Por la ventana lo único que podía ver era el cielo gris. La lluvia que caía parecía ser fría, pero no había modo de saberlo estando en un lugar seguro como lo era la soberbia Torre de Batalla. A Lucy le gustaba la vista desde ese lugar, la instalación más alta y representativa del Frente de Batalla. Las grandes ventanas ofrecían un panorama extenso, no como su Sierpe, tan frío y serio. Su reflejo y ella se acercaron más al enorme vidrio, y observó cómo éste se empañaba con su respiración.
Estaba segura que abajo, donde la gente caminaba con los pies en la tierra, no había nadie. ¿Habían huido todos de la lluvia como Brandon huía de ella?
Sus rasgados y sensatos ojos escarlata se perdieron, observando hacia la nada y hacia el todo. Pegó las manos al cristal, sintiendo lo frío que estaba a través de sus largos guantes púrpuras. Estaba segura, totalmente segura, que aquél serio explorador jamás le miraría de manera especial.
La interrupción de sus pensamientos vino en forma de unos picotazos sobre el vidrio. Afuera, bajo la lluvia, un pequeño pidgey aleteaba. Como si quisiera entrar, la pequeña ave café picoteó unas veces más. ¿Cómo podía llegar algo tan pequeño tan arriba?
Como si estuviera hechizada por el aleteo rápido del pequeño pokémon, se quedó mirándolo hasta que este también le abandonó. Sus ojos se entristecieron al verlo marcharse, tan pequeño y tan frágil, bajo la lluvia.
¿Debería ella ser como ese pidgey y retirarse también?
