que él supiera cómo localizarlo.

.'.

Illumi tuvo que viajar bastante para volver a ver a Killua. Le fastidiaba tener que moverse tan lejos para sólo verlo poco tiempo, de todos modos sabía que este era uno de esos pequeños actos que él tomaría como muestras de verdadero interés y compromiso. Le envió un mensaje en cuanto llegó a la ciudad donde ellos se encontraban y se acomodó en algún hotel; su hermano le respondió que esa noche lo esperaba en su cuarto. Pese a que Kalluto y Alluka sabían que esto pasaría, el albino quería mantenerlo en la mayor privacidad posible, dado que le seguía avergonzando admitir que entre su hermano y él tenía que haber una relación diferente.

El morocho lo encontró sentado sobre la cama, enviando un mensaje a su amigo Gon sobre su viaje, y se sentó a la orilla de esta, examinándolo detenidamente intentando averiguar cuál era su reacción.

Killua estaba nervioso, todo el día le había dolido el estómago. Desde el momento en que vio el mensaje de su hermano se había puesto mal; sentía deseo de verlo y a la vez no. Tenía curiosidad por saber cómo era en realidad Illumi y qué se había perdido durante tantos años, pero temía a lo que fuera a pasar esa noche entre ellos dos. No quería que Illumi se lanzara sobre él, todavía no estaba preparado para eso. Internamente rogaba que su hermano no necesitara hacer esa clase de actividades con él y eso era lo que lo mantenía preocupado.

Para su suerte, en cuanto Illumi entró, se quedó quieto, observándolo en silencio, esperando recibir su atención lo cual le dio tiempo para respirar hondo y aparentar que todo estaba en orden.

—¿Y bien? —puso la tableta a un lado, mirando severamente a su hermano.

—¿Eh? —ese movimiento fue un poco agresivo.

Él también estaba nervioso, incluso más que Killua, entraba en pánico ante la idea de que el menor sintiera atracción por él, eso era algo que simplemente no esperaba que pasara.

—¿Qué quieres hacer?

La pregunta le llegó de sorpresa, pero sería honesto, tomaría su distancia todo lo posible. Su mente todavía conservaba el recuerdo fresco de su hermano suplicando misericordia. Miró al suelo, apenado de tener frente a él a la persona que más amaba y que más había herido.

—Conversar estaría bien —contestó pausado, su voz apenas se alcanzó a escuchar.

—¿De qué?

Esto era más incómodo de lo que se habían imaginado, pero para eso el morocho se había preparado, vaya que sí.

—Me gustaría saber un poco sobre ti —se giró, dándole la espalda al albino, mirando hacia el resto del cuarto, esperaba que con eso ya no se sintieran tan presionados—. Sé un poco de ti gracias a las actividades del hombre… pero a tu punto de vista, en realidad no sé lo que ha sido para ti toda esa experiencia.

Suspiró, rodando los ojos.

—Ni siquiera te agrada Gon… —alegó el albino.

—Ese era Nimrod —corrigió.

Killua agradeció que no estuviera mirándolo porque habría visto su rubor. Le iba a costar trabajo adaptarse a su hermano.

—Ah… mmm… ¿te desagrada Gon?

—¿Cómo me puede desagradar alguien que ni siquiera conozco?

De nuevo se sentía un tonto, definitivamente no podía afirmar que conocía a su hermano, aunque sus argumentos no eran malos, le hacían sentir como la persona más malvada del mundo al juzgarle tan rápido.

—Claro… si te soy sincero me provoca… celos.

—¿Celos de Gon?, bueno, lo podría comprender —el menor se rio, era el turno de Illumi de sentirse estúpido.

—¿Por qué te gusta?

—¡Esa es tu imaginación! —reclamó— es mi amigo, obvio, nunca he tenido un amigo hasta que lo conocí. Quizá lo quiero acaparar demasiado… —se aclaró la garganta— pero me refiero a que entiendo que sientas celos de alguien que es muy cercano a mí.

—Pero estaría dispuesto a darle una oportunidad si me lo pidieras…

Killua lo miró incrédulo. De todas las cosas que imaginó que su hermano diría sobre sus relaciones, esto era lo que menos creyó que ocurriría. Lo que él no sabía, era que Illumi había estado estudiando bastante su signo y ahora comprendía lo importante que eran los lazos para Killua; no iba a desperdiciar una oportunidad como esta para darse a desear.

Al final su conversación se volvió más amena, ambos descubrieron que no era tan complejo conversar sobre sus vidas, después de todo, no eran totalmente extraños. Illumi incluso podía ser bromista, de un modo en que a veces a Killua le costaba comprender, pero de igual manera le causaba gracia.

—Eso pudo haber sido muy peligroso, pero bueno, tú siempre has sido bastante arriesgado.

El mayor al fin había terminado por sentarse en la orilla de la cama, cuidando de no expresar con su cuerpo el inmenso afecto que le tenía al albino.

—Alguien debía hacerlo, Gon no es la clase de personas que piensa antes de actuar.

