¡Hola queridos lectores! Me vino esta idea de pronto y bueno ya saben que es necesario escribirla si no me vuelvo loca xD Este va a ser un fic un poco largo para los que yo acostumbro por eso lo voy a dividir en capis, espero que os guste.
Capítulo 1
Sus miradas estaban fijas en el otro, ambas mostraban miles de sentimientos a la vez pero todos con un mismo fin; hacer frente a la confesión amorosa que aún luego de casi un año de estar juntos no se había dado a conocer.
El viento soplaba maravillosamente ondulando a su paso los cabellos plateados del joven híbrido quién había dudado bastante desde la primera vez que vio a la chica de melena azabache que ahora se encontraba frente a él, había dudado con respecto a sus sentimientos, no podía olvidar a la ahora muerta sacerdotisa que había cautivado su corazón por poco más de cincuenta años más sin embargo no podía dejar de pensar en la chiquilla tonta, alegre y cariñosa que lo acompañaba en su búsqueda de los fragmentos de la perla Shikon.
Ella, ansiosa por la tan esperada confesión, comenzó a sudar y a ponerse nerviosa. Desde la muerte de Kikyo que había ocurrido pocos días atrás debido al ataque del maldito bastardo de Naraku, su enemigo desde el primer momento, supuso que InuYasha mandaría al diablo todo con tal de verse con su amada de nuevo; el recordad aquello la hacía estremecerse, pero tras haber recibido esa sonrisa sincera y esa mirada, oh esa mirada, sabía el motivo por el cual la trajo al pie del Goshimboku.
-Kagome yo quiero hablar contigo- Susurró el joven híbrido, la chica prestó toda su atención en él mientras trataba de mantener la calma.
-Dime InuYasha- Continuó unos segundos después de las primeras palabras del chico.
-Desde que Kikyo falleció no he dejado de reprimirme- Kagome le miró atenta, esperando a cada movimiento de su boca – He estado atado a ella desde hace más de cincuenta años tan solo porque fue la única persona en ese tiempo por supuesto que me habló, que se acercó a mí y que me permitió besarla, en ese entonces creí haber encontrado lo que era la felicidad pero después de la trampa de Naraku y bueno cuando tu llegaste a mi vida, supe realmente a lo que el término se refería, Kagome perdóname por todo el dolor que te provoqué, perdóname por todas las veces que salí en busca de Kikyo, perdóname por ser tan imbécil como para no haberme dado cuenta de mis sentimientos hacía ti antes- La chica permanecía en su sitio boquiabierta, había esperado esas palabras desde hacía tanto tiempo, no tenía la mínima idea de cómo reaccionar.
-InuYasha tú… ¿me quieres?- Pronunció a duras penas, su cuerpo no reaccionaba ante la emoción de poder escuchar lo próximo que diría el Hanyo, estaba segura que afirmaría su pregunta, lo presentía.
-Kagome no solo te quiero, creo que incluso te amo- Sintió de un momento a otro las lágrimas agruparse en sus ojos, mariposas revoloteaban en su estómago desesperadas por encontrar una salida. Dejó escapar un gemido de felicidad mientras se lanzaba a los brazos de su querido InuYasha quien la recibió más que contento estrujándole contra su pecho.
-InuYasha yo también te amo tonto- Pronunció entre sollozos, el chico sonrió como solo él sabía hacerlo mientras acariciaba el cabello de la sacerdotisa con suma delicadeza con ayuda de sus garras, el viento volvió a soplar esta vez haciendo que ambas melenas se mezclaran formando una cascada oscura y plateada a la vez que envolvía a los jóvenes en su cálido abrazo.
A lo lejos se podían apreciar cuatro figuras que observaban las escenas encantadas.
-Hasta que finalmente pudieron hacerlo- Susurró la Taijika mientras recargaba su rostro en su mano derecha que descansaba sobre el césped húmedo. -En verdad espero que esos dos sean felices de ahora en adelante.
