Un anciano de larga barba plateada y unos ojos azules, enmarcados por unas gafas de media luna miraba atentamente a su fénix, a quien acariciaba, mientras estaba sentado en su cómoda butaca de su despacho.

-Fawkes... ¿Que podríamos hacer? Sufren por sufrir...por ser demasiado orgullosos...-decía le anciano ataviado de una larga y blanca túnica con azul. La majestuosa ave se acarició contra la mano de su amo, de forma afectuosa, cosa que provocó una sonrisa en el anciano director de Hogwarts.

El sonido del picar a la puerta sacó de sus fantasías al director.

-Está abierta.

Una mujer mayor, con largas túnicas y aspecto serioso y estricto entró en el despacho.

-¿Me mandaste llamar, Albus?-le preguntó la profesora McGonagall, cerrando la puerta tras sí.

-Si, Minerva...siéntate-le dijo el anciano mientras le ofrecía con la mano asiento. La profesora se sentó y observó en silencio al director, que aún no había hablado. La profesora tuvo la corazonada de que el sabio anciano tenía algún plan preparado, aunque no sabía para que. La profesora lo había notado. Estaba preocupado por Harry. El chico estaba ahora en el último curso de la academia de Aurores, con sus amigos.

"Amigos".

Esa era la palabra clave, y la profesora lo sabía. Harry estaba en el tercer y último año de la academia, para poder ser Auror. Pero...sus amigos...

-Minerva...-la profesora se sobresaltó un poco, ya que estaba inmersa en sus pensamientos- he estado pensando...en Harry...

-Si, lo sé, Albus...yo también...

-¿Sabes la situación actual?-le preguntó el director de modo evaluador. La profesora de Transfiguración enarcó las cejas y soltó un pequeño suspiro, mientras decía.

-¿Tengo que explicártela?

-No se lo que sabes, Minerva...debes saber toda la situación anterior y actual...para entender lo que quiero hacer y por qué-explicó el anciano con pesadez en los ojos, mientras seguía acariciando y mirando al Fénix. La mujer cogió aire y se dispuso a hablar, cosa que hizo que Dumbledore la mirar.

-Harry salió de Hogwarts para estudiar junto a sus amigos la carrera de Auror.-Dumbledore asintió

-Con sus amigos...-dijo el anciano-...con Draco Malfoy y Ronald Weasley.

-Ni rastro de Hermione Granger...-suspiró con tristeza la profesora. Al fin y al cabo, Hermione había sido una de sus alumnas favoritas, y en cierto modo, le tenía bastante afecto.

-Exactamente. Y Harry, Ron y Draco no tienen ni idea de su paradero...

-¿Crees que le ha ocurrido algo?

-No, Minerva...

-¿Y sus amigas? ¿Luna Lovegood y Ginebra Weasley?

-No...perdieron el contacto al mismo tiempo que todo el mundo...sus padres también...

-¿Y cómo sabes que está bien?-le preguntó con preocupación.

-Por que cada año, por el cumpleaños de alguno de sus padres, por su aniversario...y por el cumpleaños de los chicos llega cada año un regalo anónimo.

-No hay prueba de que sea de ella...-dijo la profesora, frunciendo el entrecejo.

-Tienes razón...no la hay...pero tampoco de lo contrario...además, lo que me hace creer que se trata de Hermione, es que se conoce todas las fechas a la perfección, y siempre llegan puntuales, a la hora...pero...a Harry no le llega regalo...

-¿Cómo?

-En vez de regalo...le llega un pergamino, con un poema, o con un acertijo...lo único que me ha explicado Harry es que es muy hermoso...

-¿Poema o acertijo? ¿Cómo no sabes lo que es?

-Porque cada año es diferente...el acertijo, en cuanto Harry lo resuelve, suele tener...lugares clave del pasado del trío de Hogwarts...

-Entonces...

-Si, aunque Harry parece no haberse dado cuenta de ese detalle...

-¿Potter la hecha en falta?

