Título: Cuatro partes de uno solo.
Extensión: Short Fic.
Capítulos: ¿?
Categoría: Movies/Avengers.
Género: Romance, Aventura, Familia, Dolor/Consuelo, Drama (son las que puedo calcular).
Rating: B15, plus 16, T plus.
Disclaimer: Iron Man, The Avengers, y todos sus personajes pertenecen a Marvel, Stan Lee, Jack Kirby, etc etc. Nada me pertenece ni gano dinero con esto.
Advertencias: Slash/Stony/OOC/UA/Trastorno de identidad disociativo (TID).
Observaciones:
Diálogos en cursiva: diálogos del pasado (como si fueran flashbacks).
Summary: Tony, Natasha, Eddie y Anthony tenían algunas cosas en común. A los cuatro les gustaban mucho las donas; el café era el sustento de su cuerpo; amaban la mecánica, armar motores y participar en carreras de autos y/o motos; pero la más relevante era que los cuatro compartían un mismo cuerpo. Ah, y una cosa más, los cuatro se han enamorado del mismo hombre.
Cuatro partes de uno solo
Por: Hana Usagi
¤°. ¸¸. ·´¯`» Anthony «´¯`·. ¸¸.°¤
"La cuarta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) define el TID como «la presencia de dos o más identidades –raras veces más de diez- que toman el control de la conducta de una persona de forma recurrente, teniendo cada una de ellas recuerdos, relaciones y actitudes propios»"
· . ¸¸.° ¤ °. ¸¸. ·
La primera en nacer fue Anthony, Tony no recuerda qué fue lo que lo hizo aparecer pues Anthony había tomado todos sus recuerdos y los había conservado como propios, pero de lo que sí se dio cuenta el pequeño Tony de cuatro años, fue que su papá ya no lo golpeaba cuando, sin querer, se metía en su camino mientras bebía.
Bueno, en realidad no era que ya no lo golpeara, porque cuando volvía a despertar —o tomar conciencia, mejor dicho—, su pequeño cuerpo aún resentía la paliza que debió haber recibido a manos de su progenitor.
Pero ya no era él quien las recibía, sino Anthony, aunque en ese tiempo no sabía lo que sucedía en su infantil mente.
A partir de ese entonces Tony vivió un poco más feliz, pues cuando se dormía, los malos recuerdos de su padre ya no lo atormentaban más. Aun así, siempre procuraba estar fuera del alcance de la vista de su padre cuando éste se alcoholizaba, pues, puede que no recordara las palizas, pero los golpes seguían doliendo mucho por días.
Sin embargo, Anthony sí que recordaba.
Recordaba todas y cada una de las palizas que el imbécil de Howard les daba cuando no lograban pasar inadvertidos.
Claro, los motivos de su furia siempre eran insignificantes, como cuando un hambriento Tony de tres años le pidió un poco de comida a Howard, o cuando no fue lo suficientemente rápido en alcanzarle un cigarrillo, o esa vez que lo hizo rodar de las escaleras cuando, accidentalmente, había tirado su vaso lleno de whisky.
No, Anthony no iba a dejar que nadie lastimara a Tony. Tal vez no podría protegerlo por completo —el pequeño Tony seguía sufriendo las consecuencias de las palizas—, pero no dejaría que su mente inocente e infantil se corrompiera, para eso estaba él, y llegaría un momento en el que ni siquiera su cuerpo tendría que sufrir.
Pero para llegar a ello tuvieron que pasar años, muchos, hasta un día en el que Anthony, en el cuerpo de un joven Tony de dieciséis años, logró detener el puño de Howard que iba directo a su rostro.
Con su mano izquierda detuvo el golpe de su padre y con la derecha le dio un fuerte golpe que lo arrojó algunos pasos hacia atrás, y en el estado de embriaguez en el que se encontraba, Howard no había podido equilibrarse, azotando su trasero en el suelo cuando no había podido sostenerse a nada.
Fueron necesarios al menos diez segundos para que Howard enfocara a su hijo. Viéndolo hacia arriba, Howard pareció darse cuenta de que frente a él ya no había una pequeña criatura llorosa e indefensa, sino un muchacho, tal vez no muy alto, pero con la fuerza suficiente para poder luchar por su propia supervivencia.
Anthony le dirigió una mirada llena de odio y rencor, una mirada llena de todos los sentimientos acumulados en los pasados doce años, y hubo algo en ella que hizo palidecer a Howard.
—No te atrevas a volverme a poner una mano encima —su voz había salido demasiado grave para un adolescente de su edad—, si lo vuelves a hacer te cortaré los huevos —ante sus palabras, pudo ver temblar a Howard—, de ese modo tu cuerpo representará la hombría que manifiestas al golpear a un pequeño indefenso.
