Draco miraba con furia al pelinegro que sonreía con triunfo. Esto no formaba parte del plan, pensó Draco a la vez que se limpiaba las gotitas del sudor que le caía por la frente. Maldito Potter. El juego de quiddicth había terminado bastante mal para los Slytherin, claro que los Gryffindor gritaban con euforia, habían ganado, otra vez.
Potter había cogido al final la snitch y, aunque Draco había hecho hasta lo imposible no lo consiguió. Esta vez sí que lo correrían del equipo. Perdería su puesto como buscador. Draco tenía la impresión de qué tal vez sí hubieran podido ganar, pero claro Potter era un excelente jugador y Draco posiblemente nunca lo admitiría en voz alta. Su puesto como buscador ya estaba perdido y ya que no tenía dignidad no tendría nada más que perder. La dignidad ya no existía en su vida, había prometido a Nott que ganarían y que si fuera lo contrario haría lo que sea que el capitán le pidiera. Todo el equipo de Slytherin salió del campo de quiddicth con aire apesadumbrado, la tensión, la tristeza y el coraje se podía palpar en la atmósfera.
Pansy Parkinson miró con tristeza y preocupación a Draco, sabía lo que pasaría.
Todo Slytherin sabía lo que pasaría con Draco.
—El caso es — dijo el guardián de Slytherin — Tendrás que cumplir tu palabra, Malfoy.
Nott se quedó pensando y después de un minuto, que para Draco se sentía como la misma eternidad, agregó con voz divertida:
—Tendrás que salir con Potter.
Draco miró con los ojos abiertos a Nott, no podía ser bastante imbécil como para hablar en serio. ¿Qué acababa de decir?
¿Estaba hablando con la verdad?
Pansy volvió a mirarlo con aire compungido, parecía que en cualquier momento se echaría a llorar. Pero Malfoy no quería hacer nada de lo que Nott dijera. No quería echarse para atrás, no quería que Nott supiera que al pobre Malfoy ya no le quedaba palabra. Pero, ¿Qué otra opción le quedaba?
Draco se quedó estático y con el corazón en las manos, volteó hacia Nott.
—Si aún tienes palabra, podrías volver al equipo — canturreó Theodore.
Draco que sabía que Nott solo quería humillarlo, porque sabía que Draco no cumpliría. Se suponía que los Malfoy eran de palabra y no se echaban hacia atrás, pero eso había quedado en el olvido.
¿Cómo era que hace casi dos años todo parecía ir bien? Todos tomaban en serio el apellido Malfoy en ese tiempo. Pero claro, todo tenía que echarse a perder gracias a Potter. Cómo odiaba al tonto chico. Gracias a él Draco tenía que soportar la humillación de haber sido, no solo expulsado del equipo de quiddicth, sino que también de haber pertenecido a una familia qué tal vez no inspiraba tanta confianza, pero el miedo podía hacer más, ¿no?
Todos tenían miedo de él y eso le proporcionaba una cierta seguridad, y aunque no extrañaba el poder, si extrañaba el sentirse seguro. Pero ahora Draco Malfoy había pasado de ser el hijo de un mortífago a ser el hijo de Lucius Malfoy el mortífago que se encontraba preso en Azkaban y cumplía la condena, indeterminada aún, pero hace casi dos años que estaba ahí.
Todo se resumía en la humillación y la perdida de dignidad que tenía. Pansy no podía mirarlo más consternada y Zabini lo miraba en ese momento con disimulada lastima.
No solo había perdido el temor que le tenían por ser Malfoy, estaba perdiendo lo que aún le proporcionaba una pizca de felicidad. El ser buscador para Draco significaba la única felicidad que ahora podía obtener. Sentir el aire revolotear su cabello rubio era la mismísima libertad, el estar a altas distancias del piso era la gloria.
Una mezcla de sensaciones de tristeza y sobre todo desilusión se hicieron aparecer en su interior. Sentía que los ojos le ardían y un gran nudo en la garganta lo atormentaba. Nott salió junto los demás y Pansy se quedó a su lado. Los dos salieron de los vestuarios y Pansy lo guió a un lugar más íntimo.