—Vaya, lo dices tú… —Killua lo vio amenazante— de acuerdo, puedo asumir que hay personas más impulsivas que tú.

—¡Jamás lo complaceré, señor perfecto! —respondió Killua, sarcástico.

—Descuida, así como eres, eres perfecto —dijo con naturalidad.

Silencio. Illumi secretamente disfrutó esa reacción, mezcla de nerviosismo e incomodidad; significaba que podía hacerle sentir algo; aun si fuera desagrado, era algo y eso decía bastante.

Killua recordó que el deseo de su hermano era él mismo, y esas palabras halagadoras eran sólo un destello de sus sentimientos por él. No podía quejarse porque él le había pedido honestidad ante todo, así que su hermano estaba haciendo uso de su derecho. Miró hacia un lado tratando de ignorar el halago, y continuó hablando.

—Bueno… el asunto es que Gon ya está bien —miró distraídamente el reloj de su celular y descubrió que era bastante noche— ¡son las cuatro de la mañana!, no puedo creerlo, le dije a Alluka que saldríamos muy temprano a la siguiente ciudad, ahora no creo poder despertar.

—Lo siento.

—No fue tu culpa… teníamos mucho de qué hablar.

—Será mejor que me marche para que duermas, ya nos veremos dentro de tres días.

Sin más, salió. Ya había comenzado su misión de volverse amigo de su hermano, no fue tan difícil como creyó que sería; agradecía que Killua fuera tan buen conversador. Iba a dirigirse de vuelta a la ciudad de los Iluminados cuando su padre lo detuvo con más trabajo. Tuvo que resignarse y dejar eso para otro día. Recordó entonces que sus trabajos últimamente estaban siendo atendidos por la persona que menos quería que se involucrara en su vida. Un pelirrojo perturbador y enfermo.

—Nimrod, hijo de perra…

Su celular estaba silencioso desde hace días, lo cual no era una buena señal porque significaba que en cualquier momento la bomba explotarí ía muchos asuntos por aclarar y, por todos los cielos, no quería atender a los hombres de la isla, sobre todo al amigo de su padre, Joab, a quién deseaba no volver a ver en su vida. Ni hablar de Chrollo y Hisoka, era una situación compleja. Sabía que al primero le costaría trabajo comprender que él no era la persona que estaba buscando; mientras que al pelirrojo, no podía calcular la forma en que reaccionaría; aún así, la persona que más le intrigaba era Gio. Junto con todos los problemas de los Iluminados, de seguro le esperaba un infierno de problemas a resolver.

Revisó los trabajos que Hisoka había terminado, tenía días que no le mandaba nada nuevo, así que había trabajo pendiente, y se dispuso a terminar todo, así tuviera que viajar más, valía la pena liberarse de más carga de trabajo así, por lo menos, tendría tiempo libre para compartir con Killua. Decidió que era hora de trazar un plan sobre todo lo que tendría que hacer. Porque si no lo hacía, entonces terminaría metido en muchos asuntos desagradables al mismo tiempo.

.'.

Killua se quedó el día siguiente se preguntó cómo era posible que su hermano fuera tan diferente a lo que él recordaba, siempre lucía apartado y desinteresado de todo; esta vez se interesó en él, en sus actividades, gustos e incluso opinó —juzgándolo un poco— pero no de forma agresiva. Había encontrado su convivencia tan entretenida como para terminar hablando hasta las cuatro de la mañana sin haberse percatado del tiempo.

Recordó sus palabras; "así como eres, eres perfecto". Eran las palabras más cursi que su hermano había pronunciado en su vida, eso lo podía apostar. No sabía describir lo que eso le hacía sentir, ¿escalofríos? No podía ser. Sólo sabía que ya no se sentía nervioso de verlo, al fin su hermano ni siquiera lo había tocado. Todo el tiempo mantuvo una distancia prudente de él, actuando respetuoso y decente. Eso le había agradado, era bastante elegante en sus modales. Así mismo su forma de vestir había cambiado drásticamente desde la última vez que lo vio; ya no se veía extravagante, con esas prendas brillosas, verdes, ni llenas de decoraciones extrañas, era más bien sobrio. En un modo que claramente demostraba que no quería llamar la atención, pero de todos modos lo lograba debido a su atractivo general y su gracia.

Se encontró a si mismo pensando en lo muy diferente que encontraba a Illumi, pero ignoró el hecho de que su mente se distraía bastante con su recuerdo, puesto que consideraba normal hacerlo, después de todo, se trataba de un cambio drástico y sorprendente. Quizá los que no conocieran bien a su hermano ignorarían este cambio dado que no era tan notorio, Nimrod se aseguraba de no deformar por completo su imagen, pero para él, que lo conocía de toda la vida, sí que había un abismo entre ambos.

