Bueno... apenas voy aprendiendo como usar esta página... así que por favor disculpen mi falta de refinamiento al momento de subir los capítulos.

No lo sé, siempre he tenido una especie de "trauma" con Kakashi, desde el inicio de anime y la verdad es que me mata el hecho de que ande solo por la vida y aún no logro comprender ello, en fin.

Esta historia esta quizá un poco desfasada en tiempo y ese tipo de cosas, debo decir que no me he basado en el anime para hacerla, bueno, no del todo, ya que de ser así entonces la historia encajaría mucho menos.

Intenté ser lo más fiel posible al personaje de Kakashi, pues a mi punto de vista en un personaje muy bueno con las palabras y con la facilidad de expresar lo que siente o piensa en su momento, y siento que en definitiva no es nada cursi, así que no verán ese tipo de cosas en esta historia. Es la primer historia Kakashi x OC. que me atrevo a publicar, he realizado bastantes con éste personaje y mi OC y creo que al final he logrado realizar una de todas ellas.

Espero que les guste, que me dejen un comentario o una sugerencia, y sin más, les dejo el primer cap.

LA HISTORIA COMIENZA UN POCO FLOJA, PERO LES PROMETO QUE SE PONDRÁ MEJOR CON EL TIEMPO, LES RECOMIENDO LEER EL CAPÍTULO MÁS ACTUAL PARA QUE VEAN DE QUE VA TODO ESTO :)


- ¿no se supone que ya estas retirado? –

Ella estaba parada junto a la puerta del balcón de nuestro apartamento, era pleno día, despejado y completamente soleado, a la altura en la que vivíamos el viento soplaba con bastante fuerza y le revolvía el cabello sobre la cara.

-sabes que eso del retiro es solo un dicho- y ella sonrió ampliamente.

-bueno, supongo que no puedo dejar que un anciano como tú ande solo por ahí ¿sabes? –

Suspiré con un poco de pesar, ella sonrió de nuevo y se acercó a mí.

-es solo una broma – colocó sus manos en mi cintura y me miró con aquellos ojos llenos de ilusión que ni los años ni las desgracias le habían robado aún – la verdad es que para tus cuarenta y tantos, no estas nada mal – bajó la mirada a mi pecho y comenzó a acariciar el mismo con demasiado cuidado – sin contar el incalculable valor que tiene la experiencia en un hombre – y suspiró.

Sonreí sin poder evitarlo, tomé su mentón y levantó la mirada – deberías saber que tu si te vez bastante más vieja para tus treinta años – sonrió para después reír con un par de carcajadas – pero la experiencia de una mujer mayor es incalculable – y me agaché para besar sus labios.

-bueno- se chupó el labio inferior – entonces te veré en un rato, debo ir a trabajar –

Fue a la mesita de centro por su capa blanca y su máscara de gato, se la colocó y salió por la ventana, no sin antes mandarme un beso con un ademán. Era una chica peculiar. Me asomé al balcón a ver como se alejaba de nuestra casa, la caída libre desde un piso veinte era algo que se solía disfrutar, sin contar que estábamos sobre el característico cerro de los Hokages a la orilla del pueblo, levantó una nube de polvo cuando aterrizó y despareció entre los árboles.

Suspiré, de una forma distinta a los suspiros que solían salir de mi boca a menudo. Naruto me había llamado por unos papeles que al parecer no lograba comprender, así que era momento de ir a ayudarlo.

Mi retiro había sonado como una idea agradable en un principio, creo que no había tomado en cuenta los días rutinarios, los días en los que no había nada que hacer más que leer un buen libro, salir a dar una caminata y demás. Debía admitir que el estar hasta cierto punto emparejado era algo bueno, pues siempre es bueno tener con quien charlar de forma amena y demás cosas que se suelen hacer con una pareja.

Ya estaba próximo al centro, pues cerca de ahí era donde se encontraba mi antigua oficina, a pesar de que la aldea había crecido de forma casi incontrolable desde que comenzó mi mandato como Hokage, los arboles aún abundaban a los lados de los caminos de tierra. De pronto una agitación me sacó de mis cavilaciones, los árboles se menearon con fuerza y de la nada, un puñado de ANBU pasaron a través del camino para de nueva cuenta esconderse entre los árboles del otro lado. Aún sin aquel Sharingan que a veces extrañaba, mis reflejos seguían siendo buenos, logré identificar perfectamente aquel escuadrón de ANBU que pasó casi sobre mí hace unos segundos. Era su escuadrón, el escuadrón que ella lideraba, todos aquellos ANBU con capas y caras cubiertas, aun con esa máscara logré ver como sus ojos me miraron, para después fijarse en su camino y seguir.

Por la posición en la que iban y tomando en cuenta que un integrante del escuadrón llevaba consigo una katana que desprendía unas cuantas luces azules debidas a su elemento "rayo", deduje que se dirigían a una batalla o quizá se trataba de una persecución. Suspiré y seguí mi camino.

"El éxito de una ´relación´-hizo unas comillas con ambas manos, quizá tratando de dejar al aire dicha palabra- es que ambas personas deben ser fuertes, siempre ser fuertes, sobre todo si son personas en nuestra situación, así sabrás que sin importar que estemos lejos, en alguna misión mortal, nunca tendrás de que preocuparte, porque nosotros no tenemos cabida para éste tipo de preocupaciones"

Y de nuevo volví a suspirar, con un poco de pesar, recordando aquello que me había dicho en algún momento de nuestras vidas, y tenía razón, así que sin importar si ahora mismo ella iba tras un prófugo, o a una batalla mortal, confié, confié en su fuerza, en su talento, en que sin importar nada ella podría salir adelante y seguí mi camino después de mi breve pausa, después de todo, ella ya había sobrevivido a demasiadas cosas.