-Siempre, él y todo el mundo...pero últimamente, con lo que es su último año, pues...está algo ajetreado, y yo creo que necesitaría, cómo todos los de su curso, hacer lo que hace, aprender...practicando...concursando...

La voz del ex profesor se fue pagando, mirando a la profesora significativamente.

-Quiere que se reencuentren...

-Él y ellos con ella...

-Pero Albus, no sabes dónde está ella...ni que hace, ni que estudia...-McGonagall calló al ver la mirada del profesor. Su mirada estaba contenta, tenía un brillo especial...

-Lo sabes-dijo sin asma la mujer.

-¿Lo dudabas?

La profesora se levantó de la silla con prisa, mientras se ponía a andar por toda la estancia, visiblemente preocupada.

-¿Por qué no lo dijiste? Hemos estado todos muy preocupados! Cómo se enteren los chicos...y Harry concretamente...no quiero ni imaginarlo...y sus padres...y Lupin...y Molly, que la trata como una hija más...los Weasley...es mucha gente...aunque no lo parezca...

-Tranquila, Minerva...

-¿Fue ella quien te pidió que no lo dijeras?-le preguntó, parando de golpe, la profesora, mientras le lanzaba una mirada difícil de describir.

-No.

La respuesta tan escueta hizo que la mujer se dejara caer en la silla que anteriormente ocupaba, muy confundida.

-Tengo medios...

-Bueno, da igual, lo que quieres hacer es reencontralos, es hacer que se den cuenta de que los dos se echan de menos, de que la decisión de irse de Hermione fue un mero error...

-No ha sido un error...si ella se fue, tendría sus motivos...-la profesora de Transfiguración decidió entonces hacerle una pregunta que le rondaba en la cabeza hacía ya tiempo al director.

-¿Porqué se fue?

-Minerva...-dijo el anciano, dejando de acariciar a Fawkes y respaldándose en su cómodo sillón-...necesitaba pensar, ella estaba muy unida a Harry...y a los demás. Pero ella...se estaba convirtiendo en una mujer, estaba confundida...no se peleó con Harry, pero algo pasó, algo que ni Harry sabe, que fue lo que hizo que se fuera...sin decir una palabra...aunque puede que fuera algo que Harry hizo, y él no se diera cuenta, pero lo dudo...

-Lo tendría planeado ya...ni sus padres lo sabían! No podía ir a ningún sitio...sin saber a donde se va...

-Estoy seguro de que lo planeaba...de que ya lo sabía...por eso quiero hacer que todos se reencuentren...ella también estudia, ¿sabes?

-¿Y que estudia?-preguntó la vice directora, interesada.

-Precisamente, eso será la parte más difícil de todo...estoy seguro de que Harry no lo aceptará tan fácilmente cómo los demás...

La profesora se abstuvo de preguntarlo, pero el director se lo dijo igualmente.

-Estudia para Auror, igual que él.

-No tendría que suponer problema alguno...

-Pues precisamente eso ocasionará más de una riña entre ellos...

Se hizo silencio, silencio que duró segundos, minutos...largos minutos. Dumbledore volvió a volcar toda atención en su Fénix, mientras ella, miraba el despacho, intentando recordar toda la conversación.

-¿Qué planeas, Albus?-le preguntó, finalmente la profesora, a lo que el director sonrío ampliamente, mientras se levantaba y dejaba en la percha a su Fénix, y le hizo el ademán de que le siguiera.

-Buenas, Harry, hola, Ron-les dijo a modo de saludo un joven de impresionantes ojos grises. Draco Malfoy, junto a Harry y Ron, era uno de los futuros Aurores más cualificados de la academia Imphoderus, unas de las más especializadas del mundo.

