¡Domo!
Me gusta tanto esta serie que me he animado a escribir un one-shot. ¡Madre mía, qué nervios! Tenía planeado publicar antes algo relacionado con ''Free!'' pero hace unos días se me ocurrió esta idea para Haikyu y aquí estoy. Espero que os guste :3
Disclaimer: Haikyu pertenece a Haruichi Furudate.
Admiradora secreta
— ¡Tanaka- senpai! ¡Nishinoya- senpai! — gritó Hinata a pleno pulmón, irrumpiendo la calma en el gimnasio. Llevaba una carta en la mano y jadeaba fuertemente. Por si fuera poco, sus mejillas habían adquirido un tono rojizo fuera de lo habitual.
Hasta ese momento, la tarde había avanzado sin contratiempos. Los alumnos de Karasuno estaban terminando de recoger los balones de voleibol, prácticamente había oscurecido y los únicos que quedaban en el gimnasio a parte de Ryūnosuke y Nishinoya, eran Kageyama, Koushi, Yamaguchi y Tsukishima.
— ¡No me digas que eso es lo que yo creo! — exclamó Tanaka con entusiasmo y sin dudarlo ni un segundo, se aproximó a Hinata y le arrebató la carta de las manos— Pero si esto es…
— ¡¿Una carta de amor?! — intervino Nishinoya, incrédulo y sorprendido al mismo tiempo.
— Pues… sí. La he encontrado en mi casillero—. confesó el pelirrojo sin saber muy bien qué decir al respecto. Era la primera vez que le ocurría algo así y no sabía cómo enfrentarse a ello. Por eso había acudido a sus senpais. Para que lo aconsejaran.
Koushi, Tsukishima y Yamaguchi, atraídos por la conversación se acercaron para husmear. Kageyama, en cambio, fue el único que se mantuvo al margen y continuó recogiendo balones, alejado del resto, haciendo como que no había escuchado absolutamente nada, frunciendo el ceño como de costumbre. Eso sí, un sudor frío había empezado recorrerle el rostro y los latidos de su corazón se habían acelerado irremediablemente.
Porque estaba muy nervioso.
Porque esa carta… la había escrito él y estaba rezando porque nadie se percatase.
En ese momento, Ryūnosuke, que parecía haber terminado de echar un vistazo al papel arrugado, soltó una fuerte carcajada.
— ¡Hinata! ¿Puedo… puedo leerla en voz alta? ¡Quién se hubiera imaginado que tendrías una admiradora secreta!
El pelirrojo, más abochornado que nunca, se llevó la mano a la nuca y desvió la mirada.
— Haz lo que quieras, Tanaka- senpai, pero deja de gritar. ¡Todo esto me da mucha vergüenza!
Los demás, expectantes, esperaron a que Ryūnosuke leyese la carta, y el chico, antes de comenzar, carraspeó.
'' Hinata, nunca he hecho algo parecido pero sentía la necesidad de escribirte desde hace algunas semanas. No sé por qué motivo has empezado a gustarme porque en realidad no me caes bien, pero supongo que no puedo hacer nada al respecto... ''
— Espera, espera—. lo cortó Tsukishima, confuso y rápidamente miró al pelirrojo— ¿Qué clase de carta de amor es ésta, Hinata? Es decir… ¿esa persona, sea quien sea, se siente atraída por ti pero a la vez te odia? Está claro que es alguien a quien ya conoces.
Kageyama, al fondo del gimnasio, dio un respingo al escuchar al imbécil de Tsukishima pero justo entonces Ryūnosuke avanzó varios pasos hacia Kei y lo miró con cara de pocos amigos.
— No he terminado de leerla. Deja que continúe. Ya podrás hacer especulaciones más tarde—. le espetó y volvió a centrar su atención en la carta— A ver, por dónde iba…¡Ah, sí! '' Por ahora prefiero mantenerme en el anonimato, pero me gustaría…bueno, más bien te exijo que mañana después de clase, vayas al almacén que hay detrás del gimnasio. Solo. Yo estaré allí esperándote. Eso sí, dejaré las luces apagadas así que ni se te ocurra encenderlas''.
Hinata, que había permanecido casi todo el rato en silencio, explotó de la vergüenza que sentía y se llevó las manos a la cabeza alborotándose el pelo ante tanto estrés.
— ¡¿Sabes lo que esto significa, Hinata?! — exclamó Tanaka, frenético, porque después de todo, hacía tiempo que no se lo pasaba tan bien.