Así que pasado un par de semanas, Killua decidió que era mejor que se vieran a una hora más temprana, dado que ambos se perdían en sus conversaciones por horas y terminaba por desvelarse. Hablando de lo que sea, de sus padres, de lo que pensaban que pasaría ahora que Nimrod no estaba, cómo resolver ese problema que tenían, discutían sobre la situación de Alluka, Kalluto e incluso sobre Milluki. Killua hablaba de sus anécdotas con sus amigos hasta que le pareció normal conversar de sí mismo, y empezó a sentir curiosidad por saber lo que Illumi había visto y vivido a través de su vida. Conocía su infancia gracias al Barón de R y pese a que le parecía lamentable, evitaba hablar de ello dado que no sabía cómo lo tomaría su hermano. Aunque cada día tenía más y más curiosidad al respecto.

El asunto era que Illumi nunca hablaba de eso, ni relataba sus historias y él en verdad quería saber, tenía ahora ansias por conocerlo más, saber lo que le gustaba y disgustaba, involucrarse en su vida y ayudarle. No sabía cómo abordar la situación, así que tras pensarlo mucho a su siguiente visita se armó de valor para hablarlo.

—En serio, si lo ves deberías mandarlo a casa. Kalluto no sabe con quienes se está metiendo.

—Entiendo tu temor, Kil, pero no soy el responsable de Kalluto. No creo que me obedezca.

Detestaba que Illumi fuera tan correcto, respetando todas las jerarquías y reglas, a veces se requería un poco de corazón para actuar e Illumi era la clase de persona que primero haría lo que estaba estipulado, y luego lloraría en un rincón en soledad, porque no estaba de acuerdo con ello.

—Por otro lado… quizá podría negociarlo con el líder de las arañas.

—¿Lo conoces? —se sorprendió, era la primera vez que su hermano hablaba de algo que él desconocía.

La verdad era que Illumi se avergonzaba de su pasado, por eso no lo hablaba, además consideraba que a Killua no le interesaría saber las horrendas cosas que había visto a lo largo de su vida.

—Algo así…

—¡Deberías hacerlo!, sí, Kalluto me preocupa bastante —entonces vio la oportunidad, era una de esas ocasiones raras en las que Illumi mencionaba un tema que desconocía, debía intentar hacerlo hablar—. ¿Cómo conociste a Chrollo?

—Es una historia larga… —quiso hablar de otra cosa— no creo que te interese saber algo así.

—¡Todo de ti me interesa! —expresó en voz alta y entonces notó su pequeño desliz, giró su rostro apenado.

Había dicho aquello con naturalidad como si fuera algo muy obvio y fácil de decir; rogó internamente que Illumi no lo notara, pero era muy tarde. No sólo lo había escuchado, sino que se sintió halagado y esa adorable expresión en el rostro del albino, llenó su corazón de felicidad.

—¿Seguro que quieres saber?

—Eh… claro… si quieres —trató de sonreír y fingir que no importaba, pero la mirada de Illumi le imponía, lo hacía sentir aún más nervioso.

—De acuerdo, como sabes, el hombre de la Y estaba en busca de su esposa.

Este era un detalle que había notado desde hace un tiempo, Illumi evitaba a toda costa decir el nombre de ese tipo, pero por supuesto, esto era algo que jamás indagaría. Todavía le dolía mucho recordar a esa criatura.

—Es algo complejo de explicar, pero mamá contribuyó a que él la perdiera…

—Otra víctima de esa mujer… —rodó los ojos, cada vez la odiaba más.

—Sí… pero él no se enfocó en vengarse de mamá porque, para él, ella no tenía la culpa. Mamá era el títere de alguien, ese alguien no la cuidó como debía y otras personas tomaron ventaja de ella y se aseguraron de que fallara a sus votos. Así que el hombre buscaba a esas personas que la hicieron fallar.

—¡¿Qué?! —si bien él quería saber sobre Illumi y su punto de vista en todo, esto era mucha información en un solo momento—, pero ella…

—Esto no justifica que ella nos hiciera esto a nosotros, lo último que quiero es que pienses que estoy de su parte.

—¡Por supuesto que no la justifica!, arruinó nuestras vidas, Illumi…

—Lo sé.

Tampoco estaba feliz por las acciones de su madre, pero estaba feliz de tener una oportunidad con su hermano y esto secretamente le hacía sentir un poco de gratitud hacia ella. Prefirió guardar sus comentarios.

—La forma en la que el hombre al inicio creyó que conseguiría información fue a través de las mafias, y un tipo, socio de él, le presentó a Chrollo Lucifer.

No importó, al final terminaron conversando hasta la madrugada sobre asuntos de la araña, el punto de vista de Illumi sobre Chrollo y por supuesto, tocaron varias veces el tema de Kalluto. Illumi no veía mal que el más pequeño estuviera con la araña, pero no le llevaría la contraria al peliblanco por el simple hecho de que no quería que terminaran en una discusión.

De vez en cuando, durante sus conversaciones, el celular de Illumi solía sonar, pero él sólo le daba un vistazo y optaba por ignorar la llamada. Esa clase de actitudes a la larga fue intrigando a su hermano. Era obvio que no era su padre, porque podía ver cuando le respondía y aceptaba trabajos, en cambio esto era diferente. El morocho había decidido ignorar todas las llamadas provenientes de los hombres de Tierra Sagrada, y en general a cualquier persona que supiera que le daría problemas, como Hisoka y Gio; por el momento Chrollo no había llamado, pero sabía que tarde o temprano eso ocurriría y tendría que resignarse, porque este era uno de esos clientes potenciales que no podría ignorar.

