¿Qué tal? Bueno este es mi primer fanfic y quisiera agradecer por aquí a una de mis amigas pues me animo a escribir debido a que reviso una libreta donde escribía pequeñas historias sobre "La leyenda de Zelda" Bueno, sin más demora les dejo con la historia.

Disclaimer: The Legend of Zelda no me pertenece, es propiedad de Nintendo.

Por: TP-Sakana


"-.-.-.-Bajo el yugo del destino-.-.-.-"


Prólogo: La guerra no espera por nadie.

Atenido a una gran responsabilidad, inmiscuido, involucrado, palabras que son similares entre sí con respecto a mi situación, en una aventura que cambiaría totalmente mi forma de pensar. . El tiempo se me fue arrebatado pero aun así no me quejo de todo lo que pasé…

Es verdad que todo pasó de repente y sin ningún tipo de aviso. Mi protector murió, mi mejor amiga desapareció, fui un tipo de hermano de un goron, estuve comprometido con una princesa zora, pasaron siete años… y en esos siete años yo cumplí mi papel como héroe. Sin embargo cuando regrese todo eso jamás fue un hecho existente aunque descubrí que era un Hylian y sabia que no podía volver al bosque… También al regresar el tiempo mi amiga Navi desapareció…

-"¿A dónde habrá ido? ¿Por qué se ha marchado…?" – fueron mis preguntas en aquel entonces. Jamás me fueron respondidas, ni siquiera cuando la busque en otra dimensión.

Resignado volví a Hyrule, donde volví a toparme con la princesa Zelda… ella antes de irme en mi búsqueda de Navi me pidió proteger la ocarina del tiempo. Fue entonces cuando la escondí en el más recóndito de los lugares en el mundo donde nadie jamás, más que yo, podría encontrarla.


No tenia más por delante… hasta esta noche, cuando comenzó la guerra de manera espontanea.

Una horda de guerreras Gerudo comenzó por atacar el fuerte de la ciudadela, podía escuchar desde mi pequeña cómoda como la gente gritaba horrorizada por la atroz ferocidad de las bravas guerreras.

Mi trabajo después de ocho años de servicio era cuidar de mi amiga y también princesa y heredera al trono de Hyrule, Zelda.

Me vestí rápidamente, tome mis armas y a punto de salir una de las guerreras me vio, ella corrió hacia mí y trato de lastimarme, sin embargo sobrepuse mi escudo el cual resonó por el metal de la espada de la gerudo, me abalance hacia ella y le di un fuerte golpe con el escudo a contra su cabeza.

Cayo desmayada, después de todo no podía ser capaz de arrebatarle la vida a pesar de que posiblemente ella lo haría conmigo.

Con algo de pánico salí disparado al último piso para encontrarme con varias gerudo atacando a Impa. Ella estaba lastimada, muy a pesar de ser tan fuerte y la cuidadora de la princesa, se encontraba rodeada y perdida, a las últimas trate de impedir su muerte y sin embargo una de las que parecía comandar ante las otras cuatro mujeres atravesó el corazón de la sheikah, fue entonces que un desgarrador grito resonó por todo el castillo. Su alma negaba con redención de manera lacerante y desgarradora la muerte de su fiel nana.

Pude sentir como mi corazón se había paralizado a tal punto en que me quede completamente quieto. Aquella voz era muy conocida para mí. Entonces fue cuando ese llanto tan doloroso comenzó a atacar a aquellas mujeres, arrasándolas sin piedad. Completamente sola pudo terminar con la vida de cinco fuertes colosales mujeres del desierto a mano limpia y con una hermosa espada totalmente de filo blanco. Era ella, la princesa a quien debía proteger, Zelda.

-¡IMPA! – Lagrimas no dejaban de brotar de su rostro, denotaba a leguas que había sido un golpe tan duro como para seguir avanzando. Esa mujer, según lo que ella me había contado una vez, había actuado durante toda su vida como una madre ya que la reina Helena, la difunta madre de la princesa, había fallecido después del nacimiento de la pequeña niña y como últimas palabras encargada a Impa, quien de comandante paso a ser también la nana de la princesa cuidaría el resto de su vida.