No había dicho nada más, simplemente se había girado y salido de la habitación. Su padre nunca más volvió a dirigirle la palabra, ya ni le dirigía la mirada, ni siquiera cuando se graduó con honores —y dos maestrías— del MIT a la corta edad de dieciocho años. A Anthony poco le había importado esto último, pero a Tony sí le había dolido un poco, tal vez fuera porque no recordaba los abusos, o simplemente porque ese hombre seguía siendo su padre —nada cambiaría eso—, pero no podía evitar sentirse triste por el rechazo de su padre.
Anthony nunca lo detuvo, para ese entonces Tony ya conocía su existencia y la razón de ella, y a pesar de eso nunca le echó en cara las monstruosidades que su padre le hacía.
Tony podía sentir lo que él quisiera; si quería sentirse triste por el trato de su padre para con él, podía hacerlo; si deseaba con todo el corazón poder hacer las paces con Howard, también podía hacerlo; si Tony seguía amando a su padre a pesar de cada golpiza y trauma, también podía hacerlo; y si Tony había llorado y lamentado la muerte de Howard, permaneciendo de luto por semanas, por supuesto que podía hacerlo.
Era esa la razón por la que Anthony había nacido, no para amar a Howard, sino para amar y proteger a Tony; a Tony, su inocencia y el gran corazón que poseía.
Años después Anthony sabía que Tony ya no lo necesitaba, ya no había nadie que pudiera lastimarlo —no como esos dos miserables lo habían hecho— pero Tony aún no lo aceptaba.
Puede que Tony ya fuera un gran hombre de veintiséis años, director general de su propia compañía —la cual estaba dentro del top cinco de las empresas mejor valuadas del año— y que por fin estuviera rodeado de amigos. Pero Tony seguía siendo muy frágil, siempre necesitaba de alguno de ellos, carecía de confianza y de amor por sí mismo, vivía en constante depresión y cada vez estaba más cerca de seguir los pasos de su padre directo al alcoholismo.
Anthony estaba por darse por vencido, creía que pasaría junto a Tony el resto de su vida, pero cuando sus últimas esperanzas estaban por morir, él apareció.
· . ¸¸.° ¤ °. ¸¸. ·
Había sido el mismo Anthony el primero en conocerlo.
Tony había asistido a una reunión en un restaurant en Nueva York. Happy estaba de vacaciones, su auto estaba atrapado en el estacionamiento del restaurant debido a un choque justo en la entrada, y Tony prefería caminar que subirse a un taxi, cosa que hizo, pues no estaba muy lejos de las oficinas de Stark Industries.
A mitad de camino, unos ladronzuelos habían arrastrado a Tony a un callejón y habían querido asaltarlo.
Tony había estado muy asustado, para él se veían como hombres muy grandes y fuertes, para Anthony no eran más que un par de mierdas inservibles que no podían ni sostener un cuchillo de la forma correcta.
Anthony tomó el control de su cuerpo, el temblor deteniéndose al instante, la mirada llena de pánico dejándole el lugar a una de fastidio y la pose de indefensión siendo reemplazada por una postura derecha, con la espalda bien cuadrada, las piernas algo separadas y los puños preparados para dar el primer golpe.
Los hombres frente a él notaron el cambio, pero nunca en la vida podrían haberse imaginado que frente a ellos ya no se encontraba el amable y cariñoso Tony Stark, sino el fuerte y en ocasiones algo psicópata Anthony Stark.
Dudaron un poco, pero al segundo siguiente reafirmaron su amenaza, uno de ellos acercándose un paso más a Anthony, quien estaba por responder con un puñetazo directo en la nariz al audaz imbécil, cuando un par de manos tomaron a los hombres de los cuellos de sus sudaderas y los empujó a la pared más cercana azotando sus rostros en los ladrillos.
Por lo que Anthony podía apreciar, el hombre era fuerte, pues sin ningún esfuerzo, sostuvo a los ladrones contra la pared a pesar de que éstos manoteaban y pataleaban para tratar de escaparse. Era alto, rubio, con el cuerpo demasiado bien formado.
—Bucky, llama a la policía —escuchó decir al hombre y Anthony percibió la voz grave, llena de confianza y un toque de autoridad que Anthony jamás admitiría que le había excitado, aunque claro, sus deseos no eran el de obedecer, sino el de quebrantar esa autoridad, hacerlo sucumbir bajo la suya.
Con algo de dificultad, Anthony reparó en el otro hombre, era alto —aunque no tan alto como el rubio— de cabello oscuro y un poco largo, atado en una coleta baja y descuidada. También era bien parecido, y casi tan musculoso como el otro. Tenía el brazo izquierdo vendado hasta donde podía ver, que era un par de centímetros bajo el codo, en donde tenía su manga arremangada.