Aunque le llamaba la atención, Killua no se animaba a averiguar lo que ocurría porque no quería sonar demasiado curioso. Esto comenzó a sorprenderle; nunca antes había tenido interés en su hermano, en sus actividades, gustos o lo que fuera relacionado con él porque no le era una persona grata; después lo había hecho por rutina, pero ahora solía preguntarle cosas personales de forma auténtica y no sólo para pasar el tiempo.

Hubo una ocasión en la que comenzó a examinar el aspecto físico de su hermano; sus ojos, nariz, boca, su cabello, el porte elegante, cada una de sus expresiones, y lo encontró atractivo. Durante su conversación llegó a perder el hilo del tema por estar pensando en esos detalles. Mentalmente se regañaba por tener pensamientos tan tontos.

«De acuerdo, sí, es atractivo, pero eso no me importa a mí», se mentalizaba e intentaba evadir su fijación por sus facciones y su cuerpo en general.

Era más sencillo ignorar sus emociones mientras estuviera lejos, además agradecía esa sana convivencia, porque aprendía bastante de él; de hecho, notó que él tenía esos conocimientos profundos que Nimrod poseía sobre todos los temas, gracias a que se había adentrado varias veces en los recuerdos y mente de la entidad maligna.

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Llegó el tiempo en que Silva tenía bastantes conflictos con su padre. Zeno estaba reacio a establecer un vínculo entre Illumi y algún miembro de la isla. Tenía en mente a tres individuos que habían mostrado determinado interés y una buena posición como para ofrecer lo que ellos buscaban; así mismo, mantenía su objetivo principal: llamar la atención de Joab, a quién valoraba más que a ningún otro hombre en la isla, no sólo porque poseía una buena posición, sino porque apreciaba más el lazo fuerte que guardaba con la familia. Por ello no lograba comprender porqué Silva no deseaba tal compromiso.

Al principio eran peleas simples, una que otra diferencia por las opiniones de Silva, pero luego se tornaron en grandes discusiones que llevaron a una separación entre ambos, padre e hijo. Silva estaba decidido a no comprometer a Illumi con ninguno de esos hombres, mientras que estos mostraran un deseo depravado por él; quería tratar el tema con su hijo, conocer su punto de vista y en base a ello, encausaría la situación. Por otro lado Zeno no tenía tanta paciencia como él, él veía la oportunidad y la dejaba pasar, jurando que no le perdonaría a Silva si, por culpa de sus emociones, lo perdía todo.

Era un terrible dolor de cabeza; no obstante, era algo que Silva estaba dispuesto a soportar hasta el final, tal como eran las costumbres familiares. Por ello, tomó la decisión de llamar a su hijo, y hacerle volver a casa para tratar el tema. Cuál fue su sorpresa que éste se negó rotundamente. Illumi puntualizó que no volvería a casa hasta que sus asuntos personales quedaran arreglados, y su defensa fue imparable.

—Kalluto no está en casa por culpa de mamá, Killua sigue viajando gracias a tus condiciones, y me tienes aquí, el único que está trabajando, ¿quieres que regrese a casa exactamente con qué fin?, ¿no es algo que puedo atender desde este sitio?

Y tenía toda la razón, era un mero capricho personal eso de querer hacerlo volver para tratar el tema de la isla. Pese a que podía hablarlo por teléfono, sentía esa incomodidad por hablar un tema delicado como si fuera un mero chisme o comentario que pudiera hacerse por un teléfono. Se guardó sus palabras y no peleó más; si iba a hacerlo sería con su padre. Ya luego tendría tiempo para forzar a su muchacho a volver. Apostaba que ya era cuestión de meses antes de que Killua fuera presa de sus malas decisiones, y Kalluto sería de igual modo forzado a regresar. Bajo esas condiciones a Illumi sólo le quedaría hacer lo que su papel indicaba.

Se quedaría con el problema. Mientras tanto, daría rondas por la isla, llevando a su esposa para llamar la atención. Zeno podría enojarse por sus acciones, y al final terminaría reconociendo que su hijo era un individuo más, con mente, metas y deseos propios.

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Terminando un par de trabajos, Illumi optó por detenerse un momento a pensar en contactar a Chrollo o no. Killua había insistido en que era una excelente idea, y habló de lo bueno que era que ellos dos se conocieran. No quería defraudarlo, pero cada vez que tomaba el celular en su mano, pensaba en los escenarios y consecuencias que traería hacer esa llamada. En el peor de los casos, Chrollo se pondría pesado, lo cual lo hacía dudar sobre hacer esa llamada o no y, entre más lo pensaba, más inclinaba la balanza hacia la negativa, e ideaba cómo enfrentaría a Killua exponiéndole sus motivos para no contactarle. Por supuesto, nada de mentiras ni falacias.