El chico era alto, cómo Harry, más o menos, y menos que Ron. Su piel era pálida y sus ojos grises eran la ensoñación de toda fémina que los veía. Pero a diferencia del arrogante Malfoy de Hogwarts, ahora era amistoso, sociable, en ocasiones, demasiado con las chicas, y otras cosas...ahora era agradable, pero seguía siendo frío cuando lo necesitaba y desconfiado con algunas cosas...Su cuerpo era envidiable, con musculatura dura y los cabellos platinados siempre brillando. Llevaba puesto un pantalón negro, cómo Harry, y una camisa azul. Sonreía a todo el mundo.

-Hola Draco-le siguió un joven alto, de cabellos pelirrojos encendidos y pecosos. El más alto, Ronald Weasley, llamado Ron. Sus ojos azules brillaban siempre con una chispa de diversión en la mirada y su sonrisa siempre presente en todos lados. Era alto, fornido y musculoso, cómo Draco y llevaba puesto un pantalón marrón oscuro, con una camiseta de manga corta color blanco, lo que le hacia resaltar sus ojos.

Harry Potter le sonrió a modo de saludo. Harry era un chico de cuerpo bien formado y atlético, el deseo de cualquier mujer. Sus ojos, verde esmeraldas, cautivaban a quien los mirara, eran serios y con el brillo característico de inteligencia y picardía de su ser. Su famosa cicatriz seguía estando igual de presente, pero con la suerte de que, al haber eliminado en su séptimo año a Lord Voldemort, ya no le escocía cuando el antiguo Lord se enfadaba Sus cabellos, negros azabache, le llegaban un poco más debajo de los hombros, y siempre los tenía recogidos en una cola, en una cinta rojo sangre. Esa cinta se la había regalado alguien anónimo, alguien que cada año, por su cumpleaños, le mandaba una nota con alguna cosa hermosa escrita. Pero la cinta fue regalada un día normal, sin ningún significado importante...bueno, fue el día de Halloween, por la tarde, casi noche, pero Harry no recordaba nada importante por esas fechas. El chico llevaba puesto un pantalón negro y una camisa blanca.

Los tres chicos, tenían los 20 años recién cumplidos, y estaban muy orgullosos de ello.

-¿Algo nuevo?-preguntó el ojiverde al chico de piel blanca que en ese momento le estaba guiñando un ojo a una chica algo menor que él.

-Pues nada importante...podríamos ir al campo de Quidditch...la clase de pociones se ha cancelado...-contestó el chico, mientras se ponía a un lado del chico de pelo azabache, y Ron al otro lado.

-¿Qué nos hemos perdido?-preguntó Ron, mientras travesaban los impresionantes jardines, casi tan grandes como los de Hogwarts, y se dirigían hacia el campo de Quidditch.

-Aparte del desayuno y de la pelea entre McGory y Lance, nada del otro mundo...la profe de pociones se ha ido a Londres, se ve que la reclamaban por alguna cosa...

-Ya hemos ido a las cocinas...cómo extraño a Lobby, la verdad...aquí, los elfos son más reacios que allí...-dijo Harry, haciendo reír a sus amigos.

-Pues que no te escuche...-pero Ron calló de repente, evitando decir el nombre de la chica más inteligente de Hogwarts, y antigua componente del trío dorado. Un silencio incomodo los acompañó hasta el campo dónde únicamente tuvieron que ir a su armario y coger cada uno su escoba. Draco miraba a Ron con algo de enfado, para después mirar al ojiverde con resignación, cómo Ron.

-Bueno-dijo Harry, cortando el tenso momento- hoy hace un día esplendido sin mucho aire y con la única clase en sábado, cancelada...montémonos- los tres montaron sus escobas y con un ligero empujón contra el suelo, los tres salieron disparados hacia el azul profundo del cielo, sin nubes. Un día perfecto.

-La verdad, creo que es una auténtica chorrada el hacer clases, por única asignatura que sea, en sábado...madrugar para nada-se quejaba el chico pecoso.

-Si...aunque si levantarte a las nueve le llamas madrugar...-le contestó Draco, esquivando al pelirrojo que se le avecinaba cómo una bala detrás suyo.

