Disclaimer: Los personajes de Supernatural no me pertenecen sino a Eric Kripke.
NA 1: ¡WINCEST!
NA 2: Este fic se planeó ser publicado el 31 de octubre del 2016…jeje como que me atrase un poquito en ponerle ganas y terminarlo xD
Disfrútenlo.
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1 Capítulo
Dean se paseaba de un extremo al otro en la pequeña habitación de motel, cosa que estaba poniendo de los nervios a Sam, quien se encontraba sentado junto a la pequeña mesa con su portátil abierta y montón un de papeles regados por doquier. Definitivamente ya tenían un caso por resolver.
—Oh vamos Sammy ¿no estarás hablando en serio? —cuestionó Dean. Siendo todavía incrédulo ante los hechos que su hermano señalaba.
—Tan en serio como siempre, Dean. Y es Sam no Sammy —suspiró cansado.
—Es que no se, Sammy —decía Dean mientras se rascaba la nuca y trataba de pensar en lo que su hermano proponía.
—A ver Dean —hizo una pausa para no gritar como una niñita histérica— Nosotros somos cazadores de seres sobrenaturales. Cazamos hombres lobo, poltergeist, vampiros, cambiaformas, wendigos y bueno, bien podría seguirte nombrando monstruos ya que la lista es larga. Entonces, no entiendo por qué te parece descabellada la idea —Sam estaba agotado y exasperado. A veces, bueno la mayor parte del tiempo su hermano lo sacaba de quicio, pero él supone que eso viene en el paquete de hermano mayor y novio.
—Vale, vale, ya me llegó el memo listillo. Solo digo que está sería una o tal vez la caza más rara que hemos tenido —sin mencionar que tal vez fantasiosa y sacada de cuento, pero al parecer su hermano no estaba de humor para sus chistes.
—Mira Dean, si no me crees puedes preguntarle a Bobby, él te dirá mucho más que yo —Sam suspiró cansado de tener que discutir eso con Dean, nuevamente.
—Si claro y tal vez me mande al infierno por no creerte. Los dos son unas ratas de biblioteca.
—Le diré que has dicho eso —La cara de Dean palideció al oír aquella amenaza tan infantil. Puede que Sam sonara como un chiquillo, pero la reacción de Bobby definitivamente no sería para nada infantil.
—De acuerdo te creo. Así que dime ¿cómo te enteraste? ¿Me podrías repetir todo desde el principio? —comentó mientras tomaba asiento frente a su hermano, quien pareciera tener una mirada asesina. Seguramente eran ideas suyas.
Inhala, exhala, no lo mates. Sam repetía ese pequeño mantra en su cabeza, tratando de no hacerle caso a sus instintos asesinos y terminar aporreando la cabeza de su hermano contra la mesa.
—Buen Dean, por quinta vez y pon atención de una vez por todas que no te lo pienso repetir —Sam cogió aire mientras tomaba carrerilla para decir lo ya tan repetido esa mañana, el día de ayer y el de anteayer— Cada año en Halloween suceden muertes extrañas y muchas veces no tienen explicación. Siempre sucede en diferentes lugares y por la extensa investigación que he realizado casi te podría apostar que este año ocurrirá en Arizona Glendale, donde se han estado viendo avistamientos de señales demoníacas.
—¿Entonces me estás diciendo que vamos a cazar al demonio del Halloween? —Dean trató de sonar lo menos escéptico posible. Bueno, es un hecho que existen los demonios, pero un demonio para cada festividad es un poco ridículo.
—¡Exacto! —exclamó. Al fin su hermano estaba calentando la bombilla— Por lo visto siempre mata a sus víctimas con forme a las reglas básicas de Halloween.
—¿Ahora me vas decir que hay reglas? Si solo es una estúpida festividad donde las personas piensan que es divertido lo sobrenatural ¡están locos! —Dean no podía entender cómo las personas disfrutaban de esa noche, o tal vez era solo él quien nunca pudo verla como algo natural.
—No hay nada de estúpido en esa festividad, Dean. La noche de Halloween es cuando el velo que cubre nuestro mundo del de los muertos cae, y la línea de la vida y la muerte es más débil funcionando así como un portal a nuestro mundo. También se cree que es cuando los vivos tienen una conexión más directa con sus difuntos seres queridos lo cual hace más factible los rituales de invocaciones y…
—¡Detente Sammy! Solo para, mi cabeza va a explotar con tanta información. No sé cómo le haces para todavía recordar tu nombre con tanta cosa ocupando tu cerebro —exclamó Dean, más aburrido que confundido, mientras que Sam solo se limitó a mirarlo de mala gana.