Su celular comenzó a vibrar; lo sacó de entre sus bolsillos, para ver que se trataba de nada menos que Hisoka.

«Jodido Nimrod, no pudo haber elegido peor persona», llevaba días evitándolo, ignorando sus llamadas y mensajes y ya era hora, o eso supuso, era buen momento para terminar ese desajuste.

—Hola —contestó en un arranque de valor.

—¿Illumi? —pero el tono desconcertado del pelirrojo lo hizo darse cuenta que algo no había salido como esperaba.

—Soy yo, sí.

Hubo un largo silencio, y creyó que la señal estaba fallando.

—¿Eres Illumi?

—Sí, así es.

Y la llamada se cortó.

«¿Esto era todo? —se regañó mentalmente—, ¿por esto me había estado demorando tanto en dejarme atrapar?, por una llamada de sólo unos segundos que no tuvo ningún sentido»

El teléfono volvió a vibrar, y vio que era de nuevo el pelirrojo. Hisoka era un experto en Nen, y no le había tomado más que unos segundos en captar la diferencia entre Illumi y Nimrod.

—¿Ahora qué quieres?

—Vaya, no era una broma —se burló— ¿qué fue lo que pasó?, ¿se pelearon?

Sí, en definitiva Hisoka era una de esas personas de las que era mejor cuidarse. Un asesino que podía respetar y un loco con capacidades de Nen bastante profundas que era mejor no retarlo sin un plan previo.

—El hombre de Nen ya no está aquí, cualquier otro asunto, me temo que queda cancelado.

—Oh —pero para Hisoka parecía como si le hubieran contado un excelente chiste—, ¡es una pena!, éramos tan amigos.

—¿Algo más? —preguntó para finalizar la llamada.

—¿Puedo verte?

—No.

Fue directo, y aun así Hisoka parecía divertirse a su costa.

—Definitivamente nos veremos, tenemos varios asuntos que atender. Hasta entonces.

Colgó y respiró hondo, este era uno de tantos que tendría que tratar y sospechaba que era el más sencillo de aguantar, pero al mismo tiempo algo le decía que debía cuidarse más de él que de los demás. Se fue a trabajar, debía adelantar algunos de los trabajos que su padre le había señalado para estar sin contratiempos con su hermano; lo único bueno era que, como no estaba yendo a la biblioteca, viajar para ir a ver a su hermano era cuestión de un par de horas.

Al terminar sus trabajos recibió otra llamada. Esta vez, confiado en que se trataba de su padre pues acababa de notificarle sus trabajos, contestó sin precaución alguna.

—Dime.

Nadie habló por unos cuantos segundos y luego escuchó un susurró ansioso.

—Illumi.

Sintió escalofríos, justamente la persona que no quería contactar.

—Chrollo, sí, soy yo.

«Debo colgar, debo colgar», insistió mentalmente, pero lamentó que su boca no pudiera detenerse.

—¿En qué puedo ayudarte?

—No lo puedo creer… —le dijo con esa voz suave, misteriosa que tanto le fastidiaba— hace un par de horas estuve debatiendo con Hisoka sobre algunas cosas, y tengo la urgencia de verte…

—Oh… —tragó saliva, esforzándose por disimular su nerviosismo— en estos momentos estoy ocupado, no podría verte ahora.

—¿Cuándo entonces?

—Mmm… —atisbó a los lados, queriendo encontrar cualquier solución— aun no lo sé, tendrás que esperar.

—Lo entiendo. Te llamaré más tarde.

«No, por favor», la llamada finalizó. Ahora comprendía como era que Hisoka planeaba presionarlo. Ese había sido un golpe bajo.

«Al fin de cuentas esto es algo que iba a pasar, no tenía otra opción».

Estaba secretamente atemorizado de interactuar con Chrollo porque ahora conocía la diferencia entre una persona común y un tipo perteneciente a la organización más poderosa del mundo; esas personas simplemente no veían la vida del mismo modo que los demás, parecía que su vista estaba sobre un plano fuera del tiempo y lugar, cosa que era entendible gracias a los conocimientos que tenían; Chrollo era así, y ahora que lo sabía, creyendo que Illumi podría ser una nueva guía para su hambre por saber más, no lo iba a soltar; conociéndolo, era capaz de las cosas más ruines con tal de obtenerlo. Era un ladrón asesino después de todo.

«Debo ser sincero con Killua, no puedo hablar con Chrollo», en primer lugar ¿por qué había presumido que le conocía? No tenía caso, se había apresurado por culpa de sus instintos protectores y por supuesto, su necesidad de ser amado y admirado. Rodó los ojos con fastidio, no podía creer que había actuado como un adolescente intentando enamorar a su chica presumiéndole sus super-falsos-poderes.

.'.

—No puedo seguir así —escuchó la voz desesperada de su hermana y detuvo sus pasos para verla.

—¿Ocurre algo? —se asustó cuando vio sus ojos al borde del llanto— ¡Alluka!, ¿qué ocurre?