Algo se había roto dentro de la rubia, lo sentía dentro de mi pecho. Guarde mi espada en su funda y volví a reincorporarme de manera que al correr hacia ella fue para abrazarla fuertemente por la espalda mientras esta sollozaba sin cesar.

-¡Debemos irnos! – Le dije mientras la jalaba hacia mi – ¡Vamos, Zelda! – Aun con tal cuerpo juvenil y femenino tenía una fuerza muy grande y una gran voluntad. Ella se persistía de manera increíble por lo que mi última opción fue convencerla – ¡No hagas que su sacrificio sea en vano!

De golpe pudo entender a lo que me refería, pues si de algo estábamos seguros ambos era de que esa mujer que ahora había caído en combate no se dejaría llevar por una muerte tan fácil y sin ningún objetivo que no fuera por proteger a su preciada Zelda, a quien desde su nacimiento considero la más grande de sus responsabilidades.

-Ahora… movámonos – le dije de manera sutil mientras tomaba su cintura suavemente – ¿Zelda?

-L-Link – Poco a poco su tez se tornaba pálida, al punto en que dejo de tener fuerza para desmayarse.

-¡Zelda! – La tome entre mis brazos para mirarla preocupado, acaricie su rostro de manera amable mientras observaba cada una de sus preciosas facciones de las cual me había entorpecido el ritmo cardiaco. Tome nuevamente su cintura para darme cuenta de que al costado tenía una abertura y un color carmín que sólo podía ser significado de sus sangre.

Tome un poco de la tela de las difuntas mujeres gerudo para retener la hemorragia y cargue a Zelda entre mis brazos.

Corrí por los pasillos del castillo pero cada vez que iba a un lugar podía sentir la presencia de intrusas e incluso también escuchar sus pasos. Regrese a la trágica escena donde se encontraba el cuerpo de Impa, frente a esta se encontraba la habitación de Zelda.

Le eche una última mirada a Impa y dije - Lo siento, debí llegar antes... Gracias por todo, Impa, ¡No te voy a defraudar!- Agache la cabeza en señal de respeto y corrí hacia mi última esperanza.

Abrí un pasadizo del que sólo sabíamos ella, Impa y yo para llegar a la las afueras de Hyrule, luego de entrar en él y salir del lugar con un silbido llamé a Epona y con prisa me dirigí al fuerte del pico nevado, un lugar inhóspito donde ni la más loca de las gerudo sería capaz de poner un pie… sin embargo ese era nuestro fuerte contra aquella guerra.

Para llegar a él tenía que atravesar, con el cuerpo de Zelda, la parte del territorio Zora, sin embargo se encontraba en ataque por parte de las gerudo, no tuve otra opción más que ir sigiloso… indique a epona que se marchase y esta obediente lo hizo mientras yo simplemente pensaba en como llegar hasta el otro lado del lugar de aquella peligrosa incertidumbre.

-L-Link – Alcanzo a hablar Zelda a medias – Por favor… llega al fuerte lo antes… p-posible, t-te lo s-suplico h-héroe de Hyrule – Yo mire y asentí suavemente mientras ella volví a cerrar sus hermosos ojos azules.

-Es hora de volver a jugar al héroe – dije para mi mismo mientras miraba desde un punto alto cada posición de las gerudo.

Con un grácil movimiento una flecha fue disparada a una de ellas dejándola inconscientes, solo necesitaba ese paso sin obstruir para pasar a mi destino.


CONTINUARA.


Bueno, hasta aquí llega el prólogo de esta historia, espero que les haya parecido buena y continúen leyéndola, me alentaría mucho. Bueno esto es todo por el momento.

N/A: Los lugares son el castillo de Hyrule y parte del dominio zora donde Jabu Jabu /Yabu, Yabu
así se pronuncia/ se encontraba.

Nos leemos para la próxima.