—Veamos idiota, vamos a Arizona Glendale. Buscamos al demonio y lo matamos —Después de todo, Sam no se había enamorado de su hermano por su gran cerebro, por dicha.
—Siendo así pongámonos en marcha, Sammy —Dean pasó al lado de su gruñón hermano menor y le dio una sonora palmada en el trasero cuando este se había levantado para guardar sus cosas.
—Es Sam, idiota.
—Tranquila Samantha no tienes que hacerte la difícil —se burló Dean, mientras le soplaba un beso en el aire y le guiñaba un ojo.
—Tienes suerte que te quiera tanto como para aguantar tus tonterías —gritó Sam a su hermano, el cual ya había salido de la habitación con dirección hacia su nena.
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Dos días después los hermanos llegaron a su destino, se encontraban hospedados en un motel curiosamente llamado "La montadora".
—Sabes Sammy, me agrada este motel. Tal vez podamos honrar su nombre y divertirnos un poco ¿qué dices? —dijo sugestivamente, mientras movía las cejas y le daba una sonrisa relámpago.
—La vida no es como las pelis porno, Dean. Y te recuerdo que tenemos que encontrar a un demonio que está matando personas inocentes, así que, creo que tus actividades extra laborales están fuera del menú.
—Oh vamos Sammy, no seas aguafiestas. Déjame quitarte ese mal humor con un buen polvo —Dean hablaba lento y con voz ronca de deseo. Hace días que no tenían un momento de intimidad, siempre de un lado a otro, cazando cuanto bicho se toparan.
—Y a ti te hace falta madurez —masculló entre dientes, tratando de no caer en el juego de Dean. Ellos tenían una caza que atender y un demonio que... diablos, pero la carne era débil. Sin ni siquiera esperarlo tenía a Dean a su lado masajeando su entrepierna y apoderándose de su boca, gustoso Sam devolvió el beso a su hermano.
Dean besaba a su hermano como si la boca de Sam fuese su única salvación en una tierra desierta, su suministro de agua personal. Las manos experimentadas de Dean recorrieron el esbelto cuerpo de su hermano en tan solo segundos, deteniéndose justo en ese dulce y redondo trasero que por las noches proclamaba como suyo, hundiendo su bandera en ese preciado territorio.
Sam sujetó las manos de su hermano y las separo de su trasero con gran pesar —Te prometo que cuando acabemos este caso dejaré que me hagas todo lo que quieras ¿vale? —dijo mientras trataba de retirar una de las manos de Dean que había cambiado de dirección y ahora se aferraba con gran insistencia a su prominente erección, dejándolo casi tentado de dejar la mano ajena allí.
—Mejor llame…mos a Bobby, a ver qué ha encontrado —Dean jadeó con la voz entrecortada de la excitación, después de tener una gran y detallada imaginación de todo lo que podría hacerle a su hermano cuando lo tuviera a su completa merced.
No podrás ni caminar en una puta semana, Sammy. Pensó con satisfacción.
—Singer ¿quién diablos llama? —La voz del chatarrero resonó por toda la habitación a través del altavoz.
—Ya veo porque no recibes muchas llamadas, Bobby —Dean bufó con sorna.
—¡Muchachos! ¿Cómo están? —Al instante el tono gruñón del chatarrero había cambiado por uno un poco más afable.
—Bien Bobby. Te llamábamos para saber qué has descubierto —Está vez fue Sam quien habló.
—Déjenme apagar la maldita estufa —de fondo se escucharon ruidos de algunos trastos cayendo al suelo para después venir unas cuantas maldiciones— Se están enfrentado a un demonio poderoso y muy astuto. Hasta el momento ningún cazador ha logrado atraparlo, siempre logra escapar y lo malo es que solo aparece en esta época del año. Mata, se divierte y se va.
—Al ser un demonio solo tendremos que exorcizarlo. Ahora la pregunta difícil es ¿cómo sabremos quién es? —dijo Dean.
—Eso muchachos lo tendrán que averiguar ustedes, y no se vayan a confiar que no será tan fácil como seguramente lo estarán pensando.
—Genial, entonces tendremos que andar lanzando agua bendita a todo el que se nos cruce por delante y decirles Cristo como si fuese el nuevo "buenos días" —protestó Dean ¿por qué nunca una cacería podía ser fácil?