—No la encuentro, no la he visto en todo el mes… —entonces comprendió de quién hablaba.

La desaparición de Nanika o Semiramis, era una consecuencia de controlar el poder de Illumi; no contaba con que Alluka comenzaría a deprimirse. Era algo de esperarse, Alluka había crecido prácticamente sola; de no haber sido por esa entidad, ella se habría convertido en alguien amargado, patético, consciente de que no era deseada. Ella estaba triste, se sentía sola. Podía afirmar que Killua era una excelente compañía; no obstante, no la comprendía del todo, aunque no lo dijeran en voz alta, él la había abandonado, olvidado en algún lugar de la montaña. Por supuesto que Kalluto se esforzó por ella, para hacer más llevadero su asunto y, de todos modos, estuvo mucho tiempo en soledad. Nanika era todo lo que tenía, una madre, una amiga, que le había enseñado todo de la vida.

—Alluka… tú sabes lo que ocurre, ¿cierto? —no quería decirlo, no estaba dispuesto a ver sus lágrimas.

—¿No volverá? —esto era algo para lo que no estaba preparada, tendría que pasar por esto como un luto.

—No lo sé… es muy pronto para afirmarlo.

Y para negarlo, porque sabía que en el momento en que erradicaran la existencia de Nimrod —como se suponía que estaba planeado— perderían también a Semiramis. No, por supuesto que esto que no se lo dirían sin primero prepararla mentalmente para ese suceso.

Alluka siguió triste; no quiso tocar más el tema, no era algo que quería compartir con nadie más. De facto, pensaba que era mejor pasar por ese temporal en soledad, acostumbrarse a ser una misma después de haber pasado una vida completa siendo dos personas a la vez. Conservar lo bueno, aprender de lo malo, como siempre se lo aconsejaba Semiramis cuando la veía en depresión por causa del abandono al que era sometía día tras día.

Por la noche Killua se quedó pensando en todos los problemas que estaban ocurriendo. Imaginó que tal vez hacer una pausa en alguna ciudad por una temporada larga estaría bien para ambos; además, aquello le serviría a Illumi para no tener que estar viajando tanto, así que se planteó hablarlo con su hermana, esperando que ella eligiera el lugar de su agrado. Quería contactar a Kalluto, y de nuevo pensó en Illumi. Pensaba mucho en ese tonto y estoico tipo, en todo lo que veía en él, perdiendo así el sueño. Se preguntaba qué estaba haciendo en esos momentos, tenía tentación de mandarle mensajes, de llamarlo; jugaba nerviosamente con su celular, esperando ver mensajes de él. En ocasiones su mente le hacía bromas creyendo que su celular sonaba cuando no era así.

La noche era terrible, porque podía pensar más en él. En su niñez, en su presente, en quién era ahora física y mentalmente, quería verlo de nuevo, tenía montones de preguntas por hacerle. Últimamente pensaba en toda la historia que Alex le había contado y su corazón se acongojaba. Un niño que era tratado como si no tuviera sentimientos, obligado a cerrarse, a sufrir. Se lamentaba por su mala suerte, en esos momentos deseaba consolarlo, darle un largo abrazo. Volteaba a ver su celular, pensando en una excusa válida para hablarle y luego, en medio de la madrugada, caía en cuenta que estaba siendo irracional otra vez.

«¿Qué carajos me pasa? —se preguntaba abochornado—, ¿por qué me preocupo tanto por ese idiota?»

Por más que lo intentara no podía dejar de pensar en él hasta que por fin conseguía dormir un poco.

.'.

Illumi había logrado evitar a toda costa a sus acosadores meramente ignorando las llamadas y haciendo caso omiso de las amenazas cómicas y extrañamente amistosas del pelirrojo; haciendo caso omiso de los mensajes depresivos de Gio y los vacíos de Chrollo, quien por cierto no había llamado y sólo había mandado un mensaje de texto diciendo "estoy ocupado", que agradeció desde lo más hondo de su corazón, gracias a que le había dado tiempo para idear una estrategia.

En su siguiente visita, decidió que era momento de hablar con la verdad y explicarle por qué no podía hablar con Chrollo abiertamente. Sólo esperaba que Killua fuera racional y antes de amenazarlo, le diera tiempo para compensarlo.

—Hay algo que he querido decirte desde hace días, Kil… —los brillantes ojos azules le indicaron que continuara, que él escucharía todo con atención— no he sabido decirlo como es debido, y no quiero decepcionarte.

—Illumi, no podría decepcionarme de ti —confesó intranquilo— primero debería estar esperando algo de ti, y no es el caso. Sólo te estoy dando el espacio que creo que necesitas.

Mintió, no podía decepcionarse de alguien que ansiaba conocer más, y quería darle la libertad de ser el mismo, lo cual le fascinaba.

—Bueno… yo —se aclaró la garganta, y comenzó a distraerse con el panorama, mirando distraídamente lo que fuera— no puedo hablar con Chrollo sobre lo de Kalluto.

—¿Eh?