Mientras, Harry estaba en su mundo, dando vueltas al campo, pensando en mil cosas y dejando la mente en blanco.

-"Este es el último curso antes de entrar a trabajar de Auror..."

-¿Qué pasa, Harry?-le preguntaron, mientras el chico se volteaba, encontrando sus escobas juntadas y a Ron despeinando y inmovilizando a Draco. Al verlo, el chico sonrió y dejó de pensar.

-Nada...estaba pensando en que este es nuestro último año aquí...

-Si...tres años se pasan rápido...

-Aún no estamos por el tercero..o acabamos de empezar...

-Y básicamente, el tercero es de repaso y de práctica de los anteriores...-admitió Harry.

-Por eso es el más difícil...-dijo Draco, deshaciéndose del gancho y inmovilización de Ron.

-...

-Eh, mirad allí...-dijo de pronto el pelirrojo, señalando al cielo, dónde un punto parecía acercársele- viene del castillo...

-Yo no he hecho nada, esta vez...-confesó Harry.

-¿Para que enviar una lechuza? Por una vez que no hemos hecho nada...-decía, suspirando con resignación, el pálido chico.

La lechuza, blanca y castaña, cada vez se les acercaba más, hasta que, sin parar, dejó caer sobre Harry un sobre. El chico lo miró con extrañeza y mirando a sus amigos, lo abrió. Draco y Ron se miraron con interrogación en la mirada y voltearon la cabeza para ver a Harry, que había comenzado a leer las primeras líneas. Harry se puso a hablarles mientras leía la carta.

-Bajémonos, y os explicaré mientras guardamos las escobas-y despegando la mirad de la carta, les dijo, tras ver la cara de no entender nada- debemos ir al despacho de Crosient, y por lo poco que e leído y me temo, no creo que volvamos para seguir con nuestro paseo por las nubes- dijo señalando el cielo de manera burleta, puesto que no había nubes, haciendo reír a sus amigos, mientras bajaban hacia el césped.

Bajaron suavemente, hasta tocar el césped, y después pusieron los pies en la hierba, desmontando sus escobas.

-Y bien, ¿para qué hemos de ir al despacho del director?-preguntó Weasley, mientras se dirigían hacia los armarios para dejar sus escobas.

-Pues según pone en la carta, Dumbledore ha venido y quiere vernos...-decía el moreno de la cicatriz mientras cruzaban los jardines en dirección al gigantesco campus, parecido a un castillo, pero con algunas cosas diferentes.

-¿Dumbledore? Vaya...hace ya dos meses que no lo vemos, mas o menos...-suspiró Ron, acordándose del anciano de gafas de media luna y larga barba plateada.

-Si, des de finales de Julio...des de tu cumpleaños...-le indicó el rubio al moreno, mientras entraban al aparente castillo, de más plantas bajas que de pisos. En silencio, travesaron unas escalinatas, un patio interior y subieron a la segunda planta del edificio central, caminando por un amplio pasillo, tumbando después hacia la derecha, encontrándose con un pasillo sin salida, solamente con una ventana y una mesa a un lado, redonda y pequeña. Los tres chicos se dirigieron hacia la ventana con determinación, y, parándose delante de ella, el moreno de ojos esmeraldas, cogió el pomo de la ventana y lo giró, haciendo que, la ventana se abriera. Pero lo que antes era una ventana, se convirtió en un oscuro pasillo, con unas escaleras blancas que conducían a la oscuridad. Los chicos bajaron las escalinata con determinación mientras la antes ventana se cerraba, y la escalera se estrechaba, haciendo que al final tuvieran que ir detrás del moreno. Las escaleras, antes rectas, se volvieron de caracol y unas antorchas de llamas azules se encendían a su paso.

-No se porque tendrían que hacer el despacho del director tan abajo...-murmuraba Harry, pero se escuchó por el eco y silencio. Detrás de él se escucharon unas risillas, que se multiplicaron, en cuanto llegaron a una gran sala, adornada con asientos, librerías y tapices. Ésa era la sala de profesores.