—Deja de quejarte muchacho. Tengan muy en cuenta que su racha de difusión empieza cinco días antes de Samhain. Llegado ese día las cosas se pondrán feas.
—No preguntes— Sam le susurró a su hermano cuando este se veía más que dispuesto a tontamente pregunta que era Samhain— ¿Qué tan feas, Bobby?
—Tan feas como un mundo sin cerveza —masculló el chatarrero a través de los altavoces.
—No me jodas, Bobby —Dean jadeó ante tal panorama.
—¡Chicos! —Sam no podía estar seguro si la reacción de Dean era sobre lo mal que pintaba la situación o por la idea de un mundo sin cerveza, aunque apostaría por lo segundo.
—Ese idiota de tu hermano mayor que me hace salirme del tema —gruñó Bobby, ignorando los insultos por lo bajo de Dean— Cada año al hacer su aparición siempre crea el caos como ya se los he dicho, y después desaparece hasta el año siguiente...
—Bobby, ya dijiste eso —interrumpió Dean.
—¡Diablos, muchacho! Si te callaras por un maldito momento podría llegar a lo importante, idiota —de fondo por lo bajo se escuchó algo como "Winchester idiotas".
—Como seguía diciéndoles, antes de volver a su escondite o donde sea que se largue, el maldito siempre libera a un demonio poderoso con una serie de sacrificios humanos.
—Tenemos que detenerlo antes de que eso ocurra —dijo Sam.
—Buen trabajo Sherlock, dime algo que no sepamos —bufó Dean, mientras le daba una colleja en la cabeza a Sam.
—Dejen de pelear o cuando los vea les llenaré el culo de perdigones —rugió el chatarrero.
Sin decirse más, la llamada fue finalizada y los hermanos se dirigieron a la ciudad a tratar de encontrar algo que les ayudará en el caso.
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—¿Me pregunto cómo Bobby sabrá todo eso? —comentó Dean, meditando la información que les había proporcionado el chatarrero.
—Ponerte a pensar eso sería como tratar de descifrar qué fue primero ¿el huevo o la gallina? —Bobby era un misterio sin pistas y cuando creías saber todo sobre él, siempre sacaba un As bajo la manga.
—No será fácil ¿verdad? —preguntó Dean mientras mantenía la vista en el camino.
—Si fuese fácil esta no sería nuestra vida, Dean.
Sam tenía toda la razón. Nada en sus vidas era fácil y esta caza no sería la excepción. Después de pensar en eso siguió conduciendo hasta llegar al pueblo donde hablarían con el oficial en jefe por la extraña muerte de un hombre, y si estaban en lo correcto significaría que el tiempo estaba corriendo y tenían solo cinco días y contando, para matar al bastardo o tener que aceptar que fueron derrotados mientras que personas inocentes pagarían con sus vidas. Y como si fuese poco uno de los grandes de abajo sería liberado.
—Oye, ¿por qué te detienes aquí? —inquirió Sam, al ver que Dean se detenía en el parqueadero de un McDonald.
—¿No es obvio, genio? Quiero comer algo.
—Dean, tenemos que ir a la comisaría y de paso tenemos que revisar el cadáver —Por discusiones como esas, ellos parecían más un viejo matrimonio que un par de hermanos cazadores.
—Oh vamos, Sammy. No es como si el muerto se fuese a levantar y echar andar.
—Ya nos sucedido antes en Outta —Sam sonrió triunfante ante Dean.
—¿Tienes respuestas para todo, listillo? No será que no quieres entrar porque te asusta el señor Ronald —molestó a su hermano, quien aún se estremecía visiblemente ante los payasos.
—Ja, ja y más ja, ¿estás seguro que quieres comer antes de ir a ver el cadáver? —Bueno, si su hermano quería guerra, guerra tendría.
—Por quién me tomas ¿un novato? —exclamó indignado mientras se dirigía a una cabina desocupada— Anda, a callar que entre más rápido terminemos esto más rápido obtendré mi recompensa.
—Tranquilo veterano que si tú lo quieres así, anda disfruta de tu comida que yo disfrutaré contándote luego sobre la muerte del señor Cooper —sonrió con pura maldad grabada en sus facciones.
Cuando Dean hubo terminado de engullir su hamburguesa tapa arterias como la llamaría Sam, se dispusieron a conducir hacia la estación de policía.
Minutos después ambos Winchester llegaron a su destino, aparcando frente a la estación y cada uno tomando una placa falsa del FBI.