-InuYasha será un completo idiota pero admiro la forma en que se le declaró a Kagome, la pobre había sufrido mucho por él- Respondió el pequeño Shippo mientras soltaba suspiros.
El peculiar monje descansaba sobre una piedra que se hallaba junto donde Sango, Shippo y Kirara admiraban la escena, con él era más o menos la misma situación, en verdad deseaba decirle a la exterminadora lo mucho que la quería, ahora entendía lo difícil que había sido para su amigo el haberlo hecho con la señorita Kagome.
Suspiró resignado y se puso de pie para volver a tomar rumbo hacía la aldea que no se hallaba lejos hasta que sintió una mano sujetar su manga delicadamente pero a la vez de manera firme.
-¿Quiere que lo acompañe excelencia?- La chica le dedicó una sonrisa prácticamente hermosa a la cual ningún ser viviente podía resistirse, Miroku asintió y la tomó de la mano ayudándole a ponerse de pie y comenzar a caminar en la dirección contraria.
Los pequeños Yokais permanecieron en el sitio un poco más, luego se dispusieron a seguir a sus amigos quienes ya llevaban un buen tramo del camino avanzado.
-Aún tenemos el problema de ese malnacido de Naraku pero si quieres podemos, bueno ya sabes- InuYasha pronto se sonrojó mientras evitaba la mirada confundida de Kagome.
-¿A qué te refieres?- Preguntó la chica en un tono dulce de voz pero a la vez confuso. El Hanyo suspiró y la enfrentó cara a cara, debía decirle lo que implicaba el hecho de estar juntos.
-Unir bueno nuestras vidas- Kagome abrió los ojos aún más por causa de la sorpresa que le provocaron aquellas palabras- Pero solo es si tú estás dispuesta no haré nada que no quieras que haga- Se apresuró a añadir, la chica le sonrió nuevamente mientras alzaba sus manos hasta aquel rostro angelical que la había cautivado desde el primer momento y acariciarlo tiernamente.
-Estoy dispuesta a hacer todo contigo InuYasha, te amo- El chico sonrió y con cuidado la tomó del mentón obligándola a levantar más su rostro hasta quedar a pocos centímetros de separación de sus labios, su aliento comenzaba a chocar entre sí.
-Te amo- Volvió a repetir mientras juntaba sus labios con los de la joven de forma exquisita, ambos dejaron escapar un suspiro placentero al momento de sentir el contacto de su piel, comenzaron a mover sus labios de forma lenta y torpe, dando paso a miles de sensaciones que recorrieron ambos cuerpos como si de una corriente eléctrica se tratase.
Empezaron a aumentar el ritmo de su movimiento hasta que la necesidad fue brutal, el beso que había empezado de manera tierna y primeriza se había transformado en uno completamente apasionado, donde se reflejaban las necesidades del otro por sentir el contacto de su pareja.
Kagome enredó sus brazos en el cuello de InuYasha logrando profundizar su contacto, este a su vez, la tomó por su estrecha cintura de forma firme atrayéndole aún más. Pronto pudieron soltar gemidos con cada movimiento de sus labios, sus lenguas jugueteaban entre ellas hasta que de un audaz movimiento, la de InuYasha logró entrar en la cavidad de la miko y explorarla a su paso.
Se sentía tan cálido, habían esperado mucho para eso y no querían por ningún motivo separarse pero su necesidad de oxígeno les traicionó obligándoles a hacerlo.
Tras aquello sus respiraciones se tornaron más agitadas por lo que les fue difícil volver a recuperar su ritmo, lo cual no se tuvo mucho en cuenta pues volvieron a unir sus labios en un profundo beso, semejante al anterior, posiblemente estarían ocupados por aquella tarde.
Una vez en la aldea, la anciana Kaede comenzó a preparar una deliciosa cena para el grupo de los recolectores de la Shikon no Kakera, el dulce atardecer estaba cayendo sobre el país del sol naciente dando un espectáculo maravilloso a los ojos humanos.