Abajo del refugio de un gran árbol Draco se derrumbó haciéndose un ovillo en el frío suelo dejando que las lágrimas cayeran por sus mejillas. Pansy se sentó a su lado y abrazándolo por los hombros permitió que Draco liberará la opresión de su pecho.
—Escucha, Draco — habló Pansy con cariño, después de unos minutos —No tienes que hacer nada de lo que diga Nott.
Claro que no tenía que hacerlo, lo sabía claramente Draco, pero el quiddicth era lo único que le quedaba, lo único que tenía por luchar y ahora mismo desearía volver a su niñez, donde se preocupaba por otras cosas, donde no se pasaba la gran parte de su tiempo solo y deprimido. Pero el hecho de ser repudiado y más odiado que antes no ayudaba a mejorar su vida, antes podría ser odiado por ser Malfoy pero ahora era peor que eso, su familia estaba en el lado contrario y Draco era quien sufría las consecuencias de las decisiones de sus padres.
Draco negó con la cabeza en dirección a Pansy y en medio de los tortuosos sollozos hablo con la voz quebrada.
—Ya sé que no, Pansy. El quiddicth es todo lo que tengo.
—Nott es un idiota, presiento que hagas lo que hagas no te dejará volver al equipo.
En ese aspecto Pansy tenía bastante de llevar la razón. Cuando se supo que el padre de Draco había sido encarcelado, Nott aprovechó el momento de la caída de los Malfoy y se dedicaba a humillarlo de la situación y después de un año seguía con lo mismo. Dispuesto a pisotear a Draco Malfoy tanto como pudiera.
Draco ya ni siquiera estaba seguro de quién era, se sentía tan perdido y desolado. Trataba de no pensar en todo lo que no podía controlar (toda su jodida vida) pero demonios, no era fácil estar tranquilo sabiendo que El Señor Tenebroso aún tenía poder sobre su familia. Todo su desprecio y odio se cargaba contra él, quien después de un año desde que su padre había sido llevado a Azkaban, el maldito no había movido ni un solo dedo para ayudarlos.
Draco después de todo esto había dudado sus lealtades y dándose cuenta que era estúpido seguir a alguien tan horripilante como Voldemort dejó de creer en los ideales que le habían sido inculcados desde niño. Porque Draco no quería ser más como Voldemort. El odiar a los muggles y a los que no tenían sangre pura lo hacía igual de horrible que alguien a quien odiaba, no quería nunca más parecerse ni un poco a Voldemort. Y por eso todos los Slytherin lo odiaban, incluyendo a casi toda la escuela que parecía desde un principio odiarlo, aunque Draco no había hecho nunca para demostrar que no merecía ser odiado. Incluso sus amigos, Crabbe y Goyle habían tenido que dejar de hablarle cuando Draco había expresado en voz alta su lealtad, que ya no pertenecía con el Señor Tenebroso.
Pansy se había negado a dejar de hablarle y a decirle algo al respecto a sus padres, Zabini siendo, por el momento, neutral a la política por órdenes de su madre, seguía siendo su amigo. Eran los únicos que tenía y se aferraba con uñas y dientes a ese pequeño apoyo con el que aún contaba.
Odiaba tanto a Voldemort que de verdad podría olvidar que no le agradaba Potter y unirse por completo a su causa, aunque ahora los ideales de Potter sonaban más razonables, jodidamente razonables, para Draco.
—Tienes razón, Pans — Draco habló — No haré nada, dejaré el quiddicth y me concentraré en mis estudios. Ya no importa que esté en juego mi palabra.
Pansy asintió aún insegura, pero abrazó otra vez a su amigo, con mucha más fuerza de la que planeaba, Draco sentía que estaba siendo aplastado por la chica, pero agradeció en silencio su apoyo.
—No necesitas demostrarle nada a Nott, es un completo idiota.
Draco coincidió con su amiga, Nott era un idiota. Daba igual lo que Draco hiciera o dijera, Nott actuaría así hasta que un rayo lo partiera. Y aunque su palabra ya no importará se sintió miserable, porque ahora él era quien estaba indefenso e inseguro. Atrapado en todo ese jodido mundo.