.Y lo que no entiendo yo es porque tienen dos salas de profesores...-decía ahora Ron.

-Por que la otra la utilizan para los diez minutos de descanso que tienen entre clase y clase, y para las preguntas fuera de horario de sus alumnos...esta es para relajarse, por lo que veo...-contestó Draco, mirando con admiración uno de los tapices.

-Bueno, vamos...-dijo Harry. Habían ido unas dos veces al despacho del director Crosient, pero no habían tenido tiempo de mirar la sala de profesores, puesto que antes habían ido directos. Ahora no había prisa. Los tres chicos se dirigieron a una puerta que había al final del gran salón, al lado de una gran chimenea, custodiada por una estatua de una gárgola, parecida a la del profesor Dumbledore.

-¿Cómo entraremos, si no sabemos la contraseña?-preguntó Draco, viendo como Harry se acercaba a la estatua.

-El director me ha dado, en la carta, la contraseña.-les explicó el moreno de impresionantes orbes esmeraldas a los otros dos.

-Babosas de Gominola-murmuró Harry, haciendo que la estatua grotesca de piedra cobrara vida y les dejara pasar. Los dos chicos de detrás miraron a Harry mientras pasaban por el agujero de la gárgola, con estupefacción, a lo que el chico respondió.

-Es conocido de Dumbledore...es normal que se parezcan en tantas cosas...

-En demasiadas, diría yo...-murmuró Ron, provocando sonrisas fugaces.

-Los dos están igual de locos, son directores, poderosos, son conocidos, estudiaron en Hogwarts, a los dos les chiflan los dulces...pues si que se parecen...-dijo el chico de piel mas pálida.

Las risas no pudieron parar ni cuando iban a picar a la puerta de cedro que tenían delante de ellos. Pero no les hizo falta, puesto que la puerta la abrió un anciano de larga barba plateada, ojos claros y gafas de media luna.

-Veo que el humor no falta...-dijo el anciano, dejando pasar a los chicos que se habían vuelto de golpe serios.

Delante de ellos, un gran despacho les dio la bienvenida. Las paredes estaban cubiertas de cuadros, estanterías y librerías. Algunos objetos extraños asomaban por la parte de arriba de las librerías, y tenía dos grandes sofás rojos, con una mesa redonda en medio. El escritorio estaba detrás y tenía dos grandes sillones para invitados, pero en este caso, la gente estaba sentada en el sofá.

Los tres se sorprendieron bastante. Dumbledore había pasado por su lado y se había sentado al lado de Jaques Crosient, un hombre de unos cuarenta años, aunque parecía más joven, de pelo castaño dorado, con ojos azules y una blanca sonrisa. El director era una persona con la que el trío había estado varias veces, por no decir muchas, puesto que eran los mejores estudiantes por el momento, aunque sonase extraño. Se llevaban muy bien, puesto que al hombre tenía mucho humor, y era una agradable compañía, además de enseñarles muy bien. Fue a Hogwarts, a la casa de Ravenclaw, pero cómo si hubiera sido de Gryffindor.

En el sofá de enfrente, se encontraba la profesora de Transfiguración, Minerva McGonagall, que les sonrió, y, para desagrado de Ron y Harry, Severus Snape, con su ganchuda nariz, su pelo negro grasiento, y su ataviada túnica negra de siempre.

-Vaya, Potter...veo que la arrogancia sigue en pié sobre su persona-dijo a modo de saludo el profesor de pociones, ganándose una mirada reprobadora por parte de Minerva.

-Bueno, bueno, sentaos!-dijo con voz alegre Crosient, haciendo aparecer tres sillones muy cómodos al lado de los sofás. Los tres chicos se sentaron, algo cohibidos por tanta gente conocida.

-Bueno, Harry... ¿Cómo os va la vida aquí?-les preguntó Dumbledore, ofreciéndoles una bandeja llena de pastas de té, que Ron aceptó muy gustoso, mientras Draco cogía una taza de té.