—Buenas tardes, caballeros ¿en qué les puedo servir? —habló el oficial en jefe.
—Buenas tardes, soy el Agente Ackles y él es el Agente Panda...panda... —Dean miró a Sam con cara de circunstancia.
¿En serio "Panda"? Pensó Sam, mientras miraba enojado a Dean para luego corregirlo sin poder darle un zarpazo por ser tan idiota.
—Soy el Agente Padalecki —aclaró, tendiéndole la mano al oficial— Venimos por lo ocurrido con el señor Cooper.
—¿Por qué el FBI investiga algo tan simple como un suicidio? —preguntó el oficial, dando por sentado que lo ocurrido no necesitaría de tanto escándalo.
—Le parece que alguien trataría de suicidarse comiendo dos kilos de gusanos —comentó Sam, disfrutando la mirada asqueada de su hermano.
—¿Entonces ustedes creen que fue un asesinato? —se burló con descaro.
—Mejor porque no hace su trabajo y nos deja a nosotros hacer el nuestro —espetó mientras veía al oficial alejarse rápidamente de ellos, dándoles el espacio necesario.
—El Agente Panda... Pandaalgo da miedo —habló Dean entre risas.
—Es PA-DA-LEC-KI ¿qué tanto te cuesta decirlo, Dean? —su tono de voz sonó más alto de lo que hubiese querido. Al parecer no solo a su hermano le estaba afectando la falta de sexo.
—Acompáñame un momento —Dean lo guio a un costado de la comisaría, donde no serían vistos o interrumpidos por nadie.
—Dean, no tenemos tiem... —sus palabras fueron cortadas por los labios de su hermano contra los suyos, guiándolo a un juego de lenguas que los estaba dejando sin aire para luego tener que separarse y respirar entre jadeos acelerados, pero visiblemente mucho más relajados que en un inicio.
—Mientras más rápido matemos a ese engendro, más rápido tendremos tiempo para nosotros solos, y quizás unas pequeñas vacaciones ¿cómo te suena eso, Sammy? —siempre era divertido planear pequeñas cosas con Sam, a veces simplemente deteniéndose a un lado de la interminable carretera para disfrutar de la vista de una noche estrellada.
—Justo lo que necesito ahora mismo —susurró muy cerca de los carnosos labios de su hermano.
El poco espacio que los separaba fue eliminado nuevamente con un beso, a excepción del anterior este era suave y dulce, con más promesas de las que sus bocas pudieran pronunciar.
—Siempre sabes cómo hacerme sentir mejor —musitó Sam, un poco apenado por dejarse llevar tan fácilmente por su hermano. Pero como había dicho anteriormente, la carne era débil o quizás solo su carne era la débil y solamente por las tentativas de su hermano.
—Eso es porque te conozco como a mi propia vida —murmuró en el oído de su hermano, tomando un poco de distancia de ese cuerpo pecaminoso que era su Sammy.
—Pronto Dean, pronto —Y con esa promesa ambos hermanos se dirigieron hacia la pequeña morgue de la comisaria.
Cuando estaban frente al cadáver todo parecía tan normal que el pobre sujeto parecía estar durmiendo.
—Vaya, esto no es tan malo como yo lo había imaginado —habló Dean, un poco más tranquilo al no ver como miles de gusanos se desbordaban del cadáver.
—¿Sabes a qué me recuerda esto? —dijo Sam, señalando el cadáver y un montón de gusanos en un gran balde.
—Sammy, no lo hagas —Dean rogó miserablemente, no queriendo saber lo que su hermano tenía que compartir. Tenía que proteger la hamburguesa que solo minutos antes había comido.
—Ascaris Lumbricoides —agregó con cierto aire pensativo.
—¿Qué? —Dean pensaba decirle a Sam que se guardara sus datos donde no le diera el sol, pero se vio intrigado al escuchar ese ¿nombre?
—Ascaris Lumbricoides, o mejor conocido por Ascariasis. Es un parasito intestinal que se puede encontrar en bebidas o alimentos contaminados con los huevecillos de lombrices. Sí, lo sé, seguro te estarás preguntando ¿algún día llegare a comer alguna hamburguesa de dudosa procedencia que se encuentre contaminada? —vaya que era cruel, pero cuanto lo disfrutaba.
—¡Dios! Voy a vomitar, eres despiadado Sammy —Dean sabía que si pudiese ver su reflejo en algún espejo, la imagen que recibiría seria del asco. Tal y como se sentía.