Ambos fueron a la sala común y Draco ya mejor compuesto subió a su habitación. Zabini no estaba en el dormitorio y Draco se sintió tranquilo en su intimidad, tomó una ducha y después se metió en su cama. Cuando hubo cerrado las cortinas con hechizos silenciadores y de privacidad. Draco volvió a llorar, se sentía tan débil y tan triste.
Tan destruido.
La fiesta en la sala común de Gryffindor se encontraba bastante animada y muy ruidosa, obviamente, Harry se encontraba en su butaca. Todo Gryffindor sabía que tenían posibilidades de ganar la copa de la casa y eso subía mucho más la esperanza de los Gryffindor. Ron también demostraba su entusiasmo soltando gritos de emoción a la hora de volver a contar sus hazañas durante el partido, Hermione solo podía rodar los ojos con frecuencia cuando el muchacho lo hacía.
Harry tenía una botella de cerveza de mantequilla y pastelillos de calabaza en manos, comía mirando con felicidad a todos sus amigos que también lo felicitaban y le decían que era un muy buen jugador.
La fiesta duró casi hasta media noche hasta que poco a poco se fue vaciando y Harry quedó solo con sus mejores amigos. Hermione rompió el silencio con algo que llevaba rondando en su mente no más de medio año.
−Ehhh, chicos he notado algo− habló titubeante− Es sobre…Malfoy.
Ambos chicos se incorporaron y miraron confundidos a la castaña.
− ¿Ah? − dijo Ron, molesto.
Hermione rodó los ojos y volvió a hablar.
−Ya sé que lo odian, solo que… ¿No han notado que tan mal luce?
Ron y Harry se encogieron de hombros pues detenerse a mirar que tan mal lucía Malfoy no era un pasatiempo divertido.
−Vamos chicos, si luce bastante fatal.
Harry al principio miró raro a su mejor amiga, pero respondió.
−Tal vez esté triste, pero Hermione ¿y si aún quiere hacer algo en contra de nosotros?
Ron asintió dándole la razón a Harry y Hermione se mordió el labio, claramente pensando que decir.
Harry sabía cómo era Draco Malfoy y aunque éste estuviera emparentado con un Mortífago, tenía la leve impresión de que Draco no estaba con ellos.
Harry también sabía que Draco no la estaba pasando realmente bien, el rubio se mostraba apagado y cabizbajo. Y para un Gryffindor como Harry el querer ayudarlo parecía lógico, pero también una gran cosa de locos.
−Pero si Malfoy es un idiota y si lo has visto triste es porque ha perdido su partido, ¿no lo crees?
Y aunque el razonamiento de Ron tenía sentido a Harry no lo terminó de convencer del todo, al igual que a Hermione.
Harry asintió levemente en dirección a sus amigos, pero se dio cuenta de la mirada que la castaña ponía, la que anunciaba que la charla no estaba por terminada y lo confirmó cuando esta volvió a hablar.
−Vale, pero si no habla ni siquiera con los de su casa…algo debe andar mal con él.
− ¡Pues claro que algo anda mal con él! Es un idiota, Hermione, y si quieres saber por qué ya nadie le habla deberías acordarte lo imbécil que es, él te llamó sang…eso. Hermione no puedes ignorar como se portaba antes y tal vez encuentres la respuesta a porque no tiene amigos.
−De acuerdo, pero nosotros no somos igual que él y no puedo evitar sentir pena por Malfoy. Si les importa iré a dormir.
La chica subió hacia su dormitorio y se perdió en la oscuridad. Ron seguía molesto y dijo con voz pesada.
−Cada vez se vuelve más loca, lo has oído Harry, sentir lastima por Malfoy.
Sin palabras ambos acordaron subir a la habitación. Harry que estaba cansado por la fiesta y por el partido de quiddicth se metió a la cama, pero pensando en lo que Hermione había dicho, tomó una decisión. Cuando escuchó los sonoros ronquidos de Ron tomó de su mesita de noche el conocido pergamino.
−Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.
Y con un toque de su varita el mapa comenzó a hacerse visible. Harry buscó con cuidado y una pequeña motita se apareció en su campo de visión. Malfoy estaba en su dormitorio, también Zabini.
−Travesura realizada.
Y Harry se quedó profundamente dormido.