El dulce cantar de las aves y el sonido de una flauta de bambú a lo lejos que posiblemente provenía del encanto de uno de los aldeanos del lugar eran indescriptibles, los jóvenes pertenecientes al grupo más conocido de la región comenzaron a almorzar en completo silencio, más sin embargo con un gran sonrisa en los labios.
-¿Porqué tan felices?- Preguntó Kaede mientras saboreaba sus verduras.
-Por InuYasha y Kagome anciana Kaede finalmente se confesaron sus sentimientos- Respondió Sango quien también se encontraba algo perdida en su plato de sopa pues aquella vez el sabor era exquisito, en definitiva debía conseguir la receta.
-Hasta que al fin tuvieron el valor de hacerlo, estoy muy orgullosa de esos dos- Continuó la mujer riendo, mientras el monje permanecía en silencio y con la mirada perdida en el cielo que se alcanzaba a distinguir a través de las pequeñas ventanas de la cabaña de madera y paja.
-¿Creen que se lleguen a casar?- Preguntó el pequeño demonio zorro inocentemente captando la atención de todos los presentes, incluso de la pequeña Kirara.
-Es lo más seguro Shippo pues ellos se quieren mucho- Continuó Sango mientras le regalaba al Kitsune una linda sonrisa característica de ella.
-Entonces las personas que se quieren mucho ¿se casan en cuento se dan cuenta?
-Así es- Afirmó el monje quién ya prestaba atención a los comentarios del resto que se hallaba en la cabaña.
-Si es así ¿por qué Sango y tú no se han casado aún? No me digas que eres igual de tonto que InuYasha eeh Miroku- Tanto el Hoshi como la Taijika enrojecieron de sobremanera, ambos evitaron sus miradas apenados, en algunas ocasiones el pequeño zorro podía llegar a ser bastante abierto con sus preguntas aún si estas fuesen inocentes.
-No se han casado por que no tienen la oportunidad pero en cuanto Naraku sea derrotado y la esfera se complete podrán hacerlo- Kaede se apresuró a continuar para tratar al menos de eliminar la tensión que existía en la sala en aquel momento.
La noche comenzaba a caer sobre el pueblo, las estrellas empezaban a dar presencia en el acto al igual que la hermosa luna, que al parecer esa noche sería llena. Las cabañas comenzaron a iluminarse desde el interior, los campos quedaron vacios al igual que los alrededores a excepción del muy conocido árbol sagrado.
Una pareja joven se encontraba al pie de este descansando, ambos susurraban palabras amorosas al otro con sumo cariño mientras se regalaban caricias. Ambos sonreían con tan siquiera mirarse, habían esperado mucho tiempo para ello, para poder demostrar lo mucho que se amaban, lo mucho que se hacían falta y sobre todo lo mucho que necesitaban del otro.
A lo lejos, en una zona alta del bosque cubierta de nubes oscuras, típicas que avisaban de una tormenta próxima, una presencia maligna se encontraba aún débil más sin embargo se podía distinguir, no era perteneciente a la común en los alrededores, aquella que provenía de Naraku o alguna de sus extensiones, esta era más oscura aunque a la vez más tranquila.
En el interior de la zona se apreciaba una oscuridad profunda, aterradora, los árboles alrededor del punto central parecían muertos en vida al igual que las paredes de un templo, viejas y gastadas, como si tuvieses cientos de años de antigüedad. En el interior de este yacía una persona, con cabellos oscuros como las noches profundas en el Sengoku, piel pálida y fría, con facciones delicadas a pesar de tratarse de un varón. Un pequeño destello de luz rosado era lo único que iluminaba en muy pequeña parte la habitación.
-Conque esa mujer tiene poderes extraordinarios- Pronunció el sujeto con dulce voz a la vez que dejaba escapar algunas risillas las cuales se asemejaban a las que emitiría cualquier ser maligno.
-Así es, todo indica que es una sacerdotisa muy poderosa capaz de purificar la perla Shikon- Aquello se escuchó desde una esquina del lugar, la voz femenina parecía distante.