-Pues muy bien, profesor, nos esforzamos mucho...

-Me pregunto...-dijo cortándolo Snape, que tenía una sonrisa socarrona en los labios-...de qué copiaran los exámenes de ahora...Draco no les dejará...me pregunto de quién..puesto que la señorita Granger ya no está aquí para decirles los resultados...

En ese momento Harry apretó fuertemente sus nudillos, dejándolos blancos, y Ron mordió con fuerza la pasta, con tanta violencia que se mordió la lengua. En cambio Draco, con toda tranquilidad, le respondió.

-Profesor Snape, los tres son esforzamos mucho, eso es lo que se ve reflejado en las notas...no las copiamos...no nos ofenda, profesor...

Snape calló, haciendo sonreír a Dumbledore y a Crosient. Pasaron la media hora después hablando de trivialidades, hasta que Harry se hartó un poco, y preguntó lo que los directores ansiaban anunciar.

-¿Para que nos han citado aquí, profesor Dumbledore? Supongo que no habrá sido por el mero hecho de que hayan venid de visita...

El profesor de pociones iba a responderle con una de sus envenenadas frases cuando Dumbledore empezó a halar.

-Jaques y yo nos preguntábamos cuanto aguantaríais...te debo diez galeones, ¿no?-dijo el anciano mirando a el hombre, que sonrió, mientras el director de Hogwarts sacaba de un saco de cuero que tenía bajo la túnica diez monedas doradas y se las entregaba.

-Hicimos una apuesta...él me daba diez galeones si aguantabais una hora antes de preguntar...por supuesto, he ganado yo...siendo el día que es...excelente para jugar a Quidditch, he supuesto que no querríais perder el tiempo...-dijo después de sonreírles, mientras se guardaba los galeones dentro de un saco que él también tenía.

-Bueno, pues...hemos tenido una idea...para que este curso sea diferente...-explicó el director de Hogwarts. Los tres jóvenes escuchaban atentamente, mientras asentían-...pues bien, esto puede que os recuerde, porque es una cosa parecida... a el Torneo de los Tres Magos.

Todos miraron a Harry, pero él no dijo o hizo nada.

-"El torneo...en el cual Cedric murió...Voldemort regresó...pasaron tantas chozas que no me apetece recordarlas todas..."-pensaba el joven, pero no dejando mostrar una sola de las emociones que sentía en el rostro.

Cómo Harry no decía nada, Crosient prosiguió.

-Esto es algo parecido, es un Torneo entre magos... que están en el último curso de Aurores...hemos organizado, Albus y yo un Torneo parecido...con más pruebas... más peligros...para que nos enseñen qué es lo que han aprendido todo este tiempo...-dijo el hombre mirándolos con sus ojos azules-...

-¿Cuántas academias habrán?-preguntó Ron.

-Pues..la nuestra...la de París, Gelleires...la de Rússia, Clorbtheis...y la de Austria...Sirhosels...

-¿La de Austria?-preguntó de sopetón Draco- pero si esa academia es una prueba humana! Los castigos se hacen con sangre...pruebas psicológicas, experimentos, torturas... es todo muy...!

-Bestia-acabó Harry, igual de sorprendido.

-Pero es una de las mejores del mundo, es dura y cruel, pero de ahí salen más de la mitad de los mejores Aurores del mundo...-dijo McGonagall, recibiendo el asentimiento por parte de los demás.

-Pero...

-Además, este Torneo sería..más privado...no estarían los periodistas ni nada de eso...el Torneo se celebrará en Rumania...en un sitio alejado, ya tenemos un castillo para alojarnos y el consentimiento del Ministerio de aquí y de allí...

-¿Y por que nos lo dicen?-preguntó, confundido Ron. Los dos directores sonrieron de manera imperceptible, y le respondieron.

-Dentro de dos semanas de llevarán al castillo de Rumania, una pequeña delegación de cada academia...participarán cuatro personas, cada una en representación de su academia, defendiendo el honor de ella...