Ni siquiera se acordaba que habían quedado en ello, estaba más consternado por sus nuevas preocupaciones que ese punto había sido espléndidamente ignorado. Aun así hizo el esfuerzo por sonar interesado en ello.

—Oh… ¿por qué?

—Verás, él tiene un interés muy especial en Nimrod. No es cualquier clase de interés…

Pensó mejor sus palabras, no quería sonar absurdo. Killua lo miraba entretenido desde la cama siguiéndolo mientras él se sentaba frente a él.

—Cree que Nimrod puede ser su Maestro…

—Vaya, suena raro, ¿Maestro en qué sentido?, ¿así como me enseñaban a mi…?

—Algo así, más enfocado en magia y alquimia. Yo no pienso enseñarle nada, son cosas muy peligrosas y él parece no tener razonamiento para ponerse límites.

Killua observó la auténtica timidez del morocho y se enterneció; le hubiese gustado tener el valor de sentarse, al menos, a su lado.

—Bajo esas condiciones tienes razón, será mejor que te mantengas lejos de ese tipo. Por el momento no quiero que te metas en más problemas.

Quería preguntarle por más detalles, saber si había más gente con ese mismo interés. Era interesante y a la vez le preocupaba.

—Gracias, en verdad no quiero que él intente algo extraño conmigo. Sería vergonzoso para mí.

Repentinamente cambió el tema, preguntando por su viaje, por los detalles de los sitios que visitaba, y otros asuntos, pero esa última frase quedó grabada en la mente del albino. ¿Qué había querido decir con eso de que "intentara algo extraño"?, ¿qué podía ser tan vergonzoso? Esto fue peor de lo que imaginó, su mente comenzó a maquinar ideas erróneas sobre lo que podía significar, como si Nimrod secretamente también hubiese mantenido una relación amorosa con ese tipo. Lo podía visualizar, el serio y misterioso líder de las arañas y el asesino, habilidoso y sensual Illumi y ante eso, sólo podía encontrar una palabra que describiera sus emociones: celos.

Illumi, tal vez no exactamente él, pero con su cuerpo finalmente, lo había marcado de por vida y ahora, no iba a permitir que se fuera tan campante como si nunca hubiera pasado nada entre ellos. No podía permitir que él fuera el único que se sintiera así, tenía que averiguar las emociones de su hermano. Había trascurrido un mes entero y el morocho no se le acercaba, siempre estaba con esa distancia, mirándolo de pie junto a una ventana, sentado en una silla, lejos de él, al otro extremo de la cama; nunca le tocaba, se limitaba a muy breves gestos cuando lo hacía, y eran perfectamente bien cuidados. Se notaba que lo hacía a propósito.

«Se supone que me desea… ¿Se estará conteniendo?», pero no lograba sacar de su mente sus problemas emocionales de admiración y repelús, se molestaba al pensar en ello porque detestaba no poder definir la relación que ellos dos debían tener.

Por otro lado Illumi se fue tranquilo, agradecido de haber recibido esa aceptación. Sabía que el albino era de esa clase de personas que podían irse a los extremos en cualquier momento. Si alguien le agradaba, inmediatamente podría buscar una amistad con esa persona, de lo contrario, no era capaz de recordar su nombre. Killua podía optar por ser el tipo desagradable en un instante —despreciado por cierto sector de la población y admirado por otro tanto—, era impredecible y eso era algo que adoraba de él porque por más que pareciera que no sabía lo que hacía, siempre tenía un motivo detrás de sus acciones. Debía confesar que tuvo miedo de decirle que no podía arreglar las cosas con Chrollo y escuchar un reclamo de su parte, pero ahora que lo notaba, parecía que el asunto de Kalluto ya no le era más relevante dado que últimamente el foco de sus conversaciones era él. El albino tenía un hambre por conocerlo más, por saber todo de él y por más que intentara disimularlo, le era imposible. Debía recordar que era sólo el efecto de la carta, que el verdadero Killua seguramente no le habría dado esa relevancia, así calmaba sus falsas esperanzas.

Escuchó un ruido sordo y siguió su camino, desde hace rato sabía que estaba siendo seguido. Se trataba de alguien experimentado, lo notó por la forma imperceptible de esas pisadas, y que pese a que sabía que lo seguían, no sabía desde dónde. Se preguntaba quién podría atreverse a hacer algo tan arriesgado a sabiendas que él era un Zoldyck, pero quien fuera, no había querido salir de su escondite. Le desagradaba trabajar mientras que alguien le observaba. Se detuvo unos segundos, esperando que el tipo saliera, pero no pasó tal cosa y se forzó a continuar su camino.

Estaba de buen humor, ya sólo le quedaban dos pendientes más y tendría tiempo de moverse a la ciudad de los Iluminados; tenía muchos deseos de ir y seguir estudiando el asunto con su hermano, descubrir lo que le esperaba, por lo que le restó importancia a su espía, no perdió el tiempo, acabó todo sin más demora, y se dispuso a volver al hotel para recoger un par de cosas antes de partir.