-Entonces me será de mucho esa mujer pero lo que realmente me interesa ¿es bonita?- Se escuchó una risa femenina de la misma esquina mientras que el sujeto permanecía serio.
-Mucho, en realidad es una belleza pero ¿no pensaras dejarla sin una gota de sangre como a las otras cierto?- El hombre rió y levantó su mirada revelando unos ojos carmesí brillantes.
-No, para ella tengo algo especial- Ambas presencias rieron de nuevo, el fragmento de Shikon que se hallaba en el lugar comenzó a oscurecerse.
El aire frío recorrió los cuerpos desnudos de ambos chicos quienes al instante buscaron calor en el otro, Kagome se acercó aún más al pecho del Hanyo mientras este la resguardaba con sus fuertes brazos de manera protectora.
Pero el momento duró poco pues pronto la presencia maligna fue captada por los agudos sentidos del chico híbrido.
-Kagome ¿puedes sentir eso?- La chica asintió sin moverse un centímetro de su posición. InuYasha acarició su cabellera azabache nuevamente de forma dulce – Aunque es débil me preocupa un poco.
La chica se incorporó de golpe dirigiendo su mirada que ahora se volvió de preocupación a la zona alta del bosque, tomó la mano del Hanyo indicándole que fijara su atención en el mismo sitio.
-Es la presencia de un fragmento de la perla- Afirmó la joven más sin embargo InuYasha a su vez sonrió, finalmente podría matar a unos cuantos demonios luego de un tiempo; seguramente le vendría bien como ejercicio.
-Vayamos aunque creó que será conveniente buscar a los chicos seguramente ellos también lo notaron- El Hanyo asintió y se puso de pie tomando su Haori y su Hakama a la vez que comenzaba a vestirse nuevamente pero se detuvo al ver que la chica permanecía en el mismo sitio.
-¿No vas a vestirte Kag?- Preguntó curioso a su vez que se acercaba hasta su ahora definitiva compañera la cual desvió su mirada del césped dirigiéndose a sus ojos, dios amaba aquellos orbes chocolate.
-Si pudiera lo haría pero no puedo usar mis ropas rasgadas- Esto último lo dijo riendo, el chico se sintió un idiota pues no recordaba que había rasgado aquel uniforme que siempre llevaba hasta apenas unas horas.
-Lo siento creo que tendrás que utilizar mi túnica por ahora- Ambos se sonrojaron pero a su vez rieron, la miko comprendió que necesitaría ropas más resistentes a partir de ahora.
Pronto ambos estuvieron completamente vestidos, bueno a medias pues el Kosode de InuYasha no tapaba mucho a la sacerdotisa. Tomaron rumbo a la cabaña de la anciana Kaede en donde encontraron a sus amigos charlando de las últimas cosechas en la aldea.
-¡Chicos! Cerca se encuentra un fragmento de la perla debemos ir y…
-¿Qué le paso a tu ropa?- Preguntó Shippo con una sobrecarga de inocencia, lo que provocó diversas reacciones; InuYasha comenzó a competir con su túnica para ver quién podía llegar a ponerse más rojo, Sango y Kaede rieron pues sabían muy bien de que se trataba mientras que Miroku sonreía de manera muy pervertida.
-Bueno este uh yo solo… - Kagome se sonrojó de igual manera que InuYasha, no sabía exactamente que decir ante la situación.
Continuará…
No chicos no se me ha olvidado el lemon les prometo que el próximo capi van a tener lo que pasó entre estos dos tortolitos xD Bno pues aquí va el primero y en verdad espero que les guste y ya saben me gustaría saber su opinión ¿algunos reviews? xD
Trataré de actualizarlo seguido pero ya saben el síndrome de las vacaciones junto con el de la adolescencia entiéndase por la pequeña flojera de levantarse de la cama xD Ok no es para tanto.
Nos leeremos en unos días ^^
LoVe Quo