Era prácticamente media noche, o quizá plena madrugada, había perdido la noción del tiempo, además que aquella lluvia torrencial junto con el cielo nublado no dejaba observar ni siquiera una pequeña porción de luna. Se encontraba en la rama de un árbol, casi hasta el frente de la formación, de no ser por el líder y por Tenzo, que estaban justo delante.

Su corazón parecía zumbar, en lugar de respirar tan acompasadamente como el líder del escuadrón que estaba delante, jadeaba, jadeaba con un poco de desesperación, el agua escurría por su rostro y entraba en sus fosas nasales, parecía un cachorro siendo bañado, así como un cachorro desesperado, se levantó la máscara y limpió, en un vano intento de relajarse, su rostro, en un segundo el agua de nuevo intentaba meterse a su nariz cuando volvía a respirar. Sus piernas temblaban, no estaban aún acostumbradas al ritmo casi infernal que llevaba ese escuadrón, puesto que apenas eran sus primeras misiones, de hecho, ésta era su primera persecución a un criminal, su primer misión rango S.

Tenía una herida abierta justo debajo del cuello, tenía quizá unos veinte centímetros de largo y en algún punto había dejado de sangrar, lo cual comenzaba a preocuparle, aún más aquel aspecto blanquecino que había tomado la piel de alrededor.

Después de tener por un tiempo los ojos cerrados, el líder del escuadrón soltó un suspiro pesado y fastidiado y al final le dio la cara a su equipo que lo esperaba expectante a sus decisiones.

-lo hemos perdido – miro al cielo un segundo y de nuevo miró a su equipo – todos han dado lo máximo, ahora debemos regresar y retomar la misión en otro momento –

Justo en ese momento, en ese momento su corazón pareció relajarse un poco, suspiró y sonrió, en ese momento su cerebro pareció apagarse solo un segundo. Y al momento en que reaccionó ahí estaba aquel hombre serio, tan serio que a veces parecía estar cargado de más de mil penas sobre los hombros, la tomaba con ambos brazos, agachado, a punto de tocar el fangoso suelo junto con ella.

- ¿estás bien? – aunque la pregunta era bastante tonta, por pura inercia la hizo, ella negó levemente con los ojos entrecerrados, entonces la vio, aquella herida que se asomaba por el pequeño escote y atravesaba el escaso pecho de aquella niña, porque eso era, una niña, una niña que por alguna razón que él no alcanzaba a comprender había elegido ese difícil camino, de la nada, esa niña delgada que parecía pesar lo que una pluma cerró los ojos, había perdido demasiado sangre, al igual que la conciencia.

-debemos regresar – ordenó y se puso de pie con aquella niña aún en brazos, de un solo movimiento la colocó sobre su espalda y dieron marcha al camino de regreso a la aldea, aquel camino de casi medio día de duración.

-Matsu – claramente podía escuchar aquella voz, sin ninguna clase de eco, la escuchaba ahí, justo en su oído, sentía como alguien le tocaba el hombro y la removía con algo de fuerza – Matsu, despierta –

En ese momento, como si se tratara de una invocación, abrió los ojos, lo primero que vio fue a él, a ese hombre de cabello plateado y despeinado, muy cerca de ella – senpai, ¿Qué ha pasado? –

Y entonces él suspiró aliviado, por un momento en serio se había preocupado, pues que un miembro de tu escuadrón muera en plena acción no era la mejor carta de presentación para ningún shinobi, sobre todo si aquel miembro era un infante novato de doce años, lo peor de todo, debía admitir, ni siquiera se había dado cuenta de cuando ella había sufrido esa lesión.

-te has desmayado, esa lesión en tu pecho te hizo perder mucha sangre – podía notarse en el rostro de aquella niña como la tristeza se hacía presente a cada palabra que el mayor mencionaba - ¿Por qué no avisaste a ningún compañero? –

-lo siento senpai – contestó en automático – no creí que fuera necesario – suspiró – claramente me equivoqué y puse en riesgo la misión, le pido me disculpe – hizo una reverencia aun estando sentada en aquella camilla.

-no es necesario Matsu – suspiró relajando su expresión – son tus primeras misiones, en sí, es la primera misión en la que resultas herida – se acercó y colocó una mano en la cabeza de la menor – creo que esta situación solo indica que te falta quizá un poco más de entrenamiento – sonrió por debajo de su máscara y alborotó la cabellera de aquella niña.

Aquella niña que, de una u otra manera, le provocaba una sensación que no podía explicar, quizá era ternura al percatarse de cual pequeña era, quizá se debía a la inocencia que irradiaba aquella mirada color miel, a las mejillas sonrojadas o sus pequeñas manos, no lo sabía, pero algo tenía esa niña, que le hacía sentir que debía protegerla de alguna manera.

-¿usted me va a entrenar sempai? – y de alguna forma, aunque no podía parecer posible, lo fue, sus ojos brillaron aún más y una sonrisa diminuta apareció en aquel rostro sonrojado, y, él, con un suspiro un poco resignado aceptó con un simple movimiento de cabeza – gracias senpai – nuevamente hizo una reverencia – le prometo que daré mi máximo esfuerzo para lograr ser un eslabón fuerte en su equipo –

Y de nuevo le hizo sonreír – sé que así será Matsu, lo sé –