—Sabes, uno de los síntomas es la expulsión de lombrices y cuando digo expulsión me refiero a que sucede por cualquier agujero disponible, oídos, nariz, cuando vas del dos al baño y en vomi… —Sam no pudo terminar de decir la palabra cuando su hermano salió como alma que lleva el diablo, seguramente en busca de algún baño donde pudiese vomitar hasta su primera papilla.
Sam decidió que ya que se había divertido a costa de su hermano, él podría hacer todo el trabajo sin llegar a molestarlo con la revisión del cadáver; pero no sin antes carcajearse por un buen momento.
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Dean nunca se había considerado una persona de estómago débil y mucho menos con el trabajo al que se dedican, pero cuando Sam empezó a hablar de los malditos parásitos en las comida y luego al imaginarse su ya no tan orgásmica hamburguesa en esas condiciones, le hizo sentir la bilis escalando su garganta, pero definitivamente todo empeoro cuando el desgraciado mencionó la expulsión de las lombrices, casi podía sentirlas zigzagueando en su garganta, empujando por salir y como si fuese poco, cuando termino de vomitar no pudo bajar la puñetera palanca hasta no echar un vistazo en el desagradable contenido con maldito olor agrio.
Sin lombrices. Casi podía decir que suspiró aliviado al ver que todo andaba bien.
Maldito seas Sammy, ya me las pagaras. Pensó mientras se enjuagaba la boca para matar la desagradable sensación. Esa bromita le saldría cara a su hermano.
Cuando Dean salió del baño le zumbo un mensaje en su móvil, viendo que era del Judas.
Dean, ya termine de hacer la revisión del cuerpo e iré a entrevistar a la familia y amigos del señor Cooper. Tú puedes ir al motel y descansar, nos pondremos al corriente luego.
Lo lamento.
Te amo.
—Es lo menos que me merezco —dijo para sí mismo cuando ya estaba en el impala— También te amo, Sammy.
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Para cuando Sam volvió al motel, Dean estaba en unos pantalones pijama y en una vieja camiseta de Metallica, mientras hacía zapping.
—Hola Dean —saludó, sintiéndose cansado de ir y venir en entrevistas de personas dolidas.
Nada, su hermano ni siquiera hizo el intento de fingir que se había dado cuenta de su presencia en la habitación.
—¿En serio piensas ignorarme todo el caso?
—Lo de hoy fue un golpe bajo, Sam —dijo aun disgustado por los malditos parásitos.
—Oh vamos hermano…
—Buenas noches, Judas —gruñó, mientras apagaba el televisor y se acostaba dándole la espalda a su hermano. El no sería tan fácil de ceder.
Desde hace tiempo ellos dejaron de pedir camas separadas, igual siempre terminaban utilizando solo una. Además era mejor así, sintiendo en las noches frías el calor del otro.
Así que quieres hacerte el difícil. Pensó Sam, caminando hacia el baño a tomar una ducha, así cuando saliera, Dean ya se encontraría dormido.
Tal y como lo supuso. Al salir del baño su hermano ya se encontraba profundamente dormido y boca arriba y sin camisa, haciéndole las cosas más fáciles.
Sam caminó con paso quedito hacia el lado desocupado de la cama, deslizando al suelo la delgada manta que cubría el cuerpo de su hermano, viendo como este se estremecía ligeramente por la falta de calor.
—Shhh, muy pronto te daré calor —susurró, sabiendo que su voz siempre atraía la calma a Dean cuando este dormía.
Con toda la destreza que un cazador puede tener, Sam hablaba en voz baja como si fuese un arrullo para Dean mientras le despojaba lentamente de su pantalón pijama y ropa interior, deleitándose con ese pedazo de carne que esperaba por toda su atención. Lentamente Sam comenzó a pasar sus largos dedos sobre la base del pene ajeno, como una delicada caricia. Viendo con satisfacción como el miembro de su hermano empezaba a cobrar vida.
—Mmm Sammy —jadeaba su hermano en sueños.
Sam sonrió maliciosamente mientras se inclinaba sobre la entrepierna de Dean y soplaba un poco de aire sobre esta, para luego darle un pequeño beso en la húmeda punta.
—Sammy, mmm así, arg nene —Dean se retorcía impaciente en la cama, deseando que el sueño continuase sin darse cuenta que esa preciada fantasía era su realidad.
