No sé que decir, xD. Sólo una cosa: Espero y lo disfruten tanto como puedan ^^

Disclaimer: Los personajes son propiedad de Kyoko Mizuki y Yumiko Igarashi.

La ventanilla está abierta. Siento el aire golpeando mi rostro casi con brutalidad. Me giro para ver a mi hermana, Annie, dormitando al lado de su propia ventanilla. Sonrío, pensando en la mejor manera de despertarla sin que se sienta molesta. Pero al mismo tiempo resulta angelical ahí recostada, con el sedoso cabello negro azabache cayéndole sobre el rostro y los labios rosados entreabiertos. No es un secreto para nadie que Annie es la más guapa de la familia. Y aunque somos gemelas, yo nunca seré tan guapa como ella. Mi cabello es rubio, largo y encrespado. En cambio, el suyo, que es corto y negro, le sienta mucho mejor a su rostro y, por consecuente, al mío. En el instituto, más de un chico se había quedado prendado de ella, incluso mis mejores amigos. En mi vida, nunca he tenido un novio. Y yo tengo ya dieciséis años. En cambio, Annie tuvo dos: uno a los catorce y otro a los quince. Bueno, rompió con su primer novio a pocos días de su cumpleaños, el segundo, rompió con ella cuando se enamoró de su mejor amiga. Ya no podía quererla. Ella apenas llevaba con él tres meses, y yo me enfadé mucho. Pero ella lo comprendió. Un grave defecto suyo es que es demasiado buena.

—Ya casi llegamos —informa mi madre, mirando a través de la ventanilla.

Yo asiento y miro. Debería sentirme alegre. Lo que veo resultaba agradable: una extensa cadena de árboles de color marrón rojizo y púrpura, en medio de un clima templado por el invierno, que estaba próximo a llegar. Pero en condiciones como las mías, no habría razón para sentirse especialmente alegre.

Mi vida se había desmoronado a partir de que mis padres anunciaron que harían un importante viaje de negocios a Europa. El viaje duraría alrededor de un año, y, mientras éste duraba, a la falta de otros parientes cercanos, Annie y yo tendremos que irnos a vivir con nuestros tíos, los Johnson. Puede que tío George y tía Elroy no tengan malas intenciones, pero no era un secreto para nadie que nuestros tíos eran algo excéntricos. Ese era uno de sus defectos más graves. De ellos recuerdo que tía Elroy era estéril y no habían podido tener hijos, lo cual no le había desanimado ni moderado su actitud alegre y bromista, y que tío George se la pasaba encerrado en su cuarto haciendo cosas de las que tía Elroy nunca nos hablaba. La última vez que los visitamos teníamos cerca de ocho años, y nuestros padres se retiraron pronto bajo la excusa de que tenían un importante negocio que cerrar. A veces, tener padres empresarios tenía sus ventajas.

Pero siempre eran más las desventajas. Cuando Annie y yo teníamos seis años, por ejemplo, mis padres no asistieron al recital de ballet ofrecido por el colegio. Annie y yo fuimos la burla del colegio durante bastante tiempo. Nuestros padres nunca asistieron a ningún recital, y por eso nuestros compañeros de reían de nosotras. Yo me metía en peleas y Annie lloraba a menudo. De vez en cuando, yo terminaba en la oficina del director debido a las peleas con algún compañero.

El coche frena de repente, suspiro y miro al frente. La casa de tío George y tía Elroy estaba un poco apartada de la sociedad, en medio de un bosque en los alrededores de Lakewood. Pude darme cuenta de que seguía estando así. Lakewood era un pueblo casi desconocido para nosotras, de hecho, ni siquiera sabríamos el nombre de no ser por nuestros tíos, que vivían aquí desde que se casaron. Bajo del coche y ayudo a mis padres a bajar las maletas. No son muchas, acabamos pronto: solo lo indispensable para sobrevivir aquí hasta que pasara el año.

—Candice, despierta a Annie —me pide mi madre—. Dile que ya hemos llegado.

Yo asiento y me dirijo hacia la parte trasera del coche. No hace falta despertar a Anie: ella ya se encuentra erguida en el asiento cuando me acerco. Parece tranquila, pero puedo percibir un atisbo de melancolía en su mirada. Está a punto de enfrentarse a algo desconocido, abandonar el hogar que la ha criado y enfrentarse a cosas que probablemente nunca había visto antes. Tomé su mano cuando baja, y se la aprieto para darle confianza. Ella me sonríe, y yo se lo devuelvo. En este momento, ambas necesitamos apoyarnos mutuamente.

—Esto no es un adiós, querida, no llores —Al parecer, mi madre también se ha dado cuenta de que Annie está a punto de llorar. Mi padre ni siquiera nos dirige la mirada, se limita a mirar el reloj de oro de su muñeca para ver la hora. Su avión saldría a las cuatro de la tarde. Les quedaban dos horas para llegar al aeropuerto de Lakewood y marcharse a Europa, donde les esperaba un largo viaje de negocios.

—Adiós, papá —dice Annie con voz ahogada, pero, naturalmente, él no le hace caso. Se limita a asentir con la cabeza en su dirección y sigue mirando su muñeca. Durante un breve instante siento el impulso de darle un puñetazo, pero me contengo por respeto a mi madre. Mi madre, al menos, había demostrado que nos quería en más de una ocasión. Mi padre siempre fue frío y cortante. De hecho, a diferencia de Annie, yo nunca fui capaz de llamarlo papá. Yo siempre lo había llamado Will. Al menos le demuestro un poco de cariño dándole el apodo que mi madre siempre usa para referirse a él.

—Nos vemos pronto, Will —digo con frialdad palpable en la voz y en los ojos. Annie me mira con reproche, pero honestamente a mí no me importa.

—Rosemary, debemos irnos —dice, girándose hacia mi madre. Su voz suena monótona y aburrida, arrastraba las palabras como si le doliera hablar con mi madre. Sentí aún más desprecio por él cuando se dirige a mi madre de esa forma. A veces pienso que ella lo ama demasiado, pero Annie dice que eso es algo natural. Yo no lo creo.

—¿Candy, Annie? —La voz, femenina y que antaño yo recordaba suave y susurrante, como hojas de parra al viento, y que ésta vez sonaba fuerte y franca como quien está muy seguro de lo que hace llama mi atención, procedente de la parte más frondosa del bosque. Me giro, escucho a Annie murmurar: Los quiero, muy bajito, y un coche arrancar. Cuando me giro, Annie y yo estamos solas en el bosque.