Hinata se cubrió el rostro, frustrado. En ese momento no le hubiera importado ser abducido por los extraterrestres y desaparecer. Empezaba a arrepentirse de haber acudido a sus senpais porque parecía que ninguno se lo estaba tomando en serio pero no tenía ni idea de cómo afrontar la situación él solo.
— ¡No, no lo sé, Tanaka- senpai! ¡Nunca había recibido ninguna carta de amor hasta ahora! — su voz rezumaba desesperación. Justo entonces, miró a Koushi haciendo un puchero— ¡Necesito…necesito vuestra ayuda! ¡Ahh! ¡Sugawara-san! ¿Qué debería hacer?
Koushi se encogió de hombros, puesto que él no era el más indicado para dar consejos de ese tipo. Bueno, ni él ni ninguno, porque todos estaban solteros. Por otra parte, Kageyama, que continuaba alejado, decidió que era el momento de largarse inmediatamente antes de que los demás pudieran sospechar de él y se acercó a la salida del gimnasio como si nada.
— ¿El rey ya se marcha? — preguntó Tsukishima de forma mordaz pero él lo ignoró por completo y se fue sin más. Ni siquiera se despidió de Hinata.
El pelirrojo se extrañó al ver como Kageyama se largaba sin decir una palabra. De todas formas sabía que a su compañero no le interesaba lo más mínimo el hecho de que él hubiese recibido una carta de amor, así que lo olvidó y se centró en lo que realmente le preocupaba en ese instante.
— ¿Qué debería hacer? ¿Debería ir al almacén? ¡¿Qué es lo que pretende esa chica?!
Nishinoya esbozó una sonrisa perversa.
— Es evidente, ¿no? Y claro que debes ir, Hinata. Todos sabemos lo que va a ocurrir si lo haces.
Hinata, ingenuo, lo miró sin comprender absolutamente nada.
— ¿Ah, sí? ¿Qué va a ocurrir, Nishinoya-senpai?
Nishinoya puso los ojos en blanco y cansado, se apoyó en el hombro de Ryūnosuke.
— Tanaka-san, explícale a nuestro kōhai qué es lo que pasa si una chica le exige que vaya al almacén después de clase y que sobre todo, no encienda las luces.
Ryūnosuke, siguiéndole el juego al Nishinoya, se llevó la mano a la barbilla haciéndose el interesante.
— Que quiere darse el lote contigo, Hinata. O quizá, pretende algo más…
— ¡¿Qué?! — gritó el pelirrojo muy acalorado, con los ojos desorbitados— ¿Y qué voy a hacer? ¿Voy a tener que besarla? ¡Pero si yo… no sé! ¡Nunca he besado a nadie! ¡¿Y a qué te refieres con…algo más, Tanaka-senpai?!
Tsukishima, que hasta ese instante había estado escuchando atentamente, no pudo evitar soltar uno de sus comentarios.
— ¿No habéis pensado que lo de las luces apagadas se deba a que es…muy fea y por eso no quiere que Hinata la vea?
— Tienes razón, Tsukki. Puede que se trate de eso—. añadió Yamaguchi— Quizá tenga la cara…no sé, rara.
— O quizá es un tío—. dijo Tsukishima.
Hinata empezó a lloriquear.
— ¡No, no! ¡Ya lo he decidido! ¡No pienso ir!
Ryūnosuke alzó las manos para que todos guardasen silencio. Habían empezado a descontrolarse.
— No seáis tan melodramáticos. Da igual que sea fea o no. ¡Esa chica quiere besar a Hinata, ¿no os dais cuenta?! ¡Menuda suerte tiene!
El pelirrojo se escandalizó de inmediato.
— ¡Pero ni siquiera la he visto! ¡¿Y si…y si realmente es fea, Tanaka-senpai?! ¡Creo que es mejor que no vaya!
Nishinoya lo zarandeó para que no entrase en pánico.
— ¡Pero qué dices, Hinata! ¡Tienes que aprovechar esta oportunidad! A ninguno nos ha pasado algo así. Serás el primero que bese a alguien. ¿No ves lo afortunado que eres? ¡Queremos estar orgullosos de nuestro kōhai!
Ryūnosuke asintió, dándole la razón.
— ¡Tienes mucha suerte, Hinata! Por cierto, ¿Os imagináis que la admiradora secreta es Kiyoko-san?