Tal como esperaba justo al momento de entrar a su cuarto el tipo salió de entre las sombras.

—Illumi —le llamó y sintió unos terribles escalofríos.

—Mu-Muath —dudó si ese era su nombre o no, no era como si él lo hubiese pronunciado antes.

—No has respondido a mis llamadas… ni a las de nadie en la Isla. ¿Tu padre ya tomó una decisión?, ¿Zeno ya te entregó a alguien sin avisarme?, ¿has estado saliendo con alguien más? ¡Necesitamos hablar urgentemente!

Tomó al morocho del brazo con toda la confianza; esto por supuesto puso de muy mal humor al Zoldyck, el cual detestaba que invadieran su espacio personal. Caminó a regañadientes hasta su habitación, azotando la puerta. No sólo iba a ser una conversación vergonzosa, también tendría un montón de emociones derivados de la ira de ser tratado como un objeto.

—¡Responde, hombre!, estoy harto de tu silencio. ¿Ya te entregaron a alguien?

—No —cortante, alejándose del moreno que inmediatamente corrió tras él para no permitirle que se apartara de nuevo.

—¿Qué te pasó?, luces diferente… ¿estás enfermo?

—No —estaba pensando en lo que debía decir ante esas situaciones, evitarlas no había sido precisamente una excelente idea.

—Illumi… mírame cuando te hablo —volvió a estirarlo del brazo, el Zoldyck sintió escalofríos, ese tipo era un asesino tan capacitado como él, tal vez más o tal vez menos, era imposible de determinar, tampoco era como que pudiera atacarlo—, ¿te contagiaron de una ETS?

—¿Qué? —se quedó estupefacto, de nuevo azotó su brazo para quitárselo de encima.

—Joab… ése viejo, ¡lo sabía! Illumi, ese tipo es de la edad de tu papá, ¡no puedo creerlo! Sólo mírame, yo soy más joven, yo no te habría hecho daño.

—¡No tengo nada de eso! —reclamó.

Ese hombre vivía su propio drama mental de forma veloz, ni siquiera necesitaba un diálogo para sufrir.

—¡No dices nada, Illumi!, yo necesito saber de ti, no puedo seguir de este modo. Aceptémoslo, yo estoy enamorado de ti, no puedo vivir sin ti, ¿qué hago? Dime, ¿qué quieres de mí?

Sentía frío por todo su cuerpo, detestaba esta situación, quería decirle de forma poco amigable "lárgate de mi vista", pero no podía decirlo, al menos no de ese modo.

—Ya entiendo… —hizo una expresión como de alguien que hace un gran descubrimiento que había querido ocultarse deliberadamente— es Ender ¿cierto?, dudo que Adalfuns te satisfaga, pero Ender… ese es un tipazo, una buena elección…

Quería gritar "¡vete al carajo!" desmentir sus absurdas teorías, pero quizá no era buena idea hacerlo. Retrocedió nuevamente, dejando al tipo con sus pensamientos, al fin no hacía falta que pronunciara palabra alguna para que continuara con sus historias por sí mismo.

Hubo un silencio incómodo y prolongado, sólo podía escuchar breves murmullos y algunos gimoteos, esperó pacientemente hasta que un grito que le hizo sobresaltarse.

—¡No lo permitiré! —golpeó con la palma una pared, resquebrajándola con la fuerza—, puedes amarlo, pero no sabes lo que es el amor. Yo sí lo sé, yo te daré todo lo que necesites.

—¡Ya cállate! —no lo pudo resistir más.

Muath lo miró como si jamás hubiera esperando una reacción negativa, incrédulo de su determinación.

—No es necesario que grites Illumi… yo… mi amor por ti…

—Muath, sólo cierra la boca, ¿quieres? Me duele la cabeza.

—¿Quieres algún medicamento?, soy muy bueno dando masajes, seguramente eso te ayudaría, el otro día…

—Silencio —insistió, sospechando que el tipo le faltaban neuronas, o tenía algún serio problema cerebral—. Yo tengo asuntos que tratar, asuntos privados y personales, me urge que termines tus asuntos y te vayas de aquí.

Muath, haciendo gala de sus increíbles habilidades como asesino, sin esperar más, ni anunciarse, se lanzó sobre él, besándolo fugaz, pero escandalosamente y pronunció:

—Ya entendí, me voy, pero con un beso tuyo.

Salió, dejando a un azorado Illumi que quería matar, su sed de sangre estaba por todas partes y la sonrisa de Muath antes de salir no había ayudado en nada. Le tomó bastante tiempo recuperar la compostura. Si había una palabra con la que pudiera describir todo lo que estaba viviendo por parte de esas personas que Nimrod había dejado en su vida, era acoso. Acoso intenso, prolongado, pegajoso y oscuro. Como si no tuvieran paz si no se hacían notar por lo menos una vez al día.

Esa misma tarde se marchó a la ciudad de los Iluminados, llegaría por la noche y esperaba tener tiempo para leer antes de irse a su hotel.

Bueno, espero que les haya gustado. El capítulo dos lo publicaré el 17 de agosto