-¿Traerá el cáliz?

-No...los que participarán, vendrán escogidos des de su academia..

-¿Y la delegación?

-No habrá solo tres pruebas...la delegación servirá para ayudar animar...el comportamiento de ella se verá influido también en forma de puntos que se sumaran a las de el escogido...

-¿Las clases?

-Cada día, cada movimiento será una clase...no habrá clases, propiamente dicho...cada persona, tendrá que arreglaserselas como sepa...como pueda...-dijo Dumbledore.

-¿Para que nos quieren?-repitió Draco esta vez.

-... ustedes tres formarán parte de la...delegación...la familia y conocidos que deseen invitar vendrán también...-Ron suspiró aliviado, aunque algunas personas, como su hermana y Luna, no podrían estar cada día allí, estoque ellas también estudiaban.

-¿Y quién será el elegido?-preguntó el moreno de la cicatriz.

-¿Aún su arrogante e inteligente mente no lo ha adivinado, Potter?-preguntó con burla Snape.

-Lo que Severus quiere decir, Harry...es que serás tú el elegido...-terminó la profesora de Transfiguración.

Draco y Ron ya se lo esperaban, y felicitaron a su amigo...pero Harry no parecía compartir su felicidad.

-Ni hablar... si quieren que vaya, iré, pero como uno más de la delegación.

Eso pareció sorprender a todos menos a Albus, que lo miró con ternura.

-Harry...

-No, profesor, no quiero pasar un año como el de Hogwarts...

-Pero no es lo mismo, Voldemort no está...

-Pero si sus mortifagos, sí los locos que aspiran a ser cómo él...mi respuesta es no.

Albus se le quedó mirando con profundidad, mientras Harry le miraba con un no en la mirada. De pronto, Jaques se puso serioso.

No tienes que elegir, Harry, nosotros te hemos informado...estas obligado...-dijo con tono de seriedad. Todos abrieron mucho los ojos y le miraron con interrogación, peor pareció no notarlo.

-Lo siento, pero...lo pasé fatal...fue horroroso, aunque tuvo sus momentos buenos...

-Granger estaba con ellos...-dijo de nuevo el grasiento profesor.

Harry no pudo aguantar y estalló.

-Pues si! Hermione estaba y me ayudaba mucho! Gracias a ella aguanté más cosas de las que podría aguantar usted jamás!

Snape iba a levantarse, pero una mano le detuvo, Minerva no lo había dejado.

-Harry...has de hacerlo...te llevarás mas de una sorpresa...-dijo dulcemente la profesora, dejando anonados a todos.

-...no tengo opción... ¿verdad?-dijo Harry con las manos en su frente, con gesto de resignación.

-...No...

-¿Cómo...? ¿Cómo se enteraran los demás...elegidos?

-Les hemos escrito una carta...

-Bueno...-dijo al cabo de unos minutos Ron-pues será mejor que comencemos a preparar maletas y libros.

Harry sonrió ante el comentario.

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Era un sitio frío y oscuro, pero la chica de negros cabellos se dirigía con una carta abierta en la mano hacia el aula donde se encontraba la persona buscada. La encontró y llamó a la puerta.

-Pasa.

La mujer abrió la puerta y se encontró con unos alumnos combatiendo con unas espadas un tanto brutales...

Pero ella no se dejó intimidar y se fue directa hacia uno de los alumnos que luchaba, haciendo parar la batalla. El alumno dejó caer el escudo y con la mano ahora libre cogió la carta y la leyó debajo del asco que le tapaba el rostro. Una sonrisa apareció debajo del casco.

-Esta bien...entonces...hasta dentro de dos semanas-y acto seguido, con un ágil movimiento, desarmó al contrincante con un ágil movimiento.

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Bueno...pues que decir, que espero que os guste...esta historia ya la tenía pensada...espero que os guste y que me dejéis algún review... dew!