Yamaguchi y Tsukishima estallaron en carcajadas.
— Lo dudo mucho—. comentó el rubio.
Tanaka suspiró, desganado.
— Bueno, está bien. Eso es imposible. Pero quizá, con un poco de suerte…sea guapa, quién sabe—. dijo esperanzado y miró al pelirrojo— No puedes menospreciar la oportunidad, Hinata. Además, se me ha ocurrido una idea.
Todos, interesados, centraron su atención en el chico.
— ¿El qué, Tanaka-senpai? – inquirió Hinata un poco más tranquilo.
Pero Ryūnosuke sólo se limitó a soltar risitas por lo bajo.
— Acercaos, que os voy a contar mi plan. ¡Ahh! Y más te vale prestar atención, Hinata.
El pelirrojo sólo se limitó a asentir y escuchó con resignación todo lo que Tanaka iba a decir. No sabía por qué pero tenía la sensación de que aquella conversación iba a ser muy larga.
ººººººººººººººººººººººººº
Mientras tanto…
En una calle solitaria en la que sólo se veía la sombra de un cuervo a lo lejos, Kageyama resoplaba una y otra vez. No podía creer lo que había hecho. Pero ya no se veía con fuerzas suficientes como para poder soportarlo más. Llevaba semanas sin dejar de pensar en Hinata. No sabía por qué ni cómo había llegado a sentirse atraído por él, pero sí tenía algo muy claro. Quería tocarle, besarle, magrearle hasta cansarse y aburrirse de él. Porque estaba claro que aquello era algo pasajero.
Hinata no podía gustarle. ¡Si ni siquiera se soportaban! ¡Era tan absurdo que hasta daba risa!
Pero…tenía la esperanza de que si se desahogaba con él, ese sentimiento que lo invadía durante las veinticuatro horas terminaría desapareciendo. Por eso le había escrito esa carta. Por eso la había dejado en su casillero. Por eso le había pedido que fuera al viejo almacén tras el gimnasio al día siguiente y le había exigido que no encendiese las luces.
Cuando Hinata apareciese por allí, lo acorralaría y dejaría salir todo el cúmulo de deseos y fantasías que había guardado consigo durante los últimos días. Y entonces, sólo entonces, podría olvidarse de él. Hinata nunca llegaría a saber la verdad. Sólo creería que una chica había sido la que lo había obligado ir hasta allí para besarle.
No tendría muchas más oportunidades así que debía hacerlo. No podía acobardarse ahora.
El único inconveniente era que Tanaka-san y el resto de compañeros del club se habían enterado pero había contado con la posibilidad de que algo así ocurriese desde un principio. Mientras ninguno sospechase de él, todo iría bien, así que inquieto y con los nervios a flor de piel, volvió a soltar un bufido, se fijó en como salía el vaho de su boca debido al aire frío del invierno y continuó caminando, observando a lo lejos como se ponía el sol en el horizonte.
Todo terminaría. Todo concluiría cuando besase al imbécil de Hinata. Ya no necesitaría tocarse todas las noches en la ducha pensando en él ni volvería a verle desnudo en sus sueños. Sólo tenía que ser paciente unas pocas horas más, algo que desde luego, no se le daba bien.
ººººººººººººººººººººººººº
Al día siguiente, después de clase…
— ¡No puedo hacerlo! — exclamó Hinata intentando darse a la fuga, pero los chicos lo empujaron para que se acercase al viejo almacén.
— ¡Ya no eres un niño pequeño, Hinata! — lo reprendió Ryūnosuke— Además, vamos a estar ahí. Ya lo sabes. Por cierto, ¿alguien ha visto a Kageyama?
Koushi, Tsukishima y Yamaguchi negaron con la cabeza.
— Creo que ya se ha marchado. Me parece que está enfadado porque lo hemos excluido en este asunto—. comentó Nishinoya.
— Pero si al rey no le interesan estas cosas. Su egocentrismo no se lo permite—. soltó Tsukishima ajustándose las gafas.
Hinata, al darse cuenta de que Tanaka, quien había estado forcejeando con él durante largo rato, no pensaba ceder, desistió y se encaminó hacia el almacén temblando como un flan.
—Si las cosas se complican…no me abandonéis, por favor—. murmuró más rojo que un tomate.