Sam hubiese querido postergar aquel juego un poco más, pero siendo realista, estaba deseoso de probar a su hermano. No es como si no lo hubiese hecho antes, pero siempre estaba gustoso de tenerlo en su boca. Antes de meterlo de una sola estocada en su boca, decidió darle una larga lamida desde la base hasta la punta, donde ya se estaba empezando a derramar el líquido pre seminal, haciendo la vista aún más tentadora.
Dean estaba teniendo el sueño de su vida hasta que empezó a sentirlo demasiado real y opto por abrir sus parpados solo para dar con una imagen tan pornográfica, nada más y nada menos que interpretada por su hermanito.
—Oh Dios, Sammy ¿Qué haces?
—¿No es obvio? Estoy tomando clases de canto —dijo con sarcasmo, mientras se metía todo el miembro de Dean en la boca, sacando sonoros jadeos de su hermano.
—¡Ahhh Sammy! —gimió— Tu boca es tan caliente.
—Lo sé y te encanta —dijo después de darle una última lamida para desplazarse a las bolas de Dean, chupando cada una como si del dulce más sabroso se tratase. Se sentían pesadas y llenas, cargando todo el sabroso sabor de su hermano.
—Sam, Sammy para, alto —Dean logró separarse a miles costos de ese gran placer.
—¡Oh vamos, Dean! Sé que estás enojado pero no cortes el rollo en lo mejor —comentó irritado. Como su hermano se atreviese a dejarlo con semejante calentón lo mataba allí mismo con la almohada.
—¿Quién dice que quiero que te detengas? —hablaba entre jadeos, peinando con delicadeza unos mechones rebeldes de su hermano.
—¿Entonces? —Dean casi sonrió por el tono desesperado de su hermanito, le encantaba verlo necesitado y suplicante de más.
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Eso era todo lo que Dean tenía que decir, no hubo protestas o ningún ruido externo que no fuese el de su hermano deshaciéndose apresuradamente de su ropa, para luego quedar tumbado en la cama y siendo esta vez Dean quien estaba arriba. Siempre era así, Dean siempre estaba sobre su hermano y a ambos les encantaba eso. Sam disfrutaba ser llenado con esa polla gorda y grande, y Dean amaba ser quien llenase a su Sammy.
Después de tantos días pasando solamente a besos y caricias pasajeras, fue casi un milagro que no hubiesen terminado cada uno en la boca del otro con el más mínimo roce de sus lenguas sobre sus miembros. Aquello era digno de una competencia, quién mamaba más profundo o quién usaba más dientes y lengua, y definitivamente el reto más difícil era ver quién aguantaba más.
Sam estaba en el mismísimo cielo cuando sintió la lengua de Dean hurgado cerca de su entrada, y cuando la lengua hubo terminado su función se agregaron dos dedos a la colada.
Dean por su parte trataba de concentrase en su trabajo para no terminar todavía, ya que la boca de su hermano era toda una experta en el área de las mamadas, es más, si hubiese un premio por la mejor mamada del mundo, él no dudaría ni un segundo en que Sammy se llevaría la medalla de oro y con todos los honores. Lo que el chico hacía con esa lengua debería de estar penado por la ley y para todo aquel que tenga un mal cardiaco porque, ¡DIOS MIO!
Y como todo lo bueno siempre acaba, cada Winchester terminó viniéndose en la boca del otro, con más de un gustoso y sonoro gemido.
Dean inhaló profundamente el olor almizclado de su hermano para luego posicionarse junto a este, hombro con hombro.
—¿Me perdonas? —susurró Sam, poniendo su famosa carita de cachorro desamparado. Mandando un impulso a la polla de Dean.
—¡Diablos! Claro que sí —exclamó aun sintiendo la excitación de lo ocurrido. Dean se inclinó para tomar la boca de su hermano y fundirse en un húmedo beso, con el sabor de ambos como su marca personal— Sabes tan bien.
—Me encantas, Dean —dijo Sam entre bostezos, haciendo que Dean lo estrujara entre sus fuertes brazos, no sin antes colocar la sabana caída sobre sus cuerpos desnudos.
—No más que tú a mí, hermanito —besó tiernamente los labios de su hermano mientras se enrollaban entre sí para disponerse a dormir.
Pronto amanecería y su pequeño momento de ocio se vería opacado por otra pobre víctima, pero por ahora eran solo ellos dos en esa cama, durmiendo pacíficamente con el arrulló de sus respiraciones y el cálido amor que aún perduraba sin importa las dificultades de la vida o sus propias discusiones.
Se tenían el uno al otro y eso era suficiente para resistir el mañana y los días futuros.