Entonces se dio cuenta de las vestimentas. Eran uniformes de meseros, tal vez de bartenders, camisas blancas bajo un chaleco negro y con pantalones y mandiles del mismo color oscuro.
Anthony se posicionó en una postura firme, con los brazos cruzados y con la mirada de fastidio plantada en sus ojos.
Permaneció ahí, de pie, mientras observaba a los meseros lidiar con los ladronzuelos. La policía llegó y el rubio empezó a hablar, diciendo cosas como robos casuales en ese mismo callejón, sobre el cómo ya lo habían reportado y no se había resuelto nada y como ellos habían tenido que agregar una cámara de seguridad en la entrada para poder atrapar a los ladrones infraganti.
Los policías tomaron a los ladrones y una copia de la grabación y se marcharon después de media hora. Media hora que Anthony permaneció en el lugar, bueno, lo había hecho porque los policías solicitaron su declaración de los hechos, pero también porque tenía un par de cosas que decirle al meserito entrometido, y había tenido la oportunidad perfecta cuando él mismo había ido hasta donde Anthony estaba de pie y preguntó:
—¿Te encuentras bien?
Anthony frunció el ceño antes de responder:
—Por supuesto —había sonado más estoico de lo que quería, y ninguno habló por algunos segundos hasta que Anthony continuó: —Pude haberme defendido solo, no te necesitaba.
—Por supuesto.
Anthony creyó escuchar sarcasmo en sus palabras por lo que rebatió:
—Soy mucho más fuerte de lo crees.
—No lo dudo.
Esta vez Anthony pudo ver la sonrisa amable y la mirada de fascinación en el extraño.
Anthony quedó mudo ante esa vista, su mente en blanco, no se le ocurría qué responder.
Y luego fue el turno del rubio de romper el silencio.
—Se nota claramente que podías con ellos, pero esos tipos ya llevaban algún tiempo haciendo sus atracos en este callejón, asustando y ahuyentando a nuestros clientes y empleados, así que quería tener el placer de atraparlos yo mismo —explicó—. Lamento si pareció que no te creyera capaz.
Anthony siguió sin poder decir nada. El extraño se acercó y amplió su sonrisa, haciendo que Anthony bajara la guardia y no pudiera reaccionar cuando la cálida y amable mano del rubio se posó en su cabeza y le acarició los cabellos.
—Ten cuidado de camino a casa —dijo y se dio la vuelta, abriendo una puerta de entrada hacia una cocina, por lo que alcanzó a ver, y dejando que se cerrara sola.
Esa había sido la primera vez que Anthony había recibido una caricia.
Antes, siempre que tomaba posesión de su cuerpo era para recibir golpes, pero esta había sido la primera vez que no había sido de ese modo. Rememoró la escena un par de veces, aun pudiendo sentir la calidez de la mano ajena sobre su cabeza y a través de sus cabellos.
Cuando fue consiente una vez más, se dio cuenta de que seguía en el callejón, de que el sol estaba por ocultarse, de los ruidosos sonidos de la ciudad rodeándolo y del corazón acelerado que guardaba en su pecho.
Afortunadamente y para guardar algo de su dignidad, Anthony no se había sonrojado, pero no dudaba de que, si le daba la oportunidad, ese hombre sería capaz de lograrlo, y si había conseguido eso con él, Anthony se preguntaba qué podría hacer ese hombre por Tony.
¤°. ¸¸. ·´¯`» Continuará… «´¯`·. ¸¸.°¤
No debería estar haciendo esto, pero mi mente es demasiado traicionera, mis deseos son grandes y mis fuerzas débiles. Ok ya.
Bueno, ya dije que no debería, pero ya está arriba de todos modos así que meh.
Esta historia llevaba tiempo en mi mente y tenía que sacármela porque si no, no me dejaba concentrarme en mis otros fics. Cada vez que intentaba continuar con el nuevo capítulo de Tu deseo más profundo, ésta se me interponía más y más, hasta que decidí plasmarla en letras.
Un fanfic con varios Tony's en uno solo, ¡no me abandonaba!
¿Alguien adivina qué Tony es este?
No será una historia larga, ni de capítulos largos, así que no creo que interfiera —mucho— en mis otras historias.
De antemano agradezco cualquier follow, fav, voto, el que agreguen mi historia a sus listas, kudos, bookmarks y comentarios que reciba —las ganas de editarlo para cada una de mis páginas no han vuelto, Sorry xD—.
Hasta la próxima.
P.D. Creo que acaban de ser testigos una vez más de mi nula imaginación para los nombres *cries*
::: (_( :* .¸¸.•Hana
*: (=' :') :* .¸¸.• Usagi
•.. (,(")(")¤°.¸¸.•´¯`» 29/07/2017