— Hinata—. Nishinoya lo sostuvo firmemente del hombro y lo miró a los ojos con intensidad— No te preocupes. No vamos a abandonarte. Tú sólo tienes que gritar y nosotros haremos el resto. Venga, date prisa.
— ¡Eso, eso, que tu amada te espera! — graznó Ryūnosuke soltando una carcajada.
Hinata entornó los ojos y miró a Tanaka con rencor, pero aún así, hizo acopio de todo su coraje, se aproximó a la puerta del almacén intentando que los temblores no lo dominasen por completo y con los ojos completamente cerrados como cuando recibía un pase de Kageyama, la abrió muy despacio. Una vez dentro, volvió a cerrarla y levantó los párpados poco a poco.
No veía nada. No escuchaba nada.
No obstante, avanzó lentamente hacia delante. Porque notaba la presencia de alguien. Si las cosas se torcían, sólo tenía que gritar. El interruptor de las luces estaba fuera. Los senpais se encargarían del resto.
Aunque… con cada paso que daba, empezó a sentirse un poco vacío. Kageyama no estaba ahí con los demás y en el fondo, le hubiera gustado que él también lo hubiera apoyado y no se hubiera mantenido al margen, pero no había sido así.
Repentinamente, todos sus pensamientos y preocupaciones desaparecieron al notar que alguien tiraba de su brazo bruscamente y lo estampaba contra una de las paredes. Y lo siguiente que sintió fue la suavidad de unos labios contra los suyos, haciendo la presión justa para que abriese la boca.
— Es…espera… quién eres…
— Hmm…shh…
Hinata no podía creerlo. No podía ni siquiera asimilarlo. Al final lo que habían dicho sus senpais era cierto. ¡Esa chica lo había citado para darse el lote con él! Sin embargo, no hizo nada por impedírselo.
No se negó. No forcejeó. No gritó.
Bajó muy despacio los párpados y suspiró. Porque a pesar de no saber quién era la persona que lo estaba besando tan ardientemente, le gustaban esos labios. Esa boca suave y al mismo tiempo caliente. Notaba las manos de ella aferrándose fuertemente a sus brazos y apretándole para que no se moviese ni un ápice, pero él no sintió ningún dolor. Experimentaba la presión de su boca contra la suya y entonces, como si siempre hubiera estado acostumbrado, como si lo hubiera hecho en incontables ocasiones, entreabrió los labios y la sintió.
Sintió la lengua de esa chica contra la suya. Tan húmeda, tan suave y tan delicada.
El beso fue inseguro en un principio. Lento, como si ninguno de los dos tuviera prisa, pero enseguida, la chica hizo más presión y se aferró mucho más a Hinata. Deslizó las manos por su torso, a oscuras, intentando meterlas desesperadamente por debajo de su camiseta y cuando por fin lo hizo y Hinata sintió el calor de su tacto acariciándole los abdominales, gimió.
Gimió porque no se lo esperaba. Gimió porque sus manos le resultaban demasiado agradables. Y sobre todo, gimió porque le gustaba.
Gimió tan fuerte que las luces se encendieron de repente y se abrió la puerta del almacén estrepitosamente.
— ¡Hinata, ¿estás bien?! ¡Te hemos oído gritar…!— Ryūnosuke no pudo terminar la frase porque la imagen que tenía frente a él lo había dejado perplejo, mudo de asombro, con la mandíbula desencajada y los ojos abiertos como platos. Los demás, que estaban tras él, se quedaron blancos como la nieve.
Justo ahí, Hinata abrió los ojos. Y lo vio. A él. A quien nunca se hubiera imaginado.
A Kageyama enrojecido, excitado, jadeando y con las manos aún bajo su camiseta. Hinata podía sentir su erección presionando su cuerpo. Y entonces, reaccionó.
— ¡Ka-Ka-Kageyama! — chilló fuera de sí.
— ¡¿EEEEEEEEEEEHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH?! — gritaron inmediatamente al unísono todos los demás.
Ay, ay, ay, ay, ay, ay, me he puesto tan nerviosa que no he podido continuar escribiendo xDD Mi idea era hacer un one-shot de Kageyama/Hinata pero teniendo en cuenta que he dejado un final abierto, podría continuarlo. Todavía no sé lo que voy a hacer, me lo estoy pensando… Ojalá que os haya gustado, a mí me encanta esta pareja. Por ahora, es una de mis favoritas. ¡Un saludo y un abrazo de oso amoroso! :3
